The Project Gutenberg EBook of Lira Póstuma, by Rubén Darío
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Title: Lira Póstuma
Obras Completas Vol. XXI
Author: Rubén Darío
Illustrator: Enrique Ochoa
Release Date: January 2, 2017 [EBook #53867]
Language: Spanish
Character set encoding: ISO-8859-1
*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LIRA PÓSTUMA ***
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ES PROPIEDAD
RUBÉN DARIO
LIRA PÓSTUMA
VOLUMEN XXI DE LAS OBRAS COMPLETAS ADMINISTRACIÓN
EDITORIAL «MUNDO LATINO» MADRID
En sangre y en llanto está la tierra antigua.
La Muerte cautelosa, o abrasante o ambigua
pasa sobre las huellas
del Cristo de pies sonrosados
que regó lágrimas y estrellas.
La humanidad, inquieta,
ve la muerte de un papa y el nacer de un cometa
como en el año mil.
Y ve una nueva torre de Babel
[2]
desmoronarse en hoguera cruel
al estampido del cañón y del fusil.
«¡Matribus detestata!» Madre negra
a quien el ronco ruido alegra
de los leones: Palas,
odiosa a las dulces mejillas,
puesto que das las flechas y las balas;
abominada seas
por los corrientes siglos y fugaces edades,
porque a pesar de todo, tus fuertes potestades
sucumbirán al trueno de oro de las ideas.
Amontonad bibliotecas,
poblad las pinacotecas
con los prodigios del pincel
y del buril y del cincel.
Hace la evocación de Homero, Vinci, Dante
[3]
para que vean el
espectáculo cruel
desde el principio hasta el fin:
¡La quijada del rumiante
en la mano de Caín
sobre la frente de Abel!...
* * * * *
Se grita: ¡Guerra Santa!
acercando el puñal a la garganta,
o sacando la espada de la vaina;
y en el nombre de Dios,
casas de Dios en Reims y Lovaina
¡las derrumba el obús 42!...
¡No, Reyes! Que la guerra es infernal es cierto;
cierto que duerme un lobo
en el alma fatal del adanida;
[4]
mas también Jesucristo no está muerto.
¡Y contra el homicidio, el odio, el robo,
el es la Luz, el Camino y la Vida!...
* * * * *
¡Emperadores! ¡Reyes! ¡Presidentes! la hora
llegará de la Aurora.
Pasarán las visiones de Durero;
pasarán de Callot los lansquenetes,
los horrores de Goya, el visionario,
en la memoria amarga de la tierra.
Pasará de la guerra el tigre fiero,
se olvidarán obuses y mosquetes,
y ante la sacra sangre del Calvario
se acabarán las sangres de la guerra.
Pájaros de las islas, ¡oh pájaros marinos!
vuestros revuelos, con
ser dicha de mis ojos, son problemas divinos
de mi meditación.
[7]
PÁJAROS DE LAS ISLAS.....
Pájaros de las islas, en vuestra concurrencia
hay una voluntad,
hay un arte secreto y una divina ciencia,
gracia de eternidad.
Vuestras evoluciones, academia expresiva,
signos sobre el azur,
riegan a Oriente ensueño, a Occidente ansia viva,
paz a Norte y a Sur.
La gloria de las rosas y el candor de los lirios
[8]
a vuestros ojos son,
y a vuestras alas líricas son las brisas de Ulises,
los vientos de Jasón.
Almas dulces y herméticas que al eterno problema
sois en cifra veloz
lo mismo que la roca, el huracán, la gema,
el iris y la voz.
Pájaros de las islas, ¡oh pájaros marinos!
vuestros revuelos, con
ser dicha de mis ojos, son problemas divinos
de mi meditación.
Y con las alas puras de mi deseo abiertas
hacia la inmensidad,
imito vuestros giros en busca de las puertas
de la única Verdad.
Sabe: más de una amorosa
Rosa
ante tu frente risueña
sueña.
Dando su amable doctrina
trina
el ruiseñor ante ti,
y
el que se acerca a tu llama
ama.
Quién nos brinda la urna henchida?
¿Quién nos da la estrella escondida?
¿Quién le da sangre al Panida?
La Vida.
¿Quién la copa fragante vierte?
¿Quién detiene el paso a la suerte?
¿Quién a la Esperanza pervierte?
La Muerte.
Ayer el pavimento sonoro de Florida
sintió trotar el tronco de potros de Inglaterra
que arrastran la victoria donde al amor convida
la faz de la morocha más linda de esta tierra.
El coche se perdía camino de Palermo,
cuando miré a mi lado, sentada en su cupé,
a una divina rubia que, como un niño enfermo,
tenía triste y pálida su faz de rosa te.
De esta visión porteña quedó en mi mente escrita
[14]
la página vibrante que es hoy una canción
a tus azules ojos, celeste Margarita,
a tus miradas negras, hermana de Mignon!
[15]
TRISTE, MUY TRISTEMENTE...
Un día estaba yo triste, muy tristemente
viendo cómo caía el agua de una fuente;
era la noche dulce y argentina. Lloraba
la noche. Suspiraba la noche. Sollozaba
la noche. Y el crepúsculo en su suave amatista,
diluía la lágrima de un misterioso artista.
Y ese artista era yo, misterioso y gimiente,
que mezclaba mi alma al chorro de la fuente.
es un ritmo de onda de mar.
[19]
Oh, miseria de toda lucha por lo finito!
es como el ala de la mariposa
nuestro brazo que deja el pensamiento escrito.
Nuestra infancia vale la rosa,
el relámpago nuestro mirar,
y el ritmo que en el pecho
nuestro corazón mueve,
[20]es un ritmo de onda de mar,
o un caer de copo de nieve,
o el del cantar
del ruiseñor,
que dura lo que dura el perfumar
de su hermana la flor.
¡Oh, miseria de toda lucha por lo finito!
el alma que se advierte sencilla y mira claramente
la gracia pura de la luz cara a cara,
como el botón de rosa, como la coccinela,
esa alma es la que al fondo del infinito vuela.
El alma que ha olvidado la admiración, que sufre
en la melancolía agria, olorosa a azufre,
de envidiar malamente y duramente, anida
en un nido de topos. Es manca. Está tullida.
