Title: Esploración arqueológica de la Provincia de Catamarca
Author: Francisco Pascasio Moreno
Release date: September 21, 2009 [eBook #30052]
Most recently updated: October 24, 2024
Language: Spanish
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Nota del transcriptor:
Se han mantenido las convenciones ortográficas del original, incluyendo los distintos modelos de acentuación de algunas palabras (ej: astragalo vs. astrágalo).
No he podido continuar, por las dificultades económicas por que atraviesa la República, la esploracion arqueológica que en la Provincia de Catamarca practicaba, por cuenta de este Museo, nuestro naturalista viajero, don Adolfo Methfessel, pero este establecimiento continúa recibiendo los objetos reunidos en escursiones anteriores.
La manera como se practica por el Museo el exámen escrupuloso de las destruidas moradas y sepulcros de los antíguos habitantes de los valles calchaquíes, nos asegura deducciones exactas que no era posible obtener antes por la confusion que resultaba de la dudosa ubicacion de casi todos los hallazgos anteriores, hechos por lo general por personas poco competentes ó interesadas en su venta, las que han alterado muchas veces la verdad sobre sus descubrimientos, mezclando los objetos de distintos yacimientos para obtener mayor precio, alteracion muy perjudicial, si se tiene en cuenta la importancia capital de las antigüedades de nuestras provincias andinas, para el completo conocimiento de la historia del hombre americano pre-colombiano.
Sería muy aventurada la publicacion inmediata de las conclusiones que á primera vista se desprenden del exámen superficial {4}del muy grande material que para el estudio de esa historia contienen las colecciones de este establecimiento, y del de las valiosas piezas reunidas por el señor Methfessel. El pasado humano de estos territorios se liga seguramente con el de otras regiones americanas, pero lo reunido hasta ahora no basta para deslindar esas relaciones, ni conocer su orígen; por lo tanto, todas las congeturas á este respecto son muy susceptibles de grandes modificaciones, como lo indican los nuevos descubrimientos.
Aun cuando en estos últimos cincuenta años se han agregado muchos nuevos elementos de investigacion sobre este pasado, á los que encontramos en las obras mas ó menos verídicas ó mas ó menos ingénuas ó interesadas, del tiempo de la conquista, fáltannos en la República Argentina monografías de cierta estension ó estudios que se aparten del «Diario» del viajero, y que á la manera de las investigaciones practicadas en los centros de civilizacion del mundo bíblico, detallen lo que son y contienen las viejas ruinas sud-americanas, rehaciendo así la historia de los pueblos que dejaron esos portentosos vestigios y el medio físico en que actuaron.
Méjico, además de poseer de su gran pasado obras de largo aliento y fruto de pacientes esploraciones, acaba de publicar oficialmente un verdadero monumento monográfico sobre sus antigüedades. Puede estudiarse á Yucatan y á sus maravillosas ruinas en el Museo del Trocadero, en Paris, por todos los interesados en la vieja historia de América. Nicaragua, las regiones del Istmo, Nueva Granada, Venezuela, Ecuador, han sido pacientemente investigadas en estos últimos tiempos, y Estados-Unidos, Francia y Alemania sobre todo, ostentan en sus museos materiales para principiar á reconstruir el pasado de esos países americanos. Mas próximos á nosotros y mas ligados en el pasado que el presente con lo que es hoy República Argentina y cuyo estudio tiene por lo tanto mayor interés para nosotros, el Perú y Bolivia han tenido entre otros investigadores de sus misteriosas ruinas, quizá mas importantes para el conocimiento del mas remoto pasado de América, que Yucatan ó Méjico, á D'Orbigny, Castelnau, Rivero, Tschudi, Angrand, Mitre, Squier, Wiener, Stubel, Weiss y Falb.
El primero, nos ha dado una buena série de observaciones sobre Tiahuanaco, pero disponiendo de reducidos elementos de consulta, ignorando los otros grandes vestigios de viejas sociedades de los valles centrales ó de la costa del Perú y los esparcidos en la República Argentina, con la única base de sus observaciones en la meseta del Lago Titicaca, se concretó á la descripcion de lo que había esplorado, considerando á esas ruinas como vestigios{5} del arte aimará, anteriores á la dominacion incásica, dinastía que empieza, segun D'Orbigny, con la fundacion del Cuzco por Manco-Capac, salido del Titicaca en el siglo XI. Incurrió con esto, siguiendo á Garcilaso, en la creencia errónea de la modernidad de la dinastía, sin detenerse á pensar que es imposible que naciones como la Quichúa y la Aimará, que profesaban el culto de la tradicion, olvidaran tan pronto el esplendor de una civilizacion como la del Titicaca y sus inmediaciones, que debía todavía existir en la época de la aparicion de Manco-Capac, porque un legislador como éste no brota del desierto, ni que tal civilizacion se destruyera tan rápidamente que sus vestigios fueran considerados como antiguallas de tiempo desconocido por los mismos indígenas, al llegar los Españoles.
Castelnau, que recorrió mayor estension de Bolivia y Perú que D'Orbigny, describió mas estensamente las mismas ruinas, pero sin adelantar nada sobre su orígen. Se ocupó con detalle de las ruinas del Cuzco, que considera incásicas, y entrando en consideraciones sobre la antigüedad de la civilizacion del Perú, que es «bien anterior á la especie de renacimiento á la cual los Incas dieron su nombre», se resolvió por el orígen semítico de los habitantes de América, y por el contacto con las civilizaciones del Mundo Antíguo, presentando interesantes analogías en apoyo de sus ideas, pero descuidando lo que mas debió investigar: las naciones que produjeron las construcciones gigantescas que admira.
Rivero y Tschudi no las descuidaron, y fueron los primeros autores que con una masa considerable de materiales, distinguieron, aunque á grandes rasgos, los centros civilizados y las razas del Perú antíguo, antes de la fundacion del reino incásico, refiriendo el orígen de este reino á la raza que llaman Aimará. Dividen en dos épocas el arte peruano anterior á los incas, pero, adoptando la genealogía de éstos, dada por Garcilaso, repudian la mas lógica, la de Montesinos, y encierran en un cuadro estrecho, lo que es resultado de la evolucion social de varias razas durante decenas de siglos. Poco interés prestan, y la mencionan como simple curiosidad, á la igualdad que hay entre algunas clavas de madera de chonta, encontradas por ellos en Colombia y en el Perú, y las de Nueva-Zelandia, y figuran en la misma plancha que una de esas clavas, sin mayor mencion que la de «hacha de piedra verdosa anfibólica encontrada en las huacas del Cuzco», una verdadera maza de guerra neo-zelandesa, el característico Patoo-Patoo, peculiar á la considerada como pátria de los Maories.{6}
Angrand, en su importantísima carta sobre las antigüedades de Tiahuanaco, les atribuye un remotísimo orígen, con razon, y se inclina tambien á admitir una mayor duracion á la dinastía incásica, que la asignada generalmente. Supone que la civilizacion de Tiahuanaco vino del Norte, como la Quichúa, considerando de un mismo orígen á ambas, aunque desarrolladas separadamente desde muy remota antigüedad. Dice: «el pueblo que ha elevado los monumentos de Tiahuanaco, es de una rama de la gran familia Tolteca Occidental, de orígen Nahuatl ó Californiano, de cabeza recta, que descendió hácia el Sud en la época de las mas antíguas migraciones».
El General Bartolomé Mitre ha publicado un importante estudio sobre Tiahuanaco, que contiene observaciones propias hechas durante su viaje á esas ruinas, pero las difíciles condiciones en que realizó su visita, no lo permitieron entrar entonces en mayores consideraciones sobre el orígen de esa misteriosa civilizacion.
