The Project Gutenberg eBook of Luces de Bohemia: Esperpento

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Title: Luces de Bohemia: Esperpento

Author: Ramón del Valle-Inclán

Release date: August 14, 2022 [eBook #68745]

Language: Spanish

Original publication: Spain: Renacimiento

Credits: Ramón Pajares Box. (This file was produced from images generously made available by Biblioteca Digital Hispánica/Biblioteca Nacional de España.)

*** START OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK LUCES DE BOHEMIA: ESPERPENTO ***

Índice

Luces de Bohemia

Nota de transcripción


Cubierta del libro

p. 5

LUCES DE BOHEMIA


Portada del libro

p. 9

OPERA OMNIA

LUCES
DE
BOHEMIA

ESPERPENTO

VOL XIX


p. 11

DRAMATIS PERSONÆ

La acción en un Madrid absurdo, brillante y hambriento.


p. 13

ESCENA PRIMERA

HORA CREPUSCULAR. Un guardillón con ventano angosto, lleno de sol. Retratos, grabados, autógrafos repartidos por las paredes, sujetos con chinches de dibujante. Conversación lánguida de un hombre ciego y una mujer pelirrubia, triste y fatigada. El hombre ciego es un hiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales, Máximo Estrella. A la pelirrubia, por ser francesa, le dicen en la vecindad Madama Collet.

p. 14MAX

Vuelve a leerme la carta del Buey Apis.

MADAMA COLLET

Ten paciencia, Max.

MAX

Pudo esperar a que me enterrasen.

MADAMA COLLET

Le toca ir delante.

MAX

¡Collet, mal vamos a vernos sin esas cuatro crónicas! ¿Dónde gano yo veinte duros, Collet?

MADAMA COLLET

Otra puerta se abrirá.

MAX

La de la muerte. Podemos suicidarnos colectivamente.

p. 15 MADAMA COLLET

A mí la muerte no me asusta. ¡Pero tenemos una hija, Max!

MAX

¿Y si Claudinita estuviese conforme con mi proyecto de suicidio colectivo?

MADAMA COLLET

¡Es muy joven!

MAX

También se matan los jóvenes, Collet.

MADAMA COLLET

No por cansancio de la vida. Los jóvenes se matan por romanticismo.

MAX

Entonces, se matan por amar demasiado la vida. Es una lástima la obcecación dep. 16 Claudinita. Con cuatro perras de carbón, podíamos hacer el viaje eterno.

MADAMA COLLET

No desesperes. Otra puerta se abrirá.

MAX

¿En qué redacción me admiten ciego?

MADAMA COLLET

Escribes una novela.

MAX

Y no hallo editor.

MADAMA COLLET

¡Oh! No te pongas a gatas, Max. Todos reconocen tu talento.

MAX

¡Estoy olvidado! Léeme la carta del Buey Apis.

p. 17MADAMA COLLET

No tomes ese caso por ejemplo.

MAX

Lee.

MADAMA COLLET

Es un infierno de letra.

MAX

Lee despacio.

Madama Collet, el gesto abatido y resignado, deletrea en voz baja la carta. Se oye fuera una escoba retozona. Suena la campanilla de la escalera.

MADAMA COLLET

Claudinita, deja quieta la escoba, y mira quién ha llamado.

p. 18LA VOZ DE CLAUDINITA

Siempre será Don Latino.

MADAMA COLLET

¡Válgame Dios!

LA VOZ DE CLAUDINITA

¿Le doy con la puerta en las narices?

MADAMA COLLET

A tu padre le distrae.

LA VOZ DE CLAUDINITA

¡Ya se siente el olor del aguardiente!

Máximo Estrella se incorpora con un gesto animoso, esparcida sobre el pecho la hermosa barba con mechones de canas. Su cabeza rizada y ciega, de un gran carácter clásico-arcaico, recuerda los Hermes.

p. 19MAX

¡Espera, Collet! ¡He recobrado la vista! ¡Veo! ¡Oh, cómo veo! ¡Magníficamente! ¡Está hermosa la Moncloa! ¡El único rincón francés en este páramo madrileño! ¡Hay que volver a París, Collet! ¡Hay que volver allá, Collet! ¡Hay que renovar aquellos tiempos!

MADAMA COLLET

Estás alucinado, Max.

MAX

¡Veo, y veo magníficamente!

MADAMA COLLET

¿Pero qué ves?

MAX

¡El mundo!

p. 20MADAMA COLLET

A mí me ves.

MAX

¡Las cosas que toco, para qué necesito verlas!

MADAMA COLLET

Siéntate. Voy a cerrar la ventana. Procura adormecerte.

MAX

¡No puedo!

MADAMA COLLET

¡Pobre cabeza!

MAX

¡Estoy muerto! Otra vez de noche.

Se reclina en el respaldo del sillón. La mujer cierra la ventana, y la guardilla quedap. 21 en una penumbra rayada de sol poniente. El ciego se adormece, y la mujer, sombra triste, se sienta en una silleta, haciendo pliegues a la carta del Buey Apis. Una mano cautelosa empuja la puerta que se abre con largo chirrido. Entra un vejete asmático, quepis, anteojos, un perrillo y una cartera con revistas ilustradas. Es Don Latino de Hispalis. Detrás, despeinada, en chancletas, la falda pingona, aparece una mozuela: Claudinita.

DON LATINO

¿Cómo están los ánimos del genio?

CLAUDINITA

Esperando los cuartos de unos libros que se ha llevado un vivales para vender.

p. 22DON LATINO

¿Niña, no conoces otro vocabulario más escogido para referirte al compañero fraternal de tu padre, de ese hombre grande que me llama hermano? ¡Qué lenguaje, Claudinita!

MADAMA COLLET

¿Trae usted el dinero, Don Latino?

DON LATINO

Madama Collet, la desconozco, porque siempre ha sido usted una inteligencia razonadora. Max había dispuesto noblemente de ese dinero.

MADAMA COLLET

¿Es verdad, Max? ¿Es posible?

p. 23DON LATINO

¡No le saque usted de los brazos de Morfeo!

CLAUDINITA

¿Papá, tú qué dices?

MAX

¡Idos todos al diablo!

MADAMA COLLET

¡Oh, querido, con tus generosidades nos has dejado sin cena!

MAX

Latino, eres un cínico.

CLAUDINITA

Don Latino, si usted no apoquina, le araño.

p. 24DON LATINO

Córtate las uñas, Claudinita.

CLAUDINITA

Le arranco los ojos.

DON LATINO

¡Claudinita!

CLAUDINITA

¡Golfo!

DON LATINO

Max, interpón tu autoridad.

MAX

¿Qué sacaste por los libros, Latino?

DON LATINO

¡Tres pesetas, Max! ¡Tres cochinas pesetas! ¡Una indignidad! ¡Un robo!

p. 25CLAUDINITA

¡No haberlos dejado!

DON LATINO

Claudinita, en ese respecto te concedo toda la razón. Me han cogido de pipi. Pero aún se puede deshacer el trato.

MADAMA COLLET

¡Oh, sería bien!

DON LATINO

Max, si te presentas ahora conmigo, en la tienda de ese granuja y le armas un escándalo, le sacas hasta dos duros. Tú tienes otro empaque.

MAX

Habría que devolver el dinero recibido.

p. 26DON LATINO

Basta con hacer el ademán. Se juega de boquilla, maestro.

MAX

¿Tú crees?...

DON LATINO

¡Naturalmente!

MADAMA COLLET

Max, no debes salir.

MAX

El aire me refrescará. Aquí hace un calor de horno.

DON LATINO

Pues en la calle corre fresco.

MADAMA COLLET

¡Vas a tomarte un disgusto sin conseguir nada, Max!

p. 27CLAUDINITA

¡Papá, no salgas!

MADAMA COLLET

Max, yo buscaré alguna cosa que empeñar.

MAX

No quiero tolerar ese robo. ¿A quién le has llevado los libros, Latino?

DON LATINO

A Zaratustra.

MAX

¡Claudina, mi palo y mi sombrero!

CLAUDINITA

¿Se los doy, mamá?

MADAMA COLLET

¡Dáselos!

p. 28DON LATINO

Madama Collet, verá usted qué faena.

CLAUDINITA

¡Golfo!

DON LATINO

¡Todo en tu boca es canción, Claudinita!

Máximo Estrella sale apoyado en el hombro de Don Latino. Madama Collet suspira apocada, y la hija, toda nervios, comienza a quitarse las horquillas del pelo.

CLAUDINITA

¿Sabes cómo acaba todo esto? ¡En la taberna de Pica Lagartos!


p. 29

ESCENA SEGUNDA

LA CUEVA de Zaratustra en el Pretil de los Consejos. Rimeros de libros hacen escombro y cubren las paredes. Empapelan los cuatro vidrios de una puerta cuatro cromos espeluznantes de un novelón por entregas. En la cueva hacen tertulia, el gato, el loro, el can y el librero. Zaratustra, abichado y giboso —la cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente— promueve, con su caracterización de fantoche, una aguda y dolorosa disonanciap. 30 muy emotiva y muy moderna. Encogido en el roto pelote de una silla enana, con los pies entrapados y cepones en la tarima del brasero, guarda la tienda. Un ratón saca el hocico intrigante por un agujero.

ZARATUSTRA

¡No pienses que no te veo, ladrón!

EL GATO

¡Fu! ¡Fu! ¡Fu!

EL CAN

¡Guau!

EL LORO

¡Viva España!

Están en la puerta Max Estrella y Don Latino de Hispalis. El poeta saca el brazop. 31 por entre los pliegues de su capa, y lo alza majestuoso, en un ritmo con su clásica cabeza ciega.

MAX

¡Mal Polonia recibe a un extranjero!

ZARATUSTRA

¿Qué se ofrece?

MAX

Saludarte, y decirte que tus tratos no me convienen.

ZARATUSTRA

Yo nada he tratado con usted.

MAX

Cierto. Pero has tratado con mi intendente, Don Latino de Hispalis.

p. 32ZARATUSTRA

¿Y ese sujeto de qué se queja? ¿Era mala la moneda?

Don Latino interviene con ese matiz del perro cobarde, que da su ladrido entre las piernas del dueño.

DON LATINO

El maestro no está conforme con la tasa, y deshace el trato.

ZARATUSTRA

El trato no puede deshacerse. Un momento antes que hubieran llegado... Pero ahora es imposible: Todo el atadijo conforme estaba, acabo de venderlo ganando dos perras. Salir el comprador, y entrar ustedes.

p. 33El librero, al tiempo que habla, recoge el atadijo que aún está encima del mostrador, y penetra en la lóbrega trastienda, cambiando una seña con Don Latino. Reaparece.

DON LATINO

Hemos perdido el viaje. Este zorro sabe más que nosotros, maestro.

MAX

Zaratustra, eres un bandido.

ZARATUSTRA

Esas, Don Max, no son apreciaciones convenientes.

MAX

Voy a romperte la cabeza.

p. 34ZARATUSTRA

Don Max, respete usted sus laureles.

MAX

¡Majadero!

Ha entrado en la cueva un hombre alto, flaco, tostado del sol. Viste un traje de antiguo voluntario cubano, calza alpargates abiertos de caminante, y se cubre con una gorra inglesa. Es el extraño Don Peregrino Gay, que ha escrito la crónica de su vida andariega en un rancio y animado castellano, trastocándose el nombre en Don Gay Peregrino. Sin pasar de la puerta, saluda jovial y circunspecto.

DON GAY

¡Salutem plúriman!

p. 35ZARATUSTRA

¿Cómo le ha ido por esos mundos, Don Gay?

DON GAY

Tan guapamente.

DON LATINO

¿Por dónde has andado?

DON GAY

De Londres vengo.

MAX

¿Y viene usted de tan lejos a que lo desuelle Zaratustra?

DON GAY

Zaratustra es un buen amigo.

p. 36ZARATUSTRA

¿Ha podido usted hacer el trabajo que deseaba?

DON GAY

Cumplidamente. Ilustres amigos, en dos meses me he copiado en la Biblioteca Real, el único ejemplar existente del Palmerín de Constantinopla.

MAX

Pero, ciertamente, ¿viene usted de Londres?

DON GAY

Allí estuve dos meses.

DON LATINO

¿Cómo queda la familia Real?

p. 37DON GAY

No los he visto en el muelle. Maestro, ¿usted conoce la Babilonia Londinense?

MAX

Sí, Don Gay.

Zaratustra entra y sale en la trastienda, con una vela encendida. La palmatoria pringosa tiembla en la mano del fantoche. Camina sin ruido, con andar entrapado. La mano, calzada con mitón negro, pasea la luz por los estantes de libros. Media cara en reflejo y media en sombra. Parece que la nariz se le dobla sobre una oreja. El loro ha puesto el pico bajo el ala. Un retén de polizontes pasa con un hombre maniatado. Sale alborotando el barrio un chico pelón montado en una caña, con una bandera.

p. 38EL PELÓN

¡Vi-va-Es-pa-ña!

EL CAN

¡Guau! ¡Guau!

ZARATUSTRA

¡Está buena España!

Ante el mostrador, los tres visitantes, reunidos como tres pájaros en una rama, ilusionados y tristes, divierten sus penas en un coloquio de motivos literarios. Divagan ajenos al tropel de polizontes, al viva del pelón, al gañido del perro, y al comentario apesadumbrado del fantoche que los explota. Eran intelectuales sin dos pesetas.

DON GAY

Es preciso reconocerlo. No hay país comparablep. 39 a Inglaterra. Allí el sentimiento religioso tiene tal decoro, tal dignidad, que indudablemente las más honorables familias son las más religiosas. Si España alcanzase un más alto concepto religioso, se salvaba.

MAX

¡Recémosle un Réquiem! Aquí los puritanos de conducta son los demagogos de la extrema izquierda. Acaso nuevos cristianos, pero todavía sin saberlo.

DON GAY

Señores míos, en Inglaterra me he convertido al dogma iconoclasta, al cristianismo de oraciones y cánticos, limpio de imágenes milagreras. ¡Y ver la idolatría de este pueblo!

p. 40MAX

España, en su concepción religiosa, es una tribu del centro de África.

DON GAY

Maestro, tenemos que rehacer el concepto religioso en el arquetipo del Hombre-Dios. Hacer la Revolución Cristiana, con todas las exageraciones del Evangelio.

DON LATINO

Son más que las del compañero Lenin.

ZARATUSTRA

Sin religión no puede haber buena fe en el comercio.

DON GAY

Maestro, hay que fundar la Iglesia Española Independiente.

p. 41MAX

Y la Sede Vaticana, El Escorial.

DON GAY

¡Magnífica Sede!

MAX

Berroqueña.

DON LATINO

Ustedes acabarán profesando en la Gran Secta Teosófica. Haciéndose iniciados de la sublime doctrina.

MAX

Hay que resucitar a Cristo.

DON GAY

He caminado por todos los caminos del mundo, y he aprendido que los pueblos másp. 42 grandes no se constituyeron sin una Iglesia Nacional. La creación política es ineficaz si falta una conciencia religiosa con su ética superior a las leyes que escriben los hombres.

MAX

Ilustre Don Gay, de acuerdo. La miseria del pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana sensibilidad ante los enigmas de la vida y de la muerte. La Vida, es un magro puchero: La Muerte, una carantoña ensabanada que enseña los dientes: El Infierno, un calderón de aceite albando donde los pecadores se achicharran como boquerones: El Cielo, una kermés sin obscenidades, a donde, con permiso del párroco, pueden asistir las Hijas de María. Este pueblop. 43 miserable transforma todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. Su religión es una chochez de viejas que disecan al gato cuando se les muere.

ZARATUSTRA

Don Gay, y qué nos cuenta usted de esos marimachos que llaman sufragistas.

DON GAY

Que no todas son marimachos. Ilustres amigos, ¿saben ustedes cuánto me costaba la vida en Londres? Tres peniques, una equivalencia de cuatro perras. Y estaba muy bien, mejor que aquí en una casa de tres pesetas.

DON LATINO

Max, vámonos a morir a Inglaterra.p. 44 Apúnteme usted las señas de ese Gran Hotel, Don Gay.

DON GAY

Saint James Square. ¿No caen ustedes? El Asilo de Reina Elisabeth. Muy decente. Ya digo, mejor que aquí una casa de tres pesetas. Por la mañana té con leche, pan untado de mantequilla. El azúcar algo escaso. Después, en la comida, un potaje de carne. Alguna vez arenques. Queso, té... Yo solía pedir un boc de cerveza, y me costaba diez céntimos. Todo muy limpio. Jabón y agua caliente para lavatorios, sin tasa.

ZARATUSTRA

Es verdad que se lavan mucho los ingleses. Lo tengo advertido. Por aquí entranp. 45 algunos, y se les ve muy refregados. Gente de otros países, que no siente el frío como nosotros, los naturales de España.

DON LATINO

Lo dicho. Me traslado a Inglaterra. Don Gay, ¿cómo no te has quedado tú en ese Paraíso?

DON GAY

Porque soy reumático, y me hace falta el sol de España.

ZARATUSTRA

Nuestro sol es la envidia de los extranjeros.

MAX

¿Qué sería de este corral nublado? ¿Qué seríamos los españoles? Acaso más tristesp. 46 y menos coléricos... Quizá un poco más tontos... Aunque no lo creo.

Asoma la chica de una portera. Trenza en perico, caídas calcetas, cara de hambre.

LA CHICA

¿Ha salido esta semana entrega d’El Hijo de la Difunta?

ZARATUSTRA

Se está repartiendo.

LA CHICA

¿Sabe usted si al fin se casa Alfredo?

DON GAY

¿Tú qué deseas, pimpollo?

p. 47LA CHICA

A mí plin. Es Doña Loreta la del coronel quien lo pregunta.

ZARATUSTRA

Niña, dile a esa señora que es un secreto lo que hacen los personajes de las novelas. Sobre todo en punto de muertes y casamientos.

MAX

Zaratustra, ándate con cuidado que te lo van a preguntar de Real Orden.

ZARATUSTRA

Estaría bueno que se divulgase el misterio. Pues no habría novela.

