The Project Gutenberg EBook of Tratado de Ortografía Valenciana Clásica, by José Nebot Pérez This eBook is for the use of anyone anywhere in the United States and most other parts of the world at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at www.gutenberg.org. If you are not located in the United States, you'll have to check the laws of the country where you are located before using this ebook. Title: Tratado de Ortografía Valenciana Clásica Author: José Nebot Pérez Editor: Ángel Aguilar Release Date: March 10, 2020 [EBook #61594] Language: Spanish Character set encoding: UTF-8 *** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK TRATADO DE ORTOGRAFÍA *** Produced by Mario Rodríguez Peña
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ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DE MANUEL PAU, CUARTE, 25, VALENCIA
» II.— De la ortografía en general
» III.— De las letras mayúsculas
» V.— Del uso de las consonantes
» VIII.— De los signos de puntuación
Catálogo de voces de escritura dudosa
Algo sobre fonología valenciana
Este es un libro que, sin leerlo, pudiera yo recomendar, por dos razones: la importancia y oportunidad del asunto y la competencia del autor.
Hace más de cincuenta años que renació en Valencia el cultivo de nuestra lengua peculiar. Son muchos los escritores que la emplean, sobre todo para la poesía, y aún no se han puesto de acuerdo sobre cosa tan esencial como la manera de escribirla. Reina en este renacimiento una verdadera anarquía ortográfica. Muy pocos son los que han puesto en este punto algún cuidado; los más, usan la ortografía caprichosamente, sin fijarse en ella, y muchos son los que, convencidos de su ignorancia, no se atreven á publicar sus composiciones sin que las repase y las corrija alguien más entendido que ellos. Las publicaciones de Lo Rat Penat son las únicas en que se observa, en este punto, alguna uniformidad, no muy estricta. Hace falta, pues, un código ortográfico de la lengua valenciana. Esto es indudable.
El Sr. Nebot es uno de los poquísimos gramáticos que hoy tiene este nuestro querido idioma. Hace tiempo que se dedica á su estudio, y ha dado pruebas de ello en su Gramática valenciana popular y en artículos insertos en diferentes publicaciones. Por eso, desde que supe que iba á dar á luz este libro, entendí que vendría muy á tiempo y que sería obra provechosa. Su lectura ha confirmado esta favorable prevención. La Ortografía valenciana literaria, será muy bien recibida por los que en valenciano escriben; á todos les enseñará algo, á los más les enseñará mucho; y quizás dé lugar á que se inicie la tan deseada fijeza de nuestro Código ortográfico.
Hay dos tendencias en nuestro renacimiento valencianista. Habiendo sido éste una secuela del renacimiento catalán, y siguiendo aún de lejos su marcha triunfal, ha tomado mucho de él. Por otra parte, espíritus reflexivos han pensado que siendo dialectos diferentes de un mismo idioma la lengua que se habla en Cataluña, Mallorca y Valencia, y que dentro de cada una de estas regiones aún se divide en lo que pudiéramos llamar sub-dialectos, el lenguaje literario pudiera y debiera ser único para estos países, como lo fué en los siglos en que más floreció. Así lo han comprendido los escritores mallorquines, que dejando su dialecto para el uso vulgar, escriben literariamente en catalán. Y en Cataluña hay reputados autores que aconsejan la modificación del habla popular en algunos puntos, como una transacción para formar la lengua literaria común á todos los que vivimos en las tierras que se extienden desde los Pirineos hasta Elche, y en las Islas Baleares.
En esto no están conformes los más de los escritores valencianos del día. Protestan del nombre de catalán aplicado á nuestro idioma, como lo aplicó Querol en las Rimas hermosísimas que en nuestra lengua escribió, y entienden que es ella diferente de la que se habla á la otra parte del Ebro, debiendo conservarse distinta, no sólo en la boca de los valencianos, sino en su forma literaria. Nebot es de este parecer; proclama nuestra independencia lingüística, y califica de tan grave herejía el catalanizar el valenciano, como el castellanizarlo.
No he de entrar yo ahora en el examen de esta cuestión, que exigiría largo estudio, hago constar la actitud que en ella adopta el amigo Nebot, porque influye necesariamente en su concepto de la ortografía valenciana, asunto exclusivo de su nuevo trabajo gramatical.
