The Project Gutenberg eBook of Junto Al Pasig

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Title: Junto Al Pasig

Author: José Rizal

Release date: January 25, 2005 [eBook #14795]
Most recently updated: December 19, 2020

Language: Spanish

Credits: Produced by Tamiko I. Camacho, Pilar Somoza and PG Distributed
Proofreaders. Produced from page scans provided by University of
Michigan.

*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK JUNTO AL PASIG ***

Junto Al Pasig


JUNTO AL PASIG

Dr. Jose Rizal

JUNTO AL PASIG

MELODRAMA EN UN ACTO Y EN VERSO.

Letra del Dr. JOSÉ RIZAL

Representada por primera vez el 8 de Diciembre de 1880, á las seis de la tarde, con música de DON BLÁS ECHEGOYEN, en el Salón de Actos del Ateneo Municipal, de Manila, por los alumnos de la Academia de Literatura Castellana de dicho centro docente, de la que era Presidente el egregio de Apóstol de las libertades filipinas.

Representada por segunda vez, con música de MANUEL VELEZ, con motivo de la VELADA LITERARIA, LÍRICA Y MUSICAL organizada por el periódico anual ilustrado DÍA FILIPINO, que se ha celebrado el 19 de Junio de 1915, en el Grand Opera House, Avenida Rizal, Manila, en conmemoración del 54º aniversario del nacimiento del inmortal MARTIR DE BAGUMBAYAN.

Editado por el DÍA FILIPINO.

1915.

Imprenta y talleres de encuadernación, grabados y fotograbados y almacén de objetos de escritorio del periódico anual ilustrado DÍA FILIPINO.

Calle de Sacristía númº 954, Santa Cruz, MANILA, I.F.


PERSONAS

LEÓNIDO
CÁNDIDO
PASCUAL
SATÁN
ÁNGEL
NIÑO 1º
NIÑO 2º
NIÑO 3º
Coro de niños y coro de diablos.



Junto al Pasig

MELODRAMA EN UN ACTO Y EN VERSO

(La acción se lleva á cabo á orillas del río Pásig, en el pueblo de este nombre; la decoración representa el río, y la orilla opuesta á la en que están los personajes. Verán la iglesia, casas, cañaverales y multitud de banderas y adornos propios de los pueblos del Archipiélago. Es la hora del alba y, de consiguiente, el tono del conjunto ha de ser suavemente reproducido.)



ÍNDICE


ESCENA PRIMERA.

ESCENA SEGUNDA.

ESCENA TERCERA.

ESCENA CUARTA.

ESCENA QUINTA.

ESCENA SEXTA.

ESCENA ÚLTIMA.


ESCENA PRIMERA.

CÁNDIDO, PASCUAL Y OTROS NIÑOS. (Uno de los cuales lleva flores, y otros con banderas y juguetes propios de la niñez.)

CORO.

Rosas, claveles,

Pásig ameno,

Luce con galas mil;

Divina aurora,

Su hermoso cielo

Viste de luz gentil;

Sus ojos son divinos,

Su frente el rosicler.

Sus labios purpurinos

El pecho hacen arder:

En tí, dulce hermosura.

La mente segura va;

En tí, rica ventura

El alma feliz tendrá.


(RECITADO)


CÁNDIDO.

—¡Cuán hermosa es la mañana!

La aurora con sus albores

Va acariciando á las flores

Con que el prado se engalana.

¡El Pásig! ¿Oís el murmullo

De las cañas en su orilla?

¿Escucháis de la avecilla

El suave y variado arrullo?

Decidme: tanta belleza,

Tanto adorno y galanura,

Que con mágica hermosura

Ostenta Naturaleza;

Y esta tranquila corriente

Do las bancas se deslizan,

¿No os encantan? ¿No os hechizan

Con su lenguaje elocuente?

¿No os dicen que su contento

Lo causa la Vírgen pía,

Viviendo en aqueste día

Con pomposo lucimiento?