¡Oh, miseria de toda lucha por lo finito!
A Regina Alcalde de Zafra.
Corre, Atalanta, corre, y tu rosas al viento
dejen de su perfume la embriagadora estela;
corre, Atalanta, corre, vuela, Atalanta, vuela
veloz como el relámpago o como el pensamiento.
Deja atrás las montañas pintorescas,
en donde Diana
y sus ninfas hermosas,
al triunfo de la lírica mañana,
se coronan de rosas
frescas.
Y cuando hayas dejado el terrestre elemento,
[22]
vuela sobre la mar como las golondrinas,
y bajo las estrellas que en su azul firmamento
se coronan de rosas diamantinas.
Y en lo azul infinito, detén tu raudo empeño
cuando llegues a la isla en donde mora
una princesa que un día vió un Simbad del Ensueño
que se guió por la huella del carro de la Aurora.
¡Atalanta, alma mía!
¡Alma mía, Atalanta!
Es allí donde eternamente canta
su noche un ruiseñor, una alondra su día.
Hay un jardín y en el jardín hay una
fuente donde se abrevan
pavorreales del Sol y cisnes de la Luna.
Limoneros fragantes sus azahares nievan
y regula las horas una invisible lira.
[23]
Y en un palacio de oro maravilloso mira
a la bella señora
que nostálgica mora;
y dile de mi parte si ha llegado la hora
que mi espíritu anhela...
Y si dice que sí, ven al momento.
Corre, Atalanta, corre, vuela, alma mía, vuela
veloz como el relámpago y como el pensamiento...
Sol y solera sabía
que tenía
esta María
foco de miel ilusiones
pero
lo que a otro poeta espero
es el fiero
querer de los corazones.
Todo está lleno del día
[26]
María.
La voz de un clarin va
allá
para decirte de amor
y de dolor
y para seguir tu suerte
¡hasta la muerte!
¡María!
Aún encuentro todavía
una expresión
que te da mi corazón
que saca de su pensar
pesar
que saca del sentimiento
viento.
No, ya no siento ni amo,
[27]
mas acepta lo que ofrezco
fresco
atado en mi fresco ramo
¡amo!
[31]
A LA REPUBLICA DOMINICANA
I
Olor a nardos y olor a rosa,
lo que adivino, lo que distingo,
el sol, los pájaros, la mariposa,
Santo Domingo, Santo Domingo.
Yo te adivino, yo te distingo
lo que algún día me puedas ser,
Santo Domingo, Santo Domingo,
que yo algún día te pueda ver.
Dios permitiera que yo algún día
[32]
llegara a costas que bellas son,
por sus historias, su melodía,
sus entusiasmos y su Colón.
* * * * *
¡Oh República Dominicana!
Tú que debieras estar,
como una Virgen en su altar,
en toda patria americana;
Tú, que eres la sublime hermana
que nos dió nuestro despertar,
mereces la voz soberana:
¡Toda la tierra y todo el mar!
[33]
II
Brillantes, oro y rubíes,
República Dominicana,
sé cómo orgullosa y ufana
te muestras bella y sonríes.
Tienes para tus hombres fieros,
para tus mujeres uríes,
las palmas de los cocoteros,
las alas de los colibríes.
Santo Domingo, vió una vela
allá, en la Academia, Platón,
y eso anunció la carabela
que llevó a tu tierra Colón.
(Meditaciones de la madrugada.)
Casas de cincuenta pisos,
servidumbre de color,
millones de circuncisos,
máquinas, diarios, avisos
y dolor, dolor, dolor...!
¡Estos son los hombres fuentes
que vierten áureas corrientes
y multiplican simientes
por su ciclópeo fragor,
[36]
y tras la Quinta Avenida
la Miseria está vestida
con dolor, dolor, dolor...!
¡Sé que hay placer y que hay gloria
allí, en el Waldorff Astoria,
en donde dan su victoria
la riqueza y el amor;
pero en la orilla del río
sé quiénes mueren de frío,
y lo que es triste, Dios mío,
de dolor, dolor, dolor...!
Pues aunque dan millonarios
sus talentos y denarios,
son muchos más los calvarios
donde hay que llevar la flor
[37]
de la Caridad divina
que hacia el pobre a Dios inclina
y da amor, amor y amor.
Irá la suprema villa
como ingente maravilla
donde todo suena y brilla
en un ambiente opresor,
con sus conquistas de acero,
con sus luchas de dinero,
sin saber que allí está entero
todo el germen del dolor.
Todos esos millonarios
viven en mármoles parios
con residuos de Calvarios,
y es roja, roja su flor.
No es la rosa que el Sol lleva
[38]
ni la azucena que nieva,
sino el clavel que se abreva
en la sangre del dolor.
Allí pasa el chino, el ruso,
el kalmulko y el boruso;
y toda obra y todo uso
a la tierra nueva es fiel,
pues se ajusta y se acomoda
toda fe y manera toda,
a lo que ase, lima y poda
el sin par tío Samuel.
Alto es él, mirada fiera,
su chaleco es su bandera
como lo es sombrero y frac;
si no es hombre de conquistas
todo el mundo tiene vistas
las estrellas y las listas
[39]
que bien sábese están listas
en reposo o en vivac.
Aquí el amontonamiento
mató amor y sentimiento;
mas en todo existe Dios
y yo he visto mil cariños
acercarse hacia los niños
del trineo y los armiños
del anciano Santa Claus.
Porque el yanqui ama sus hierros,
sus caballos y sus perros,
y su yacht y su foot-ball;
pero adora la alegría,
con la fuerza, la armonía:
un muchacho que se ría
y una niña como un sol.
Jamás he visto quien se entrega
maravillosa y sobrehumana,
siendo la maravilla griega
y siendo la virgen cristiana.
Llenas de penas y engaños,
y de amarguras y dolores,
quisiera mandarte unas flores
que contuvieran mis veinte años.
Veinte años magníficos, puros,
[44]
quizás vagos, quizás perversos,
pero que irían con mis versos
llenos de mis ojos obscuros.