Escapa la chica salvando los charcos con sus patas de caña. El Peregrino Ilusionadop. 48 en un rincón conferencia con Zaratustra. Máximo Estrella y Don Latino se orientan a la taberna de Pica Lagartos, que tiene su clásico laurel en la calle de la Montera.


p. 49

ESCENA TERCERA

LA TABERNA DE PICA LAGARTOS: Luz de acetileno: Mostrador de cinc: Zaguán oscuro con mesas y banquillos: Jugadores de mus: Borrosos diálogos. Máximo Estrella y Don Latino de Hispalis, sombras en las sombras de un rincón, se regalan con sendos quinces de morapio.

EL CHICO DE LA TABERNA

Don Max, ha venido buscándole la Marquesa del Tango.

p. 50UN BORRACHO

¡Miau!

MAX

No conozco a esa dama.

EL CHICO DE LA TABERNA

Enriqueta la Pisa Bien.

DON LATINO

¿Y desde cuándo titula esa golfa?

EL CHICO DE LA TABERNA

Desque heredó del finado difunto de su papá, que entodavía vive.

DON LATINO

¡Mala sombra!

MAX

¿Ha dicho si volvería?

p. 51EL CHICO DE LA TABERNA

Entró, miró, preguntó y se fue rebotada, torciendo la gaita. ¡Ya la tiene usted en la puerta!

Enriqueta la Pisa Bien, una mozuela golfa, revenida de un ojo, periodista y florista, levantaba el cortinilla de verde sarga, sobre su endrina cabeza, adornada de peines gitanos.

LA PISA BIEN

¡La vara de nardos! ¡La vara de nardos! Don Max, traigo para usted un memorial de mi mamá: Está enferma y necesita la luz del décimo que le ha fiado.

MAX

Le devuelves el décimo y le dices que se vaya al infierno.

p. 52LA PISA BIEN

De su parte, caballero. ¿Manda usted algo más?

El ciego saca una vieja cartera, y tanteando los papeles con aire vago, extrae el décimo de la lotería y lo arroja sobre la mesa: Queda abierto entre los vasos de vino, mostrando el número bajo el parpadeo azul del acetileno. La Pisa Bien se apresura a echarle la zarpa.

DON LATINO

¡Ese número sale premiado!

LA PISA BIEN

Don Max desprecia el dinero.

EL CHICO DE LA TABERNA

No le deje usted irse, Don Max.

p. 53MAX

Niño, yo hago lo que me da la gana. Pídele para mí la petaca al amo.

EL CHICO DE LA TABERNA

Don Max, es un capicúa de sietes y cincos.

LA PISA BIEN

¡Que tiene premio, no falla! Pero es menester apoquinar tres melopeas, y este caballero está afónico. Caballero, me retiro saludándole. Si quiere usted un nardo, se lo regalo.

MAX

Estate ahí.

LA PISA BIEN

Me espera un cabrito viudo.

p. 54MAX

Que se aguante. Niño, ve a colgarme la capa.

LA PISA BIEN

Por esa pañosa no dan ni los buenos días. Pídale usted las tres beatas a Pica Lagartos.

EL CHICO DE LA TABERNA

Si usted le da coba, las tiene en la mano. Dice que es usted segundo Castelar.

MAX

Dobla la capa, y ahueca.

EL CHICO DE LA TABERNA

¿Qué pido?

MAX

Toma lo que quieran darte.

p. 55LA PISA BIEN

¡Si no la reciben!

DON LATINO

Calla, mala sombra.

MAX

Niño, huye veloz.

EL CHICO DE LA TABERNA

Como la corza herida, Don Max.

MAX

Eres un clásico.

LA PISA BIEN

Si no te admiten la prenda, dices que es de un poeta.

DON LATINO

El primer poeta de España.

p. 56

EL BORRACHO

¡Cráneo previlegiado!

MAX

Yo nunca tuve talento. ¡He vivido siempre de un modo absurdo!

DON LATINO

No has tenido el talento de saber vivir.

MAX

Mañana me muero, y mi mujer y mi hija se quedan haciendo cruces en la boca.

Tosió cavernoso, con las barbas estremecidas, y en los ojos ciegos un vidriado triste, de alcohol y de fiebre.

DON LATINO

No has debido quedarte sin capa.

p. 57LA PISA BIEN

Y ese trasto ya no parece. Siquiera, convide usted, Don Max.

MAX

Tome usted lo que guste, Marquesa.

LA PISA BIEN

Una copa de Rute.

DON LATINO

Es la bebida elegante.

LA PISA BIEN

¡Ay! Don Latino, por algo es una la morganática del Rey de Portugal. Don Max, no puedo detenerme, que mi esposo me hace señas desde la acera.

MAX

Invítale a pasar.

p. 58Un golfo largo y astroso, que vende periódicos, ríe asomado a la puerta, y como perro que se espulga, se sacude con jaleo de hombros, la cara en una gran risa de viruelas. Es el Rey de Portugal, que hace las bellaquerías con Enriqueta la Pisa Bien, Marquesa del Tango.

LA PISA BIEN

¡Pasa, Manolo!

EL REY DE PORTUGAL

Sal tú fuera.

LA PISA BIEN

¿Es que temes perder la corona? ¡Entra de incógnito, so pelma!

EL REY DE PORTUGAL

Enriqueta, a ver si te despeino.

p. 59LA PISA BIEN

¡Filfa!

EL REY DE PORTUGAL

¡Consideren ustedes que me llama Rey de Portugal, para significar que no valgo un chavo! Argumentos de esta golfa desde que fue a Lisboa, y se ha enterado del valor de la moneda. Yo, para servir a ustedes, soy Gorito, y no está medio bien que mi morganática me señale por el alias.

LA PISA BIEN

¡Calla, chalado!

EL REY DE PORTUGAL

¿Te caminas?

LA PISA BIEN

Aguarda que me beba una copa de Rute. Don Max me la paga.

p. 60EL REY DE PORTUGAL

¿Y qué tienes que ver con ese poeta?

LA PISA BIEN

Colaboramos.

EL REY DE PORTUGAL

Pues despacha.

LA PISA BIEN

En cuanto me la mida Pica Lagartos.

PICA LAGARTOS

¿Qué has dicho tú, so golfa?

LA PISA BIEN

¡Perdona, rico!

PICA LAGARTOS

Venancio me llamo.

p. 61LA PISA BIEN

¡Tienes un nombre de novela! Anda, mídeme una copa de Rute, y dale a mi esposo un vaso de agua, que está muy acalorado.

MAX

Venancio, no vuelvas a compararme con Castelar. ¡Castelar era un idiota! Dame otro quince.

DON LATINO

Me adhiero a lo del quince y a lo de Castelar.

PICA LAGARTOS

Son ustedes unos doctrinarios. Castelar representa una gloria nacional de España. Ustedes acaso no sepan que mi padre lo sacaba diputado.

p. 62LA PISA BIEN

¡Hay que ver!

PICA LAGARTOS

Mi padre era el barbero de Don Manuel Camo. ¡Una gloria nacional de Huesca!

EL BORRACHO

¡Cráneo previlegiado!

PICA LAGARTOS

Cállate la boca, Zacarías.

EL BORRACHO

¡Acaso falto!

PICA LAGARTOS

¡Pudieras!

EL BORRACHO

Tiene mucha educación servidorcito.

p. 63LA PISA BIEN

¡Como que ha salido usted del Colegio de los Escolapios! ¡Se educó usted con mi papá!

EL BORRACHO

¿Quién es tu papá?

LA PISA BIEN

Un diputado.

EL BORRACHO

Yo he recibido educación en el extranjero.

LA PISA BIEN

¿Viaja usted de incógnito? ¿Por un casual, será usted Don Jaime?

EL BORRACHO

¡Me has sacado por la fotografía!

p. 64LA PISA BIEN

¡Naturaca! ¿Y va usted sin una flor en la solapa?

EL BORRACHO

Ven tú a ponérmela.

LA PISA BIEN

Se la pongo a usted y le obsequio con ella.

EL REY DE PORTUGAL

¡Hay que ser caballero, Zacarías! ¡Y hay que mirarse mucho, so leche, antes de meter mano! La Enriqueta es cosa mía.

LA PISA BIEN

¡Calla, bocón!

EL REY DE PORTUGAL

¡So leche, no seas tú provocativa!

p. 65

LA PISA BIEN

No introduzcas tú la pata, pelmazo.

El chico de la taberna entra con azorado sofoco, atado a la frente un pañuelo con roeles de sangre. Una ráfaga de emoción mueve caras y actitudes, todas las figuras en su diversidad, pautan una misma norma.

EL CHICO DE LA TABERNA

¡Hay carreras por las calles!

EL REY DE PORTUGAL

¡Viva la huelga de proletarios!

EL BORRACHO

¡Chócala! Anoche lo hemos decidido por votación en la Casa del Pueblo.

p. 66LA PISA BIEN

¡Crispín, te alcanzó un cate!

EL CHICO DE LA TABERNA

¡Un marica de la Acción Ciudadana!

PICA LAGARTOS

¡Niño, sé bien hablado! El propio republicanismo reconoce que la propiedad es sagrada. La Acción Ciudadana está integrada por patronos de todas circunstancias, y por los miembros varones de sus familias. ¡Hay que saber lo que se dice!

Grupos vocingleros corren por el centro de la calle, con banderas enarboladas. Entran en la taberna obreros golfantes —blusa, bufanda y alpargata—, y mujeronas encendidas, de arañada greña.

p. 67EL REY DE PORTUGAL

¡Enriqueta, me hierve la sangre! Si tú no sientes la política, puedes quedarte.

LA PISA BIEN

So pelma, yo te sigo a todas partes. ¡Enfermera Honoraria de la Cruz Colorada!

PICA LAGARTOS

¡Chico, baja el cierre! Se invita a salir al que quiera jaleo.

La florista y el coime salen empujándose, revueltos con otros parroquianos. Corren por la calle tropeles de obreros. Resuena el golpe de muchos cierres metálicos.

EL BORRACHO

¡Vivan los héroes del Dos de Mayo!

p. 68DON LATINO

Niño, ¿qué dinero te han dado?

EL CHICO DE LA TABERNA

¡Nueve pesetas!

MAX

Cóbrate, Venancio. ¡Y tú, trae el décimo, Marquesa!

DON LATINO

¡Voló esa pájara!

MAX

¡Se lleva el sueño de mi fortuna! ¿Dónde daríamos con esa golfa?

PICA LAGARTOS

Esa ya no se aparta del tumulto.

EL CHICO DE LA TABERNA

Recala en la Modernista.

p. 69MAX

Latino, préstame tus ojos para buscar a la Marquesa del Tango.

DON LATINO

Max, dame la mano.

EL BORRACHO

¡Cráneo previlegiado!

UNA VOZ

¡Mueran los maricas de la Acción Ciudadana! ¡Abajo los ladrones!


p. 71

ESCENA CUARTA

NOCHE. Máximo Estrella y Don Latino de Hispalis tambalean, asidos del brazo, por una calle enarenada y solitaria. Faroles rotos, cerradas todas, ventanas y puertas. En la llama de los faroles un igual temblor verde y macilento. La luna sobre el alero de las casas, partiendo la calle por medio. De tarde en tarde el asfalto sonoro. Un trote épico. Soldados Romanos. Sombras de Guardias. Se extingue el eco de la patrulla. La Buñoleríap. 72 Modernista entreabre su puerta, y una banda de luz parte la acera. Max y Don Latino, borrachos lunáticos, filósofos peripatéticos, bajo la línea luminosa de los faroles, caminan y tambalean.

MAX

¿Dónde estamos?

DON LATINO

Esta calle no tiene letrero.

MAX

Yo voy pisando vidrios rotos.

DON LATINO

No ha hecho mala cachiza el honrado pueblo.

MAX

¿Qué rumbo consagramos?

p. 73DON LATINO

Déjate guiar.

MAX

Condúceme a casa.

DON LATINO

Tenemos abierta La Buñolería Modernista.

MAX

De rodar y beber estoy muerto.

DON LATINO

Un café de recuelo te integra.

MAX

Hace frío, Latino.

DON LATINO

¡Corre un cierto gris!...

p. 74MAX

Préstame tu macferlán.

DON LATINO

¡Te ha dado el delirio poético!

MAX

¡Me quedé sin capa, sin dinero y sin lotería!

DON LATINO

Aquí hacemos la captura de la niña Pisa Bien.

La Niña Pisa Bien, despintada, pingona, marchita, se materializa bajo un farol con su pregón de golfa madrileña.

LA PISA BIEN

¡5775! ¡El número de la suerte! ¡Mañana sale! ¡Lo vendo! ¡Lo vendo! ¡5775!

p. 75DON LATINO

¡Acudes al reclamo!

LA PISA BIEN

Y le convido a usted a un café de recuelo.

DON LATINO

Gracias, preciosidad.

LA PISA BIEN

Y a Don Max, a lo que guste. ¡Ya nos ajuntamos los tres tristes trogloditas! Don Max, yo por usted hago la jarra, y muy honrada.

MAX

Dame el décimo y vete al infierno.

LA PISA BIEN

Don Max, por adelantado decláremep. 76 usted en secreto si cameló las tres beatas y si las lleva en el portamonedas.

MAX

¡Pareces hermana de Romanones!

LA PISA BIEN

¡Quién tuviera los miles de ese pirante!

DON LATINO

¡Con solo la renta de un día, yo me contentaba!

MAX

La Revolución es aquí tan fatal como en Rusia.

DON LATINO

¡Nos moriremos sin verla!

MAX

Pues viviremos muy poco.

p. 77LA PISA BIEN

¿Ustedes bajaron hasta la Cibeles? Allí ha sido la faena entre los manifestantes, y los Polis Honorarios. A alguno le hemos dado mulé.

DON LATINO

Todos los amarillos debían ser arrastrados.

LA PISA BIEN

¡Conforme! Y aquel momento que usted no tenga ocupaciones urgentes, nos ponemos a ello, Don Latino.

MAX

Dame ese capicúa, Enriqueta.

LA PISA BIEN

Venga el parné, y tenga usted su suerte.

p. 78MAX

La propina, cuando cobre el premio.

LA PISA BIEN

¡No mira eso la Enriqueta!

La Buñolería entreabre su puerta, y del antro apestoso de aceite van saliendo deshilados, uno a uno, en fila india, los Epígonos del Parnaso Modernista: Rafael de los Vélez, Dorio de Gádex, Lucio Vero, Mínguez, Gálvez, Clarinito y Pérez. Unos son largos, tristes y flacos, otros vivaces, chaparros y carillenos. Dorio de Gádex jovial como un trasgo, irónico como un ateniense, ceceoso como un cañí, mima su saludo versallesco y grotesco.

DORIO DE GÁDEX

¡Padre y Maestro Mágico, salud!

p. 79MAX

¡Salud, Don Dorio!

DORIO DE GÁDEX

¡Maestro, usted no ha temido el rebuzno libertario del honrado pueblo!

MAX

¡El épico rugido del mar! ¡Yo me siento pueblo!

DORIO DE GÁDEX

¡Yo, no!

MAX

¡Porque eres un botarate!

DORIO DE GÁDEX

¡Maestro, pongámonos el traje de luces de la cortesía! ¡Maestro, usted tampoco se siente pueblo! Usted es un poeta, y los poetasp. 80 somos aristocracia. Como dice Ibsen, las multitudes y las montañas se unen siempre por la base.

MAX

¡No me aburras con Ibsen!

PÉREZ

¿Se ha hecho usted crítico de teatros, Don Max?

DORIO DE GÁDEX

¡Calla, Pérez!

DON LATINO

Aquí solo hablan los genios.

MAX

Yo me siento pueblo. Yo había nacido para ser tribuno de la plebe, y me acanallé perpetrando traducciones y haciendo versos.p. 81 ¡Eso sí, mejores que los hacéis los modernistas!

DORIO DE GÁDEX

Maestro, preséntese usted a un sillón de la Academia.

MAX

No lo digas en burla, idiota. ¡Me sobran méritos! Pero esa prensa miserable me boicotea. Odian mi rebeldía y odian mi talento. Para medrar hay que ser agradador de todos los Segismundos. ¡El Buey Apis me despide como a un criado! ¡La Academia me ignora! ¡Y soy el primer poeta de España! ¡El primero! ¡El primero! ¡Y ayuno! ¡Y no me humillo pidiendo limosna! ¡Y no me parte un rayo! ¡Yo soy el verdadero inmortal, y no esos cabronesp. 82 del cotarro académico! ¡Muera Maura!

LOS MODERNISTAS

¡Muera! ¡Muera! ¡Muera!

CLARINITO

Maestro, nosotros los jóvenes impondremos la candidatura de usted para un sillón de la Academia.

DORIO DE GÁDEX

Precisamente ahora está vacante el sillón de Don Benito el Garbancero.

MAX

Nombrarán al Sargento Basallo.

DORIO DE GÁDEX

¿Maestro, usted conoce los Nuevos Gozos del Enano de la Venta? ¡Un Jefe de Obra! Ayer de madrugada los cantamosp. 83 en la Puerta del Sol. ¡El éxito de la temporada!

CLARINITO

¡Con decir que salió el retén de Gobernación!

LA PISA BIEN

¡Ni Rafael el Gallo!

DON LATINO

Deben ustedes ofrecerle una audición al Maestro.

DORIO DE GÁDEX

Don Latino, ni una palabra más.

PÉREZ

Usted cantará con nosotros, Don Latino.

p. 84DON LATINO

Yo doy una nota más baja que el cerdo.

DORIO DE GÁDEX

Usted es un clásico.

DON LATINO

¿Y qué hace un clásico en el tropel de ruiseñores modernistas? ¡Niños, a ello!

Dorio de Gádex, feo, burlesco, y chepudo, abre los brazos, que son como alones sin plumas, en el claro lunero.

DORIO DE GÁDEX

El Enano de la Venta.

CORO DE MODERNISTAS

¡Cuenta! ¡Cuenta! ¡Cuenta!

DORIO DE GÁDEX

Con bravatas de valiente.

p. 85CORO DE MODERNISTAS

¡Miente! ¡Miente! ¡Miente!

DORIO DE GÁDEX

Quiere gobernar la Harca.

CORO DE MODERNISTAS

¡Charca! ¡Charca! ¡Charca!

DORIO DE GÁDEX

Y es un Tartufo Malsín.