TODOS.

—¡Sin duda!



PASCUAL.


—Tal alborozo

En el pueblo se respira;

Tal es el placer que inspira,

Que todos bailan de gozo.

Llenas encuentro doquier

De vistosos aparejos

Las calles; niños y viejos.

Todos salen para ver.


NIÑO Iº—Hablas, Pascual, muy de veras;

¡Y lo creo! Pues la gente

Anda colgando impaciente

Gallardetes y banderas.


NIÑO 2º—Aquí traigo un canastillo

De flores para ofrecer

A la Virgen...


NIÑO 1º—¡Ole! ¡A ver!...

Es un regalo sencillo... (Lo mira con desprecio.)

Yo tengo una jaula en casa

Do moran pintadas aves,

Cuyos trinos son tan suaves

Que se la daré, si pasa.


NIÑO 3º—¡Pajaritos! ¡Qué locura!

Yo tengo bombas, cohetes... (Con jactancia.)


NIÑO 1º—¡Quita allá! ¡Esos son juguetes

Que sólo infunden pavura!...


NIÑO 3º—¡Tú tienes miedo!


NIÑO 1º—¿Yo? ¡No!


PASCUAL.—Tengo una flauta de caña... (
Todos se ríen
.)


TODOS.—¡Ja! ¡Ja!


PASCUAL.

—¿La cosa os extraña?

¡Pues sí!    ¡La tocaré yo!

Mi padre, como sabéis,

Me enseñó varias sonatas,

Lindas, muy lindas, muy gratas:

Las tocaré; ¡ya veréis!


NIÑO 2º—¡Mejores serán mis flores!


PASCUAL.—¡Mi flauta!


NIÑO 1º—¡Qué tontería!

Es mejor la jaula mía...


NIÑO 3º—¡Cá! Las bombas son mejores.


NIÑO 1º—¡No, señor!


NIÑO 3º—¡Que sí, señor!


NIÑO 1º—¡Vaya un tonto!


NIÑO 3º—¡Vaya un loco!

Tu pobre jaula es bien poco.


NIÑO 1º—Tus bombas son lo peor.


CÁNDIDO.—¡Ea, amigos! No riñais:

Es cada ofrenda preciosa;

Pero suplico una cosa,

Y es... que obedientes me oigáis:

Una banca adornaremos

Con el más bello atavío;

Dentro de ella, aqueste río

Mansamente surcaremos;

Banderas y gallardetes

Pondremos de mil colores;

Llevarás todas tus flores;

Tú, la jaula; tú, cohetes;

Este, con flauta sonora

Irá entretanto tocando:

Así vamos navegando...

Hasta hallar á la Señora.

¿Qué os parece?


TODOS.—¡Bien, muy bien!


NIÑO 3º—¡Es idea singular!


NIÑO 1º—¡Vamos la banca á buscar!


CÁNDIDO.—¡Eso lo digo también! (
Se dispone a salir.
)

¡Calla! ¿Y Leónido? ¿Do está?


PASCUAL.—¡Ah! ¡Verdad! ¿Adónde fué?


NIÑO 2º—¿Dónde ha ido?


NIÑO 3º—No lo sé.


CÁNDIDO.—Pues bien, se le buscará:

Nuestra banca dejaremos

Para después: es igual:

Nos falta lo principal,

Pues al jefe no tenemos.


NIÑO 1º—Busquémosle.


CÁNDIDO.—¡Ahora mismo!

¡Sin él nada se podrá

Hacer!...


NIÑO 3º—¡Se registrará

Hasta el fondo del abismo!


CORO.

Marchemos, marchemos, Marchemos sin tardanza: ¡Felice nuestra holganza! ¡María colmará!


ESCENA SEGUNDA.

Sale SATÁN vestido de negro y rojo; su color es palido.

SATÁN.—¿Será verdad? ¿Será cierto

Que el pueblo que me adoraba,

Ahora de arribar acaba

De la salvación al puerto?