Squier abrió la era de los verdaderos esploradores arqueólogos; su libro titulado «Viajes y esploraciones en la tierra de los Incas», es una revelacion. Por primera vez preséntanse allí con caracteres definidos las viejas sociedades Chimus y del Titicaca, corroborando, en mucha parte, las deducciones geniales de nuestro ilustre historiador doctor don Vicente Fidel Lopez, sobre los Atumurunas, contenidas en su libro «Las razas arianas del Perú».
La obra de Squier, como la de Wiener, de igual índole sobre «Perú y Bolivia», son material inagotable de consulta, y agregándoles los trabajos mencionados y las bellísimas ilustraciones publicadas por Reiss y Stubel, como resultados de sus esploraciones en el cementerio de Ancon, inmediato á Lima, y las publicadas últimamente por el Museo de Berlin, forman un material inapreciable. Y sin embargo, todas estas obras reunidas, no dan todavía una idea exacta del pasado del Perú. Son una acumulacion inmensa de datos mas ó menos completos, pero, ó son simples menciones de ruinas ó de objetos examinados de paso, ó descripciones sin suficientes indicaciones del medio físico y social en que se encuentran esos objetos y esas ruinas, dificultando el poder formar un conjunto de observaciones que permita rehacer la historia de los pueblos que dejaron esos vestigios, sus orígenes, sus usos, costumbres, lenguas, relaciones entre ellos, medios físicos en que se desarrollaron, vivieron y murieron, observaciones que son las que deben hacer que la pre-historia se aproxime á la historia.{7}
Pues bien, si apesar de los elementos enumerados, no se puede tener aun una idea exacta del pasado peruano-boliviano, ¿qué diremos sobre el de los territorios que hoy componen la República Argentina, en la que recien empiezan los estudios arqueológicos?
No tenemos viejas crónicas que nos cuenten las tradiciones pre-colombianas. Apenas los primeros cronistas se refieren á la conquista del Tucuman por los Incas, y esto incidentalmente.
Los autores mas antíguos que hayan escrito sobre las naciones indígenas, sedentarias, de las faldas andinas, pertenecen todos al siglo XVII y poco cuentan del estado de aquellas poblaciones al pasar de la suave dominacion quichúa á la cruel de los españoles. Poco sacamos todavía en limpio de los relatos de los conquistadores del Plata y del Paraná, y será necesario un paciente estudio de ellos para ver claro en esa confusion de nombres de tribus, de parages y de patrañas.
Sin embargo, qué inmensa importancia tienen las relíquias escondidas en estas vastas tierras, para el conocimiento de la pre-historia americana! Tanta, que sin su exámen no será posible encontrar la verdad sobre el pasado humano de este continente. Y es esta abundancia de material que se pierde si una vez que se le descubre no se le recoje con criterio é inteligencia, la que me hace sentir mas la falta de elementos para continuar con actividad las investigaciones iniciadas por este Museo. Muy prolijas deben ser éstas, ya que nos falta la mejor clave para conocer la historia de las civilizaciones—la lengua escrita.
No es creíble que los anales de esa historia estén consignados en los signos aun indescifrados, figurados, en todo el territorio sud-americano, en los monolitos tallados por el hombre, ó pulidos por las fuerzas naturales en las heladas mesetas, en los desiertos sin agua, ó entre las selvas vírgenes, y en el centro de los torrentes, pero, si los sud-americanos no podemos desvelar nuestros oscuros orígenes, resucitando el pasado, en la misma forma con que se ha conseguido restaurar el viejo Egipto, trabajemos para tener siquiera un bosquejo de lo que fueron las civilizaciones que se consumieron en este suelo. Hagamos para ello mas que observaciones de paso; principiemos metódicamente la reconstruccion de esos orígenes, cooperando al objeto cada una de las repúblicas en que está dividido el continente, organizando trabajos en ese sentido y agregando al esfuerzo individual los elementos oficiales. Tratemos de que los vestigios que deben servir de base á nuestra historia, no salgan{8} del suelo americano, como desgraciadamente ha sucedido hasta ahora. Reunámonos los que amamos el pasado; hagamos conocer lo que resulte de los reconocimientos en el terreno y de su estudio, á medida que pueda condensarse en cualquier forma gráfica, para que cada uno los aproveche en sus investigaciones, y así, en corto tiempo podremos, todos, reunir un monumento que sirva de pedestal á nuestra grande historia futura.
Nosotros los argentinos que pretendemos marchar á la cabeza del movimiento intelectual en este continente, estamos, en lo que se relaciona con los estudios arqueológicos, recien en el principio. Aun cuando fué en Buenos Aires que se fundó el primer Museo Antropológico, cabiéndome el honor de hacerlo, la actividad de un hombre solo no bastaba para llevar adelante, con rapidez, una institucion semejante, y hemos visto con tristeza que el Brasil nos aventajara, abriendo su Esposicion Antropológica en 1882, y emprendiendo oficialmente la esploracion de los parages donde se señalaban restos de sociedades pre-históricas,{9} trabajos que han producido monografías de singular valor para los que estudiamos las antigüedades argentinas, por las comparaciones que pueden hacerse entre nuestros hallazgos y los que casi pudieran llamarse idénticos, realizados en la desembocadura del Amazonas.
Estas y otras semejanzas con regiones aun mas distantes, hacen necesaria cuanto antes, la esploracion bajo este punto de vista de toda la América austral, desde Panamá hasta el Cabo de Hornos, y, cuán fácil sería para los gobiernos, proceder de acuerdo para llevar adelante tales trabajos! Aislados, los estudiosos de cada país, solo podremos divulgar lo que resulte del trabajo en el terreno y en el laboratorio, dentro de estrechos límites, y estos trabajos aislados no llegarán en ningun caso al fin buscado, salvo que algunos felices puedan disponer de medios propios para estender el campo de investigacion fuera de esos límites.
No debemos olvidar que las divisiones geográficas actuales no son las mismas que separaban á las antíguas sociedades pre-colombianas. El pasado del Perú está íntimamente ligado con el Ecuador y Bolivia, hasta con la República Argentina, Chile y Brasil, y casi seguramente con las regiones al Norte del Ecuador. Nosotros los argentinos solo podremos hacer observaciones de detalle, si es que debemos concretarnos á nuestros actuales territorios. El orígen de nuestras tribus nómades, y de las sociedades sedentarias que actuaron aquí, en tiempos ante-colombianos, es el mismo de otros hombres de pátria lejana, porque, conviene repetirlo hasta que el público se convenza del interés que tienen esta clase de estudios: nuestras sociedades pre-históricas tuvieron contacto con otras de ambas Américas. No es posible examinar los descubrimientos hechos en la parte Sud-Oeste de Estados-Unidos sin compararlos con los materiales argentinos reunidos en este Museo. ¡Cuántas analogías entre las industrias y el tipo físico de hombres desaparecidos en medios tan distantes entre sí! En ocasion próxima hemos de dar la demostracion gráfica de estos hechos.
Importancia igual tienen otros hallazgos que se relacionan con Méjico. ¿Cómo han llegado á las pampas de Buenos Aires las figuras de barro cocido, que tanto abundan en las ruinas aztecas? El espíritu asombrado no nota la menor diferencia entre unas y otras; parecen salidas de los mismos moldes. Un viajero á quien durante su visita á este establecimiento, mostré esos objetos, sin indicarle su orígen, me aseguró que había recojido completamente iguales en las ruinas de Teotihuacan. Grande{10} fué su asombro al conocer su procedencia,—Laguna de Lobos,—Provincia de Buenos Aires.