CORO DE MODERNISTAS

¡Sin! ¡Sin! ¡Sin!

DORIO DE GÁDEX

Sin un adarme de seso.

CORO DE MODERNISTAS

¡Eso! ¡Eso! ¡Eso!

DORIO DE GÁDEX

Pues tiene hueca la bola.

p. 86CORO DE MODERNISTAS

¡Chola! ¡Chola! ¡Chola!

DORIO DE GÁDEX

Pues tiene la chola hueca.

CORO DE MODERNISTAS

¡Eureka! ¡Eureka! ¡Eureka!

Gran interrupción. Un trote épico, y la patrulla de soldados romanos desemboca por una calle traviesa. Traen la luna sobre los cascos y en los charrascos. Suena un toque de atención, y se cierra con golpe pronto, la puerta de la Buñolería. Pitito, capitán de los équites municipales, se levanta sobre los estribos.

EL CAPITÁN PITITO

¡Mentira parece que sean ustedes intelectuales,p. 87 y que promuevan estos escándalos! ¿Qué dejan ustedes para los analfabetos?

MAX

¡Eureka! ¡Eureka! ¡Eureka! ¡Pico de Oro! En griego, para mayor claridad, Crisóstomo. ¡Señor Centurión, usted hablará el griego en sus cuatro dialectos!

EL CAPITÁN PITITO

¡Por borrachín, a la Delega!

MAX

Y más chulo que un ocho. Señor Centurión, ¡yo también chanelo el sermo vulgaris!

EL CAPITÁN PITITO

¡Serenooo!... ¡Serenooo!...

p. 88EL SERENO

¡Vaaa!...

EL CAPITÁN PITITO

¡Encárguese usted de este curda!

Llega el sereno meciendo a compás el farol y el chuzo. Jadeos y vahos de aguardiente. El Capitán Pitito revuelve el caballo: Vuelan chispas de las herraduras. Resuena el trote sonoro de la patrulla que se aleja.

EL CAPITÁN PITITO

¡Me responde usted de ese hombre, Sereno!

EL SERENO

¿Habrá que darle amoniaco?

EL CAPITÁN PITITO

Habrá que darle para el pelo.

p. 89EL SERENO

¡Está bien!

DON LATINO

Max, convídale a una copa. Hay que domesticar a este troglodita asturiano.

MAX

Estoy a pre.

DON LATINO

¿No te queda nada?

MAX

¡Ni una perra!

EL SERENO

Camine usted.

MAX

Soy ciego.

p. 90EL SERENO

¿Quiere usted que un servidor le vuelva la vista?

MAX

¿Eres Santa Lucía?

EL SERENO

¡Soy autoridad!

MAX

No es lo mismo.

EL SERENO

Pudiera serlo. Camine usted.

MAX

Ya he dicho que soy ciego.

EL SERENO

Usted es un anárquico, y estos sujetos de las melenas: ¡Viento! ¡Viento! ¡Viento! ¡Mucho viento!

p. 91DON LATINO

¡Una galerna!

EL SERENO

¡Atrás!

VOCES DE LOS MODERNISTAS

¡Acompañamos al Maestro! ¡Acompañamos al Maestro!

UN VECINO

¡Pepeee! ¡Pepeee!

EL SERENO

¡Vaaa! Retírense ustedes sin manifestación.

Golpea con el chuzo en la puerta de la Buñolería. Asoma el buñolero, un hombre gordo con delantal blanco: Se informa, se retira musitando, y a poco salen adormilados,p. 92 ciñéndose el correaje, dos Guardias Municipales.

UN GUARDIA

¿Qué hay?

EL SERENO

Este punto para la Delega.

EL OTRO GUARDIA

Nosotros vamos al relevo. Lo entregaremos en Gobernación.

EL SERENO

Donde la duerma.

EL VECINO

¡Pepeee! ¡Pepeee!

EL SERENO

¡Otro curda! ¡Vaaa! Sus lo entrego.

p. 93LOS DOS GUARDIAS

Ustedes, caballeros, retírense.

DORIO DE GÁDEX

Acompañamos al Maestro.

UN GUARDIA

¡Ni que se llamase este curda Don Mariano de Cavia! ¡Ese sí que es cabeza! ¡Y cuanto más curda, mejor lo saca!

EL OTRO GUARDIA

¡Por veces también se pone pelma!

DON LATINO

¡Y faltón!

UN GUARDIA

¿Usted por lo que habla, le conoce?

DON LATINO

Y le tuteo.

p. 94EL OTRO GUARDIA

¿Son ustedes periodistas?

DORIO DE GÁDEX

¡Lagarto! ¡Lagarto!

LA PISA BIEN

Son banqueros.

UN GUARDIA

Si quieren acompañar a su amigo, no se oponen las leyes y hasta lo permiten, pero deberán guardar moderación ustedes. Yo respeto mucho el talento.

EL OTRO GUARDIA

Caminemos.

MAX

Latino, dame la mano. ¡Señores guardias, ustedes me perdonarán que sea ciego!

p. 95UN GUARDIA

Sobra tanta política.

DON LATINO

¿Qué ruta consagramos?

UN GUARDIA

Al Ministerio de la Gobernación.

EL OTRO GUARDIA

¡Vivo! ¡Vivo!

MAX

¡Muera Maura! ¡Muera el Gran Fariseo!

CORO DE MODERNISTAS

¡Muera! ¡Muera! ¡Muera!

MAX

Muera el judío y toda su execrable parentela.

p. 96UN GUARDIA

¡Basta de voces! ¡Cuidado con el poeta curda! ¡Se la está ganando, me caso en Sevilla!

EL OTRO GUARDIA

A este habrá que darle para el pelo. Lo cual que sería lástima, porque debe ser hombre de mérito.


p. 97

ESCENA QUINTA

ZAGUÁN EN EL MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN. Estantería con legajos. Bancos al filo de la pared. Mesa con carpetas de badana mugrienta. Aire de cueva, y olor frío de tabaco rancio. Guardias soñolientos. Policías de la Secreta. Hongos, garrotes, cuellos de celuloide, grandes sortijas, lunares rizosos y flamencos. Hay un viejo chabacano —bisoñé y manguitos de percalina—, que escribe, y un pollo chulapón de peinadop. 98 reluciente, con brisas de perfumería, que se pasea y dicta humeando un veguero. Don Serafín, le dicen sus obligados, y la voz de la calle, Serafín el Bonito. Leve tumulto. Dando voces, la cabeza desnuda, humorista y lunático, irrumpe Max Estrella. Don Latino le guía por la manga, implorante y suspirante. Detrás asoman los cascos de los Guardias. Y en el corredor, se agrupan bajo la luz de una candileja, pipas, chalinas y melenas del modernismo.

MAX

¡Traigo detenida una pareja de guindillas! Estaban emborrachándose en una tasca, y los hice salir a darme escolta.

SERAFÍN EL BONITO

Corrección, señor mío.

p. 99MAX

No falto a ella, señor Delegado.

SERAFÍN EL BONITO

Inspector.

MAX

Todo es uno y lo mismo.

SERAFÍN EL BONITO

¿Cómo se llama usted?

MAX

Mi nombre es Máximo Estrella. Mi seudónimo Mala Estrella. Tengo el honor de no ser Académico.

SERAFÍN EL BONITO

Está usted propasándose. ¿Guardias, por qué viene detenido?

p. 100UN GUARDIA

Por escándalo en la vía pública, y gritos internacionales. ¡Está algo briago!

SERAFÍN EL BONITO

¿Su profesión?

MAX

Cesante.

SERAFÍN EL BONITO

¿En qué oficina ha servido usted?

MAX

En ninguna.

SERAFÍN EL BONITO

¿No ha dicho usted que cesante?

MAX

Cesante de hombre libre, y pájaro cantor.p. 101 ¿No me veo vejado, vilipendiado, encarcelado, cacheado e interrogado?

SERAFÍN EL BONITO

¿Dónde vive usted?

MAX

Bastardillos. Esquina a San Cosme. Palacio.

UN GUINDILLA

Diga usted casa de vecinos. Mi señora, cuando aún no lo era, habitó un sotabanco de esa susodicha finca.

MAX

Donde yo vivo, siempre es un palacio.

EL GUINDILLA

No lo sabía.

p. 102MAX

Porque tú, gusano burocrático, no sabes nada. ¡Ni soñar!

SERAFÍN EL BONITO

¡Queda usted detenido!

MAX

¡Bueno! ¿Latino, hay algún banco donde pueda echarme a dormir?

SERAFÍN EL BONITO

Aquí no se viene a dormir.

MAX

¡Pues yo tengo sueño!

SERAFÍN EL BONITO

¡Está usted desacatando mi autoridad! ¿Sabe usted quién soy yo?

p. 103MAX

¡Serafín el Bonito!

SERAFÍN EL BONITO

¡Como usted repita esa gracia, de una bofetada le doblo!

MAX

¡Ya se guardará usted del intento! ¡Soy el primer poeta de España! ¡Tengo influencia en todos los periódicos! ¡Conozco al Ministro! ¡Hemos sido compañeros!

SERAFÍN EL BONITO

El Señor Ministro no es un golfo.

MAX

Usted desconoce la Historia Moderna.

SERAFÍN EL BONITO

¡En mi presencia no se ofende a Donp. 104 Paco! Eso no lo tolero. ¡Sepa usted que Don Paco es mi padre!

MAX

No lo creo. Permítame usted que se lo pregunte por teléfono.

SERAFÍN EL BONITO

Se lo va usted a preguntar desde el calabozo.

DON LATINO

¡Señor Inspector, tenga usted alguna consideración! ¡Se trata de una gloria nacional! ¡El Víctor Hugo de España!

SERAFÍN EL BONITO

Cállese usted.

DON LATINO

Perdone usted mi entrometimiento.

p. 105SERAFÍN EL BONITO

¡Si usted quiere acompañarle, también hay para usted alojamiento!

DON LATINO

¡Gracias, Señor Inspector!

SERAFÍN EL BONITO

Guardias, conduzcan ustedes ese curda al Número 2.

UN GUARDIA

¡Camine usted!

MAX

No quiero.

SERAFÍN EL BONITO

Llévenle ustedes a rastras.

OTRO GUARDIA

¡So golfo!

p. 106

MAX

¡Que me asesinan! ¡Que me asesinan!

UNA VOZ MODERNISTA

¡Bárbaros!

DON LATINO

¡Que es una gloria nacional!

SERAFÍN EL BONITO

Aquí no se protesta. Retírense ustedes.

OTRA VOZ MODERNISTA

¡Viva la Inquisición!

SERAFÍN EL BONITO

¡Silencio, o todos quedan detenidos!

MAX

¡Que me asesinan! ¡Que me asesinan!

p. 107LOS GUARDIAS

¡Borracho! ¡Golfo!

EL GRUPO MODERNISTA

¡Hay que visitar las Redacciones!

Salen en tropel el grupo. Chalinas flotantes, pipas apagadas, románticas greñas. Se oyen estallar las bofetadas y las voces tras la puerta del calabozo.

SERAFÍN EL BONITO

¡Creerán esos niños modernistas, que aquí se reparten caramelos!


p. 109

ESCENA SEXTA

EL CALABOZO. Sótano mal alumbrado por una candileja. En la sombra, se mueve el bulto de un hombre. Blusa, tapabocas y alpargatas. Pasea hablando solo. Repentinamente se abre la puerta. Max Estrella, empujado y trompicando, rueda al fondo del calabozo. Se cierra de golpe la puerta.

MAX

¡Canallas! ¡Asalariados! ¡Cobardes!

p. 110VOZ FUERA

¡Aún vas a llevar mancuerna!

MAX

¡Esbirro!

Sale de la tiniebla el bulto del hombre morador del calabozo. Bajo la luz se le ve esposado, con la cara llena de sangre.

EL PRESO

¡Buenas noches!

MAX

¿No estoy solo?

EL PRESO

Así parece.

MAX

¿Quién eres, compañero?

p. 111EL PRESO

Un paria.

MAX

¿Catalán?

EL PRESO

De todas partes.

MAX

¡Paria!... Solamente los obreros catalanes aguijan su rebeldía con ese denigrante epíteto. Paria, en bocas como la tuya, es una espuela. Pronto llegará vuestra hora.

EL PRESO

Tiene usted luces que no todos tienen. Barcelona alimenta una hoguera de odio, soy obrero barcelonés, y a orgullo lo tengo.

p. 112MAX

¿Eres anarquista?

EL PRESO

Soy lo que me han hecho las Leyes.

MAX

Pertenecemos a la misma Iglesia.

EL PRESO

Usted lleva chalina.

MAX

¡El dogal de la más horrible servidumbre! Me lo arrancaré, para que hablemos.

EL PRESO

Usted no es proletario.

MAX

Yo soy el dolor de un mal sueño.

p. 113EL PRESO

Parece usted hombre de luces. Su hablar, es como de otros tiempos.

MAX

Yo soy un poeta ciego.

EL PRESO

¡No es pequeña desgracia!... En España el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero.

MAX

Hay que establecer la guillotina eléctrica, en la Puerta del Sol.

EL PRESO

No basta. El ideal revolucionario tiene que ser la destrucción de la riqueza, como en Rusia. No es suficiente la degollación dep. 114 todos los ricos: Siempre aparecerá un heredero, y aun cuando se suprima la herencia, no podrá evitarse que los despojados conspiren para recobrarla. Hay que hacer imposible el orden anterior, y eso solo se consigue destruyendo la riqueza. Barcelona industrial tiene que hundirse para renacer de sus escombros, con otro concepto de la propiedad y del trabajo. En Europa, el patrono de más negra entraña es el catalán, y no digo del mundo porque existen las Colonias Españolas de América. ¡Barcelona solamente se salva pereciendo!

MAX

¡Barcelona es cara a mi corazón!

EL PRESO

¡Yo también la recuerdo!

p. 115MAX

Yo le debo los únicos goces, en la lobreguez de mi ceguera. Todos los días un patrono muerto, algunas veces dos... Eso consuela.

EL PRESO

No cuenta usted los obreros que caen.

MAX

Los obreros se reproducen populosamente, de un modo comparable a las moscas. En cambio, los patronos, como los elefantes, como todas las bestias poderosas y prehistóricas, procrean lentamente. Saulo, hay que difundir por el mundo la religión nueva.

EL PRESO

Mi nombre es Mateo.

p. 116MAX

Yo te bautizo, Saulo. Soy poeta y tengo el derecho al alfabeto. Escucha para cuando seas libre, Saulo: Una buena cacería puede encarecer la piel de patrono catalán por encima del marfil de Calcuta.

EL PRESO

En ello laboramos.

MAX

Y en último consuelo, aun cabe pensar que exterminando al proletario también se extermina al patrón.

EL PRESO

Acabando con la ciudad, acabaremos con el judaísmo barcelonés.

MAX

No me opongo. Barcelona semita, seap. 117 destruida, como Cartago y Jerusalén. ¡Alea jacta est! Dame la mano.

EL PRESO

Estoy esposado.

MAX

¿Eres joven? ¿No puedo verte?

EL PRESO

Soy joven: Treinta años.

MAX

¿De qué te acusan?

EL PRESO

Es cuento largo. Soy tachado de rebelde... No quise dejar el telar por ir a la guerra, y levanté un motín en la fábrica. Me denunció el patrón, cumplí condena, recorrí el mundo buscando trabajo, y ahora voy porp. 118 tránsitos, reclamado de no sé qué jueces. Conozco la suerte que me espera: Cuatro tiros por intento de fuga. Bueno. Si no es más que eso.

MAX

¿Pues qué temes?

EL PRESO

Que se diviertan dándome tormento.

MAX

¡Bárbaros!

EL PRESO

Hay que conocerlos.

MAX

Canallas. ¡Y esos son los que protestan de la leyenda negra!

EL PRESO

Por siete pesetas, al cruzar un lugarp. 119 solitario, me sacarán la vida los que tienen a su cargo la defensa del pueblo. ¡Y a esto llaman justicia los ricos canallas!

MAX

Los ricos y los pobres, la barbarie ibérica es unánime.

EL PRESO

¡Todos!

MAX

¡Todos! ¿Mateo, dónde está la bomba que destripe el terrón maldito de España?

EL PRESO

Señor poeta que tanto adivina, ¿no ha visto usted una mano levantada?

Se abre la puerta del calabozo, y elp. 120 llavero, con jactancia de rufo, ordena al preso maniatado que le acompañe.

EL LLAVERO

¡Tú, catalán, disponte!

EL PRESO

Estoy dispuesto.

EL LLAVERO

Pues andando. Gachó, vas a salir en viaje de recreo.

El esposado, con resignada entereza, se acerca al ciego, y le toca el hombro con la barba: Se despide hablando a media voz.

EL PRESO

Llegó la mía... Creo que no volveremos a vernos...

p. 121MAX

¡Es horrible!

EL PRESO

Van a matarme... ¿Qué dirá mañana esa prensa canalla?

MAX

Lo que le manden.

EL PRESO

¿Está usted llorando?

MAX

De impotencia y de rabia. Abracémonos, hermano.

Se abrazan. El carcelero y el esposado salen. Vuelve a cerrarse la puerta. Max Estrellap. 122 tantea buscando la pared, y se sienta con las piernas cruzadas, en una actitud religiosa, de meditación asiática. Exprime un gran dolor taciturno el bulto del poeta ciego. Llega de fuera tumulto de voces y galopar de caballos.


p. 123

ESCENA SÉPTIMA

LA REDACCIÓN DE «EL POPULAR»: Sala baja con piso de baldosas: En el centro una mesa larga y negra, rodeada de sillas vacías, que marcan los puestos, ante roídas carpetas, y rimeros de cuartillas que destacan su blancura en el círculo luminoso y verdoso de una lámpara con enagüillas. Al extremo fuma y escribe un hombre calvo, el eterno redactor de perfil triste, el gabán con flecos, los dedos de gancho, y las uñas entintadas.p. 124 El hombre lógico y mítico enciende el cigarro apagado. Se abre la mampara, y el grillo de un timbre rasga el silencio. Asoma el conserje, vejete renegado, bigotudo, tripón, parejo de aquellos bizarros coroneles que en las procesiones se caen del caballo. Un enorme parecido que extravaga.