Si navegante inexperto

En el borrascoso mar

Del vivir, ¿qué singular

Fuerza le ampara y escuda

Que consigue con su ayuda

Mis escollos evitar?

¿Quién de la mansión sombría

Do se hallaba sepultado,

Poderoso le ha sacado

A la clara luz del día?

¡Ay! Para desgracia mía

Fuiste sin duda, ¡oh Mujer!

Quien tuvo tanto poder

¡De quitarme mi morada!

¡Criatura privilegiada!

¿Cuándo te podré vencer?

¡Maldición! ... El mismo Averno

Do se engendran los dolores,

Las crueles penas y horrores,

No iguala á mi tedio eterno.

¡Ay! ¿Por qué del gozo tierno

Me privó la triste suerte?

¿Por qué me negó el más fuerte

Que en mi terrible amargura

Encontrase mi ventura

En los brazos de la muerte?

¡Espíritu! ¡Ser sublime!

¡Ser mísero y desgraciado,

Á padecer condenado

Por la mano que le oprime!

Si el hombre en la tierra gime

Y le molesta el vivir,

Se consuela en el sufrir

Viendo la vida tan breve,

¡Mientras el ángel no se atreve

A esperar que ha de morir!

Más ¡ay! fuerza es que, sufrido

Mi triste destino acate,

Ya que en mi sin par combate

Adversa suerte he tenido:

Empero, aunque fuí vencido,

Sigo en mi senda fatal:

Él ama el bien; yo amo el mal...

¡Soberbio! ... Que haga su gusto;

Yo, yo le estorbaré; es justo;

Que es mi enemigo mortal.

¡Comience, pues, nuestra lidia!...

Pensemos recuperar

Antes mi imperio sin par

Con la astucia ó la perfidia.

¡Suelo que me das envidia!                           

¡Ay! ... ¡Yo te recobraré!

Oculto aquí esperaré

(Se oculta detras de un árbol.)

A algún incauto cristiano:

¡Quiero que caiga en mi mano

la raza que tanto odié!



ESCENA TERCERA.

(Sale LEÓNIDO.)

LEÓNIDO.—La orilla está solitaria;

No se oye la gritería;

Lo extraño: ya es claro el día

Y no veo á nadie aquí.

Debieron haber llegado,

Pues así me prometieron...

Presumo que ya salieron...

¿Quién sabe si me perdí?

Más no: este es el sendero

Que á la población conduce;

Este es el río que luce

Su corriente sin igual...

Allá la iglesia... Mi casa...

Las banderas... ¡Ya lo creo!

¡Es el lugar del recreo

Que á mi me dijo Pascual!

Desde aquí esperaríamos

Que pase la Vírgen pura...

Más... ¿quién á mi me asegura

Que no acaban de salir?

Lo mejor será buscarlos;

Iré hácia abajo; no... arriba...

Creo que la comitiva

Ya no tardará en venir.

(Se dispone a salir, y viene SATÁN vestido de DIWATA.)


ESCENA CUARTA.

LEÓNIDO Y SATÁN.

SATÁN.—¡Detente! ¿Adónde vas?


LEÓNIDO.—¿Quién sois?


SATÁN.—¿Acaso

No me conoces ya?


LEÓNIDO.—No recuerdo vuestra faz,

Ni me acuerdo haberos visto

Alguna vez. ¡Dadme paso!


SATÁN.—¡Nunca! Mírame bien...


LEÓNIDO.—Decid, os ruego, quien sois...


SATÁN.—Yo soy aquél que, prepotente,

Leyes dá al huracán, al mar, al fuego;

Brilla en el rayo y muge en el torrente,

Yo soy aquel que con poder grandioso

Reinó en un tiempo hermoso,

Venerado y temido;

Dios absoluto de la indiana gente.