Por una feliz coincidencia y gracias á la intervencion amistosa de mi amigo Cárlos Wiener, el sábio autor de «Perú y Bolivia», poseemos en el Museo una espléndida coleccion de vasos exhumados de las necrópolis de la costa del Perú, en las inmediaciones de Trujillo y principalmente del Gran Chimu, y en esa coleccion que cuenta cerca de mil piezas, hay suficientes elementos para conocer la vida diaria de una sociedad civilizada. No son raras las piezas que tienen analogía completa con las del Ecuador, Chiriqui y aun de mas al Norte; algunos príncipes prisioneros, atados, nos dicen que los Chimus guerrearon y salieron mas de una vez triunfantes con naciones que no fueron las llamadas incásicas.
Si describiéramos aquí las antigüedades de la República Argentina, se presentarían otros hechos que no dan lugar á dudas sobro las relaciones que existieron entre éstos y otros pueblos muy lejanos, al mismo tiempo que demuestran una civilizacion peculiar á estas regiones.{11}
He encontrado á orillas del Rio Dulce, próximo á Santiago del Estero, un antíguo enterratorio y en él, urnas toscamente modeladas conteniendo restos humanos, y con éstos, moluscos de especies que actualmente viven en el Océano Pacífico. Hallazgo parecido he hecho en otros enterratorios pertenecientes á un pueblo distinto, en la provincia de San Juan; uno de esos moluscos cubría el pubis de una mujer. Y comparando la industria de estos hombres con la de los Changos del Atacama, he encontrado, no analogía, sinó igualdad completa entre objetos y usos. Cuántos pueblos y razas distintas se observan en los restos que hemos reunido!
Las enigmáticas ruinas calchaquíes que revelan el paso y dominacion de varias razas, á través de los siglos, han de dar algun dia luz suficiente para rehacer las sociedades cuya existencia y poderío indican, precediéndose en ese teatro tan triste hoy y que en edades remotas presentó sin duda alguna un{12} fertil y risueño panorama donde se hizo la fusion de las razas pre-históricas, como lo prueban los cráneos exhumados y los restos de industria. ¿Quiénes fueron los hombres que trazaron el grandioso camino llamado del Inca? ¿Fueron éstos, fueron otros príncipes anteriores? Me inclino á lo último, teniendo en cuenta que es á la orilla de estos caminos donde he encontrado en mas abundancia las rocas cubiertas de inscripciones enigmáticas que no usaron los Quichúas. Caminos son éstos que, atravesando el Perú y distribuyendo ramales donde la poblacion era posible, llegaban hasta Chile por la quebrada de Uspallata, hasta donde los he seguido en un centenar de leguas, rectos como el trazado de una línea férrea en la pampa horizontal.
La industria del cobre y del bronce, en estos lugares, muy distinta de la exhumada en el Perú, es otro tema de gran importancia, y conviene hacer notar aquí la igualdad que existe entre algunas piezas de Atacama publicadas en la obra U. S. Naval Astronomical Expedition (pl. VII, tomo III) y las encontradas en Catamarca y conservadas en este Museo. Hasta ahora no se han señalado discos de cobre, como el figurado mas adelante, ni en Bolivia ni en el Perú.
El pueblo ó la raza que enterraba sus muertos en urnas, tenía representantes en toda América. Que las relaciones entre sus ramas desmembradas se interrumpieron en remotos tiempos, lo indica la variedad de formas adoptadas para esa fúnebre costumbre. Y á estos pueblos pertenecen quizá los curiosos objetos de piedra tallada con formas animales que se han descubierto desde el Istmo hasta el Amazonas y Provincia de Córdoba en la República Argentina. Quizá tambien podamos referir al mismo pueblo las inscripciones citadas, pintadas ó labradas en las rocas hasta el Estrecho de Magallanes, de las que posee el Museo un centenar de facsímiles. Esta costumbre de enterrar en urnas, parece que en el tiempo de la conquista solo se practicaba para los cadáveres de niños, en los pueblos de Catamarca. Raro es el caso en que allí se encuentren restos de adultos en esas condiciones, y cuando esto sucede, las urnas son de tipos mas primitivos, é indudablemente de época mas antígua.
Dejemos las sociedades constituidas y lleguemos á las tribus nómades. Posee el Museo algunos centenares de cráneos antíguos y modernos de las tribus que han habitado este estremo austral, y de su comparacion resulta que varias de las razas que se han estinguido en el suelo argentino, vinieron del centro y del norte de esta América, unas, y que otras son{14} de orígen aun desconocido, como ser los patagones ó verdaderos Tehuelches. Los Yahgan habitan hoy el estremo de la Tierra del Fuego. La carne de las ballenas que á la costa arrojan las tormentas polares, es uno de los manjares mas deseados por ellos, tanta es la miseria en que viven. Sin embargo, algunas de sus costumbres contrastan con ese triste medio. El Yahgan, desnudo, apenas cubierta la espalda con un fragmento de piel de otaria, baila entre la nieve, se adorna de plumas y se cubre la cabeza con una máscara. A uno de ellos, á quien la civilizacion no ha dañado, que ha llegado á ser un hábil buscador de fósiles y que es quien pone el pliego en la prensa tipográfica que imprime este informe, acabo de mostrarle una lámina de la obra de Castelnau que representa un baile de enmascarados entre los indios Garajas. Es análoga su fiesta, salvo, que en vez de la vegetacion tropical del Brasil, el pobre fueguino baila sobre el suelo helado. He presenciado al pié de los Andes, en las tribus mapuches, en Patagonia, un baile en celebracion de la primera menstruacion de una jóven india. Había allí un bailarin enmascarado y de las averiguaciones que hice, resultó que tales máscaras eran raras, siendo restos de una antígua costumbre.
¡A cuántas observaciones y deducciones se prestan estos hechos! Qué inmensidad de tiempo se ha necesitado para que los nómades de hoy, evocando costumbres casi perdidas y cuyo orígen ignoran, revelen una comunidad de orígen, ó un contacto inmediato entre sus antepasados! Últimamente se han encontrado en paraderos antíguos, en la Costa Atlántica, restos de industria humana, objetos de piedra pulida, asociados con animales estinguidos, en los médanos conchíferos prehistóricos, pero posteriores á la formacion del terreno pampeano y de época en que la costa marina era la misma que hoy; y el Museo posee parte del esqueleto de un hombre, encontrado en terreno mas antíguo, pampeano, junto con gran parte del de un Scelidotherium. El tipo craneológico es muy parecido al de los actuales Alakaluf de la Tierra del Fuego, que parece ser el mismo de los Botocudos del Brasil.
Sonríen la mayoría de los etnólogos, cuando se les habla de que las relaciones entre las razas antíguas americanas y polinésicas, han sido mayores que las admitidas generalmente, pero no es posible olvidar las mazas de piedra encontradas en Colombia y en el Perú, y casi indudablemente, en la República Argentina, pues durante mi visita á Santiago del Estero, en 1876, se me habló y se me hizo el diseño de una maza de piedra{15} verdosa, que no era otra que una maza neo-zelandesa. Además, el Museo posee, entre otras piezas de un orígen parecido, dos grandes mazas de madera: la una encontrada en una escavacion en Copiapó y la otra en Quillota, ambas en Chile. La última me fué obsequiada, allí, en 1885, por mi malogrado amigo don Benjamin Vicuña Makenna, dias despues de haberse efectuado su descubrimiento. Estas dos piezas son polinesas, completamente iguales á las que usan los habitantes de las Nuevas-Hebridas.