La vida pasa, pisa y vuela,
haciendo la vida en concreto,
dando los ojos de la abuela
para la sonrisa del nieto.
Sonora, pura, bella, inmensa,
permite al que siente y piensa
magnificarte y ofrendarte,
en nombre del verso y del Arte.
Y pues eres una mujer
que hay que admirar y que querer,
que hay que admirar y que amar,
que hay que buscar y que escoger,
que hay que sentir y que estimar,
[45]
que hay que vivir y que adorar,
que hay que dormir y que besar,
que hay que sufrir y contemplar.
Norte puro y belleza nórdicamente pura,
sabiendo la beldad de tu egregia escultura
y de la maravilla que en tus ojos se fragua,
déjame saludarte, hija de Nicaragua.
Yo quería que fuera en francés mi saludo;
pero yo ante tus vates me reconcentro mudo.
Yo sé hablar en la lengua de mi voz familiar,
la que es pan, agua, sal y llama del hogar.
¿Sabes tú el corazón que te busca y prefiere?
[48]
En nuestra tierra, el beso, cuando se inicia, hiere.
No sería pedirte una cosa quimérica
juntar tu amor de Francia a nuestro amor de América.
Tenemos frases, besos y misteriosos halagos,
que dicen nuestras dudas y palabras y afanes;
mas que tienen el alma de nuestros dulces lagos
y el verso hecho de llamas que dan nuestros volcanes.
Sí, gentil digna niña de Francia:
para el hombre que viene allá del mar...,
cualquiera rosa lleva su fragancia
en donde tenga que aromar y amar.
Cuando contemplas, cuando sonríes...
Cuando contemplas, cuando sonríes,
tú no haces nunca que obras preciosas;
cuando sonríes, los colibríes,
cuando contemplas, las mariposas.
¿Por qué fecundas y por qué brillas,
siendo la pálida, la misteriosa,
y siendo el lirio, siendo la rosa
y siendo reina de las Antillas?
[53]
PARA MARIANO DE CAVIA
Maestro: te mando mi alma,
te mando mi rosa, te mando mi amor.
Con un cóndor vivo te mando mi palma,
con una paloma te mando mi flor.
Por tu nacimiento me floreció un verso
lleno de dulzura, y era tan profundo,
que ya contenía todo el universo
con que dominaras la lira del mundo.
Comprende que nunca cambiara mi alma
[54]
por lo que en ti hubiera de ritmo y razón;
laurel que me cubra, no vale tu palma,
y es poco tu afecto por mi corazón.
Para María Guerrero, que
los declamó en el Teatro
Odeón, de Buenos Aires, la
noche del 5 de Julio de 1897.
Al partir, justo es que os diga
cómo a mí no ha sido extraña
tierra en que renace España,
por hidalga y por amiga.
Frescos, fragantes y finos,
nutridos de savia ardiente,
hoy acaricia mi frente
los laureles argentinos.
Vuestros corazones son
[58]
armoniosos y vibrantes
por la sangre de Cervantes,
de Moreto y Calderón.
Y fuera en vosotros mengua
que desdeñarais un día
con vuestra propia hidalguía
vuestra raza y vuestra lengua.
Mas no; lleno de frescor
libre bajo el cielo brilla
el árbol cuya semilla
plantara el Conquistador.
Vine, sí, si vencí yo
la victoria conseguís:
estaré en otro país
pero en otra patria ¡no!
de Calderón halló rosas;
y tuvo palmas fastuosas
la de Tirso de Molina.
La Niña Boba en Castilla
más afamada no fué,
ni la desventura de
doña Estrella de Sevilla.
Vuestro afecto se aquilata,
y nuestro mental tesoro
se ufana en bajel de oro
sobre el Río de la Plata.
Sabéis honrar las brillantes
máscaras, que mi alma adora,
y a Talía vencedora
coronada de diamantes.
Que sois gentiles, es fama;
[60]
mas vuestro afecto conquista
a la dama y a la artista
como artista y como dama.
La noble sangre latina
y la lengua castellana
juntan con el alma hispana
la joven alma argentina.
Y, dichosa mensajera,
yo voy a decir a España
que en nuestra cordial campaña
flota una misma bandera.
Mantengamos ese fuego
que caliente ambas naciones...
¡y, hasta luego, corazones
argentinos; hasta luego!
I
Francisca, tú has venido
en la hora segura;
la mañana es obscura
y está caliente el nido.
Tú tienes el sentido
de la palabra pura,
y tu alma te asegura
el amante marido.
que, terrible y constante,
será contigo dos.
Y que fuera contigo,
como amante y amigo,
al infierno o a Dios.
II
Francisca, es la alborada,
y la aurora es azul;
el amor es inmenso
y eres pequeña tú.
Mas en tu pobre urna
cabe la eterna luz,
que es de tu alma y la mía
un diamante común.
[63]
III
Franca, cristalina,
alma sororal,
entre la neblina
de mi dolor y de mi mal!
Alma pura,
alma franca,
alma obscura
y tan blanca...
Sé conmigo
un amigo,
sé lo que debes ser,
lo que Dios te propuso
la ternura y el huso,
con el grano de trigo
y la copa de vino,
y el trino,
a la hora y a tiempo.
¡A la hora del alba y de la tarde,
del despertar y del soñar y el beso!
Alma sororal y obscura
con tus cantos de España,
que te juntas a mi vida
rara,
y a mi soñar difuso
y a mi soberbia lira,
con tu rueca y tu huso,
ante mi bella mentira,
ante Verlaine y Hugo,
tú que vienes
de campos remotos y ocultos!
[65]
IV
La fuente dice: «Yo te he visto soñar.»
El árbol dice: «Yo te he visto pensar.»
Y aquel ruiseñor de los mil años
repite lo del cuervo: «¡Jamás!»
V
Francisca, sé suave,
es tu dulce deber,
sé para mí un ave
que fuera una mujer.
Francisca, sé una flor
y mi vida perfuma,
hecha toda de amor
y de dolor y espuma.
Francisca, sé un ungüento
[66]
como mi pensamiento;
Francisca, sé una flor
cual mi sutil amor;
Francisca, sé mujer,
como se debe ser...
Saber amar y sentir
y admirar como rezar...