Los mejores poetas valencianos (de los pocos prosistas que tenemos no hay que hablar) han hecho concesiones á la ortografía catalana. Claro es que Nebot no las admite. Quiere que en la ortografía valenciana sea todo genuínamente nuestro. Y para determinar bien este casticismo valenciano, ha hecho muchas y acertadas investigaciones, repasando minuciosamente los autores antiguos, que no siempre pueden servir de autoridad, porque en aquel tiempo no llegó á fijarse bien la manera de escribir nuestra lengua, y estudiando con igual cuidado su parte fonética, que presenta iguales dificultades, porque en unas partes, como sucede en la capital y su comarca, se ha perdido la diferente pronunciación de algunas letras, que en otras se conserva. Sus indagaciones le han sugerido reglas bastante precisas, que explica de una manera muy clara, sin aparato científico, para que todos puedan entenderlas. Letra por letra, recorre- todo el alfabeto, aleccionando perfectamente al lector.
Como mera opinión personal presenta modestamente sus conclusiones en los puntos dudosos y controvertibles; pero yo creo que su trabajo pudiera servir para algo muy importante; pudiera ser la base para llegar á establecer de una manera oficial (relativamente oficial) la ortografía valenciana, como lo desean muchos y poco tiempo ha lo han pedido públicamente beneméritos escritores. Esto es misión que incumbe á Lo Rat Penat, como corporación impulsora y directora de nuestro renacimiento literario. Por sí mismo, ó constituyendo una Academia de la Lengua valenciana, pudiera «fijar, limpiar y dar esplendor» al restaurado idioma de Ausias March, si no realizando esta obra gramatical de golpe y porrazo, lo cual sería difícil y quizá temerario, haciéndolo fragmentariamente y poco á poco. Lo que fuese resolviendo, se aplicaría inmediatamente á las publicaciones de Lo Rat Penat y serviría de ejemplo á los escritores que quisieran someterse á esta norma.
Paréceme que serían admitidas, desde luego, algunas de las observaciones en que más hincapié hace el Sr. Nebot. Citaré una de ellas. Siguiendo á los catalanes, los autores valencianos han eliminado de su alfabeto la letra ch al comienzo de sílaba, sustituyéndola, no por la x, como hacen aquéllos, sino por la g ó la j, según los casos. Así, los catatalanes escriben xich, xop, y la mayor parte de nuestros escritores gich, jop. El autor de este libro quiere que escribamos chich, chop, y para ello se funda en que de este modo lo escribieron los antiguos, y en que ese sonido, entre nosotros, tiene variantes, siendo unas veces explosivo fuerte y otras explosivo suave, diferencia que conviene marcar en la escritura, empleando en el primer caso la ch y en el segundo la g y la j. Yo no tendría inconveniente en aceptar lo que propone Nebot.
Voy á concluir, manifestando mi disentimienta en algo de lo que este concienzudo crítico dice en su nueva producción. Comienza alegando que, por circunstancias especiales de la literatura valenciana, debe disponer de dos gramáticas diferentes, la clásica ó literaria, y la popular; que en la analogía y sintaxis no hay diferencia, y que ésta estriba no más en la ortografía.
Es, en verdad, un hecho, que escriben de dos maneras distintas los que emplean esta lengua; unos la usan literariamente, restaurando el antiguo y genuino idioma, corrompidísimo en el uso vulgar; otros, sin tratar de corregido y depurarlo, emplean el valensiá que ara 's parla, con todos sus vicios. Yo reconozco la legitimidad de este sermo vulgaris; en todas las literaturas se hace uso hasta de los patois más incultos, cuando el asunto lo requiere; lo que no admito es que la única diversidad entre el valenciano literario y el popular sea la ortografía; sus variantes están en el léxico, pues se han perdido en el uso corriente muchas palabras, que conservan los escritores clásicos, y otras se han modificado. La ortografía no debe cambiar; ésta, nada tiene que ver con el lenguaje hablado, y si la han cambiado adoptando la castellana los escritores que lo toman del pueblo, ha sido por ignorancia lamentable ó por facilitar la lectura á lectores igualmente ignorantes. Eso es un verdadero borrón para la literatura valenciana, sea ó no sea popular, y siento que lo justifique quien es tan amante de ella como el Sr. Nebot.