EL CONSERJE

Ahí está Don Latino de Hispalis, con otros capitalistas de su cuerda. Vienen preguntando por el Señor Director. Les he dicho que solamente estaba usted en la casa. ¿Los recibe usted, Don Filiberto?

DON FILIBERTO

Que pasen.

p. 125Sigue escribiendo. El conserje sale, y queda batiente la verde mampara que proyecta un recuerdo de garitos y naipes. Entra el cotarro modernista, greñas, pipas, gabanes repelados, y alguna capa. El periodista calvo levanta los anteojos a la frente, requiere el cigarro, y se da importancia.

DON FILIBERTO

¡Caballeros y hombres buenos, adelante! ¿Ustedes me dirán lo que desean de mí y del Journal?

DON LATINO

¡Venimos a protestar contra un indigno atropello de la policía! Max Estrella, el gran poeta, aun cuando muchos se nieguen a reconocerlo, acaba de ser detenidop. 126 y maltratado brutalmente en un sótano del Ministerio de la Desgobernación.

DORIO DE GÁDEX

En España sigue reinando Carlos II.

DON FILIBERTO

¡Válgame un santo de palo! ¿Nuestro gran poeta estaría curda?

DON LATINO

Una copa de más no justifica esa violación de los derechos individuales.

DON FILIBERTO

Max Estrella también es amigo nuestro. ¡Válgame un santo de palo! El Señor Director, cuando a esta hora falta, ya no viene... Ustedes conocen cómo se hace un periódico. ¡El Director es siempre un tirano...! Yo, sin consultarle, no me decido ap. 127 recoger en nuestras columnas la protesta de ustedes. Desconozco la política del periódico con la Dirección de Seguridad... Y el relato de ustedes, francamente, me parece un poco exagerado.

DORIO DE GÁDEX

¡Es pálido, Don Filiberto!

CLARINITO

¡Una cobardía!

PÉREZ

¡Una vergüenza!

DON LATINO

¡Una canallada!

DORIO DE GÁDEX

¡En España reina siempre Felipe II!

DON LATINO

¡Dorio, hijo mío, no nos anonades!

p. 128DON FILIBERTO

¡Juventud! ¡Noble apasionamiento! ¡Divino tesoro, como dijo el vate de Nicaragua! ¡Juventud, divino tesoro! Yo también leo, y algunas veces admiro a los genios del modernismo. El Director bromea que estoy contagiado. ¿Alguno de ustedes ha leído el cuento que publiqué en Los Orbes?

CLARINITO

¡Yo, Don Filiberto! Leído y admirado.

DON FILIBERTO

¿Y usted, amigo Dorio?

DORIO DE GÁDEX

Yo nunca leo a mis contemporáneos, Don Filiberto.

p. 129DON FILIBERTO

¡Amigo Dorio, no quiero replicarle que también ignora a los clásicos!

DORIO DE GÁDEX

A usted y a mí nos rezuma el ingenio, Don Filiberto. En el cuello del gabán llevamos las señales.

DON FILIBERTO

Con esa alusión a la estética de mi indumentaria, se me ha revelado usted como un joven esteta.

DORIO DE GÁDEX

¡Es usted corrosivo, Don Filiberto!

DON FILIBERTO

¡Usted me ha buscado la lengua!

p. 130DORIO DE GÁDEX

¡A eso no llego!

CLARINITO

Dorio, no hagas chistes de primero de latín.

DON FILIBERTO

Amigo Dorio, tengo alguna costumbre de estas cañas y lanzas del ingenio. Son las justas del periodismo. No me refiero al periodismo de ahora. Con Silvela he discreteado en un banquete, cuando me premiaron en los Juegos Florales de Málaga la Bella. Narciso Díaz, aún recordaba poco hace aquel torneo en una crónica de El Heraldo. Una crónica deliciosa, como todas las suyas, y reconocía que no había yo llevado la peor parte. Citaba mi definiciónp. 131 del periodismo. ¿Ustedes la conocen? Se la diré, sin embargo. El periodista es el plumífero parlamentario. El Congreso es una gran redacción, y cada redacción un pequeño Congreso. El periodismo es travesura, lo mismo que la política. Son el mismo círculo en diferentes espacios. Teosóficamente podría explicárselo a ustedes, si estuviesen ustedes iniciados en la noble Doctrina del Karma.

DORIO DE GÁDEX

Nosotros no estamos iniciados, pero quien chanela algo es Don Latino.

DON LATINO

¡Más que algo, niño, más que algo! Ustedes no conocen la cabalatrina de mi seudónimo: Soy Latino por las aguas delp. 132 bautismo: Soy Latino por mi nacimiento en la bética Hispalis, y Latino por dar mis murgas en el Barrio Latino de París. Latino, en lectura cabalística, se resuelve en una de las palabras mágicas: Onital. Usted, Don Filiberto, también toca algo en el magismo y la cábala.

DON FILIBERTO

No confundamos. Eso es muy serio, Don Latino. ¡Yo soy teósofo!

DON LATINO

¡Yo no sé lo que soy!

DON FILIBERTO

Lo creo.

DORIO DE GÁDEX

Un golfo madrileño.

p. 133DON LATINO

Dorio, no malgastes el ingenio, que todo se acaba. Entre amigos basta con sacar la petaca, se queda mejor. ¡Vaya, dame un pito!

DORIO DE GÁDEX

No fumo.

DON FILIBERTO

¡Otro vicio tendrá usted!

DORIO DE GÁDEX

Estupro criadas.

DON FILIBERTO

¿Es agradable?

DORIO DE GÁDEX

Tiene sus encantos, Don Filiberto.

DON FILIBERTO

¿Será usted padre innúmero?

p. 134DORIO DE GÁDEX

Las hago abortar.

DON FILIBERTO

¡También infanticida!

PÉREZ

Un cajón de sastre.

DORIO DE GÁDEX

¡Pérez, no metas la pata! Don Filiberto, un servidor es neo-maltusiano.

DON FILIBERTO

¿Lo pone usted en las tarjetas?

DORIO DE GÁDEX

Y tengo un anuncio luminoso en casa.

DON LATINO

Y así, revertiéndonos la olla vacía, losp. 135 españoles nos consolamos del hambre y de los malos gobernantes.

DORIO DE GÁDEX

Y de los malos cómicos, y de las malas comedias, y del servicio de tranvías, y del adoquinado.

PÉREZ

¡Eres un iconoclasta!

DORIO DE GÁDEX

Pérez, escucha respetuosamente y calla.

DON FILIBERTO

En España podrá faltar el pan, pero el ingenio y el buen humor no se acaban.

DORIO DE GÁDEX

¿Sabe usted quién es nuestro primer humorista, Don Filiberto?

p. 136DON FILIBERTO

Ustedes los iconoclastas dirán, quizá, que Don Miguel de Unamuno.

DORIO DE GÁDEX

¡No, señor! El primer humorista es Don Alfonso XIII.

DON FILIBERTO

Tiene la viveza madrileña y borbónica.

DORIO DE GÁDEX

El primer humorista, Don Filiberto. ¡El primero! Don Alfonso ha batido el récord haciendo presidente del Consejo a García Prieto.

DON FILIBERTO

Aquí, joven amigo, no se pueden proferir esas blasfemias. Nuestro periódico sale inspirado por Don Manuel García Prieto.p. 137 Reconozco que no es un hombre brillante, que no es un orador, pero es un político serio. En fin, volvamos al caso de nuestro amigo Mala Estrella. Yo podría telefonear a la secretaría particular del Ministro: Está en ella un muchacho que hizo aquí tribunales. Voy a pedir comunicación. ¡Válgame un santo de palo! Mala Estrella es uno de los maestros, y merece alguna consideración. ¿Qué dejan esos caballeros para los chulos y los guapos? ¡La gentuza de navaja! ¿Mala Estrella se hallaría como de costumbre?...

DON LATINO

Iluminado.

DON FILIBERTO

¡Es deplorable!

p. 138DON LATINO

Hoy no pasaba de lo justo. Yo le acompañaba. ¡Cuente usted! ¡Amigos desde París! ¿Usted conoce París? Yo fui a París con la Reina Doña Isabel. Escribí entonces en defensa de la Señora. Traduje algunos libros para la Casa Garnier. Fui redactor financiero de La Lira Hispano-Americana: ¡Una gran revista! Y siempre mi seudónimo Latino de Hispalis.

Suena el timbre del teléfono. Don Filiberto, el periodista calvo y catarroso, el hombre lógico y mítico de todas las redacciones, pide comunicación con el Ministerio de Gobernación, Secretaría Particular. Hay un silencio. Luego murmullos, leves risas, algún chiste en voz baja. Dorio dep. 139 Gádex se sienta en el sillón del Director, pone sobre la mesa sus botas rotas y lanza un suspiro.

DORIO DE GÁDEX

Voy a escribir el artículo de fondo, glosando el discurso de nuestro jefe: «¡Todas las fuerzas vivas del país están muertas!», exclamaba aun ayer en un magnífico arranque oratorio nuestro amigo el ilustre Marqués de Alhucemas. Y la Cámara, completamente subyugada, aplaudía la profundidad del concepto, no más profundo que aquel otro: «Ya se van alejando los escollos». Todos los cuales se resumen en el supremo apostrofe: «Santiago y abre España, a la libertad y al progreso».

Don Filiberto suelta la trompetillap. 140 del teléfono, y viene al centro de la sala, cubriéndose la calva con las manos amarillas y entintadas: ¡Manos de esqueleto memorialista en el día bíblico del Juicio Final!

DON FILIBERTO

¡Esa broma es intolerable! ¡Baje usted los pies! ¡Dónde se ha visto igual grosería!

DORIO DE GÁDEX

En el Senado Yanqui.

DON FILIBERTO

¡Me ha llenado usted la carpeta de tierra!

DORIO DE GÁDEX

Es mi lección de filosofía. ¡Polvo eres, y en polvo te convertirás!

p. 141

DON FILIBERTO

¡Ni siquiera sabe usted decirlo en latín! ¡Son ustedes unos niños procaces!...

CLARINITO

Don Filiberto, nosotros no hemos faltado.

DON FILIBERTO

Ustedes han celebrado la gracia, y la risa en este caso es otra procacidad. ¡La risa de lo que está muy por encima de ustedes! Para ustedes no hay nada respetable: ¡Maura es un charlatán!

DORIO DE GÁDEX

¡El Rey del Camelo!

DON FILIBERTO

¡Benlliure un santi boni barati!

p. 142DORIO DE GÁDEX

Dicho en valenciano.

DON FILIBERTO

Cavestany, el gran poeta, un coplero.

DORIO DE GÁDEX

Profesor de guitarra por cifra.

DON FILIBERTO

¡Qué de extraño tiene que mi ilustre jefe les parezca un mamarracho!

DORIO DE GÁDEX

Un yerno más.

DON FILIBERTO

Para ustedes en nuestra tierra no hay nada grande, nada digno de admiración. ¡Les compadezco! ¡Son ustedes bien desgraciados! ¡Ustedes no sienten la Patria!

p. 143DORIO DE GÁDEX

Es un lujo que no podemos permitirnos. Espere usted que tengamos automóvil, Don Filiberto.

DON FILIBERTO

¡Ni siquiera pueden ustedes hablar en serio! Hay alguno de ustedes, de los que ustedes llaman maestros, que se atreve a gritar viva la bagatela. ¡Y eso no en el café, no en la tertulia de amigos, sino en la tribuna de la Docta Casa! ¡Y eso no puede ser, caballeros! Ustedes no creen en nada: Son iconoclastas y son cínicos. Afortunadamente hay una juventud que no son ustedes, una juventud estudiosa, una juventud preocupada, una juventud llena de civismo.

DON LATINO

Protesto, si se refiere usted a los niños dep. 144 la Acción Ciudadana. Siquiera estos modernistas, llamémosles golfos distinguidos, no han llegado a ser policías honorarios. A cada cual lo suyo. ¿Y parece ser que esta tarde mataron a uno de esos pollos de gabardina? ¿Usted tendrá noticias?

DON FILIBERTO

Era un pollo relativo. Sesenta años.

DON LATINO

Bueno, pues que lo entierren. ¡Que haya un cadáver más, solo importa a la funeraria!

Rompe a sonar el timbre del teléfono. Don Filiberto toma la trompetilla y comienza una pantomima de cabeceos, apartes y gritos. Mientras escucha con el cuello torcidop. 145 y la trompetilla en la oreja, esparce la mirada por la sala, vigilando a los jóvenes modernistas. Al colgar la trompetilla tiene una expresión candorosa de conciencia honrada. Reaparece el teósofo, en su sonrisa plácida, en el marfil de sus sienes, en toda la ancha redondez de su calva.

DON FILIBERTO

Ya está transmitida la orden de poner en libertad a nuestro amigo Estrella. Aconséjenle ustedes que no beba. Tiene talento. Puede hacer mucho más de lo que hace. Y ahora váyanse y déjenme trabajar. Tengo que hacerme solo todo el periódico.


p. 147

ESCENA OCTAVA

SECRETARÍA PARTICULAR DE SU EXCELENCIA. Olor de brevas habanas, malos cuadros, lujo aparente y provinciano. La estancia tiene un recuerdo partido por medio de oficina y sala de círculo con timba. De repente el grillo del teléfono se orina en el gran regazo burocrático. Y Dieguito García —Don Diego del Corral, en la Revista de Tribunales y Estrados— pega tres brincos y se planta la trompetilla en la oreja.

p. 148DIEGUITO

¿Con quién hablo?

· · · · · · · · · · · · ·

Ya he transmitido la orden para que se le ponga en libertad.

· · · · · · · · · · · · ·

¡De nada! ¡De nada!

· · · · · · · · · · · · ·

¡Un alcohólico!

· · · · · · · · · · · · ·

Sí... Conozco su obra.

· · · · · · · · · · · · ·

¡Una desgracia!

· · · · · · · · · · · · ·

No podrá ser. ¡Aquí estamos sin un cuarto!

· · · · · · · · · · · · ·

Se lo diré. Tomo nota.

· · · · · · · · · · · · ·

¡De nada! ¡De nada!

p. 149Max Estrella aparece en la puerta, pálido, arañado, la corbata torcida, la expresión altanera y alocada. Detrás, abotonándose los calzones, aparece el ujier.

EL UJIER

Deténgase usted, caballero.

MAX

No me ponga usted la mano encima.

EL UJIER

Salga usted sin hacer desacato.

MAX

Anúncieme usted al Ministro.

EL UJIER

No está visible.

p. 150MAX

¡Ah! Es usted un gran lógico. Pero estará audible.

EL UJIER

Retírese, caballero. Estas no son horas de audiencia.

MAX

Anúncieme usted.

EL UJIER

Es la orden... Y no vale ponerse pelmazo, caballero.

DIEGUITO

Fernández, deje usted a ese caballero que pase.

MAX

¡Al fin doy con un indígena civilizado!

p. 151DIEGUITO

Amigo Mala Estrella, usted perdonará que solo un momento me ponga a sus órdenes. Me habló por usted la Redacción de El Popular. Allí le quieren a usted. A usted le quieren y le admiran en todas partes. Usted me deja mandado aquí y donde sea. No me olvide... ¡Quién sabe!... Yo tengo la nostalgia del periodismo... Pienso hacer algo... Hace tiempo acaricio la idea de una hoja volandera, un periódico ligero, festivo, espuma de champaña, fuego de virutas. Cuento con usted. Adiós, maestro. ¡Deploro que la ocasión de conocernos haya venido de suceso tan desagradable!

MAX

De eso vengo a protestar. ¡Tienen ustedesp. 152 una policía reclutada entre la canalla más canalla!

DIEGUITO

Hay de todo, maestro.

MAX

No discutamos. Quiero que el Ministro me oiga, y al mismo tiempo darle las gracias por mi libertad.

DIEGUITO

El Señor Ministro no sabe nada.

MAX

Lo sabrá por mí.

DIEGUITO

El Señor Ministro ahora trabaja. Sin embargo, voy a entrar.

p. 153MAX

Y yo con usted.

DIEGUITO

¡Imposible!

MAX

¡Daré un escándalo!

DIEGUITO

¡Está usted loco!

MAX

Loco de verme desconocido y negado. El Ministro es amigo mío, amigo de los tiempos heroicos. ¡Quiero oírle decir que no me conoce! ¡Paco! ¡Paco!

DIEGUITO

Le anunciaré a usted.

p. 154MAX

Yo me basto. ¡Paco! ¡Paco! ¡Soy un espectro del pasado!

Su Excelencia abre la puerta de su despacho y asoma en mangas de camisa, la bragueta desabrochada, el chaleco suelto, y los quevedos pendientes de un cordón, como dos ojos absurdos bailándole sobre la panza.

EL MINISTRO

¿Qué escándalo es este, Dieguito?

DIEGUITO

Señor Ministro, no he podido evitarlo.

EL MINISTRO

¿Y ese hombre quién es?

p. 155MAX

¡Un amigo de los tiempos heroicos! ¡No me reconoces, Paco! ¡Tanto me ha cambiado la vida! ¡No me reconoces! ¡Soy Máximo Estrella!

EL MINISTRO

¡Claro! ¡Claro! ¡Claro! ¿Pero estás ciego?

MAX

Como Homero y como Belisario.

EL MINISTRO

Una ceguera accidental, supongo...

MAX

Definitiva e irrevocable. Es el regalo de Venus.

p. 156EL MINISTRO

Válgate Dios. ¿Y cómo no te has acordado de venir a verme antes de ahora? Apenas leo tu firma en los periódicos.

MAX

¡Vivo olvidado! Tú has sido un vidente dejando las letras por hacernos felices gobernando. Paco, las letras no dan para comer. ¡Las letras son colorín, pingajo y hambre!

EL MINISTRO

Las letras, ciertamente, no tienen la consideración que debieran, pero son ya un valor que se cotiza. Amigo Max, yo voy a continuar trabajando. A este pollo le dejas una nota de lo que deseas... Llegas ya un poco tarde.

p. 157MAX

Llego en mi hora. No vengo a pedir nada. Vengo a exigir una satisfacción y un castigo. Soy ciego, me llaman poeta, vivo de hacer versos y vivo miserable. Estás pensando que soy un borracho. ¡Afortunadamente! Si no fuese un borracho ya me hubiera pegado un tiro. ¡Paco, tus sicarios no tienen derecho a escupirme y abofetearme, y vengo a pedir un castigo para esa turba de miserables, y un desagravio a la Diosa Minerva!