Y la ciencia del vivir
y la virtud de esperar.
VI
Ajena al dolo y al sentir artero,
llena de la ilusión que da la fe,
lazarillo de Dios en mi sendero,
Francisca Sánchez, acompáñame...
En mi pensar de duelo y de martirio,
[67]
casi inconsciente me pusiste miel,
multiplicaste pétalos de lirio
y refrescaste la hoja de laurel.
Ser cuidadosa del dolor supiste
y elevarte al amor sin comprender;
enciendes luz en las horas del triste,
pones pasión donde no puede haber.
Seguramente Dios te ha conducido
para regar el árbol de mi fe;
hacia la fuente de noche y de olvido,
Francisca Sánchez, acompáñame...
Te recomiendo a ti, mi poeta y amigo,
Te recomiendo a ti, mi poeta y amigo,
que comprendas mañana mi profundo cariño,
y que escuches mi voz en la voz de mi niño,
y que aceptes la hostia en la virtud del trigo.
Sabe que cuando muera yo te escucho y te sigo;
que si haces bien, te aplaudo; que si haces mal, te riño;
si soy lira, te canto; si cíngulo, te ciño;
si en tu cerebro, seso, y si en tu vientre, ombligo.
Y comprende que en el don de la pura vida
[72]
que no se puede dar manca ni dividida
para los que creemos que hay algo supremo,
yo me pongo a esperar a la esperanza ida,
y conduzco entretanto la barca de mi vida;
Caronte es el piloto, mas yo dirijo el remo.
A Julia Beatriz Berisso.
Concreción de un jardín de amores,
con tu faz de querubín serio,
cual si supieras el misterio
de la humana flor de las flores;
pronto estarás en la estación
en que tu intuición adivine
a Dios, cuando el pájaro trine,
o palpite tu corazón.
Adivinando a Dios, o al dios
[74]
que en tu mente y en tus sentidos,
por el dulce enigma de dos,
te dé el secreto de los nidos.
Seas emperatriz futura
y un corazón sea tu imperio,
por la beldad de tu ternura
y el cetro de tu cautiverio.
Y versos dulces sean dichos
en donde trisquen halagüeños
los cervatillos de tus sueños
con las corzas de tus caprichos.
Y huelle tu talón de rosa
la arena de oro perfumado
por los ungüentos de la Esposa
en los jardines del Amado.
I
Qué vereda se indica,
cuál es la vía santa,
cuando Jesús predica
o cuando Nietzsche canta?
II
¿La vía de querer,
o la vía de obrar?
¿La vía de poder,
o la vía de amar?
[78]
III
Embriagarse en el opio
que las tristezas calma.
Ser el mártir de su alma
o ser el héroe propio.
IV
Martirizar la vida
con perjuicio del juicio,
y hacerla decidida
para ir al sacrificio.
V
Tener la voluntad
hecha de acero y oro;
tener la honestidad
como íntimo tesoro.
[79]
VI
O bien ser el tirano
que surge de repente,
con la idea en la mente
o la espada en la mano.
VII
En la tierra o el mar,
ser el conquistador
que lleva su esplendor
a matar y a aplastar.
VIII
Pues nuestro hombre de barro
es en todo país:
o Francisco Pizarro
o Francisco de Asís.
[80]
IX
Juntas almas fervientes,
han tenido igual vuelo:
conquistar continentes
o conquistar el cielo.
X
Santidad y heroísmo
tienen el propio vuelo
con el genio que vuela entre los dos:
los Santos y los Héroes
tienen el propio cielo,
y todos ellos buscan la dirección de Dios.
[81]
EL PADRE NUESTRO DE PAN
Padre nuestro, padre ambiguo
de los milagros eternos
que admiramos los modernos
por tu gran prestigio antiguo.
La ninfa junto a la fuente pasa
y tiene en su blancura
lo que inspira, lo que dura,
lo que aroma y lo que abrasa.
Pues al ver la viva flor
[82]
o la estatua que se mueve,
hecha de rosa y de nieve,
nos toma el alma el amor.
Pan nuestro que estás en la tierra,
porque el universo se asombre,
glorificado sea tu nombre
por todo lo que en él se encierra.
Vuélvanos tu reino de fiesta
en que tú aparezcas y cantes
con los tropeles de bacantes
mancillando la floresta.
Hunde siempre violento y vivo
y por tus ímpetus agrestes,
en el cielo cuernos celestes
y en la tierra patas de chivo.
Danos ritmo, medida y pauta
[83]
al amor de tu melodía,
y que haya al amor de tu flauta
amor nuestro de cada día.
Deudas que el alma amando trunca
están en tu disposición,
y no le concedas perdón
a aquel que no haya amado nunca.
Al general J. Santos Zelaya
en la muerte de su madre.
Es Grecia, es Roma. Clámides
y togas. Es el tiempo maravilloso. Es
el Partenón, el templo de Apolo, las Pirámides,
las glorias hechas ruinas que volverán después.
Es el águila enorme que levanta su vuelo
bañada en la luz sacra de vasta poesía.
Y con todo, la herida de su materno duelo
hace exclamar a César inundado de cielo:
—¡Oh madre! ¡Oh madre! ¡Oh madre! ¡Oh dice madre mía!
[89]
VARGAS VILA EN SU LIBRERÍA
En su maravillosa vida trabaja quieto.
El reloj da su hora con tranquilidad.
Pasa un soplo de biblioteca: Ya es Bagdad
o Inspruck, o bien algo que habla de Paracleto.
No sé si a veces su verbo ágil al conceto
en su enérgica forma pasa la Humanidad
en un exceso de pasión o de verdad.
Yo sé que le conozco, le mido y le interpreto.
Desconfía de los que se apropincuan al daño
[90]
de ese querer usual que cariños no finge,
pues siendo bachiller le doctoró el engaño.
Así su amor no corta ni su afecto restringe
sino cuando tritura muy cuerdamente, al paño
la ración de miserias con que ayuda a la esfinge.
Si eres tan bella y pura y misteriosa,
Si eres tan bella y pura y misteriosa, pasa;
no seas ni el rubí, ni la rosa o la brasa,
porque en tus tentaciones maravillosas, puedes
contarme en tus miradas, o meterme en tus redes.