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Todo lo espuesto muestra lo importante de las investigaciones antropológicas en este estremo austral y la imprescindible necesidad de darles mayor amplitud. De desear es que encontremos cooperadores que nos faciliten los medios, y es ante este deseo que se ha deslizado la pluma mas de lo conveniente, tratándose de una simple noticia que dá cuenta en general de la importancia de las adquisiciones hechas para nuestras colecciones, durante la larga escursion de nuestro naturalista viajero.
Los resultados generales de la mision confiada al señor Methfessel, que han sido catalogados durante el año 1890, son los siguientes:
Ochenta y siete cráneos, exhumados en Santa Maria, Valle del Cajon, Andalguala y Siquivil. Además, un buen número de otras partes del esqueleto que se restauran en este momento.
Los esqueletos á que corresponden estos restos, han sido hallados en muy distintas condiciones de yacimiento y posicion; á unos se les ha encontrado aislados, acostados, encojidos, sin piedra alguna que indicara el sitio en que fueron depositados los cuerpos á que pertenecían, y sin que los acompañara ningun resto de industria; otros estaban acostados, encojidos, separados por pequeñas murallas, inmediatos á centros de poblacion antígua, y otros, enterrados en verdaderas sepulturas, «enmurallados», cubiertas éstas por grandes piedras; algunos de estos cuerpos estaban sin cabeza, colocadas éstas fuera de las sepulturas, las que no presentan signos de haber sido abiertas posteriormente al depósito del cadáver. Un buen número de restos, proceden de verdaderos Abris sous roche, cubiertos los esqueletos por grandes piedras. La mayor parte de los cráneos juveniles proceden de cuerpos que estaban encerrados en urnas de tierra cocida, pintadas generalmente con complicadas figuras.
Aun no me ha sido posible hacer una investigacion prolija de estos restos, pero puedo adelantar que pertenecen á varias razas{18} y á distintas épocas. La mayor parte son cráneos deformados; la braquicefalia predomina y ninguno de ellos se acerca por su dolicocefalia al tipo antíguo exhumado en la Provincia de Buenos Aires y en Patagonia. Los enterratorios mas modernos presentan un tipo mezclado, con caracteres del tipo peruano llamado de Ancon. Otros cráneos se asemejan á tipos del Sur, de la Provincia de San Juan, Patagonia y del Chaco, y éstos proceden, la mayor parte, de las tumbas mas antíguas.
Las observaciones del señor Methfessel corroboran lo que ya se deducía de las de otros viajeros, y las que me había sugerido una escursion á esos puntos en 1876.
En ellos, florecieron en otro tiempo pueblos bastante adelantados, que se desarrollaron antes de la invasion incásica. Estos vestigios no revisten las proporciones imponentes de los que dejaron los hombres de Tiahuanaco y del Cuzco; mas bien se asemejan á los descubiertos al S. O. de Estados-Unidos y al N. O. de Méjico. La industria y edificacion recuerda la de los Pueblos, aunque mas avanzada que la de éstos.
Las ruinas son muy abundantes, indicando una poblacion mucho mas numerosa é industriosa que la actual; y las construcciones defensivas que el señor Methfessel ha estudiado detenidamente, nos dicen que las guerras eran frecuentes entre esas sociedades y que los vencedores no dominaban fácilmente á los vencidos. Se encuentran estas ruinas en grandes alturas, hasta mas de 4000 metros, en valles, mesetas y entre las breñas mas abruptas, colgadas, puede decirse, entre las anfractuosidades de los cerros casi verticales. Hay construcciones aisladas, y grandes estensiones fortificadas dominando los valles cubiertos de ruinas de pueblos. Algunas de las ruinas observadas presentan la curiosa disposicion de las habitaciones ya señalada en algunas descubiertas en Arizona y Nuevo Méjico. No tienen por lo general aberturas que comuniquen con patios ó corredores; las aberturas que existen comunican solo unas piezas con otras y es frecuente encontrar en estos vestigios de colmenas humanas, habitaciones sin salida alguna. Los muros que forman estos centenares de piezas, tienen mas de un metro de ancho, generalmente construidos como para caminar sobre ellos, lo que sin duda se hacia para penetrar en las habitaciones por el techo, no teniendo otra entrada.
Se encuentran tambien en esos valles montículos artificiales, de poca estension y elevacion con construcciones sobre ellos, las que probablemente eran puestos militares, dominando las llanuras próximas.
Con los materiales que de Catamarca poseemos y las ilustraciones de aquellas ruinas que debemos al artístico pincel de nuestro empleado, ilustraremos pronto el estudio de estos restos y de los objetos que usaron los hombres que vivieron en épocas ante-históricas, en los valles llamados Calchaquíes en recuerdo de la raza que los ocupaba á la llegada de los conquistadores españoles.
La coleccion traída por el Sr. Methfessel contiene 400 vasos grandes y pequeños, alcanzando algunos hasta 80 c. de altura. Muchos de ellos han servido de urnas funerarias, habiendo sido fabricados con ese objeto. La mayor parte están adornados con pinturas de colores, representando, entre curiosas combinaciones de líneas, pájaros, reptiles y caras humanas; éstas están figuradas por lo general por líneas en relieve.
Además, figuran 350 fragmentos importantes representando cabezas humanas, diversos mamíferos, aves y reptiles, en relieve ó pintados ó grabados.
420 piezas, como ser: puntas de flechas, hachas, morteros, figuras humanas y de otros animales.
15 objetos, entre ellos una campana, un disco adornado con caras humanas, hachas, cinceles y otros pequeños objetos.
6 objetos de orígen indígena pero post-colombiano.
110 objetos, como ser: puntas de flechas, útiles domésticos, instrumentos musicales, etc.{21}
Restos de tejidos, moluscos marinos encontrados en las tumbas, adornos de fragmentos de éstos que cubrían el cuerpo de un hombre, maiz, objetos de hierro del tiempo de la conquista, hallados entre las murallas y en las tumbas indígenas mas modernas, etc.
Nota del transcriptor:
En el original un guión con un número en su parte superior o inferior indica la posición de las piezas dentales superiores o inferiores, respectivamente. En esta versión se ha sustituido el guión por una barra oblicua.
Próximos á las antíguas viviendas del hombre, incrustados en la roca que sirve de asiento á esos viejos pueblos, el señor Methfessel ha descubierto importantes yacimientos fosilíferos.
De los restos estraídos de ellos han llegado la mayor parte al Museo, aun cuando no todos se han colocado ya en la seccion correspondiente, porque son grandes las dificultades que hay para estraerlos de la roca. Presentan estos restos vivo interés, por el horizonte geológico en que se encuentran y por las relaciones que se notan con otros estraídos de depósitos mas antíguos y mas modernos. Serán tema de trabajos ya principiados, pero que no pueden tener cabida en este informe, en el que solo se enumeran mas ó menos suscintamente las principales piezas incorporadas á nuestras colecciones durante el último año trascurrido.
El terreno en que se han descubierto estos restos, ocupa el bajo de Andalguala é inmediaciones, situado á 2.600 metros sobre el mar comprendido entre las dos cadenas de montañas, el macizo del Aconquija y el de Santa Maria, se estiende de Norte á Sud por espacio de 40 kilómetros aproximadamente.
Forma un espeso manto de arenisca arcillosa gris-verdosa, cuyo elemento micáceo es esencialmente representado por biotita. Esta formacion tiene una potencia considerable, centenares de metros. Presenta varios pequeños estratos ó mas bien fajas parciales de cantos rodados del tamaño general de una nuez, habiéndolos hasta del de una naranja; generalmente estos cantos están aislados, en una misma línea, como resultado de una fuerte corriente, venida de larga distancia.