EL MINISTRO

Amigo Max, yo no estoy enterado de nada. ¿Qué ha pasado, Dieguito?

DIEGUITO

Como hay un poco de tumulto callejero,p. 158 y no se consienten grupos, y estaba algo excitado el maestro...

MAX

He sido injustamente detenido, inquisitorialmente torturado. En las muñecas tengo las señales.

EL MINISTRO

¿Qué parte han dado los guardias, Dieguito ?

DIEGUITO

En puridad, lo que acabo de resumir al Señor Ministro.

MAX

¡Pues es mentira! He sido detenido por la arbitrariedad de un legionario, a quienp. 159 pregunté ingenuo, si sabía los cuatro dialectos griegos.

EL MINISTRO

Real y verdaderamente la pregunta es arbitraria. ¡Suponerle a un guardia tan altas Humanidades!

MAX

Era un teniente.

EL MINISTRO

Como si fuese un Capitán General. ¡No estás sin ninguna culpa! ¡Eres siempre el mismo calvatrueno! ¡Para ti no pasan los años! ¡Ay, cómo envidio tu eterno buen humor!

MAX

¡Para mí, siempre es de noche! Hace unp. 160 año que estoy ciego. Dicto y mi mujer escribe, pero no es posible.

EL MINISTRO

¿Tu mujer es francesa?

MAX

Una santa del Cielo, que escribe el español con una ortografía del Infierno. Tengo que dictarle letra por letra. Las ideas se me desvanecen. ¡Un tormento! Si hubiera pan en mi casa, maldito si me apenaba la ceguera. El ciego se entera mejor de las cosas del mundo, los ojos son unos ilusionados embusteros. ¡Adiós, Paco! Conste que no he venido a pedirte ningún favor. Max Estrella no es el pobrete molesto.

EL MINISTRO

Espera, no te vayas, Máximo. Ya quep. 161 has venido, hablemos. Tú resucitas toda una época de mi vida, acaso la mejor. ¡Qué lejana! Estudiábamos juntos. Vivíais en la calle del Recuerdo. Tenías una hermana. De tu hermana anduve yo enamorado. ¡Por ella hice versos!

MAX

¡Calle del Recuerdo,
Ventana de Helena,
La niña morena
Que asomada vi!
¡Calle del Recuerdo
Rondalla de tuna,
Y escala de luna
Que en ella prendí!

EL MINISTRO

¡Qué memoria la tuya! ¡Me dejasp. 162 maravillado! ¿Qué fue de tu hermana?

MAX

Entró en un convento.

EL MINISTRO

¿Y tu hermano Alex?

MAX

¡Murió!

EL MINISTRO

¿Y los otros? ¡Érais muchos!

MAX

¡Creo que todos han muerto!

EL MINISTRO

¡No has cambiado!... Max, yo no quiero herir tu delicadeza, pero en tanto dure aquí, puedo darte un sueldo.

p. 163MAX

¡Gracias!

EL MINISTRO

¿Aceptas?

MAX

¡Qué remedio!

EL MINISTRO

Tome usted nota, Dieguito. ¿Dónde vives, Max?

MAX

Dispóngase usted a escribir largo, joven maestro: Bastardillos, veintitrés, duplicado, Escalera interior, Guardilla B. Nota: Si en este laberinto hiciese falta un hilo para guiarse, no se le pida a la portera, porque muerde.

p. 164EL MINISTRO

¡Cómo te envidio el humor!

MAX

El mundo es mío, todo me sonríe, soy un hombre sin penas.

EL MINISTRO

¡Te envidio!

MAX

¡Paco, no seas majadero!

EL MINISTRO

Max, todos los meses te llevarán el haber a tu casa. ¡Ahora, adiós! ¡Dame un abrazo!

MAX

Toma un dedo, y no te enternezcas.

p. 165EL MINISTRO

¡Adiós, Genio y Desorden!

MAX

Conste que he venido a pedir un desagravio para mi dignidad, y un castigo para unos canallas. Conste que no alcanzo ninguna de las dos cosas, y que me das dinero, y que lo acepto porque soy un canalla. No me estaba permitido irme del mundo, sin haber tocado alguna vez el fondo de los Reptiles. ¡Me he ganado los brazos de Su Excelencia!

Máximo Estrella con los brazos abiertos en cruz, la cabeza erguida, los ojos parados, trágicos en su ciega quietud, avanza como un fantasma. Su Excelencia, tripudo, repintado, mantecoso, responde con unp. 166 arranque de cómico viejo, en el buen melodrama francés. Se abrazan los dos. Su Excelencia al separarse, tiene una lágrima detenida en los párpados. Estrecha la mano del bohemio, y deja en ella algunos billetes.

EL MINISTRO

¡Adiós! ¡Adiós! Créeme que no olvidaré este momento.

MAX

¡Adiós, Paco! ¡Gracias en nombre de dos pobres mujeres!

Su Excelencia toca un timbre. El ujier acude soñoliento. Máximo Estrella tanteando con el palo, va derecho hacia el fondo de la estancia, donde hay un balcón.

p. 167EL MINISTRO

Fernández, acompañe usted a ese caballero, y déjele en un coche.

MAX

Seguramente que me espera en la puerta mi perro.

EL UJIER

Quien le espera a usted es un sujeto de edad, en la antesala.

MAX

Don Latino de Hispalis: Mi perro.

El ujier toma de la manga al bohemio: Con aire torpón le saca del despacho, y guipa al soslayo el gesto de Su Excelencia. Aquel gesto manido de actor de carácter en la gran escena del reconocimiento.

p. 168EL MINISTRO

¡Querido Dieguito, ahí tiene usted un hombre a quien le ha faltado el resorte de la voluntad! Lo tuvo todo, figura, palabra, gracejo. Su charla cambiaba de colores como las llamas de un ponche.

DIEGUITO

¡Qué imagen soberbia!

EL MINISTRO

¡Sin duda, era el que más valía entre los de mi tiempo!

DIEGUITO

Pues véalo usted ahora en medio del arroyo, oliendo a aguardiente, y saludando en francés a las proxenetas.

EL MINISTRO

¡Veinte años! ¡Una vida! ¡E inopinadamente,p. 169 reaparece ese espectro de la bohemia! Yo me salvé del desastre renunciando al goce de hacer versos. Dieguito, usted de esto no sabe nada, porque usted no ha nacido poeta.

DIEGUITO

¡Lagarto! ¡Lagarto!

EL MINISTRO

¡Ay, Dieguito, usted no alcanzará nunca lo que son ilusión y bohemia! Usted ha nacido institucionista, usted no es un renegado del mundo del ensueño. ¡Yo sí!

DIEGUITO

¿Lo lamenta usted, Don Francisco?

EL MINISTRO

Creo que lo lamento.

p. 170DIEGUITO

¿El Excelentísimo Señor Ministro de la Gobernación, se cambiaría por el poeta Mala Estrella?

EL MINISTRO

¡Ya se ha puesto la toga y los vuelillos el Señor Licenciado Don Diego del Corral! Suspenda un momento el interrogatorio su señoría, y vaya pensando cómo se justifican las pesetas que hemos de darle a Máximo Estrella.

DIEGUITO

Las tomaremos de los fondos de Policía.

EL MINISTRO

¡Eironeia!

Su Excelencia se hunde en una poltrona,p. 171 ante la chimenea que aventa sobre la alfombra una claridad trémula. Enciende un cigarro con sortija, y pide La Gaceta. Cabálgase los lentes, le pasa la vista, se hace un gorro, y se duerme.


p. 173

ESCENA NOVENA

UN CAFÉ que prolongan empañados espejos. Mesas de mármol. Divanes rojos. El mostrador en el fondo, y detrás un vejete rubiales, destacado el busto sobre la diversa botillería. El Café tiene piano y violín. Las sombras y la música flotan en el vaho de humo, y en el lívido temblor de los arcos voltaicos. Los espejos multiplicadores están llenos de un interés folletinesco, en su fondo, con una geometría absurda extravaga el Café. Elp. 174 compás canalla de la música, las luces en el fondo de los espejos, el vaho de humo penetrado del temblor de los arcos voltaicos, cifran su diversidad en una sola expresión. Entran extraños, y son de repente transfigurados en aquel triple ritmo, Mala Estrella y Don Latino.

MAX

¿Qué tierra pisamos?

DON LATINO

El Café Colón.

MAX

Mira si está Rubén. Suele ponerse enfrente de los músicos.

DON LATINO

Allá está como un cerdo triste.

p. 175MAX

Vamos a su lado, Latino. Muerto yo, el cetro de la poesía pasa a ese negro.

DON LATINO

No me encargues de ser tu testamentario.

MAX

¡Es un gran poeta!

DON LATINO

Yo no lo entiendo.

MAX

¡Merecías ser el barbero de Maura!

Por entre sillas y mármoles llegan al rincón donde está sentado y silencioso Rubén Darío. Ante aquella aparición, el poeta siente la amargura de la vida, y con gesto egoísta de niño enfadado, cierrap. 176 los ojos, y bebe un sorbo de su copa de ajenjo. Finalmente, su máscara de ídolo se anima con una sonrisa cargada de humedad. El ciego se detiene ante la mesa y levanta su brazo, con magno ademán de estatua cesárea.

MAX

¡Salud hermano, si menor en años, mayor en prez!

RUBÉN

¡Admirable! ¡Cuánto tiempo sin vernos, Max! ¿Qué haces?

MAX

¡Nada!

RUBÉN

¡Admirable! ¿Nunca vienes por aquí?

p. 177MAX

El café es un lujo muy caro, y me dedico a la taberna, mientras llega la muerte.

RUBÉN

Max, amemos la vida, y mientras podamos, olvidemos a la Dama de Luto.

MAX

¿Por qué?

RUBÉN

¡No hablemos de Ella!

MAX

¡Tú la temes, y yo la cortejo! Rubén, te llevaré el mensaje que te plazca darme para la otra ribera de la Estigia. Vengo aquí para estrecharte por última vez la mano,p. 178 guiado por el ilustre camello Don Latino de Hispalis. ¡Un hombre que desprecia tu poesía, como si fuese Académico!

DON LATINO

¡Querido Max, no te pongas estupendo!

RUBÉN

¿El señor es Don Latino de Hispalis?

DON LATINO

¡Si nos conocemos de antiguo, maestro! ¡Han pasado muchos años! Hemos hecho juntos periodismo en La Lira Hispano-Americana.

RUBÉN

Tengo poca memoria, Don Latino.

DON LATINO

Yo era el redactor financiero. En París nos tuteábamos, Rubén.

p. 179RUBÉN

Lo había olvidado.

MAX

¡Si no has estado nunca en París!

DON LATINO

Querido Max, vuelvo a decirte que no te pongas estupendo. Siéntate e invítanos a cenar. ¡Rubén, hoy este gran poeta nuestro amigo, se llama Estrella Resplandeciente!

RUBÉN

¡Admirable! ¡Max, es preciso huir de la bohemia!

DON LATINO

¡Está opulento! ¡Guarda dos pápiros de piel de contribuyente!

p. 180MAX

¡Esta tarde tuve que empeñar la capa, y esta noche te convido a cenar! ¡A cenar con el rubio Champaña, Rubén!

RUBÉN

¡Admirable! Como Martín de Tours, partes conmigo la capa, transmudada en cena. ¡Admirable!

DON LATINO

¡Mozo, la carta! Me parece un poco exagerado pedir vinos franceses. ¡Hay que pensar en el mañana, caballeros!

MAX

¡No pensemos!

DON LATINO

Compartiría tu opinión, si con el café,p. 181 la copa y el puro nos tomásemos un veneno.

MAX

¡Miserable burgués!

DON LATINO

Querido Max, hagamos un trato. Yo me bebo, modestamente, una chica de cerveza, y tú me apoquinas en pasta, lo que me había de costar la bebecua.

RUBÉN

No te apartes de los buenos ejemplos, Don Latino.

DON LATINO

Servidor no es un poeta. Yo me gano la vida con más trabajo que haciendo versos.

p. 182RUBÉN

Yo también estudio las matemáticas celestes.

DON LATINO

¡Perdón entonces! Pues sí, señor, aun cuando me veo reducido al extremo de vender entregas, soy un adepto de la Gnosis y la Magia.

RUBÉN

¡Yo lo mismo!

DON LATINO

Recuerdo que alguna cosa alcanzabas.

RUBÉN

Yo he sentido que los Elementales son Conciencias.

p. 183DON LATINO

¡Indudable! ¡Indudable! ¡Indudable! ¡Conciencias, Voluntades y Potestades!

RUBÉN

Mar y Tierra, Fuego y Viento, divinos monstruos. ¡Posiblemente! Divinos porque son Eternidades.

MAX

Eterna la Nada.

DON LATINO

Y el fruto de la Nada: Los cuatro Elementales, simbolizados en los cuatro Evangelistas. La Creación, que es pluralidad, solamente comienza en el Cuatrivio. Pero de la Trina Unidad, se desprende el Número. ¡Por eso el Número es Sagrado!

p. 184MAX

¡Calla, Pitágoras! Todo eso lo has aprendido en tus intimidades con la vieja Blavastky.

DON LATINO

¡Max, esas bromas no son tolerables! ¡Eres un espíritu profundamente irreligioso y volteriano! Madame Blavastky ha sido una mujer extraordinaria, y no debes profanar con burlas el culto de su memoria. Pudieras verte castigado por alguna camarrupa de su karma. ¡Y no sería el primer caso!

RUBÉN

¡Se obran prodigios! Afortunadamente no los vemos ni los entendemos. Sin esta ignorancia, la vida sería un enorme sobrecogimiento.

p. 185MAX

¿Tú eres creyente, Rubén?

RUBÉN

¡Yo creo!

MAX

¿En Dios?

RUBÉN

¡Y en el Cristo!

MAX

¿Y en las llamas del Infierno?

RUBÉN

¡Y más todavía en las músicas del Cielo!

MAX

¡Eres un farsante, Rubén!

p. 186RUBÉN

¡Seré un ingenuo!

MAX

¿No estás posando?

RUBÉN

¡No!

MAX

Para mí, no hay nada tras la última mueca. Si hay algo, vendré a decírtelo.

RUBÉN

¡Calla, Max, no quebrantemos los humanos sellos!

MAX

Rubén, acuérdate de esta cena. Y ahora,p. 187 mezclemos el vino con las rosas de tus versos. Te escuchamos.

Rubén se recoge estremecido, el gesto de ídolo, evocador de terrores y misterios. Max Estrella, un poco enfático, le alarga la mano. Llena los vasos Don Latino. Rubén sale de su meditación con la tristeza vasta y enorme esculpida en los ídolos aztecas.

RUBÉN

Veré si recuerdo una peregrinación a Compostela... Son mis últimos versos.

MAX

¿Se han publicado? Si se han publicado, me los habrán leído, pero en tu boca serán nuevos.

p. 188RUBÉN

Posiblemente no me acordaré.

Un joven que escribe en la mesa vecina, y al parecer traduce, pues tiene ante los ojos un libro abierto y cuartillas en rimero, se inclina tímidamente hacia Rubén Darío.

EL JOVEN

Maestro, donde usted no recuerde, yo podría apuntarle.

RUBÉN

¡Admirable!

MAX

¿Dónde se han publicado?

EL JOVEN

Yo los he leído manuscritos. Iban a ser publicados en una revista que murió antes de nacer.

p. 189MAX

¿Sería una revista de Paco Villaespesa?

EL JOVEN

Yo he sido su secretario.

DON LATINO

Un gran puesto.

MAX

Tú no tienes nada que envidiar, Latino.

EL JOVEN

¿Se acuerda usted, maestro?

Rubén asiente con un gesto sacerdotal, y tras de humedecer los labios en la copa, recita lento y cadencioso, como en sopor, y destaca su esfuerzo por distinguir de eses y cedas.

p. 190RUBÉN

¡¡¡La ruta tocaba a su fin.
Y en el rincón de un quicio oscuro,
Nos repartimos un pan duro
Con el Marqués de Bradomín!!!

EL JOVEN

Es el final, maestro.

RUBÉN

Es la ocasión para beber por nuestro estelar amigo.

MAX

¡Ha desaparecido del mundo!

RUBÉN

Se prepara a la muerte en su aldea, y su carta de despedida fue la ocasión de estos versos. ¡Bebamos a la salud de un exquisito pecador!

p. 191MAX

¡Bebamos!

Levanta su copa, y gustando el aroma del ajenjo, suspira y evoca el cielo lejano de París. Piano y violín atacan un aire de opereta, y la parroquia del café lleva el compás con las cucharillas en los vasos. Después de beber, los tres desterrados confunden sus voces hablando en francés. Recuerdan y proyectan las luces de la fiesta divina y mortal. ¡París! ¡Cabaretes! ¡Ilusión! Y en el ritmo de las frases, desfila con su pata coja, Papá Verlaine.


p. 193

ESCENA DÉCIMA

PASEO CON JARDINES. El cielo raso y remoto. La luna lunera. Patrullas de caballería. Silencioso y luminoso rueda un auto. En la sombra clandestina de los ramajes, merodean mozuelas pingonas y viejas pintadas como caretas. Repartidos por las sillas del paseo, yacen algunos bultos durmientes. Max Estrella y Don Latino caminan bajo las sombras del paseo. El perfume primaveral de las lilas, embalsama la humedad de la noche.

p. 194UNA VIEJA PINTADA

¡Morenos! ¡Chis!... ¡Morenos! ¿Queréis venir un ratito?

DON LATINO

Cuando te pongas los dientes.

LA VIEJA PINTADA

¡No me dejáis siquiera un pitillo!

DON LATINO

Te daré La Corres, para que te ilustres, publica una carta de Maura.

LA VIEJA PINTADA

Que le den morcilla.

DON LATINO

Se la prohíbe el rito judaico.

LA VIEJA PINTADA

¡Mira el camelista! Esperaros, que llamo a una amiguita. ¡Lunares! ¡Lunares!

p. 195Surge La Lunares, una mozuela pingona, medias blancas, delantal, toquilla y alpargatas. Con risa desvergonzada se detiene en la sombra del jardinillo.