Yo no sé qué hay en ti de la noche estrellada,
y ni sé qué hay en ti de la mujer amada.
Mi nombre miré en la arena
y no lo quise borrar,
para dejarles mis penas
a las espumas del mar.
¿De dónde vienes, mi vida?
Vida mía, ¿adónde vas?
Ven a curarme esta herida,
que no se cierra jamás.
Para qué tanto pensar,
[96]
si en esta cosa tan pura
saboreamos la amargura,
la amargura de la mar.
Filomela está dormida,
¿qué te dijo su canción?
Canta sólo en esta vida
una vez el corazón.
Vida mía, vida mía,
qué divina está la mar.
¿Cómo no supe aquel día
que me habías de olvidar?
Está ardiendo mi incensario,
es una copa de Ofir.
«Navegar es necesario»
y es necesario vivir.
Me dan los vientos su aliento
[97]
y sopla mi voluntad.
Séle tú propicio, ¡oh viento!,
a la barca de Simbad.
Mira el signo sutil que los dedos del viento
Mira el signo sutil que los dedos del viento
hacen al agitar el tallo que se inclina
y se alza en una rítmica virtud de movimiento
con el áureo pincel de la flor de la harina.
Trazan sobre la tela azul del firmamento
el misterio inmortal de la tierra divina
y el alma de las cosas que da su sacramento
en una interminable frescura matutina.
Pues en la paz del campo la faz de Dios asoma.
[102]
De las floridas urnas místico incienso aroma
el vasto altar en donde triunfa la azul sonrisa;
aún verde está y cubierto de flores el madero,
bajo sus ramas llenas de amor pace el cordero
y en la espiga de oro y luz duerme la misa.
Luz antigua. Velas rojas.
Velas blancas. Bruma. Sol.
A Miguel Moya.
El pinar está a mi lado.
¡Oh, dulzura del pinar!
El pinar está a mi lado,
¡cuántas cosas me ha contado
que no puedo revelar!
¡Oh pinar suave y sombrío
que produces dulce son!
Son de espumas, son de río;
[106]
son amable al sueño mío;
son de sueño y corazón.
He soñado historia y brillo,
armas, glorias y poder;
fuí señor de horca y cuchillo
al amparo del castillo,
del castillo de Bellver.
Y las hojas de los pinos
daban sombra a mi soñar;
pinos llenos de los trinos
de los pájaros divinos
que encantaban el pinar.
Luz antigua. Velas rojas.
Velas blancas. Bruma. Sol.
¿Qué murmuran estas hojas
[107]
del pinar en español?
Van marcando los destinos
siempre siglo, norma o fin:
Tú recibe de los pinos
Bon de turpi, en mallorquín.
[109]
NEMROD ESTÁ CONTENTO
Y el Sacro Santo Espíritu
paloma se tornó.
Nemrod está contento...
¡Qué diablo de Nemrod!
El tigre ruge:—¡Vivo!
¡Siento!—brama el león,
y la paloma arrulla:
—Arrullo, siento y soy!
La flecha va en el bosque;
[110]
se hace el bosque feroz,
Nemrod está contento...
¡Qué diablo de Nemrod!
Apolo es el arquero,
Hércules, vencedor;
Ichora, sacrifica;
Vitrifuli y Moloch.
Redimidos carnívoros
con civilización,
imitamos alegres
el ejemplo del sol.
Nemrod está contento...
¡Qué diablo de Nemrod!
El buey y el asno saben
un secreto los dos:
¡El cristo de las bestias
[111]
ha sido el Mal Ladrón!
La sangre de las bestias
es roja bajo el sol;
la esencia de sus vidas
cual las del hombre son;
el ojo del buey tiene
inaudito esplendor.
Nemrod esta contento...
¡Qué diablo de Nemrod!
La lengua de las aves
sabía Salomón,
Mahoma de su yegua
hizo consagración.
Nemrod está contento...
¡Qué diablo de Nemrod!
Las torres de la catedral
aparecieron. Las divinas
horas de la mañana pura,
I
En un momento crepuscular
pensé cantar una canción
en que toda la esencia mía
se exprimiría por mi voz:
predicaciones de San Pablo
o lamentaciones de Job,
de versículos evangélicos
o preceptos de Salomón.
¡Oh, Dios!
¿Hacia qué vaga Compostela
[116]
iba yo en peregrinación?
Con Valle Inclán o con San Roque,
¿adónde íbamos, Señor?
El perrillo que nos seguía,
¿no sería, acaso, un león?
Íbamos siguiendo una vasta
muchedumbre de todos los
puntos del mundo, que llegaba
a la gran peregrinación.
Era una noche negra, negra,
porque se había muerto el Sol:
nos entendíamos con gestos
porque había muerto la voz.
Reinaba en todo una espantosa
y profunda desolación.
¡Oh, Dios!
¿Y adónde íbamos aquellos
[117]
de aquella larga procesión;
donde no se hablaba ni oía,
ni se sentía la impresión
de estar en la vida carnal
y sí en el reinado del ¡ay!
Y en la perpetuidad del ¡oh!?
¡Oh, Dios!
II
Las torres de la catedral
aparecieron. Las divinas
horas de la mañana pura,
las sedas de la madrugada
saludaron nuestra llegada
con campanas y golondrinas.
¡Oh, Dios!
Y jamás habíamos visto
[118]
envuelto en oro y albor
emperador de aire y de mar,
que aquel Señor Jesucristo
sobre la custodia del Sol,
¡Oh, Dios!
Para tu querer y tu amar.
Visión fué de los peregrinos,
mas brotaron todas las flores
en roca dura y campo magro;
y por los prodigios divinos,
tuvimos pájaros cantores
cantando el verso del milagro.
Por la calle de los difuntos
vi a Nietzsche y Heine en sangre tintos;
parecían que estaban juntos
e iban por caminos distintos.
La ruta tenía su fin,
[119]
y dividimos un pan duro
en el rincón de un quicio oscuro
con el marqués de Bradomín.