LEÓNIDO.—¡Mentís! De mis mayores

El dios ya duerme en vergonzoso olvido,

Y sus torpes altares,

Do al eco de fatídicos loores

Víctimas ofrecían á millares,

Hoy yacen derribados:

De su poder en mengua,

Les lanza nuestra lengua

Desprecios á sus ritos olvidados:

Vos no sois ningún dios; mentís sin duda.

Pues sólo un Dios existe verdadero:

El Dios que al hombre creó y al mundo entero,

Y á quien adora nuestra mente ruda.


SATÁN.—¡Insensato! ¿No temes de mis iras

El poder? Niño impío,

¿No ves que es mío el aire que respiras,

El sol, las flores y el undoso río?...

Á mi voz prepotente, creadora,

De las aguas surgieron

Aquestas Islas, que alumbró la aurora,

Islas que bellas en un tiempo fueron;

Y mientras, fieles á mi culto santo,

Elevaron sus preces

En mis altares, les libré mil veces

De la muerte, del hambre y del espanto.

Los campos rebosaban

De fragante verdura;

Sin trabajo brotaban

De la piadosa tierra,

Entonces pura,

Las amarillas mieses;

Vagaban por el prado

El cabrito pintado,

El ciervo alígero y las gordas reses;

La diligente abeja

Su panal fabricaba mansamente,

Y al hombre regalaba miel sabrosa:

Retirada en su nido la corneja,

No auguraba doliente

Calamidad odiosa;

Gozaba entonces este rico suelo

De una edad tan dichosa,

Que en sus delicias se igualaba al cielo;

Y ahora, sin consuelo,

Triste gime en poder de gente extraña,

Y lentamenta muere

¡En las impías manos de la España!

Empero, yo le libraré, si quiere

Doblegar su rodilla

Ante mi culto, que esplendente brilla.

Tan poderoso soy que abura mismo

Te daré, si me adoras, cuanto ansías;

Más, ¡ay de tí, si ciego te desconfías!


LEÓNIDO.—Si tan potente sois, si en vuestras manos

Las venturas están de los mortales,

¿Por qué han sido fatales

Para vos los cristianos?

Y si, como decís, el mar bravío

Y el aquilón sumisos obedecen

A vuestra voz y á vuestro poderío,

¿Por qué sus carabelas delicadas,

Que ahora os escarnecen,

No fueron anegadas

Y bajo las olas sepultadas?

¿Por qué vuestras estrellas

En noche tenebroso les guiaron,

Y los vientos sus velas empujaron

Y no les lanzásteis vuestras centellas?

¿Sois por eso tal vez omnipotente?

Y para mayor desdicha, todavía,

El nombre de María,

Nombre que encanta á  la infelice mente,

Cual arrogante insulto,

¡Vino á destruir las huellas de tu culto!


SATÁN.—¡Las huellas de mi culto! ¡Desdichado!

¿No sabes que conservo

Un pueblo que me adora prosternado?

¡Ay! ...  Vendrán en lo futuro

Los males que reservo

A tu raza, que aclama un cúlto impuro:

¡Tristes calamidades,

Pestes, guerras y crueles invasiones

De diversas naciones

En venideras próximas edades!

Tu pueblo regará con sangre y llanto

Del patrio campo la sedienta arena;

Ya en la pradera amena

El ave á quien hirió metal ardiente.

Ni tus bosques añosos,

Ni los ríos, ni el valle, ni la fuente

Serán ya respetados

De los hombres odiosos

Que turbaron la paz y tu bonanza;

Mientras yo, por venganza,

Desataré los indomables vientos

Para que en su carrera,

Con ira y rabia fiera,

Alboroten los varios elementos,

Y la débil piragua,

Hundiéndose en el agua,

Aumente sus horribles sufrimientos.