La roca, por lo general, es muy dura, habiendo sido necesario varias veces emplear la pólvora para estraer los restos.
Esta formacion parece ser de orígen lacustre, y debe reposar sobre las capas superiores de la formacion llamada de arenisca roja, la que segun unos, pertenece á los últimos tiempos triásicos,{23} y segun otros, á los primeros del jurásico. Las investigaciones confiadas al Sr. Methfessel, tenían por principal objeto el hombre y sus vestigios, y desgraciadamente, no le ha sido posible prestar mayor atencion á estos yacimientos. No ha podido distinguir, pues, si hay alguna formacion intermediaria.
El terreno fosilífero presenta grandes alteraciones en sus capas, variando desde la horizontalidad casi perfecta, hasta una inclinacion que alcanza á 70°, pero estas capas inclinadas parecen el resultado de hundimientos locales. Se nota tambien inversion de los estratos, en algunos casos.
Está cubierto, en las partes en que no se ha alterado la horizontalidad y que forman mesetas, por una capa de grandes bloques graníticos y porfíricos, que alcanzan hasta 10 metros cúbicos, siendo la mayoría de 1/2 metro cúbico. Estas piedras, mas ó menos pulidas y angulosas, no están adheridas unas á otras por ningun cemento y parecen tener un orígen glacial.
El espesor de la capa es variable, alcanzando hasta 10 metros. La alteracion en la posicion primitiva de los terrenos fosilíferos, ha sido sin duda posterior al depósito de estos bloques, porque se les encuentra en los faldeos de las capas inclinadas, diseminados y en ningun caso en posicion vertical, en las cimas.
Los restos fósiles se encuentran en todo el espesor de la formacion de arenisca-arcillosa. El Sr. Methfessel ha encontrado huesos al pié y casi en la cima de una misma meseta, habiendo entre ambos yacimientos una altura de 180 metros.
A juzgar por los mamíferos que se enumeran en seguida, este terreno parece pertenecer á una época intermediaria entre la formacion patagónica superior y la del pampeano inferior, tipo de Monte Hermoso. Estudios próximos aclararán este interesante punto. Además de los mamíferos, poseemos de esa formacion algunos restos de muy grandes y pequeñas tortugas.
El Sr. Methfessel ha recogido de los estratos superiores correspondientes á la formacion de las areniscas rojas gran cantidad de madera silisificada y algunos restos que suponen la existencia de dinosaurianos.
El Sr. Methfessel ha visitado terrenos semejantes en el norte de la República, pero siempre de estension reducida, solo de algunas leguas, como si fueran antíguas cuencas de lagos perdidos, donde fueron arrastrados estos animales. Varios de los huesos obtenidos, han sido arrastrados, antes de ser depositados definitivamente en el sitio en que se les ha descubierto.
Hé aquí la enumeracion de las especies nuevas de Mamíferos fósiles encontrados por el señor Methfessel:{24}
Neuryurus proximus MOR. ET MERC. sp. nov.
Referimos á esta especie la parte anterior de un cráneo, la rama izquierda del maxilar inferior, y otros fragmentos que no han sido aun estraídos de la roca.
Esta especie se acerca á Neuryurus antiquus Amegh. Es de menor tamaño.
El m ⁄1 es bastante fuertemente comprimido lateralmente. La seccion transversal de la m ⁄2 presenta la forma de una medialuna cuya rama anterior está troncada. Los surcos longitudinales tan característicos de los molares de estos animales están apenas indicados sobre el m ⁄2. Sobre el m ⁄3 los surcos longitudinales anteriores son poco pronunciados.
Las medidas de las muelas son:
M ⁄1 | M ⁄2 | M ⁄3 | M ⁄4 | M ⁄5 | M ⁄6 | M ⁄7 | M ⁄8 | |
Diámetro antero-posterior[1] | 7,8 | 13, | 15, | 19,5 | 19,5 | 19,5 | 18,4 | 20, |
Diámetro transversal | 4,3 | 12, | 9,6 | 9,4 | 10, | 10,6 | 11, | 11,5 |
El espacio ocupado por los ocho molares inferiores es de 138. La altura vertical del maxilar inferior entre los m ⁄5 y m ⁄6 es de 73.
Neuryurus compressidens MOR. ET MERC. sp. nov.
Esta especie está fundada sobre la rama izquierda de un maxilar inferior y sobre la parte anterior de la rama del lado opuesto. Ambas piezas están bastante estropeadas.
La talla de esta especie ha sido menor aun que la de la especie precedente. Los molares son fuertemente comprimidos lateralmente. El m ⁄2 presenta la forma característica que hemos señalado en N. proximus Mor. et Merc. Hé aquí las principales dimensiones de las muelas:{25}
M ⁄1 | M ⁄2 | M ⁄3 | M ⁄4 | M ⁄5 | |
Diámetro antero posterior | 6, | 12,8 | 16, | 17,6 | 17, |
Diámetro transversal | 3,5 | 4, | 4, | 5, | 7, |
El espacio ocupado por las cuatro primeras muelas inferiores es de 68. El largo del espacio ocupado por las ocho muelas inferiores no ha pasado de 124. La sinfisis mide 82 de largo. La altura vertical del maxilar tomada entre m ⁄5 y m ⁄6 es de 59. La línea derecha medida del estremo del apophisis coronoideo al borde inferior del maxilar, pasando por el borde posterior de la superficie de implantacion de los dientes, mide 142. La línea derecha tomada en las mismas condiciones desde el estremo del cóndilo mide 137. El ancho de la rama ascendente del maxilar inferior, medida segun la prolongacion de la superficie masticatorica, es de 72. La distancia del borde anterior del cóndilo al estremo del apofisis coronoideo es de 34.
Plohophorus Philippii MOR. ET MERC. sp. nov.
Esta especie está representada por un gran número de piezas de las que la mas interesante es un gran bloque de arenisca muy dura cuya parte periférica está cubierta por una coraza de Plohophorus, á la que le sigue la cola. En la masa del bloque se observan varias piezas del esqueleto.
El tubo caudal está precedido por cuatro anillos. Medido segun el borde dorsal, el largo de esta pieza es de 1.650; de los que 980 pertenecen á la coraza, 300 á los cuatro anillos que siguen y 370 al tubo caudal.
Las placas de la coraza no presentan diferencias notables con Plohophorus Ameghini Mor. El tubo caudal, por el contrario, difiere muy sensiblemente. Reviste absolutamente la forma que caracteriza el género Hoplophorus. Se observa una desproporcion menor entre el gran diámetro y el pequeño de las figuras principales de las placas de este tubo, con escepcion de las placas laterales, en las que esta desproporcion es mas acentuada que en P. Ameghini Mor. Sobre la faz dorsal de la region anterior del tubo, se observa generalmente dos hileras de figuras secundarias dispuestas en direccion longitudinal entre las figuras principales de las placas. El diámetro longitudinal de{26} la primera placa lateral, primera á partir de la estremidad distal es de 61, el de la segunda mide 64. Las mismas medidas tomadas al lado izquierdo son respectivamente, 51 y 49. En su estremidad proximal, este tubo mide 98 de diámetro transversal y 78 de diámetro vertical.
Eutatus prominens MOR. ET MERC. sp. nov.
Referimos á esta especie diferentes fragmentos entre los que algunos presentan partes bastante grandes de la coraza de este animal.