[121]
AL RECIBIR UNA CARTA DE BUENOS AIRES
Has apurado, Rubén,
la célica medicina;
esperanza, amor y bien
son una poción divina,
peregrina.
Superior a toda ciencia
que te puedan dar los sabios:
ella ha vertido en tus labios
el elixir de Juvencia.
Lo que fué ya está borrado,
y el porvenir que obscuro era
es presente iluminado
por alba de primavera
verdadera.
Brille tu genio fecundo,
oriente sus ricas galas;
Alondra, tiende tus alas
sobre la aurora del mundo.
L. H. D.
Nunca ha existido doctor
crisostómico parlante
que aplicara semejante
Medicina del amor.
virtud tan linda y leal
de tal ciencia peregrina,
diamantina
la alondra alzará su vuelo,
pues le señalas abiertas
tú las puertas
de la esperanza y del cielo.
¡Ay!, hermano,
soberano
que te vas por todas partes
de las ciencias y las artes,
el corazón en la mano!
Que en los dos
se cristalice un poema
hecho de aurora suprema
y de voluntad de Dios!
El amor está en las rosas
las rosas son el amor,
Cupido anda entre las cosas
y hace de ellas una flor.
A veces despierta un nido,
y a veces se va a vagar,
y anda en el viento, en el ruido
en el bosque y en el mar.
Hace despertar los truenos
[124]
y hace rugir los leones,
y forma jardines buenos
dentro de los corazones.
Es la voz, la voz errante,
que no encuentra su vocablo,
y expresa al ángel flotante,
o expresa al prófugo diablo.
Se extenúa, se propaga,
se multiplica, se vierte,
y es profunda, triste, vaga,
toda vida o toda muerte.
Anda errante un silfo extraño
que llena mi alma invasora
con las perlas de la hora
y los diamantes del año.
Yo al silfo le he visto. Y es
[125]
todo perlas y brillantes.
Las perlas se llaman: antes,
y los brillantes: después.
Brilla en tu alma una estrella nórdicamente pura,
y en la blanca beldad de tu egregia escultura,
una maravillosa virtud de amor se fragua
que ha encendido una chispa del sol de Nicaragua.
Que bendecida sea la parisiense hermosa
que hechizara allí lejos, como una rubia hada
al picaflor de fuego y a la garza de rosa,
con el místico azul de su tierna mirada!
Entre vivas fragancias tendrás a Pan sumiso;
[128]
por ti será más bello el lago de cristal,
la aurora de mi tierra ave del Paraíso,
y el poniente del trópico un gran pavo real.
Oh Dios! Jamás yo pienso
en este vivir asesino,
hecho con la mujer y el vino
y con este Dios tan inmenso.
Este camino tan extenso,
que ni siquiera lo adivino;
esta viña aquí, y este pino
en la montaña en que yo pienso,
y esta montaña de cristal,
[130]
y esa reina del corazón,
y esa princesa del coral,
y esa novia de la ilusión,
si son del bien o son del mal...
Y después de todo..., ¡si son!...
Pues la anciana me dijo: mira esta rosa seca
que encantó el aparato de su estación un día:
el tiempo que los muros altísimos derrueca
no privará este libro de su sabiduría.
En esos secos pétalos hay más filosofía
que la que darte pueda tu sabia biblioteca;
ella en mis labios pone la mágica armonía
con que en mi torno encarno los sueños de mi rueca.
«Sois un hada», le dije: «Soy un hada, me dijo:
[132]
y de la Primavera celebro el regocijo
dándoles vida y vuelo a estas hojas de rosa.»
Y transformóse en una princesa perfumada,
y en el aire sutil, de los dedos del hada
voló la rosa seca como una mariposa.
Recordar el parque Cousiño
como una divina visión,
A una chilena.
Como son cosas de niño
y de visión y de ilusión
recordar el parque Cousiño
como una divina visión,
recordar las frondas espesas,
la opulencia de los carruajes,
y aquellas damas con sus trajes,
que eran a mí todas marquesas.
Y no haberte visto, señora,
[136]
encarnación de poesía,
saludarte en nombre del día
y besarte en nombre de aurora.
Brindarte por el sol y el agua
y por el granizo y el trueno,
una chispa de sol chileno
en un verso de Nicaragua.
Tú eres la luz y eres el templo
cuando con tu manto chileno
sabes hacer al hijo bueno
y brindas belleza y ejemplo.
Perla pura entre perlas buenas,
dulce belleza hecha de bien,
tu beldad nos viene de Atenas,
tu bondad de Jerusalén.
En ti veo paloma y honda,
[137]
todo misterio y poesía,
la sonrisa de la Yoconda
hecha por la Virgen María.
Si hay alguien que te llama bella
buscando el adularte, dile:
—¡Yo soy la más hermosa estrella
sobre la bandera de Chile!
Joven, te ofrezco el don de esta copa de plata
para que un día puedas calmar la sed ardiente,
la sed que con su fuego más que la muerte mata.
Mas debes abrevarte tan sólo en una fuente,
otra agua que la suya tendrá que serte ingrata,
busca su oculto origen en la gruta viviente
donde la interna música de su cristal desata,
junto al árbol que llora y la roca que siente.
Guíete el misterioso eco de su murmullo,
[140]
asciende por los riscos ásperos del orgullo,
baja por la constancia y desciende al abismo
cuya entrada sombría guardan siete panteras:
son los Siete Pecados, las siete bestias fieras.
Llena la copa y bebe: la fuente está en ti mismo.
Dad limosna al que se agita.
Dad al pobre, dad al pobre
paz, consuelo, alivio, pan!
¡Que recobre
la esperanza y la alegría
con la ayuda que le dan!
A las manos bondadosas
desde el cielo Dios envía
el perfume de las rosas
de la eterna Alejandría.
Dad limosna al que se agita
[144]
por cruel miseria opreso;
a la triste cieguecita,
dadle un beso!
Damas bellas y adorables
que vivís entre esplendores:
a las niñas miserables
dadles pan y dadles flores
Bondadosas y discretas,
dad un beso al pobre niño.
¡Dios bendiga,
Dios bendiga las violetas
que se arrancan del corpiño
para darse a la mendiga!