LA LUNARES

¡Ay, qué pollos más elegantes! Vosotros me sacáis esta noche de la calle.

LA VIEJA PINTADA

Nos ponen piso.

LA LUNARES

Dejadme una perra, y me completáis una peseta para la cama.

LA VIEJA PINTADA

¡Roñas, siquiera un pitillo!

MAX

Toma un habano.

p. 196LA VIEJA PINTADA

¡Guasíbilis!

LA LUNARES

Apáñalo, panoli.

LA VIEJA PINTADA

¡Sí que lo apaño! ¡Y es de sortija!

LA LUNARES

Ya me permitirás alguna chupada.

LA VIEJA PINTADA

Este me lo guardo.

LA LUNARES

Para el Rey de Portugal.

LA VIEJA PINTADA

¡Infeliz! ¡Para el de la Higiene!

p. 197LA LUNARES

¿Y vosotros, astrónomos, no hacéis una calaverada?

Las dos prójimas han evolucionado sutiles y clandestinas, bajo las sombras del paseo: La vieja pintada está a la vera de Don Latino de Hispalis: La Lunares a la vera de Mala Estrella.

LA LUNARES

¡Mira qué limpios llevo los bajos!

MAX

Soy ciego.

LA LUNARES

¡Algo verás!

MAX

¡Nada!

p. 198LA LUNARES

Tócame. Estoy muy dura.

MAX

¡Un mármol!

La mozuela con una risa procaz, toma la mano del poeta, y la hace tantear sobre sus hombros, y la oprime sobre los senos. La vieja, sórdida bajo la máscara de albayalde, descubre las encías sin dientes, y tienta capciosa a Don Latino.

LA VIEJA PINTADA

Hermoso, vente conmigo, que ya tu compañero se entiende con la Lunares. No te receles. ¡Ven! Si se acerca algún guindilla, lo apartamos con el puro habanero.

Se lo lleva sonriendo, blanca y fantasmal. Cuchicheos. Se pierden entre los árbolesp. 199 del jardín. Parodia grotesca del Jardín de Armida. Mala Estrella y la otra prójima quedan aislados sobre la orilla del paseo.

LA LUNARES

Pálpame el pecho... No tengas reparo... ¡Tú eres un poeta!

MAX

¿En qué lo has conocido?

LA LUNARES

En la peluca de Nazareno. ¿Me engaño?

MAX

No te engañas.

LA LUNARES

Si cuadrase que yo te pusiese al tanto dep. 200 mi vida, sacabas una historia de las primeras. Responde: ¿Cómo me encuentras?

MAX

¡Una ninfa!

LA LUNARES

¡Tienes el hablar muy dilustrado! Tu acompañante ya se concertó con la Cotillona. Ven. Entrégame la mano. Vamos a situarnos en un lugar más oscuro. Verás cómo te cachondeo.

MAX

Llévame a un banco para esperar a ese cerdo hispalense.

LA LUNARES

No chanelo.

p. 201MAX

Hispalis es Sevilla.

LA LUNARES

Lo será en cañí. Yo soy chamberilera.

MAX

¿Cuántos años tienes?

LA LUNARES

Pues no sé los que tengo.

MAX

¿Y es siempre aquí tu parada nocturna?

LA LUNARES

Las más de las veces.

MAX

¡Te ganas honradamente la vida!

LA LUNARES

Tú no sabes con cuántos trabajos. Yop. 202 miro mucho lo que hago. La Cotillona me habló para llevarme a una casa. ¡Una casa de mucho postín! No quise ir... Acostarme no me acuesto... Yo guardo el pan de higos para el gachó que me sepa camelar. ¿Por qué no lo pretendes?

MAX

Me falta tiempo.

LA LUNARES

Inténtalo para ver lo que sacas. Te advierto que me estás gustando.

MAX

Te advierto que soy un poeta sin dinero.

LA LUNARES

¿Serías tú, por un casual, el que sacó las coplas de Joselito?

p. 203MAX

¡Ese soy!

LA LUNARES

¿De verdad?

MAX

De verdad.

LA LUNARES

Dilas.

MAX

No las recuerdo.

LA LUNARES

Porque no las sacaste de tu sombrerera. Sin mentira, ¿cuáles son las tuyas?

MAX

Las del Espartero.

p. 204LA LUNARES

¿Y las recuerdas?

MAX

Y las canto como un flamenco.

LA LUNARES

¡Que no eres capaz!

MAX

¡Tuviera yo una guitarra!

LA LUNARES

¿La entiendes?

MAX

Para algo soy ciego.

LA LUNARES

¡Me estás gustando!

MAX

No tengo dinero.

p. 205LA LUNARES

Con pagar la cama concluyes. Si quedas contento y quieres convidarme a un café con churros, tampoco me niego.

Máximo Estrella, con tacto de ciego, le pasa la mano por el óvalo del rostro, la garganta y los hombros. La pindonga ríe con dejo sensual de cosquillas. Quítase del moño un peinecillo gitano, y con él peinando los tufos, redobla la risa y se desmadeja.

LA LUNARES

¿Quieres saber cómo soy? ¡Soy muy negra y muy fea!

MAX

¡No lo pareces! Debes tener quince años.

LA LUNARES

Esos mismos tendré. Ya pasa de tres quep. 206 me visita el nuncio. No lo pienses más y vamos. Aquí cerca hay una casa muy decente.

MAX

¿Y cumplirás tu palabra?

LA LUNARES

¿Cuála? ¿Dejar que te comas el pan de higos? ¡No me pareces bastante flamenco! ¡Qué mano tienes! No me palpes más la cara. Pálpame el cuerpo.

MAX

¿Eres pelinegra?

LA LUNARES

¡Lo soy!

MAX

Hueles a nardos.

p. 207LA LUNARES

Porque los he vendido.

MAX

¿Cómo tienes los ojos?

LA LUNARES

¿No lo adivinas?

MAX

¿Verdes?

LA LUNARES

Como la Pastora Imperio. Toda yo parezco una gitana.

De la oscuridad surge la brasa de un cigarro y la tos asmática de Don Latino. Remotamente, sobre el asfalto sonoro, se acompasap. 208 el trote de una patrulla de caballería. Los focos de un auto. El farol de un sereno. El quicio de una verja. Una sombra clandestina. El rostro de albayalde de otra vieja peripatética. Diferentes sombras.


p. 209

ESCENA UNDÉCIMA

UNA CALLE DEL MADRID AUSTRIACO. Las tapias de un convento. Un casón de nobles. Las luces de una taberna. Un grupo consternado de vecinas, en la acera. Una mujer despechugada y ronca, tiene en los brazos a su niño muerto, la sien traspasada por el agujero de una bala. Max Estrella y Don Latino, hacen un alto.

MAX

También aquí se pisan cristales rotos.

p. 210

DON LATINO

¡La zurra ha sido buena!

MAX

¡Canallas!... ¡Todos!... ¡Y los primeros nosotros, los poetas!...

DON LATINO

¡Se vive de milagro!

LA MADRE DEL NIÑO

¡Maricas, cobardes! ¡El fuego del Inferno os abrase las negras entrañas! ¡Maricas, cobardes!

MAX

¿Qué sucede, Latino? ¿Quién llora? ¿Quién grita con tal rabia?

p. 211DON LATINO

Una verdulera, que tiene a su chico muerto en los brazos.

MAX

¡Me ha estremecido esa voz trágica!

LA MADRE DEL NIÑO

¡Sicarios! ¡Asesinos de criaturas!

EL EMPEÑISTA

Está con algún trastorno, y no mide palabras.

EL GUARDIA

La Autoridad también se hace el cargo.

EL TABERNERO

Son desgracias inevitables para el restablecimiento del orden.

p. 212EL EMPEÑISTA

Las turbas anárquicas me han destrozado el escaparate.

LA PORTERA

¿Cómo no anduvo usted más vivo en echar los cierres?

EL EMPEÑISTA

Me tomó el tumulto fuera de casa. Supongo que se acordará el pago de daños a la propiedad privada.

EL TABERNERO

El pueblo que roba en los establecimientos públicos, donde se le abastece, es un pueblo sin ideales patrios.

LA MADRE DEL NIÑO

¡Verdugos del hijo de mis entrañas!

p. 213UN ALBAÑIL

El pueblo tiene hambre.

EL EMPEÑISTA

Y mucha soberbia.

LA MADRE DEL NIÑO

¡Maricas, cobardes!

UNA VIEJA

¡Ten prudencia, Romualda!

LA MADRE DEL NIÑO

¡Que me maten como a este rosal de mayo!

LA TRAPERA

¡Un inocente sin culpa! ¡Hay que considerarlo!

p. 214EL TABERNERO

Siempre saldréis diciendo que no hubo los toques de Ordenanza.

EL RETIRADO

Yo los he oído.

LA MADRE DEL NIÑO

¡Mentira!

EL RETIRADO

Mi palabra es sagrada.

EL EMPEÑISTA

El dolor te enloquece, Romualda.

LA MADRE DEL NIÑO

¡Asesinos! ¡Veros es ver al verdugo!

EL RETIRADO

El Principio de Autoridad es inexorable.

p. 215EL ALBAÑIL

Con los pobres. Se ha matado por defender al comercio, que nos chupa la sangre.

EL TABERNERO

Y que paga sus contribuciones, no hay que olvidarlo.

EL EMPEÑISTA

El comercio honrado no chupa la sangre de nadie.

LA PORTERA

¡Nos quejamos de vicio!

EL ALBAÑIL

La vida del proletario no representa nada para el Gobierno.

MAX

Latino, sácame de este círculo infernal.

p. 216Llega un tableteo de fusilada. El grupo se mueve en confusa y medrosa alerta. Descuella el grito ronco de la mujer, que al ruido de las descargas aprieta a su niño muerto en los brazos.

LA MADRE DEL NIÑO

¡Negros fusiles, matadme también, con vuestros plomos!

MAX

Esa voz me traspasa.

LA MADRE DEL NIÑO

¡Que tan fría, boca de nardo!

MAX

¡Jamás oí voz con esa cólera trágica!

DON LATINO

Hay mucho de teatro.

p. 217MAX

¡Imbécil!

El farol, el chuzo, la caperuza del sereno, bajan con un trote de madreñas por la acera.

EL EMPEÑISTA

¿Qué ha sido, sereno?

EL SERENO

Un preso que ha intentado fugarse.

MAX

Latino, ya no puedo gritar... ¡Me muero de rabia!... Estoy mascando ortigas. Ese muerto sabía su fin... No le asustaba, pero temía el tormento... La Leyenda Negra en estos días menguados es la Historia de España. Nuestra vida es un círculo dantesco.p. 218 Rabia y vergüenza. Me muero de hambre satisfecho de no haber llevado una triste velilla en la trágica mojiganga. ¿Has oído los comentarios de esa gente, viejo canalla? Tú eres como ellos. Peor que ellos, porque no tienes una peseta, y propagas la mala literatura, por entregas. Latino, vil corredor de aventuras insulsas, llévame al Viaducto. Te invito a regenerarte con un vuelo.

DON LATINO

¡Max, no te pongas estupendo!


p. 219

ESCENA DUODÉCIMA

RINCONADA EN COSTANILLA, Y UNA IGLESIA BARROCA POR FONDO. Sobre las campanas negras, la luna clara. Don Latino y Max Estrella filosofan sentados en el quicio de una puerta. A lo largo de su coloquio, se torna lívido el cielo. En el alero de la iglesia pían algunos pájaros. Remotos albores de amanecida. Ya se han ido los serenos, pero aún están las puertas cerradas. Despiertan las porteras.

p. 220MAX

¿Debe estar amaneciendo?

DON LATINO

Así es.

MAX

¡Y qué frío!

DON LATINO

Vamos a dar unos pasos.

MAX

Ayúdame, que no puedo levantarme. ¡Estoy aterido!

DON LATINO

¡Mira que haber empeñado la capa!

MAX

Préstame tu carrik, Latino.

p. 221DON LATINO

¡Max, eres fantástico!

MAX

Ayúdame a ponerme en pie.

DON LATINO

¡Arriba, carcunda!

MAX

¡No me tengo!

DON LATINO

¡Qué tuno eres!

MAX

¡Idiota!

DON LATINO

¡La verdad es que tienes una fisonomía algo rara!

p. 222MAX

¡Don Latino de Hispalis, grotesco personaje, te inmortalizaré en una novela!

DON LATINO

Una tragedia, Max.

MAX

La tragedia nuestra no es tragedia.

DON LATINO

¡Pues algo será!

MAX

El Esperpento.

DON LATINO

No tuerzas la boca, Max.

MAX

¡Me estoy helando!

p. 223DON LATINO

Levántate. Vamos a caminar.

MAX

No puedo.

DON LATINO

Deja esa farsa. Vamos a caminar.

MAX

Échame el aliento. ¿A dónde te has ido, Latino?

DON LATINO

Estoy a tu lado.

MAX

Como te has convertido en buey, no podía reconocerte. Échame el aliento, ilustre buey del pesebre belenita. ¡Muge, Latino!p. 224 Tú eres el cabestro, y si muges vendrá el Buey Apis. Le torearemos.

DON LATINO

Me estás asustando. Debías dejar esa broma.

MAX

Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.

DON LATINO

¡Estás completamente curda!

MAX

Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puedep. 225 darse con una estética sistemáticamente deformada.

DON LATINO

¡Miau! ¡Te estás contagiando!

MAX

España es una deformación grotesca de la civilización europea.

DON LATINO

¡Pudiera! Yo me inhibo.

MAX

Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.

DON LATINO

Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.

p. 226MAX

Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar, con matemática de espejo cóncavo, las normas clásicas.

DON LATINO

¿Y dónde está el espejo?

MAX

En el fondo del vaso.

DON LATINO

¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!

MAX

Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.

p. 227DON LATINO

Nos mudaremos al callejón del Gato.

MAX

Vamos a ver qué palacio está desalquilado. Arrímame a la pared. ¡Sacúdeme!

DON LATINO

No tuerzas la boca.

MAX

Es nervioso. ¡Ni me entero!

DON LATINO

¡Te traes una guasa!

MAX

Préstame tu carrik.

DON LATINO

¡Mira cómo me he quedado de un aire!

p. 228MAX

No me siento las manos y me duelen las uñas. ¡Estoy muy malo!

DON LATINO

Quieres conmoverme, para luego tomarme la coleta.

MAX

Idiota, llévame a la puerta de mi casa, y déjame morir en paz.

DON LATINO

La verdad sea dicha, no madrugan en nuestro barrio.

MAX

Llama.

Don Latino de Hispalis, volviéndose de espalda, comienza a cocear en la puerta.p. 229 El eco de los golpes tolondrea por el ámbito lívido de la costanilla, y como en respuesta a una provocación, el reloj de la iglesia da cinco campanadas bajo el gallo de la veleta.

MAX

¡Latino!

DON LATINO

¿Qué antojas? ¡Deja la mueca!

MAX

¡Si Collet estuviese despierta!... Ponme en pie para darle una voz.

DON LATINO

No llega tu voz a ese quinto cielo.

MAX

¡Collet! ¡Me estoy aburriendo!

p. 230DON LATINO

No olvides al compañero.

MAX

Latino, me parece que recobro la vista. Pero ¿cómo hemos venido a este entierro? ¡Esa apoteosis es de París! ¡Estamos en el entierro de Víctor Hugo! Oye, Latino, pero ¿cómo vamos nosotros presidiendo?

DON LATINO

No te alucines, Max.

MAX

Es incomprensible cómo veo.

DON LATINO

Ya sabes que has tenido esa misma ilusión otras veces.

MAX

¿A quién enterramos, Latino?

p. 231DON LATINO

Es un secreto que debemos ignorar.

MAX

¡Cómo brilla el sol en las carrozas!

DON LATINO

Max, si todo cuanto dices no fuese una broma, tendría una significación teosófica... En un entierro presidido por mí, yo debo ser el muerto... Pero por esas coronas, me inclino a pensar que el muerto eres tú.

MAX

Voy a complacerte. Para quitarte el miedo del augurio, me acuesto a la espera. ¡Yo soy el muerto! ¿Qué dirá mañana esa canalla de los periódicos?, se preguntaba el paria catalán.

Máximo Estrella se tiende en el umbralp. 232 de su puerta. Cruza la Costanilla un perro golfo que corre en zig-zag. En el centro, encoje la pata y se orina: El ojo legañoso, como un poeta, levantado al azul de la última estrella.

MAX

Latino, entona el gori-gori.

DON LATINO

Si continúas con esa broma macabra, te abandono.

MAX

Yo soy el que se va para siempre.

DON LATINO

Incorpórate, Max. Vamos a caminar.

MAX

Estoy muerto.

p. 233DON LATINO

¡Que me estás asustando! Max, vamos a caminar. Incorpórate. ¡No tuerzas la boca, condenado! ¡Max! ¡Max! ¡Condenado, responde!

MAX

Los muertos no hablan.

DON LATINO

Definitivamente, te dejo.

MAX

¡Buenas noches!

Don Latino de Hispalis se sopla los dedos arrecidos y camina unos pasos, encorvándose bajo su carrik pingón, orlado de cascarrias. Con una tos gruñona retorna alp. 234 lado de Max Estrella: Procura incorporarle hablándole a la oreja.

DON LATINO

Max, estás completamente borracho, y sería un crimen dejarte la cartera encima, para que te la roben. Max, me llevo tu cartera, y te la devolveré mañana.

Finalmente se eleva tras de la puerta la voz achulada de una vecina. Resuenan pasos dentro del zaguán. Don Latino se cuela por un callejón.

LA VOZ DE LA VECINA

¡Señá Flora! ¡Señá Flora! Se le han apegado a usted las mantas de la cama.

LA VOZ DE LA PORTERA

¿Quién es? Esperarse, que encuentre la caja de mixtos.

p. 235

LA VECINA

¡Señá Flora!

LA PORTERA

Ahora salgo. ¿Quién es?

LA VECINA

¡Está usted marmota! ¿Quién será? ¡La Cuca que se camina al lavadero!

LA PORTERA

¡Ay, qué centella de mixtos! ¿Son horas?