Devastaré en mi saña

Los verdes campos de la míes ópima,

Y desde la alta cima

De la erguida montaña

Arrojaré de lavas río ardiente,

Que envuelto en humo y devorante llama

Asole poblaciones

Cual furioso torrente

Que, cuando se desparrama,

Arranca los arbustos á montones;

Y la tierra aterida,

A mi voz conmovida

Temblará con atroz sacudimiento,

Y á cada movimiento

El rico suelo amargará, y la vida.

¡Ay! ¡ay! ¡Cuánto quebranto!

¡Cuánto gemir inútil! ¡cuánto llanto

Oiré entonces sin que sienta el pecho

El duelo de la gente,

Que con gozo insolente

Reir los miro con mortal despecho!


LEÓNIDO.—¡Mentira! ¡Nada puedes! ¡Te conjuro,

En nombre del Señor que el alma adora,

Ángel, ó genio impuro.

Que seducirme quieres,

¡Aparta el antifaz que desfigura

Tu primitiva é infernal figura!


SATÁN.—¡Pues, bien! ¡Héme ya aquí!

Y advierte y nota

Que soy Satán, el ángel que esplendente

(En traje de diablo.)

Se sentaba en un trono

En época remota;

Rayos de luz lanzando de su frente.

Yo soy aquel que con feroz encono

Luché contra el tirano;

Después, vencido en mi fatal derrota

Arrastré á vuestros padres á la muerte;

Más hoy, si del cristiano

La fé divina me venció en mi furia

De tan mortal injuria

Me vengaré, y de tí; yo soy el fuerte;

Y si no quieres que mueras,

¡Ríndete á mis pies!


LEÓNIDO.—¡Oh! ¡Nunca!


SATÁN.—¿Ves mi poder y mi fuerza?

Los espíritus potentes

Que en el universo reinan,

Obedecen á mi voz:

Sigue mi ínclita bandera;

Óyeme, pues: si humildoso

Abjuras tu nueva secta,

Y arrepentido á mis aras

Con grato fervor te llegas,

Yo te haré feliz, dichoso,

Tendrás cuanto apetezcas;

El río que á tus pies corre.

Que arrastra diamantes, perlas;

El ambiente que respiras

Do mil pajaritos vuelan;

Esas plantas, esas flores,

Esas casas, y esas huertas,

Tuyas serán, si al instante

De tu nueva fé reniegas;

Si el nombre ingrato aborreces

De aquella cuya es la fiesta.

Más, ¡ay de tí! si obstinado

Desobedecerme anhelas,

Pues á tus piés ahora mismo

Se abrirá la inmunda tierra,

sepultándote en su seno,

Cual se sepulta en la arena

La pequeña gota de agua

Cuando el sol las plantas seca.


LEÓNIDO.—En vano infundir me quieres

Torpe miedo con tu lengua;

En vano, en vano pretendes

Que yo á tu fé me someta;

Jamás al niño cristiano

El demonio amedrenta,

Y ante el Hijo de María

El Averno eterno tiembla,

¡Espíritu  mentiroso!

Ve, huye, ve á las tinieblas,

á la mansión del gemido.

¡Y de la eterna vergüenza!...


SATÁN.—¡Pues, bien! Ya que lo has querido,

Es necesario que mueras:

Tú serás la postrer víctima

Que ante mis aras se quema:

Tú pagarás por los tuyos,

En tí me vengaré mis afrentas.

¡Espíritus! Mis fieles compañeros

Que encontráis en el mal grata dulzura,

Que con cruel amargura

Os nutre el odio que vuestra alma encierra,

¡Venid, alegres, á empezar la guerra!



ESCENA QUINTA.

Salen DIABLOS en tropel.

CORO DE DIABLOS.


¿Quién nos llama

Con furor?

¿Quién reclama

Nuestro ardor?

¡Viva el mundo

Infernal,

Cuya dicha

Es el mal!

¡Muera, muera

El traidor,

Del Averno

Ofensor!


SATÁN.—Venid contentos,

Oíd atentos;

La voce mía

Os llama ya;

Que en este día

Nuestra esperanza

Dulce venganza

Hoy colmará.