Si a los tristes dais consuelo,
[145]
sensitivos corazones,
¡Tendréis alas en el cielo
y en la tierra bendiciones!
I
Puesto que crees en Dios, hijo mío, retiene
lo que hay en la profunda voluntad de infinito,
que el dolor o el amor nos explica en el grito,
que en el suspiro espera o que en el llanto viene.
No aguardes que el inmenso clarín de oro truene;
a las nupcias del cielo con mis versos te invito,
no oigas a la faunesa que te lanza su grito,
ni al fauno extraordinario que su siringa suene.
Pero marcha, hijo mío, con tu flauta y tu lira
[148]
adonde Dios te llame y tu flauta te lleve,
lo que el Amor te dé y la Vida te inspira.
Haz tus versos de noche, haz tus versos de nieve;
tú tienes el poder de la lengua y la lira
con el dáctilo dúctil y con la danza leve...
II
Vive, vibra, fuerte y suave,
todo conciencia y corazón;
te aconsejo ser un león,
pero con tus alas de ave.
De tal modo que sin reproche
[149]
y lleno de tu poesía,
tengas tu estrella blanca al día
y constelaciones de noche.
Y que por mente y corazón,
encuentres al amanecer
la estrella de Lucifer,
otra estrella del corazón.
Y que pues la suerte convida
a vivir, tengas por vivir
la voluntad de existir
con la belleza de la vida.
Y pues que tienes una estrella
que te ha encontrado la virtud
de perpetuar tu juventud,
toda grande y toda bella,
y sabes quererte y conservarte,
[150]
ten fragancia y ten conciencia,
y oye el secreto de la ciencia
que tiene la virtud del Arte...
III
Puesto que tú me dices que eres mi hijo, ¡hijo mío!,
y tienes fe en mis lirios y confianza en mis rosas,
voy a confiarte ideas, voy a decirte cosas,
y amarás grandemente a tu Rubén Darío.
Tú comprendes mis versos e interpretas mis prosas,
y las aguas que corren en mi profundo río,
y, así, cuando te hable de las Musas hermosas
séme profundamente y eternamente mío.
Algo de la ilusión, algo del pensamiento,
[151]
algo del corazón, algo del sentimiento,
de las cosas que son, de las cosas que siento,
lo que he visto en la tierra, lo que oí en el mar,
lo que puedo ofrecer, lo que brinde mi aliento
y lo que en mi palabra te pueda yo ofrendar.
Y salpicando con las espumas del mar
Pasa que la idea azul do van las bandolinas
sé que pensar y hacer y bregar y soñar,
y salpicando con las espumas del mar
de tempestades infernales y divinas.
De mi triste corona, ¿cuántas son las espinas?
Pues una a una apenas me las puedo arrancar.
Recuerdas mis confianzas, pues las ruges, ¡oh mar!
¡Y recuerdas mis penas, ruiseñor, pues las trinas!
Voz de fuerza o dulzura en la gloria del día,
[156]
bajo los vastos cielos, sobre los oceanos,
inclinemos la frente ante la Poesía.
Dejemos de palabras y gestos vanos,
y puesto que el instante es bueno todavía,
levantemos los ojos y juntemos las manos.
Ama tu ritmo y ritma tus acciones
bajo su ley, así como tus versos;
eres un universo de universos
y tu alma una fuente de canciones.
La celeste unidad que presupones
hará brotar en ti mundos diversos
y al resonar tus números dispersos
pitagoriza en tus constelaciones.
Escucha la retórica divina
[158]
del pájaro del aire y la nocturna
irradiación geométrica adivina;
mata la indiferencia taciturna
y engarza perla y perla cristalina
en donde la verdad vuelca su urna.
Y tienen brazos y tienen vientre y boca.
A J. S.
I
Los olivos que tu Pilar pintó, son ciertos.
Son paganos, cristianos y modernos olivos,
que guardan los secretos deseos de los muertos
con gestos, voluntades y ademanes de vivos.
Se han juntado a la tierra, porque es carne de tierra
su carne; y tienen brazos y tienen vientre y boca
que lucha por decir el enigma que encierra
su ademán vegetal o su querer de roca.
En los Getsemaníes que en la isla de oro
[162]
fingen en torturada pasividad eterna
se ve una muchedumbre que haya escuchado un coro
o que acaba de hallar l'agua de una cisterna.
Ni Gustavo Doré miró estas maravillas,
ni se puede pintar como Aurora Dupin
con incomodidad, con prosa y con rencillas
lo que bien comprendía el divino Chopin...
Los olivos que están aquí son los olivos
que desde las prístinas estaciones están
y que vieron danzar los Faunos y los chivos
que seguían el movimiento que dió Pan.
Los olivos que están aquí, los ejercicios
vieron de los que daban la muerte con las piedras,
y miraron pasar los cortejos fenicios
como nupcias romanas coronadas de hiedras.
Mas sobre toda aquesa usual arqueología
[163]
vosotros, cuyo tronco y cuyas ramas son
hechos de la sonora y divina armonía
que puso en vuestro torno Publio Ovidio Nassón.
No hay religión o las hay todas por vosotros.
Las Américas rojas y las Asias distantes
llevan sus dioses en los tropeles de potros
o las rituales caminatas de elefantes.
Que buscando lo angosto de la eterna Esperanza,
nos ofrece el naciente de una inmediata aurora,
con lo que todo quiere y lo que nada alcanza,
que es la fe y la esperanza y lo que nada implora.
Alma mía, perdura en tu idea divina.
Todo está bajo el signo de un destino supremo;
sigue en tu rumbo, sigue hasta el ocaso extremo
por el camino que hacia la Esfinge te encamina.
Corta la flor al paso, deja la dura espina;
en el río de oro lleva a compás el remo;
saluda el rudo arado del rudo Triptolemo,
y sigue como un dios que sus sueños destina...
Y sigue como un dios que la dicha estimula,
[166]
y mientras la retórica del pájaro te adula,
y los astros del cielo te acompañan, y los
ramos de la Esperanza surgen primaverales,
atraviesa impertérrita por el bosque de males
sin temer las serpientes; y sigue, como un dios...
La niña de los ojos azules ha partido
al alba del amor:
En memoria de Mlle. Anne-Marie Heber García.