LA VECINA

¡Son horas, y pasan de serlo!

Se oye el paso cansino de una mujer en chanclas. Sigue el murmullo de las voces. Rechina la cerradura, y aparecen en el hueco de la puerta dos mujeres: La una canosa, viva y agalgada, con un saco de ropa cargadop. 236 sobre la cadera: La otra jamona, refajo colorado, pañuelo pingón sobre los hombros, greñas y chancletas. El cuerpo del bohemio resbala y queda acostado sobre el umbral, al abrirse la puerta.

LA VECINA

¡Santísimo Cristo, un hombre muerto!

LA PORTERA

Es Don Max el poeta, que la ha pescado.

LA VECINA

¡Está del color de la cera!

LA PORTERA

Cuca, por tu alma, quédate a la mira un instante mientras subo el aviso a Madama Collet.

p. 237La portera sube la escalera chancleando: Se la oye renegar. La Cuca viéndose sola, con aire medroso, toca las manos del bohemio, y luego se inclina a mirarle los ojos entreabiertos bajo la frente lívida.

LA VECINA

¡Santísimo Señor! ¡Esto no lo dimana la bebida! ¡La muerte talmente representa! ¡Señá Flora! ¡Señá Flora! ¡Que no puedo demorarme! ¡Ya se me voló un cuarto de día! ¡Que se queda esto a la vindicta pública, señá Flora! ¡Propia la muerte!


p. 239

ESCENA DECIMOTERCIA

VELORIO EN UN SOTABANCO. Madama Collet y Claudinita, desgreñadas y macilentas, lloran al muerto, ya tendido en la angostura de la caja, amortajado con una sábana, entre cuatro velas. Astillando una tabla, el brillo de un clavo aguza su punta sobre la sien inerme. La caja, embetunada de luto por fuera, y por dentro de tablas de pino sin labrar ni pintar, tiene una sórdida esterilla que amarillea. Está posada sobre lasp. 240 baldosas, de esquina a esquina, y las dos mujeres, que lloran en los ángulos, tienen en las manos cruzadas el reflejo de las velas. Dorio de Gádex, Clarinito y Pérez, arrimados a la pared, son tres fúnebres fantoches en hilera. Repentinamente, entrometiéndose en el duelo, cloquea un rajado repique, la campanilla de la escalera.

DORIO DE GÁDEX

A las cuatro viene la Funeraria.

CLARINITO

No puede ser esa hora.

DORIO DE GÁDEX

¿Usted no tendrá reloj, Madama Collet?

MADAMA COLLET

¡Que no me lo lleven todavía! ¡Que no me lo lleven!

p. 241PÉREZ

No puede ser la Funeraria.

DORIO DE GÁDEX

¡Ninguno tiene reloj! ¡No hay duda que somos unos potentados!

Claudinita, con andar cansado, trompicando, ha salido para abrir la puerta. Se oye rumor de voces, y la tos de Don Latino de Hispalis. La tos clásica del tabaco y del aguardiente.

DON LATINO

¡Ha muerto el Genio! ¡No llores, hija mía! ¡Ha muerto, y no ha muerto!... ¡El Genio es inmortal!... ¡Consuélate, Claudinita, porque eres la hija del primer poeta español! ¡Que te sirva de consuelo saberp. 242 que eres la hija de Víctor Hugo! ¡Una huérfana ilustre! ¡Déjame que te abrace!

CLAUDINITA

¡Usted está borracho!

DON LATINO

Lo parezco. Sin duda lo parezco. ¡Es el dolor!

CLAUDINITA

¡Si tumba el vaho de aguardiente!

DON LATINO

¡Es el dolor! ¡Un efecto del dolor, estudiado científicamente por los alemanes!

Don Latino tambaléase en la puerta, con el cartapacio de las revistas en bandolera, y el perrillo sin rabo y sin orejas, entre las cañotas. Trae los espejuelos alzados sobrep. 243 la frente, y se limpia los ojos chispones con un pañuelo mugriento.

CLAUDINITA

Viene a dos velas.

DORIO DE GÁDEX

Para el funeral. ¡Siempre correcto!

DON LATINO

Max, hermano mío, si menor en años...

DORIO DE GÁDEX

Mayor en prez. Nos adivinamos.

DON LATINO

¡Justamente! Tú lo has dicho, bellaco.

DORIO DE GÁDEX

Antes lo había dicho el maestro.

p. 244DON LATINO

¡Madama Collet, es usted una viuda ilustre, y en medio de su intenso dolor debe usted sentirse orgullosa de haber sido la compañera del primer poeta español! ¡Murió pobre como debe morir el Genio! ¡Max, ya no tienes una palabra para tu perro fiel! Max, hermano mío, si menor en años, mayor en...

DORIO DE GÁDEX

Prez.

DON LATINO

¡Ya podías haberme dejado terminar, majadero! ¡Jóvenes modernistas, ha muerto el maestro, y os llamáis todos de tú en el Parnaso Hispano-Americano! ¡Yo tenía apostado con este cadáver frío, sobre cuálp. 245 de los dos emprendería primero el viaje, y me ha vencido en esto, como en todo! ¡Cuántas veces cruzamos la misma apuesta! ¿Te acuerdas, hermano? ¡Te has muerto de hambre, como yo voy a morir, como moriremos todos los españoles dignos! ¡Te habían cerrado todas las puertas, y te has vengado muriéndote de hambre! ¡Bien hecho! ¡Que caiga esa vergüenza sobre los cabrones de la Academia! ¡En España es un delito el talento!

Don Latino se dobla, y besa la frente del muerto. El perrillo, a los pies de la caja, entre el reflejo inquietante de las velas, agita el muñón del rabo. Madama Collet levanta la cabeza con un gesto doloroso dirigido a los tres fantoches en hilera.

p. 246MADAMA COLLET

¡Por Dios, llévenselo ustedes al pasillo!

DORIO DE GÁDEX

Habrá que darle amoniaco. ¡La trae de alivio!

CLAUDINITA

¡Pues que la duerma! ¡Le tengo una hincha!

DON LATINO

¡Claudinita! ¡Flor temprana!

CLAUDINITA

¡Si papá no sale ayer tarde, está vivo!

DON LATINO

¡Claudinita, me acusas injustamente! ¡Estás ofuscada por el dolor!

p. 247CLAUDINITA

¡Golfo! ¡Siempre estorbando!

DON LATINO

¡Yo sé que tú me quieres!

DORIO DE GÁDEX

Vamos a damos unas vueltas en el corredor, Don Latino.

DON LATINO

¡Vamos! ¡Esta escena es demasiado dolorosa!

DORIO DE GÁDEX

Pues no la prolonguemos.

Dorio de Gádex empuja al encurdado vejete, y le va llevando hacia la puerta. El perrillo salta por encima de la caja, y los sigue, dejando en el salto torcida una vela.p. 248 En la fila de fantoches pegados a la pared, queda un hueco lleno de sugestiones.

DON LATINO

Te convido a unas tintas. ¿Qué dices?

DORIO DE GÁDEX

Ya sabe usted que soy un hombre complaciente, Don Latino.

Desaparecen en la rojiza penumbra del corredor, largo y triste, con el gato al pie del botijo, y el reflejo almagreño de los baldosines. Claudinita los ve salir encendidos de ira los ojos. Después se hinca a llorar con una crisis nerviosa, y muerde el pañuelo que estruja entre las manos.

CLAUDINITA

¡Me crispa! ¡No puedo verlo! ¡Ese hombre es el asesino de papá!

p. 249MADAMA COLLET

¡Por Dios, hija, no digas demencias!

CLAUDINITA

El único asesino. ¡Le aborrezco!

MADAMA COLLET

Era fatal que llegase este momento, y sabes que lo esperábamos... Le mató la tristeza de verse ciego... No podía trabajar y descansa.

CLARINITO

Verá usted cómo ahora todos reconocen su talento.

PÉREZ

Ya no proyecta sombra.

MADAMA COLLET

Sin el aplauso de ustedes, los jóvenes quep. 250 luchan pasando mil miserias, hubiera estado solo, estos últimos tiempos.

CLAUDINITA

¡Más solo que estaba!

PÉREZ

El maestro era un rebelde como nosotros.

MADAMA COLLET

¡Max, pobre amigo, tú solo te mataste! ¡Tú, solamente, sin acordar de estas pobres mujeres! ¡Y toda la vida has trabajado para matarte!

CLAUDINITA

¡Papá era muy bueno!

MADAMA COLLET

¡Solo fue malo para sí!

p. 251Aparece en la puerta un hombre alto, abotonado, escueto, grandes barbas rojas de judío anarquista, y ojos envidiosos, bajo el testuz de bisonte obstinado. Es un fripón periodista alemán, fichado en los registros policíacos como anarquista ruso, y conocido por el falso nombre de Basilio Soulinake.

BASILIO SOULINAKE

¡Paz a todos!

MADAMA COLLET

¡Perdone usted, Basilio! ¡No tenemos siquiera una silla que ofrecerle!

BASILIO SOULINAKE

¡Oh! No se preocupe usted de mi persona. De ninguna manera. No lo consiento, Madama Collet. Y me dispense usted a mí si llego con algún retraso, como la guardiap. 252 valona, que dicen ustedes siempre los españoles. En la taberna donde comemos algunos emigrados eslavos, acabo de tener la referencia de que había muerto mi amigo Máximo Estrella. Me ha dado el periódico el chico de Pica Lagartos. ¿La muerte vino de improviso?

MADAMA COLLET

¡Un colapso! No se cuidaba.

BASILIO SOULINAKE

¿Quién certificó la defunción? En España son muy buenos los médicos, y como los mejores de otros países. Sin embargo, una autoridad completamente mundial les falta a los españoles. No es como sucede en Alemania. Yo tengo estudiado durante diez años medicina, y no soy doctor. Mi primerap. 253 impresión al entrar aquí ha sido la de hallarme en presencia de un hombre dormido, nunca de un muerto. Y en esa primera impresión me empecino, como dicen los españoles. Madama Collet, tiene usted una gran responsabilidad. ¡Mi amigo Max Estrella no está muerto! Presenta todos los caracteres de un interesante caso de catalepsia.

Madama Collet y Claudinita se abrazan con un gran grito, repentinamente aguzados los ojos, manos crispadas, revolantes sobre la frente las sortijillas del pelo. Señá Flora, la portera, llega acezando: La pregonan el resuello y sus chancletas.

LA PORTERA

¡Ahí está la carroza! ¿Son ustedes suficientesp. 254 para bajar el cuerpo del finado difunto? Si no lo son, subirá mi esposo.

CLARINITO

Gracias, nosotros nos bastamos.

BASILIO SOULINAKE

Señora portera, usted debe comunicarle al conductor del coche fúnebre, que se aplaza el sepelio. Y que se vaya con viento fresco. ¿No es así como dicen ustedes los españoles?

MADAMA COLLET

¡Que espere!... Puede usted equivocarse, Basilio.

LA PORTERA

¡Hay bombines y javiques en la calle, y si no me engaño, un coche de galones! ¡Cuidadop. 255 lo que es el mundo, parece el entierro de un concejal! ¡No me pensaba yo que tanto representaba el finado! Madama Collet, ¿qué razón le doy al gachó de la carroza? ¡Porque ese tío no se espera! Dice que tiene otro viaje en la calle de Carlos Rubio.

MADAMA COLLET

¡Válgame Dios! Yo estoy incierta.

LA PORTERA

¡Cuatro Caminos! ¡Hay que ver, más de una legua, y no le queda tarde!

CLAUDINITA

¡Que se vaya! ¡Que no vuelva!

MADAMA COLLET

Si no puede esperar... Sin duda...

p. 256LA PORTERA

Le cuesta a usted el doble, total por tener el fiambre unas horas más en casa. ¡Deje usted que se lo lleven, Madama Collet!

MADAMA COLLET

¡Y si no estuviese muerto!

LA PORTERA

¡Que no está muerto! Ustedes sin salir de este aire, no perciben la corrupción que tiene.

BASILIO SOULINAKE

¿Podría usted decirme, señora portera, si tiene usted hecho estudios universitarios acerca de medicina? Si usted los tiene, yo me callo y no hablo más. Pero si usted no los tiene, me permitirá de no darle beligerancia,p. 257 cuando yo soy a decir que no está muerto, sino cataléptico.

LA PORTERA

¿Que no está muerto? ¡Muerto y corrupto!

BASILIO SOULINAKE

Usted, sin estudios universitarios, no puede tener conmigo controversia. La democracia no excluye las categorías técnicas, ya usted lo sabe, señora portera.

LA PORTERA

¡Un rato largo! ¡Conque no está muerto! ¡Habría usted de estar como él! Madama Collet, ¿tiene usted un espejo? Se lo aplicamos a la boca y verán ustedes como no lo alienta.

p. 258BASILIO SOULINAKE

¡Esa es una comprobación anticientífica! Como dicen siempre ustedes todos los españoles: Un me alegro mucho de verte bueno. ¿No es así como dicen?

LA PORTERA

Usted ha venido aquí a dar un mitin, y a soliviantar con alicantinas a estas pobres mujeres, que harto tienen con sus penas y sus deudas.

BASILIO SOULINAKE

Puede usted seguir hablando, señora portera. Ya ve usted que yo no la interrumpo.

Aparece en el marco de la puerta el cochero de la carroza fúnebre: Narices de borracho, chisterón viejo con escarapela, casacap. 259 de un luto raído, peluca de estopa y canillejas negras.

EL COCHERO

¡Que son las cuatro y tengo otro parroquiano en la calle de Carlos Rubio!

BASILIO SOULINAKE

Madama Collet, yo me hago responsable, porque he visto y estudiado casos de catalepsia en los hospitales de Alemania. ¡Su esposo de usted, mi amigo y compañero Max Estrella, no está muerto!

LA PORTERA

¿Quiere usted no armar escándalo, caballero? Madama Collet, ¿dónde tiene usted un espejo?

BASILIO SOULINAKE

¡Es una prueba anticientífica!

p. 260EL COCHERO

Póngale usted un mixto encendido en el dedo pulgar de la mano. Si se consume hasta el final, está tan fiambre como mi abuelo. ¡Y perdonen ustedes si he faltado!

El cochero fúnebre arrima la fusta a la pared, y rasca una cerilla. Acucándose ante el ataúd, desenlaza las manos del muerto, y una vuelve por la palma amarillenta: En la yema del pulgar le pone la cerilla luciente, que sigue ardiendo y agonizando. Claudinita con un grito estridente tuerce los ojos, y comienza a batir la cabeza contra el suelo.

CLAUDINITA

¡Mi padre! ¡Mi padre! ¡Mi padre querido!


p. 261

ESCENA DECIMOCUARTA

UN PATIO EN EL CEMENTERIO DEL ESTE. La tarde fría. El viento adusto. La luz de la tarde sobre los muros de lápidas, tiene una aridez agresiva. Dos sepultureros apisonan la tierra de una fosa. Un momento suspenden la tarea: Sacan lumbre del yesquero, y las colillas de tras la oreja. Fuman sentados al pie del hoyo.

UN SEPULTURERO

Ese sujeto era un hombre de pluma.

p. 262OTRO SEPULTURERO

¡Pobre entierro ha tenido!

UN SEPULTURERO

Los papeles lo ponen por hombre de mérito.

OTRO SEPULTURERO

En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo.

UN SEPULTURERO

¡No hay que poner las cosas tan negras!

OTRO SEPULTURERO

¡Ahí tienes al Pollo del Arete!

UN SEPULTURERO

Y ese, ¿qué ha sacado?

p. 263OTRO SEPULTURERO

Pasarlo como un rey siendo un malasangre. Míralo disfrutando a la viuda de un concejal.

UN SEPULTURERO

Di un ladrón del Ayuntamiento.

OTRO SEPULTURERO

Ponlo por dicho. ¿Te parece que una mujer de posición se chifle así por un tal sujeto?

UN SEPULTURERO

Cegueras. Es propio del sexo.

OTRO SEPULTURERO

¡Ahí tienes el mérito que triunfa! ¡Y para todo la misma ley!

p. 264UN SEPULTURERO

¿Tú conoces a la sujeta? ¿Es buena mujer?

OTRO SEPULTURERO

Una mujer en carnes. ¡Al andar, unas nalgas que le tiemblan! ¡Buena!

UN SEPULTURERO

¡Releche con la suerte de ese gatera!

Por una calle de lápidas y cruces, vienen paseando y dialogando dos sombras rezagadas, dos amigos en el cortejo fúnebre de Máximo Estrella. Hablan en voz baja y caminan lentos, parecen almas imbuidas del respeto religioso de la muerte. El uno, viejo caballero con la barba toda de nieve, y capa española sobre los hombros, es el célticop. 265 Marqués de Bradomín. El otro es el índico y profundo Rubén Darío.

RUBÉN

¡Es pavorosamente significativo que al cabo de tantos años nos hayamos encontrado en un cementerio!

EL MARQUÉS

En el Campo Santo. Bajo ese nombre adquiere una significación distinta nuestro encuentro, querido Rubén.

RUBÉN

Es verdad. Ni cementerio, ni necrópolis. Son nombres de una frialdad triste y horrible, como estudiar Gramática. ¿Marqués, qué emoción tiene para usted necrópolis?

EL MARQUÉS

La de una pedantería académica.

p. 266RUBÉN

Necrópolis para mí es como el fin de todo, dice lo irreparable y lo horrible, el perecer sin esperanza en el cuarto de un Hotel. ¿Y Campo Santo? Campo Santo tiene una lámpara.

EL MARQUÉS

Tiene una cúpula dorada. Bajo ella resuena religiosamente el terrible clarín extraordinario, querido Rubén.

RUBÉN

Marqués, la muerte muchas veces sería amable, si no existiese el terror de lo incierto. ¡Yo hubiera sido feliz hace tres mil años en Atenas!

EL MARQUÉS

Yo no cambio mi bautismo de cristianop. 267 por la sonrisa de un cínico griego. Yo espero ser eterno por mis pecados.

RUBÉN

¡Admirable!

EL MARQUÉS

En Grecia quizá fuese la vida más serena que la vida nuestra...

RUBÉN

¡Solamente aquellos hombres han sabido divinizarla!