Esto no obsta para que preste, con el presente libro, un importante servicio á nuestra Valencia, por el cual de todo corazón le felicito.
TEODORO LLORENTE.
Como ya he dicho varias veces, y en especial en el prólogo de mi Gramática Valenciana Popular, siempre he creído que por circunstancias especiales de la literatura valenciana debe ésta disponer de dos gramáticas diferentes: la clásica ó literaria y la popular.
Han pasado catorce años desde que publiqué aquella obra, y aunque en ella invité á «quien tuviera autoridad para ello» á escribir la gramática literaria, esta es la hora en que nadie se ha decidido á hacerlo, y continúa la anarquía entre los escritores valencianos, y aumenta la indecisión entre los jóvenes que desean escribir en su lengua materna, sin que nadie les tache de incorrectos, y permanece el valenciano literario en un statu quo imposible de conservar, sin más regla ni guía que el capricho de cada cual.
Por ello, pues, y en vista de que no hay un atrevido, individuo ó corporación, que cargue con el trabajo de poner diques al desbordado río de la literatura valenciana, me decido yo hoy á ello.
No trato, sin embargo, de escribir una gramática completa, sino una parte de ella tan sólo, la ortografía; aquello, por lo demás, sería inútil, puesto que la analogía y la sintaxis deben ser y son, en realidad, exactamente iguales en el lenguaje popular y en el literario, y me vería obligado en consecuencia á copiar aquí literalmente lo que ya escribí en mi Gramática Valenciana Popular; no así la ortografía, pues si bien en lo relativo á los signos de puntuación pueden servir las mismas reglas en ambas gramáticas, no ocurre lo propio en lo que se refiere al uso acertado de las letras, verdadero caballo de batalla indócil hasta ahora en absoluto á todo intento de imposición de freno por parte de los gramáticos valencianos.
Es muy común oir decir á más de cuatro seudoeruditos que los escritores antiguos valencianos hacían muy poco caso de la ortografía y escribían una misma palabra de diferentes modos, sin atender á reglas, y esto no es verdad, dicho así tan en absoluto; lo que ocurría entonces era lo que ocurre ahora, no ya en el valenciano, sino en el castellano y el catalán; ocurría, en primer lugar, que había escritores, escribientes y tipógrafos que sabían ortografía y cuidaban de ella, y otros que, ó la ignoraban en más ó en menos, ó no ponían atención al escribir; en segundo lugar, que la ortografía se iba modificando como ahora y como siempre, según las ideas, las convicciones y aun los caprichos de los primates y de los maestros que se iban sucediendo en las alturas de la literatura y de la cátedra, y en tercero, que había entonces, y hay ahora, y habrá siempre, lo mismo en ortografía que en toda clase de enseñanzas, desde la teología hasta el arte de cocina, puntos en que todos están conformes y puntos en que hay distintas maneras de ver la cosa; así, por ejemplo, escriben hoy unos en castellano harmonía, subscriptor ó viaje y otros armonía, suscritor ó viage, pero no hay nadie que escriba hombre sin h ni España con ella.
A marcar vamos, pues, tales diferencias en esta obra, y, como consecuencia de ello, á fijar lo dogmático y á discutir lo opinable.
Confío en que el convencimiento unánime de cuantos en Valencia se dedican al cultivo de las letras en la lengua materna, en lo referente á la necesidad de adoptar un código ortográfico del que hasta hoy carecemos en absoluto, hará que este ensayo sea bien recibido hasta por aquellos á quienes no logre convencer.
Réstame sólo explicar, contestando á la observación de algún amigo, el motivo de escribir el presente tratado en castellano, siendo así que sólo ha de servir para valencianos; la explicación es muy sencilla; en todas las escuelas públicas y privadas del reino de Valencia se enseña á leer y á escribir en castellano, pero no en valenciano; de aquí que todos los hijos de esta tierra seamos en lo literario castellanos y que en la lengua de Castilla estemos acostumbrados á recibir toda clase de enseñanzas, incluso la historia y la geografía de Valencia y el Catecismo de la Doctrina Cristiana que en castellano se enseña en todas las escuelas y en todas las iglesias del reino.