La niña de los ojos azules ha partido
al alba del amor:
como la rosa de Malherbe, ella ha vivido
la vida de una flor.
Dejó el fuego fugaz la dulce adolescencia
al influjo mortal,
¡y se fué hacia el azul, como se va la esencia
del pomo de cristal!
Tal las almas se van sin oir nuestro grito
[170]
ni escuchar nuestro adiós,
y se echan a volar buscando el infinito,
esas aves de Dios.
Mas la esperanza muestra el sol de un nuevo día
de divina verdad;
¡y así al morir aquí, la tierna Ana María,
nace en la eternidad!
y en la blanca beldad de tu egregia escultura
Brilla en tu alma una estrella nórdicamente pura,
y en la blanca beldad de tu egregia escultura
una maravillosa virtud de amor se fragua
que ha encendido una chispa del sol de Nicaragua.
Que bendecida sea la parisiense hermosa
que hechizará allí lejos, como una rubia hada,
al pica-flor de fuego y a la garza de rosa
con el místico azul de su tierna mirada.
Entre vivas fragancias tendrás a Pan sumiso;
[174]
por ti será más bello el lago de cristal,
la aurora de mi tierra, ave del paraíso,
y el poniente del trópico un gran pavo real.
Divina Psiquis, dulce mariposa invisible,
que desde los abismos has venido a ser todo
lo que en mi ser nervioso y en mi cuerpo sensible
forma la chispa sacra de la estatua de lodo.
Te asomas por mis ojos a la luz de la tierra
y prisionera vives en mí de extraño dueño:
te reducen a esclava mis sentidos en guerra
y apenas vagas libre por el jardín del sueño.
Sabia de la Lujuria que sabe antiguas ciencias,
[176]
te sacudes a veces entre imposibles muros,
y más allá de todas las vulgares conciencias
exploras los recodos más terribles y obscuros.
Y encuentras sombra y duelo. Que sombra y duelo encuentres
bajo la viña en donde nace el vino del Diablo.
Te posas en los senos, te posas en los vientres
que hicieron a Juan loco e hicieron cuerdo a Pablo.
A Juan virgen y a Pablo militar y violento,
a Juan que nunca supo del supremo contacto,
a Pablo el tempestuoso que halló a Cristo en el viento,
y a Juan ante quien Hugo se queda estupefacto.
Entre la catedral y las ruinas paganas
vuelas, ¡oh, Psiquis, oh, alma mía!
—Como decía
aquel celeste Edgardo,
que entró en el paraíso entre un son de campanas
[177]
y un perfume de nardo,—
entre la catedral
y las paganas ruinas
repartes tus dos alas de cristal,
tus dos alas divinas.
Y de la flor
que el ruiseñor
canta en su griego antiguo, de la rosa,
vuelas, ¡oh Mariposa!
a posarte en un clavo de Nuestro Señor.
cuando España tenía
todas las torres.
No ha habido más bella torre
que la que era de oro, que la pura de plata,
que la que era de bronce,
cuando España tenía
todas las torres.
¡Levantaos, antiguas armaduras!
¡Moveos, bronces!
¡Sed algo, rocinantes!
¡Morded, gozques!
del gran Escorial asad al toro
del Zodíaco, y dad al mundo
un bello simulacro.
Sed crueles, osados y grandes,
sed los de Cortés y de Pizarro
y aprovechad las ubres de las vacas
que dejaistes más allá del Oceano,
y que os pueden dar leche
por la sangre de antaño!
Ay, triste del que un día en su esfinge interior
pone los ojos e interroga. Está perdido.
Ay del que pide eurekas al placer o al dolor.
Dos dioses hay, y son: Ignorancia y Olvido.
Lo que el árbol desea decir y dice al viento,
y lo que el animal manifiesta en su instinto,
cristalizamos en palabra y pensamiento.
Nada más que maneras expresan lo distinto.
Es Venus, es Venus, es ella!
Es un fanal y es una estrella
que nos indica el más allá,
y que el amor sublime sella
y es una linterna tan bella
que en la noche deja su huella
y no se sabe adonde va.
ÍNDICE
ACABÓSE DE IMPRIMIR
ESTE LIBRO EN MADRID,
EN LA TIPOGRAFÍA YAGÜES,
EL DÍA XV DE ABRIL
DE MCMXIX
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*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LIRA PÓSTUMA ***
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Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
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exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations
from people in all walks of life.
Volunteers and financial support to provide volunteers with the
assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
and permanent future for Project Gutenberg-tm and future
generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary
Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see
Sections 3 and 4 and the Foundation information page at
www.gutenberg.org Section 3. Information about the Project Gutenberg
Literary Archive Foundation
The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary
Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by
U.S. federal laws and your state's laws.
The Foundation's principal office is in Fairbanks, Alaska, with the
mailing address: PO Box 750175, Fairbanks, AK 99775, but its
volunteers and employees are scattered throughout numerous
locations. Its business office is located at 809 North 1500 West, Salt
Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up to
date contact information can be found at the Foundation's web site and
official page at www.gutenberg.org/contact
For additional contact information:
Dr. Gregory B. Newby
Chief Executive and Director
gbnewby@pglaf.org
Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
Literary Archive Foundation
Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
spread public support and donations to carry out its mission of
increasing the number of public domain and licensed works that can be
freely distributed in machine readable form accessible by the widest
array of equipment including outdated equipment. Many small donations
($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
status with the IRS.
The Foundation is committed to complying with the laws regulating
charities and charitable donations in all 50 states of the United
States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
with these requirements. We do not solicit donations in locations
where we have not received written confirmation of compliance. To SEND
DONATIONS or determine the status of compliance for any particular
state visit www.gutenberg.org/donate
While we cannot and do not solicit contributions from states where we
have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
against accepting unsolicited donations from donors in such states who
approach us with offers to donate.
International donations are gratefully accepted, but we cannot make
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Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation
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ways including checks, online payments and credit card donations. To
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Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic works.
Professor Michael S. Hart was the originator of the Project
Gutenberg-tm concept of a library of electronic works that could be
freely shared with anyone. For forty years, he produced and
distributed Project Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of
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