EL MARQUÉS

Nosotros divinizamos la muerte. No es más que un instante la vida, la única verdad es la muerte... Y de las muertes, yo prefiero la muerte cristiana.

RUBÉN

¡Admirable filosofía de hidalgo español!p. 268 ¡Admirable! ¡Marqués, no hablemos más de Ella!

Callan y caminan en silencio. Los sepultureros, acabada de apisonar la tierra, uno tras otro beben a chorro de un mismo botijo. Sobre el muro de lápidas blancas, las dos figuras acentúan su contorno negro. Rubén Darío y el Marqués de Bradomín se detienen ante la mancha oscura de la tierra removida.

RUBÉN

¿Marqués, cómo ha llegado usted a ser amigo de Máximo Estrella?

EL MARQUÉS

Max era hijo de un capitán carlista que murió a mi lado en la guerra. ¿Él contaba otra cosa?

p. 269RUBÉN

Contaba que ustedes se habían batido juntos en una revolución, allá en México.

EL MARQUÉS

¡Qué fantasía! Max nació treinta años después de mi viaje a México. ¿Sabe usted la edad que yo tengo? Me falta muy poco para llevar un siglo a cuestas. Pronto acabaré, querido poeta.

RUBÉN

¡Usted es eterno, Marqués!

EL MARQUÉS

¡Eso me temo, pero paciencia!

Las sombras negras de los sepultureros —al hombro las azadas lucientes— se acercan por la calle de tumbas. Se acercan.

p. 270EL MARQUÉS

¿Serán filósofos, como los de Ofelia?

RUBÉN

¿Ha conocido usted alguna Ofelia, Marqués?

EL MARQUÉS

En la edad del pavo todas las niñas son Ofelias. Era muy pava aquella criatura, querido Rubén. ¡Y el príncipe, como todos los príncipes, un babieca!

RUBÉN

¿No ama usted al divino William?

EL MARQUÉS

En el tiempo de mis veleidades literarias, lo elegí por maestro. ¡Es admirable! Con un filósofo tímido, y una niña boba enp. 271 fuerza de inocencia, ha realizado el prodigio de crear la más bella tragedia. Querido Rubén, Hamlet y Ofelia, en nuestra dramática española serían dos tipos regocijados. ¡Un tímido y una niña boba, lo que hubieran hecho los gloriosos hermanos Quintero!

RUBÉN

Todos tenemos algo de Hamletos.

EL MARQUÉS

Usted, que aún galantea. Yo, con mi carga de años, estoy más próximo a ser la calavera de Yorik.

UN SEPULTURERO

Caballeros, si ustedes buscan la salida, vengan con nosotros. Se va a cerrar.

p. 272EL MARQUÉS

Rubén, ¿qué le parece a usted quedarnos dentro?

RUBÉN

¡Horrible!

EL MARQUÉS

Pues entonces sigamos a estos dos.

RUBÉN

Marqués, ¿quiere usted que mañana volvamos para poner una cruz sobre la sepultura de nuestro amigo?

EL MARQUÉS

¡Mañana! Mañana, habremos los dos olvidado ese cristiano propósito.

RUBÉN

¡Acaso!

p. 273En silencio y retardándose, siguen por el camino de los sepultureros que, al revolver los ángulos de las calles de tumbas, se detienen a esperarlos.

EL MARQUÉS

Los años no me permiten caminar más de prisa.

UN SEPULTURERO

No se excuse usted, caballero.

EL MARQUÉS

Pocos me faltan para el siglo.

OTRO SEPULTURERO

¡Ya habrá usted visto entierros!

EL MARQUÉS

Si no sois muy antiguos en el oficio, probablementep. 274 más que vosotros. ¿Y se muere mucha gente esta temporada?

UN SEPULTURERO

No falta faena. Niños y viejos.

OTRO SEPULTURERO

La caída de la hoja siempre trae lo suyo.

EL MARQUÉS

¿A vosotros os pagan por entierro?

UN SEPULTURERO

Nos pagan un jornal de tres pesetas, caiga lo que caiga. Hoy, a como está la vida, ni para mal comer. Alguna otra cosa se saca. Total, miseria.

OTRO SEPULTURERO

En todo va la suerte. Eso lo primero.

p. 275UN SEPULTURERO

Hay familias que al perder un miembro, por cuidarle de la sepultura, pagan uno o dos o medio. Hay quien ofrece y no paga. Las más de las familias pagan los primeros meses. Y lo que es el año, de ciento una. ¡Dura poco la pena!

EL MARQUÉS

¿No habéis conocido ninguna viuda inconsolable?

UN SEPULTURERO

¡Ninguna! Pero pudiera haberla.

EL MARQUÉS

¿Ni siquiera habéis oído hablar de Artemisa y Mausoleo?

UN SEPULTURERO

Por mi parte, ni la menor cosa.

p. 276OTRO SEPULTURERO

Vienen a ser tantas las parentelas que concurren a estos lugares, que no es fácil conocerlas a todas.

Caminan muy despacio. Rubén, meditabundo, escribe alguna palabra en el sobre de una carta. Llegan a la puerta, rechina la verja negra. El Marqués, benevolente, saca de la capa su mano de marfil, y reparte entre los enterradores algún dinero.

EL MARQUÉS

No sabéis mitología, pero sois dos filósofos estoicos. Que sigáis viendo muchos entierros.

UN SEPULTURERO

Lo que usted ordene. ¡Muy agradecido!

p. 277OTRO SEPULTURERO

Igualmente. Para servir a usted, caballero.

Quitándose las gorras, saludan y se alejan. El Marqués de Bradomín, con una sonrisa, se arrebuja en la capa. Rubén Darío conserva siempre en la mano el sobre de la carta donde ha escrito escasos renglones. Y dejando el socaire de unas bardas, se acerca a la puerta del cementerio el coche del viejo Marqués.

EL MARQUÉS

¿Son versos, Rubén? ¿Quiere usted leérmelos?

RUBÉN

Cuando los haya depurado. Todavía son un monstruo.

p. 278EL MARQUÉS

Querido Rubén, los versos debieran publicarse con todo su proceso, desde lo que usted llama monstruo hasta la manera definitiva. Tendrían entonces un valor como las pruebas de agua-fuerte. ¿Pero usted no quiere leérmelos?

RUBÉN

Mañana, Marqués.

EL MARQUÉS

Ante mis años, y a la puerta de un cementerio, no se debe pronunciar la palabra mañana. En fin, montemos en el coche, que aún hemos de visitar a un bandolero. Quiero que usted me ayude a venderle a un editor el manuscrito de mis Memorias. Necesito dinero. Estoy completamente arruinadop. 279 desde que tuve la mala idea de recogerme a mi Pazo de Bradomín. ¡No me han arruinado las mujeres, con haberlas amado tanto, y me arruina la agricultura!

RUBÉN

¡Admirable!

EL MARQUÉS

Mis Memorias se publicarán después de mi muerte. Voy a venderlas como si vendiese el esqueleto. Ayudémonos.


p. 281

ESCENA ÚLTIMA

LA TABERNA DE PICA LAGARTOS. Lobreguez con un temblor de acetileno. Don Latino de Hispalis, ante el mostrador, insiste y tartajea convidando al Pollo del Pay-pay. Entre traspiés y traspiés, da la pelma.

DON LATINO

¡Beba usted, amigo! ¡Usted no sabe la pena que rebosa mi corazón! ¡Beba usted! ¡Yo bebo sin dejar cortinas!

p. 282EL POLLO

Porque usted no es castizo.

DON LATINO

¡Hoy hemos enterrado al primer poeta de España! ¡Cuatro amigos en el cementerio! ¡Acabose! ¡Ni una cabrona representación de la Docta Casa! ¿Qué te parece, Venancio?

PICA LAGARTOS

Lo que usted guste, Don Latí.

DON LATINO

¡El Genio brilla con luz propia! ¿Que no, Pollo?

EL POLLO

Que sí, Don Latino.

DON LATINO

¡Yo he tomado sobre mis hombros, publicarp. 283 sus escritos! ¡La honrosa tarea! ¡Soy su fideicomisario! Nos lega una novela social, que está a la altura de Los Miserables. ¡Soy su fideicomisario! Y el producto íntegro de todas las obras, para la familia. ¡Y no me importa arruinarme publicándolas! ¡Son deberes de la amistad! ¡Semejante al nocturno peregrino, mi esperanza inmortal no mira al suelo! ¡Señores, ni una representación de la Docta Casa! ¡Eso sí, los cuatro amigos, cuatro personalidades! El Ministro de la Gobernación, Bradomín, Rubén y este ciudadano. ¿Que no, Pollo?

EL POLLO

Por mí, ya puede usted contar que estuvo la Infanta.

p. 284PICA LAGARTOS

Me parece mucho decir que se halló la política representada en el entierro de Don Max. Y si usted lo divulga, hasta podrá tener para usted malas resultas.

DON LATINO

¡Yo no miento! ¡Estuvo en el cementerio el Ministro de la Gobernación! ¡Nos hemos saludado!

EL CHICO DE LA TABERNA

¡Sería Fantomas!

DON LATINO

Calla tú, mamarracho. ¡Don Antonio Maura estuvo a dar el pésame en la casa del Gallo!

EL POLLO

José Gómez, Gallito, era un astro, y murióp. 285 en la plaza, toreando muy requetebién, porque ha sido el rey de la tauromaquia.

PICA LAGARTOS

¿Y Terremoto, u séase Juan Belmonte?

EL POLLO

¡Un intelectual!

DON LATINO

Niño, otra ronda. ¡Hoy es el día más triste de mi vida! ¡Perdí un amigo fraternal y un maestro! Por eso bebo, Venancio.

PICA LAGARTOS

¡Que ya sube una barbaridad la cuenta, Don Latí! Tantéese usted, a ver el dinero que tiene. ¡No sea caso!

DON LATINO

Tengo dinero para comprarte a ti, con tu tabernáculo.

p. 286Saca de las profundidades del carrik un manojo de billetes, y lo arroja sobre el mostrador, bajo la mirada torcida del chulo y el gesto atónito de Venancio. El chico de la taberna se agacha por alcanzar entre las zancas barrosas del curda, un billete revolante. La Niña Pisa Bien, amurriada en un rincón de la tasca, se retira el pañuelo de la frente, y espabilándose fisga hacia el mostrador.

EL CHICO DE LA TABERNA

¿Ha heredado usted, Don Latí?

DON LATINO

Me debían unas pocas pesetas, y me las han pagado.

PICA LAGARTOS

No son unas pocas.

p. 287LA PISA BIEN

¡Diez mil del ala!

DON LATINO

¿Te deben algo?

LA PISA BIEN

¡Naturaca! Usted ha cobrado un décimo que yo he vendido.

DON LATINO

No es verdad.

LA PISA BIEN

El 5775.

EL CHICO DE LA TABERNA

¡Ese mismo número llevaba Don Max!

LA PISA BIEN

A fin de cuentas no lo quiso, y se lo llevóp. 288 Don Latí. Y el tío roña, aún no ha sido para darme la propi.

DON LATINO

¡Se me había olvidado!

LA PISA BIEN

Mala memoria que usted se gasta.

DON LATINO

Te la daré.

LA PISA BIEN

Usted verá lo que hace.

DON LATINO

Confía en mi generosidad ilimitada.

El chico de la taberna se desliza tras el patrón, y a hurto, con una seña disimulada,p. 289 le tira del mandil. Pica Lagartos echa la llave al cajón, y se junta con el chaval, en la oscuridad donde están amontonadas las corambres. Hablan expresivos y secretos, pero atentos al mostrador con el ojo y la oreja. La Pisa Bien le guiña a Don Latino.

LA PISA BIEN

¡Don Latí, me dotará usted con esas diez mil del ala!

DON LATINO

Te pondré piso.

LA PISA BIEN

¡Olé, los hombres!

DON LATINO

Crispín, hijo mío, una copa de anisete a esta madama.

p. 290EL CHICO DE LA TABERNA

¡Va, Don Latí!

DON LATINO

¿Te estás confesando?

LA PISA BIEN

¡Don Latí, está usted la mar de simpático! ¡Es usted un flamenco! ¡Amos, deje de pellizcarme!

EL POLLO

Don Latino, pupila, que le hacen guiños a esos capitales.

LA PISA BIEN

¡Si llevábamos el décimo por mitad! Don Latí una cincuenta, y esta servidora de ustedes, seis reales.

p. 291DON LATINO

¡Es un atraco, Enriqueta!

LA PISA BIEN

¡Deje usted las espantás para el calvorota! ¡Vuelta a pellizcarme! ¡Parece usted un chivo loco!

EL POLLO

No le conviene a usted esa gachí.

LA PISA BIEN

En una semana lo enterraba.

DON LATINO

Ya se vería.

EL POLLO

A usted le conviene una mujer con los calores extinguidos.

p. 292LA PISA BIEN

A usted le conviene mi mamá. Pero mi mamá es una viuda decente, y para sacar algo, hay que llevarla a la calle de la Pasa.

DON LATINO

Yo soy un apóstol del amor libre.

LA PISA BIEN

Usted se ajunta con mi mamá y conmigo, para ser el caballero formal que se anuncia en La Corres. Precisamente se cansó de dar la pelma un huésped que teníamos, y dejó una alcoba, para usted la propia. ¿Adónde va usted, Don Latí?

DON LATINO

A cambiar el agua de las aceitunas. Vuelvo. No te apures, rica. Espérame.

p. 293LA PISA BIEN

Don Latí, soy una mujer celosa. Yo le acompaño.

Pica Lagartos deja los secretos con el chaval, y en dos trancos cruza el vano de la tasca: Por el cuello del carrik detiene al curda en el umbral de la puerta. Don Latino guiña el ojo, tuerce la jeta, y desmaya los brazos haciendo el pelele.

DON LATINO

¡No seas vándalo!

PICA LAGARTOS

Tenemos que hablar. Aquí el difunto ha dejado una pella que pasa de tres mil reales —ya se verán las cuentas— y considero que debe usted abonarla.

p. 294DON LATINO

¿Por qué razón?

PICA LAGARTOS

Porque es usted un vivales, y no hablemos más.

El Pollo del Pay-pay se acerca ondulante. A intento, deja ver que está empalmado, tose y se rasca ladeando la gorra. Enriqueta tercia el mantón y ocultamente abre una navajilla.

EL POLLO

Aquí todos estamos con la pupila dilatada, y tenemos opción a darle un vistazo a ese kilo de billetaje.

LA PISA BIEN

Don Latí se va a la calle de ganchete con mangue.

p. 295EL POLLO

¡Fantasía!

PICA LAGARTOS

Tu, pelmazo, guarda la herramienta y no busques camorra.

EL POLLO

¡Don Latí, usted ha dado un golpe en el Banco!

DON LATINO

Naturalmente.

LA PISA BIEN

¡Que te frían un huevo, Nicanor! A Don Latí le ha caído la lotería en un décimo del 5775. ¡Yo se lo he vendido!

PICA LAGARTOS

El muchacho y un servidor lo hemos presenciado. ¿Es verdad, muchacho?

p. 296EL CHICO DE LA TABERNA

¡Así es!

EL POLLO

¡Miau!

Pacona, una vieja que hace celestinazgo y vende periódicos, entra en la taberna con su hatillo de papel impreso, y deja sobre el mostrador un número de «El Heraldo». Sale como entró, fisgona y callada. Solamente en la puerta, mirando a las estrellas, vuelve a gritar su pregón.

LA PERIODISTA

¡Heraldo de Madrid! ¡Corres! ¡Heraldo! ¡Muerte misteriosa de dos señoras en la calle de Bastardillos! ¡Corres! ¡Heraldo!

Don Latino rompe el grupo y se acercap. 297 al mostrador, huraño y enigmático. En el círculo luminoso de la lámpara, con el periódico abierto a dos manos, tartamudea la lectura de los títulos con que adereza el reportero el suceso de la calle de Bastardillos. Y le miran los otros con extrañeza burlona, como a un viejo chiflado.

LECTURA DE DON LATINO

El tufo de un brasero. Dos señoras asfixiadas. Lo que dice una vecina. Doña Vicenta no sabe nada. ¿Crimen o suicidio? ¡Misterio!

EL CHICO DE LA TABERNA

Mire usted si el papel trae los nombres de las gachís, Don Latí.

DON LATINO

Voy a verlo.

p. 298EL POLLO

¡No se cargue usted la cabezota, tío lila!

LA PISA BIEN

Don Latí, vámonos.

EL CHICO DE LA TABERNA

¡Aventuro que esas dos sujetas, son la esposa y la hija de Don Máximo!

DON LATINO

¡Absurdo! ¿Por qué habían de matarse?

PICA LAGARTOS

¡Pasaban muchas fatigas!

DON LATINO

Estaban acostumbradas. Solamente tendría una explicación. ¡El dolor por la pérdida de aquel astro!

p. 299PICA LAGARTOS

Ahora usted hubiera podido socorrerlas.

DON LATINO

¡Naturalmente! ¡Y con el corazón que yo tengo, Venancio!

PICA LAGARTOS

¡El mundo es una controversia!

DON LATINO

¡Un esperpento!

EL BORRACHO

¡Cráneo previlegiado!


p. 302

ACABOSE DE IMPRIMIR ESTE LIBRO

EN LA IMPRENTA CERVANTINA

DE MADRID A XXX DÍAS

DEL MES DE JUNIO

DE MCMXXIV

AÑOS


Contracubierta

ÍNDICE


  Páginas
Dramatis personæ. 11
Escena primera. Hora crepuscular. 13
Escena segunda. La cueva de Zaratustra. 29
Escena tercera. La taberna de Pica Lagartos. 49
Escena cuarta. Noche. 71
Escena quinta. Zaguán en el Ministerio de la Gobernación. 97
Escena sexta. El calabozo. 109
Escena séptima. La redacción de «El Popular». 123
Escena octava. Secretaría particular de Su Excelencia. 147
Escena novena. Un café. 173
Escena décima. Paseo con jardines. 193
Escena undécima. Una calle del Madrid austriaco. 209
Escena duodécima. Rinconada en costanilla. 219
Escena decimotercia. Velorio en un sotabanco. 239
Escena decimocuarta. Un patio en el cementerio del Este. 261
Escena última. La taberna de Pica Lagartos. 281