Así lo han entendido también los más eximios escritores contemporáneos (y su ejemplo es bastante á disculparme), escribiendo en castellano obras de asunto puramente valenciano, como Valencia, de Llorente; Historia de Denia, de Chabás; Sagunto, de Chabret; Antigüedades valencianas, de Teixidor, con adiciones y notas de Chabás; Diccionario de impresores valencianos, de Serrano Morales; los Diccionarios de artistas y de músicos valencianos, del Barón de Alcahalí; La catedral de Valencia, de Sanchis Sivera, y un sinnúmero de memorias y monografías de estos mismos maestros y de los señores Martínez Aloy, Vives Liern, Tramoyeres, Martí Grajales, Rodrigo Pertegás, Barberá, Guillén, Vilanova y cien y cien más.
Aparte de esto, escribir una ortografía valenciana en valenciano, sería prejuzgar la cuestión; y aunque no peco por exceso de modestia, no llega á tanto mi orgullo.
¿Qué debe entenderse por ortografía clásica valenciana? ¿se trata, acaso, de imponer como ley de nuestro lenguaje escrito la forma en que escribían nuestros antepasados en el siglo XIII, en el XV, ni aun en el XVIII? ¿sería esto posible aunque alguien lo pretendiera?
Se necesitaría carecer en absoluto de sentido común para admitir tamaño absurdo; ni hay taumaturgo capaz de unificar en un solo código las mil y mil variantes que, no ya de un siglo á otro, sino entre escritores coetáneos saltan á la vista al primer examen, ni el valencianista más rabioso y fanático se atrevería á escribir hoy orthographia, phylosophia, parrochia, Thomás, Phelipe, chimica, Vrsula, mvla, ereu, òme, como en otros tiempos se ha escrito.
Porque como ya he dicho en otra ocasión, no son las lenguas vivas monolitos inconmovibles á cuyo pie desfilan generaciones tras generaciones sin dejar en ellos huellas de su paso; son, por el contrario, organismos en plena actividad que se transforman lenta, pero incesantemente, no sólo en virtud de las leyes biológicas que rigen su constitución íntima, sino por la presión que sobre ellos ejerce con influjo incontrastable el medio ambiente en que viven y las desviaciones que por atracción ó repulsión imprimen en su marcha fisiológica los organismos similares que les rodean, ora ayudándoles, ora combatiéndolos en su lucha común por la existencia.
¿Cómo es posible, pues, escribir hoy el valenciano (según algunos pretenden), como lo escribían Jaime Roig y Ausias March en el siglo XV ni siquiera como Carlos Ros en el XVIII? ¿Acaso las demás lenguas neo latinas, el castellano, el catalán, el francés, el italiano, se escriben hoy como hace dos ó trescientos años?
Conviene, por lo tanto, fijar el concepto de lo que debe entenderse por clasicismo en el problema de nuestro lenguaje escrito y deslindar de una vez para siempre lo que es propio y privativo del valenciano desde que éste empezó á ser lengua culta y escrita diferente del catalán, de lo que tiene de común con éste por su común origen, ó con el castellano por su influencia más ó menos legítima, pero cierta y positiva.
Salta á la vista que lo primero, es decir, aquello en que la ortografía valenciana se diferencia esencialmente de la catalana y la castellana, ha de ser muy poco; pero como es precisamente lo que da carácter independiente á nuestra lengua y por ende lo que justifica y legitima la publicación del presente tratado, en ello hemos de fijar principalmente la atención, detallando hasta la minuciosidad las más pequeñas variantes y aportando toda clase de razones y comprobantes á fin de llevar la convicción al ánimo del más rebelde.
Podemos, pues, dividir la ortografía clásica valenciana en cuatro secciones fundamentales que pueden titularse del siguiente modo:
1.ª Reglas ortográficas comunes á todas las lenguas derivadas del latín.
2.ª Reglas ortográficas comunes al valenciano y al castellano.