CORO DE DIABLOS.

Ama el diablo

A su rey;

Sus mandatos

Son sú ley;

Obedientes

Seguirán;

Por tí, todos

Lucharán.


SATÁN—-Cese el insulto;

Niño ínfelice,

Lleno de afán;

Ven y bendice

Mi imágen pura,

Pues la ventura

Te reirá.


LEÓNIDO.—Te detesto

Vil traidor,

A Dios sólo

Rindo amor

Mientras viva,

Seré fiel;

Morir quiero

Yo por Él.


CORO DE DIABLOS.

¡Viva! ¡viva

Nuestro Rey!

¡Muera, muera

Quien su Ley

No venera

Con ardor

De la vida

Con horror!



ESCENA SEXTA.


Dichos y un ÁNGEL.

ÁNGEL.—¡Atrás, ángeles malditos

De la cólera del Cielo!

¡Volved el rápido vuelo

A la mansión del dolor!

¡Huíd, si del vivo rayo

Teméis el fúnebre brillo,

¡Huye, ó arcángel traidor!


(Huyen los diablos.)


Y tú, niño fiel, despierta.

(Se despierta.)

Ven aquí; soy el enviado

Del Cielo que te ha librado

Del pérfido Satanás:

Ya la Vírgen de Antipolo

Las aguas, surca del río;

Salúdala en canto pío,

Pues siempre su hijo serás.

Ella te libró piadosa,

De las garras del Averno;

Sé de Ella el hijo más tierno,

Pues trae la dicha en pos....

Ya tus compañeros llegan,

Adiós, pues; volveré al Cielo.

¡Adiós, Leónido, adiós!

(Desaparece.)


LEÓNIDO,—Adiós, hermosa criatura

Que veniste á socorrerme,

Guarda que vela, si duerme

El niño el sueño infantil.



ESCENA ÚLTIMA.

(LEÓNIDO y los NIÑOS. La VÍRGEN pasa el rio momentos antes de concluir el recitado.)

CÁNDIDO.—¡Ah! ¡Leónido! Te buscamos;

He aquí la Vírgen María:

¿Sientes la dulce armonía

Que se oye entre cantos mil?


LEÓNIDO.—¡Oh, si, amigo! La percibo;

La miro también venir...

¡Oh! ¡qué secreta alegría

Yo siento dentro de mí!

Unamos nuestros acentos

En este día feliz.

Saludemos á la Vírgen...

¿Qué decís, amigos?


TODOS.—Sí.

(Aparece la Virgen con luz de magnesio o electrica.)

CORO FINAL.

¡Salve Rosa pura

Reina de la mar!

¡Salve! Blanca Estrella,

Fiel Iris de Paz...

Antipolo,

Por tí sólo

Fama y renombre tendrá.

De los males,

Los mortales

Tu imágen nos librará;

Tu cariño,

Al fiel niño

Le guarda siempre del mal;

Noche y día,

Tu le guías

En la senda terrenal.


FIN.


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NOTA—LA OCEANÍA ESPAÑOLA, dirigida por el ilustre español D. JOSÉ FELIPE DEL PAN, en su número del 10 de Diciembre de 1880, dijo, al hacer la descripción de esta fiesta:

«JUNTO AL PÁSIG, es casi un auto sacramental, de argumento fantástico, no real, versificado con suma fluidez y facilidad con algunas situaciones de mucho efecto y bordado con preciosos coros debidos al conocido profesor D. BLÁS ECHEGOYEN.

«Felicitamos al joven autor del libreto D. JOSÉ RIZAL. Su obra es muy bella en el detalle; el monólogo de Satán, por sí solo, vale todos los aplausos que mereció del público toda la obra. Aunque no del gusto teatral de nuestro tiempo ese género calderoniano, sienta bien, ó es lo mejor que puede presentarse en escena con ocasión semejante á la de anteanoche.»

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