Esta especie nos recuerda Eutatus distans Amegh, pero difiere esencialmente por la talla que es mayor. La figura principal de las placas es tambien muy característica. Donde termina, es decir en su rejion posterior, se estrecha y constituye en ese punto una elevacion bastante acentuada. Las placas movibles tienen de 28 á 32 de largo.
Praeuphractus Scalabrinii MOR. ET MERC. sp. nov.
Entre los restos fósiles recojidos por el Sr. Methfessel hay algunos que pertenecen á una coraza de un animal del sub-orden de los Dasypoda.
Los hemos comparado con los restos muy numerosos que de este sub-orden posee el Museo de La Plata y resulta de su exámen, que apesar de la analogía que parece descubrirse entre las placas recojidas en Andalguala, y las que pertenecen al animal que uno de nosotros ha designado con el nombre de Dasypotherium australe Mor. (Breve reseña de los progresos del Museo de La Plata durante el 2º semestre de 1888. Buenos Aires 1889, 8º, pág. 38), estas placas pertenecen al género Praeuphractus Amegh. y que presentan caracteres especificos suficientes para fundar una nueva especie que denominamos Praeuphractus Scalabrinii.
Haremos notar antes de dar los caracteres de esta especie, que despues de la publicacion citada, el Museo de La Plata ha recibido gran parte de la coraza, el cráneo y otros restos de un animal que solo presenta diferencias específicas con Dasypotherium australe Mor.{27}
Hemos examinado estas nuevas piezas, y constatamos que el género Dasypotherium tiene su razon de existir, y que tiene su puesto bien señalado en la familia de los Praopidae. Este género, por su denticion, como por las placas de la coraza, establece la transicion entre los Chlamydotheridae y los Praopidae. Haremos notar nuevamente que hay cierta analogía entre las placas del Dasypotherium y las de los géneros Praeuphractus Amegh. Macroeuphractus Amegh. Etatus P. Gerv. de la familia de los Dasypidae.
Praeuphractus Scalabrinii ha sido de mayor talla que P. recens Amegh. Las placas movibles miden de 34 á 44 de largo sobre 16 á 19 de ancho. Las placas fijas de 24 á 28 sobre 18 á 20. Estas últimas presentan la figura principal visiblemente mas elevada que las secundarias. La superficie de esta figura es redondeada, en su parte terminal la figura se inclina á un lado. Los surcos que determinan las figuras secundarias están bastante bien indicados. Las figuras son ocho en cada placa, tres anteriores, dos laterales, y tres del lado opuesto á las dos últimas. Entre estas tres últimas, la posterior es la mas grande de todas las figuras secundarias. Los demás caracteres que presentan estas placas corresponden á los de P. limpidus Amegh. Sucede lo mismo con las placas movibles. Observamos, sin embargo, que los surcos que determinan las figuras secundarias sobre estas placas existen, pero que á veces apenas se distinguen, sea que las placas proceden de la region mediana ó de los lados. Se nota tambien que en las placas movibles laterales, la figura principal, se inclina igualmente á un lado en su parte terminal.
Dasypus argentinus MOR. ET MERC. sp. nov.
Esta especie está representada por un individuo casi completo, envuelto en una arenisca arcillosa muy dura, y por otros restos.
Su tamaño es mayor que el Dasypus villosus Desm. y nos parece que ha sido tambien de mayor talla que el D. patagonicus Amegh.
Las placas de los fajas movibles tienen de 20 á 22 de largo sobre 7 á 8 de ancho. Las figuras que se observan sobre las diferentes clases de placas de la coraza forman un relieve bien destacado y no se notan desigualdades en su elevacion. Las figuras laterales de las placas fijas están divididas en cuatro figuras secundarias por surcos transversales bien indicados.{28} No sucede lo mismo con las figuras secundarias de las placas fijas, en las que los surcos transversales existen; pero apenas perceptibles. Tienen cinco á siete agujeros pilíferos sobre el borde posterior de las placas.
Chlamydotherium minutum MOR. ET MERC. sp. nov.
Algunos restos indican la presencia en el terreno arenisco-arcilloso de Andalguala, de representantes del género Chlamydotherium. Entre otros, posee el Museo el cuerpo derecho de un maxilar inferior, al que le falta la parte proximal posterior de la rama ascendente. Los dientes, que han sido nueve, están rotos, faltándoles la corona; no quedan sinó sus raices. Las pequeñas dimensiones de este ejemplar, indican, sin duda alguna, una especie inédita.
El diámetro antero-posterior, tomado sucesivamente sobre los diferentes dientes, de atrás hácia adelante, es el siguiente: 7,5—10—11—9—9,5—6—5—4,8—3,5. Las siguientes cifras se refieren al diámetro transversal tomado tambien sucesivamente y de atrás hácia adelante: 5—5,5—7—6,8—6,3—4,8—4,2—3,6—3. El espacio ocupado por la série dentaria es de 72. La sinfisis mide 32 de largo. La altura del maxilar tomada entre la 6ª y 7ª muela, es de 25.
Scelidotherium laevidens MOR. ET MERC. sp. nov.
Esta especie está representada por un fragmento de la rama izquierda del maxilar inferior y otras piezas del esqueleto.
Dicho fragmento tiene los tres primeros molares. El filo posterior externo está bien acentuado en m ⁄2 y m ⁄3, debido á la presencia de surcos longitudinales bastante bien indicados, y bastante próximos á ese filo sobre las dos faces que lo determinan. Estos molares son de seccion triangular, bien caracterizada.
La cara lateral que corresponde al lado del triángulo que mira hácia el interior, presenta una concavidad bastante acentuada, mas fuerte sobre m ⁄1 que sobre los demás. La seccion transversal del m ⁄3 es un triángulo casi rectángulo, cuyo cateto mas largo mira al lado externo. Las dimensiones relativas de estos tres molares son:{29}
M ⁄1 | M ⁄2 | M ⁄3 | |
Diámetro antero-posterior | 23, | 19, | 17, |
Diámetro transversal | 13,7 | 16,8 | 18,7 |
El espacio longitudinal ocupado por los tres molares, es de 67. Tomada entre m ⁄1 y m ⁄2, la altura del maxilar es de 81, y al nivel del orígen de la sínfisis desciende á 51.
Scelidotherium (?) parvulum MOR. ET MERC. sp. nov.
Referimos provisoriamente al género Scelidotherium un astragalo derecho de pequeñas dimensiones, y cuya superficie articular con el calcaneo es bastante regularmente eliptica, enangostándose segun el pequeño diámetro y bien delimitada; una escotadura bastante profunda y relativamente muy ancha la separa de la cabeza anterior de este mismo hueso.
El mayor largo de este astragalo es de 67 y su diámetro transversal mayor es de 69. Esta especie parece haber sido mas pequeña aun que el Scelidotherium Floweri Amegh.
Megatherium Burmeisteri MOR. ET MERC. sp. nov.
Esta especie está representada por gran parte de un esqueleto. Las piezas que ya han sido estraídas de la dura roca y restauradas son: el cráneo en buen estado de conservacion y el maxilar inferior; el femur, tibia y peroné, astrágalo y calcáneo izquierdos, y la tibia, peroné y astrágalo derechos. Entre las piezas cuya restauracion está adelantada figuran gran parte de la columna vertebral, la pelvis, costillas y huesos de las estremidades.
Los caracteres mas resaltantes de los huesos que hemos examinado ya, son: la posicion característica de los dientes, el desarrollo particular de la estremidad distal del peroné, y la forma especial del astrágalo y del calcáneo.