3.ª Reglas ortográficas comunes al valenciano y al catalán.
4.ª Reglas ortográficas propias y privativas del valenciano.
Sin embargo, como esto seria un mal plan de exposición en una obrita que deseamos sirva de libro de consulta á los jóvenes escritores valencianos, adoptamos en ella la división que se acostumbra hacer en todos los tratados de ortografía (1), limitándonos á indicar en el presente capítulo de preliminares el alcance que damos á cada una de las indicadas secciones para poner de manifiesto el criterio que informa nuestro trabajo.
Sección 1.ª— Hija del latín la lengua valenciana, es natural que haya adoptado en lo escrito los signos que empleaba su madre, modificando tan sólo, al igual de sus hermanas las demás lenguas neolatinas, algunos de aquellos por exigencias de las variantes fonéticas que les impusieron los diferentes pueblos que intervinieron en el proceso de su formación; conservamos, por lo tanto, los valencianos las mismas letras que emplearon los latinos y seguimos observando, en la mayoría de ellas, idénticas reglas que tuvieron en lo antiguo.
Son estas letras, que pronunciamos, escribimos y combinamos como todos los lenguajes hijos del latín, las siguientes: a, b, d, e, f, h, i, l, m, n, o, p, q, r, s, t, u, v, y, ç; claro es que la afirmación que acabamos de hacer no es absolutamente exacta, pues en la h, por ejemplo, no seguimos á los italianos que la han eliminado del alfabeto; á la t antes de ia, io, iu, no le damos el sonido de c, como los franceses; sustituímos con la ç el signo z que emplean castellanos, italianos y franceses, y hacemos otras modificaciones parciales en el uso de algunas de estas letras; pero en general, y salvo ligeras excepciones que ya iremos detallando al tratar de cada letra en particular, puede decirse que las reglas ortográficas por que se rigen estas letras son comunes al valenciano y á las demás lenguas latinas.
Sección 2.ª— Aunque la mayoría de los escritores valencianos contemporáneos pertenecientes á la escuela que podemos llamar erudita en contraposición á la popular, han tomado á empeño el distanciarse de la ortografía castellana, inclinándose en cambio á la catalana de tal manera, que casi han llegado á hacer una sola de ésta y la nuestra, es indudable que castellanos y valencianos tenemos desde el siglo XV muchísimas reglas ortográficas comunes; comunidad que fué aumentando con el tiempo hasta el punto de que Carlos Ros pudiera en el siglo XVIII unir en un solo tratado las dos ortografías con su Práctica de Ortographia para los dos idiomas Castellano y Valenciano, y que llegó á convertirse en verdadera unidad en el XIX en manos de los escritores cómicos y satíricos, es decir, de los genuinamente populares, como Bernat y Baldoví, Bonilla, Balader, Liern, Escalante y Palanca.
Sin embargo, aunque sigo creyendo, como ya dije en mi Gramática Valenciana Popular, que esta unificación sería lo más cómodo y fácil para los principiantes, confieso que no es lo literario, lo científico, lo clásico; pero quiero al mismo tiempo recordar una vez más que la ortografía valenciana legítima está hace ya siglos tan distanciada de la catalana como de la castellana, y si bien es cierto que tiene mucho de común con una y otra, no debe en manera alguna confundirse con ninguna de las dos, cuidando de mantener su autonomía y su carácter propio, inspirándose por un lado en la tradición bien comprobada y por otro en el ejemplo de las lenguas similares que han evolucionado prudentemente con objeto de facilitar la lectura y simplificar la escritura.
Ejemplos bien claros tenemos de estas dos fuentes de perfección en varias reglas comunes á valenciano y castellano; en lo relativo á la tradición pueden servir de tales el uso de la ch en principio y medio de dicción para expresar el sonido de esta letra cuando es fuerte y explosiva, y el de la h, la v y la b por razón de etimología; en lo que se refiere á la evolución podemos citar el abandono definitivo de la th y la ph, la fijación clara y terminante de la u y la v, que tanto solían confundirse en lo antiguo, y la precisión en el uso del acento agudo lograda en el último siglo por la Academia Española para el castellano y aceptada por catalanes y valencianos.