La fórmula dentaria es: m. 5⁄4. Los dientes están constituidos{30} segun el tipo Megatherium. La seccion transversal es cuadrilatera, cuyos lados presentan entre sí diferencia mayor que en las especies conocidas; y las dos crestas transversales de la superficie masticatoria, converjen del lado interno hacia el esterno mas que en esas especies. La implantacion de la dentadura superior é inferior es oblicua. La prolongacion de las crestas anteriores de la m ⁄1 en su juncion, forma un ángulo que no alcanza á 120°: la misma cresta de la m ⁄2 es paralela á la posterior de la m ⁄1, y esta disposicion se repite sucesivamente en las demás muelas, disminuyendo de tal manera el ángulo formado por la prolongacion de las crestas anteriores, que en la m ⁄4 este ángulo se aproxima á 180° sin alcanzarlos.
Esta misma disposicion se observa en la mandíbula superior; sin embargo, parece no ser tan visible en la m 5⁄ .
Damos aquí las principales medidas de las muelas.
M ⁄1 | M ⁄2 | M ⁄3 | M ⁄4 | M1⁄ | M3⁄ | M4⁄ | M5⁄ | |
Diámetro antero-posterior tomado sobre el lado externo | 32,4 | 32,8 | 36,7 | 38,2 | 29,5 | 39, | 37, | 20, |
El mismo sobre el lado interno | 35,5 | 37, | 37,4 | 31,5 | 40,2 | 36,7 | ||
Diámetro transversal tomado sobre el lado anterior | 32,4 | 42,6 | 39,6 | 37, | 26,5 | 46,3 | 40,5 | 31, |
El mismo sobre el lado posterior | 39,8 | 44,5 | 37,5 | 23, | 40,7 | 41,5 | 34, |
El espacio ocupado por la série dentaria inferior es de 187; el de la superior es de 200.
La region sinfisaria es relativamente muy débil y delgada: el largo de la sínfisis desde el borde posterior hasta la estremidad del maxilar es de 203; la distancia entre la cara anterior de la m ⁄1 y la estremidad distal del maxilar es de 158. El diámetro vertical del cuerpo del maxilar entre m ⁄2 y m ⁄3 es de 157.
El diámetro antero-posterior, del cráneo entre los cóndilos occipitales y la estremidad de los huesos nasales es de 540 y su diámetro vertical tomado entre m 5⁄ y m 4⁄ es de 204.
El mayor largo del femur es de 515; el mayor ancho en la estremidad próxima 309, y el de la distal 294. El mayor largo de la tíbia es de 470. El peroné se prolonga en su estremidad distal hasta bajo el nivel del borde inferior de la cara articular posterior del calcáneo con el astrágalo. El peroné está separado de la tíbia en su estremidad distal, pero la simple inspeccion{31} de la superficie de estos huesos en ese punto, demuestra la existencia de un cartílago que ligaba las dos piezas. Este fenómeno se observa tambien en el pié á que hace alusion el doctor Ameghino,[2] al referirse al M. tarijense H. Gerv. y Amegh. diciendo que «la tibia y el peroné, soldados en su parte superior, permanecen libres en su parte inferior.»
Hemos observado el mismo carácter sobre piezas pertenecientes á varias especies. Se presenta en un ejemplar de M. americanum Cuv. que existe en el Museo, y podemos asegurar que solo se trata de un carácter debido á la edad de los individuos. En la edad adulta el cartílago desaparece y las dos piezas se unen por osificacion.
El mayor largo del calcáneo es de 330 y su mayor diámetro transversal es de 144. El tamaño de esta especie de Megatherium corresponde á 2/3, mas ó menos, del de M. americanum Cuv.
Megatherium Bergi MOR. ET MERC. sp. nov.
Posee el Museo un cráneo imperfecto y algunos huesos del esqueleto de una especie de Megatherium mas pequeña que M. Burmeisteri Mor. et Merc. Esta especie se caracteriza principalmente por su analogía con M. americanum Cuv. en la disposicion de los dientes. Las caras laterales de las muelas superiores presentan un surco bastante ancho y profundo, siendo mas pronunciado en la m 3⁄ en la que mide 4,5 de profundidad. Este surco desaparece en la m 5⁄ , que es pequeña como, proporcionalmente, en M. americanum Cuv. Las medidas relativas de las muelas son las siguientes:
M1⁄ | M2⁄ | M3⁄ | M4⁄ | M5⁄ | |
Diámetro antero-posterior | 26,8 | 29, | 31,5 | 41, | 15,7 |
Diámetro transversal | 35, | 38, | 41, | 31, | 20, |
El diámetro transversal sobre el borde anterior de la m 1⁄ es de 21.
El espacio ocupado por la série dentaria, es de 162.
El arco zigomático es de forma muy particular.{32}
Typotherium Studeri MOR. ET MERC. sp. nov.
Poseemos de esta especie varios fragmentos de maxilar inferior, que por sus dimensiones denotan una especie inédita.
Parece muy corto el cuerpo del maxilar, pero muy fuerte. La sínfisis no alcanza al nivel del primer molar. Son en número de cuatro los molares, implantados oblicuamente hacia adelante, á la excepcion del premolar único que tiene una direccion oblicua hacia atrás. El premolar y el primer molar son relativamente muy fuerte.
Siguen las dimensiones de los dientes:
PM ⁄4 | M ⁄1 | M ⁄2 | M ⁄3 | |
Diámetro antero-posterior | 14, | 17,5 | 18, | 22, |
Diámetro transversal | 11, | 12, | 9, | 7,4 |
La longitud del espacio ocupado por la série dentaria es de 69. La altura del maxilar al nivel del m ⁄2 es de 45. Su espesor entre pm ⁄4 y m ⁄1, es de 22,4 y al nivel del m ⁄3 de 20.
Xotodon cristatus MOR. ET MERC. sp. nov.
Especie fundada sobre un cráneo con maxilar inferior en muy buen estado de conservacion y por un buen número de otros huesos del esqueleto.
Parece haber sido este animal de la misma talla que Xotodon prominens Amegh.
La fórmula dentaria es i 2⁄3 c 1⁄1 pm 4⁄4 m 3⁄3.
Se observa una cresta longitudinal bien pronunciada, bastante elevada y de cima redondeada en el borde interno de la cara superior (posterior) del i ⁄1. Una cresta análoga se observa tambien en el borde correspondiente del i 1⁄ . Los surcos laterales de la cara externa de los molares inferiores son menos acentuados que en X. prominens Amegh. Estos mismos molares presentan otras diferencias con las de la citada especie, pero sería largo el señalarlos aquí.
El i 1⁄ recuerda el género Typotherium. El i 2⁄ es mas angosto que i 1⁄ y menos arqueado. El i 2⁄ es de seccion transversal{33} triangular. El resto de la denticion de la mandíbula superior se acerca al género Toxodon.
Siguen aquí las principales dimensiones de los dientes:
C ⁄1 | PM ⁄1 | PM ⁄2 | PM ⁄3 | PM ⁄4 | M ⁄1 | M ⁄2 | M ⁄3 | PM1⁄ | PM2⁄ | PM3⁄ | PM4⁄ | M1⁄ | M2⁄ | M3⁄ | |
Diámetro antero-posterior | 9 | 9,7 | 12,5 | 14, | 19,5 | 30,6 | 30 | 35,8 | 11,8 | 17,4 | 20 | 28,8 | 34 | 39,7 | 45 |
Diámetro transversal | 4 | 4 | 6 | 7,8 | 10 | 10 | 10 | 10,8 | 6,5 | 10 | 14 | 22 | 27,5 | 29 | 18 |
El espacio ocupado por la série de los molares inferiores es de 153, el espacio correspondiente de la série dentaria superior es de 149. El diastema comprendido entre pm ⁄1 y c ⁄1 mide 4,5 y el que separa c ⁄1 de i ⁄3 es de 21. En la mandíbula superior las medidas correspondientes son de 11 y 48.
La region sinfisaria, en su parte antero-inferior, se ensancha y presenta lateralmente crestas bien pronunciadas. El largo del cráneo tomado entre la cima de los cóndilos occipitales y el borde interno del i 1⁄ es de 408. La forma general del cráneo es la del género Toxodon.
Macrauchenia Lydekkeri MOR. ET MERC. sp. nov.
Fundamos esta especie sobre un fragmento de la rama izquierda del maxilar inferior que contiene dos muelas intactas y las raices de una tercera, parte del sacro y la parte distal del fémur y de la tibia, el calcaneo y el astragalo derechos, etc.
Todas estas piezas denotan un animal de mucha menor talla que la M. patachonica Owen, pero bastante mayor que la M. boliviensis Huxley.
Las dos muelas que corresponden al pm ⁄3 y pm ⁄4, presentan un cingulum muy pronunciado sobre la parte posterior de la cara esterna, y en pm ⁄4 este cingulum se desprende desde el borde anterior, aumentando su espesor á medida que se dirije hacia atrás. La columna que separa las dos escotaduras de la cara interna de la corona es muy angosta. Las dimensiones de las muelas son las siguientes:
PM ⁄3 | PM ⁄4 | |
Diámetro antero-posterior | 27,8 | 27,4 |
Diámetro transversal | 11, | 11, |
Altura | 18, | 17, |
La altura vertical del maxilar entre estas dos muelas es de 41. El espacio ocupado por ellas, 51. El mayor largo del calcáneo es de 127, y el del astrágalo 66.
Macrauchenia calceolata MOR. ET MERC. sp. nov.
Establecemos esta especie sobre un fragmento de mandíbula inferior que contiene los dos últimos molares.
Esta especie es de talla intermediaria entre la especie que precede y Macrauchenia boliviensis Huxley. El cingulum rudimentario sobre la faz externa, es bastante pronunciado sobre la faz interna. La corona del último molar está muy reducida en su altura por la masticacion. Las escotaduras que se notan sobre la faz interna de la m ⁄2 son bastante profundas: la anterior es relativamente muy estrecha y la posterior muy ancha. La columna interpuesta entre estas dos escotaduras es mucho mas débil que lo que generalmente sucede en las especies de ese género. Desde su orígen las escotaduras de la faz interna del m ⁄3 son relativamente muy profundas, la anterior sobre todo. Faltan en las escotaduras posteriores de estos dos molares los contrafuertes que caracterizan el género Scalabrinitherium Amegh.
Las medidas de las muelas son las siguientes:
M ⁄2 | M ⁄3 | |
Diámetro antero-posterior | 29, | 26, |
Diámetro transversal | 13,5 | 13, |
La altura vertical del maxilar tomada entre m ⁄2 y m ⁄3 es de 35,6.
Licaphrium intermedium MOR. ET MERC. sp. nov.
Representado hasta ahora por un fragmento del maxilar inferior derecho con los dos últimos molares, no habiendo sido atacado aun el último por la masticacion. El lobulo rudimental que caracteriza el último molar en este género, se nota tambien en m ⁄2 aun cuando es menos acentuado que en m ⁄3.
Este lobulo no está unicamente indicado, por la depresion que presenta la cara externa del lobulo posterior, como lo dice el Dr. Ameghino[3]; la escotadura que determina el tubérculo{35} que se observa sobre la cara opuesta de esta rejion, concurre al mismo fin. Se nota un cingulum en la base de estos molares, tanto en la cara interna como en la externa. Las dos escotaduras principales de la cara interna de estos dientes son estrechas y bastante profundas. El diámetro antero-posterior de m ⁄2 es de 14,8, el transversal 16 y su altura 10,5. El diámetro antero-posterior en m ⁄3 es de 16,5.
Amphinasua brevirostris MOR. ET MERC. gen. et sp. nov.
Fundamos el género y la especie sobre un cráneo en buen estado de conservacion. Entre las formas actuales es el género Nasua el que presenta mayores analogías con esta nueva especie. Cyonasua argentina Amegh. parece pertenecer á un tipo de hocico mas prolongado que Amphinasua, en el que el hocico es relativamente muy corto, mucho mas que en Nasua narica Burm. Las figuras 58, 59 y 60 de la obra del señor H. Filhol, «Recherches sur les phosphorites du Quercy» que representan el cráneo de Cynodictis Gryei Filh, indican en este animal un parecido bastante aproximado con el género que nos ocupa. Adelantamos una figura de este cráneo de A. brevirostris estraida de la obra que contendrá la descripcion detallada de esta interesante pieza, la «Paleontología Argentina», que este Museo ha empezado á imprimir en sus talleres.
La fórmula dentaria es la siguiente: i 3⁄? c 1⁄? pm 3⁄? y m 3⁄?
Los i 1⁄ y i 2⁄ son pequeños. Están separados del i 3⁄ por un pequeño espacio libre. Este último diente está bien desarrollado y es caniniforme. Los caninos son bastante altos y mas fuertemente encorvados que en Nasua. La compresion lateral que caracteriza estos dientes en Nasua es muy poco sensible en Amphinasua. La carena sobre los bordes anterior y posterior es, sin embargo, bastante clara. El espacio libre comprendido entre i 3⁄ y c 1⁄ es de 5.
Los molares están colocados en série continua y apretados los unos contra los otros. Los premolares son cónicos y aumentan de volumen de adelante hacia atrás. El pm 1⁄ es muy pequeño y está separado de c 1⁄ por un espacio libre que no alcanza á 2. Los molares son de seccion transversal en forma de U, lijeramente abierta en el lado externo. Los tubérculos de la superficie masticatoria son cónicos. El m 1⁄ presenta cinco, tres externos y dos internos. Entre los tubérculos externos, el{36} mediano es bastante elevado y el posterior es mas acentuado que el anterior. De los dos tubérculos internos, el posterior se nota apenas. Los dos últimos molares presentan cuatro tubérculos, dos laterales iguales y poco elevados, y dos internos que afectan el mismo desarrollo relativo y una disposicion análoga á lo que se observa en m 1⁄ .
Hé aquí las dimensiones relativas de los dientes.
I1⁄ | I2⁄ | I3⁄ | C1⁄ | PM1⁄ | PM2⁄ | PM3⁄ | M1⁄ | M2⁄ | M3⁄ | |
Diámetro antero-posterior | 2,5 | 2,8 | 4,9 | 10,7 | 4, | 5,8 | 7,6 | 10,5 | 10,6 | 6,5 |
Diámetro transversal | 3,4 | 4, | 6, | 9, | 3, | 5, | 5,8 | 11,2 | 12,8 | 9,4 |
Altura | — | — | 13, | 23, | 4, | 5,8 | 7, | 8,6 | 5, | 3,4 |
El largo ocupado por la série de los molares superiores es de 44. La distancia del borde posterior de m 3⁄ al borde incisivo es de 57. El largo del cráneo, medido desde los cóndilos occipitales hasta el borde incisivo es de 157.
Nota.—La descripcion detallada de estos Mamíferos fósiles, acompañada de las láminas correspondientes, se publicará próximamente en los Anales del Museo.
Museo de La Plata, Enero de 1891.
Revista del Museo de La Plata Lámina IX