Sección 3.ª — Si, como acabamos de ver, la ortografía valenciana tiene algo de común con la castellana, es indudable que tiene más con la catalana; pero no tanto que pueda ni deba fundirse con ésta en un solo cuerpo de doctrina; empleamos, en efecto, lo mismo que los catalanes la ny en equivalencia fonética de la ñ castellana y la gn francesa ó italiana; usamos, como ellos, la ch final con el sonido de k, y la j y g (ésta sólo antes de e, i ó en los finales en ig) para expresar el de ch suave que no conocen los castellanos; pero nos distinguimos de ellos en que no anteponemos á estas dos letras la t para darles el sonido de explosiva fuerte, en que no usamos la x en principio de dicción, en que pronunciamos la i de la ix después de vocal, en que terminamos en es los plurales de los nombres en a que ellos terminan en as (escriben ellos dònas y nosotros dònes), en que no doblamos la l en medio de dicción, y en otras particularidades que ya iremos notando en su lugar correspondiente.
Sección 4.ª— De todo lo dicho se desprende que la ortografía valenciana, aunque sin haber sido nunca oficialmente reglamentada (á pesar de varios intentos más generosos que afortunados), se ha mantenido desde el siglo XV al XIX perfectamente separada de la castellana y la catalana; sólo á mediados de este último siglo empezaron á marcarse las dos tendencias igualmente heterodoxas que sin llegar á formar dos escuelas bien diferenciadas, con maestros, textos y partidarios convencidos y firmes (ó tal vez por esto mismo, por no haberse formado tales sectas), nos han desorientado á todos y han producido la anarquía mansa de que tantas veces nos hemos lamentado.
Igualmente heterodoxas he llamado á las dos tendencias, y realmente lo son: la' tendencia castellana, porque si bien puede defenderse en la literatura popular (puesto que el pueblo de la capital y su comarca no tiene hoy más diferencias fonéticas con Castilla que la è y la ò abiertas que pueden muy bien marcarse con un simple acento grave), no debe en manera alguna admitirse en el lenguaje culto, ya que la prosodia valenciana legítima, viva aún en la mayoría de las poblaciones del reino, posee dos sonidos, la ch y la s suaves que desconocen los castellanos, y carece, en cambio, de otros dos que éstos heredaron al parecer de los árabes, la j y la z; y la catalana porque también su prosodia es diferente de la nuestra hace ya siglos y así lo apreciaron desde el principio nuestros más eximios escritores, empleando en principio de dicción la ch en vez de la x que usan los catalanes, prescindiendo de la t que éstos anteponen á la x y á la j en medio de dicción, y terminando en es los plurales de las voces en a final; como para probar esto tendría que aducir documentos y comprobantes que ya he publicado, remito al lector el artículo que con el título de Algo sobre fonología valenciana se publicó en el Almanaque de Las Provincias del año 1899 y que reproduzco íntegro al final de este trabajo con objeto de facilitar su consulta.
Resulta, pues, resumiendo todo lo dicho, que los valencianos tenemos ya de antiguo nuestra lengua escrita propia y especial, como especial y propia es la hablada, y diferente, por lo tanto, de la catalana, la aragonesa, la castellana, la murciana y la baleárica que geográficamente la circundan; y no se comprende, siendo la cosa tan clara, que vayan los escritores valencianos, desde hace ya más de un siglo, dando tumbos y resbalones; unos echándose francamente en brazos de la Academia Española y aceptando para el valenciano las reglas ortográficas dictadas por ésta para el castellano; y otros haciendo algo mucho peor: adoptando en sus escritos no ya la ortografía, sino hasta la analogía y la sintaxis catalanas, jurando, no obstante, y perjurando que escriben en valenciano puro y castizo. No necesito hacer salvedades; todos hemos pecado, unos más que otros; pero el que menos, lo suficiente para que deba hacer ya propósito de la enmienda.
A ello vamos, pues; á precisar el genuino concepto de la ortografía valenciana tal y como resulta del estudio detenido de nuestros clásicos, si bien con las prudentes modificaciones que la marcha de los tiempos impone á estos códigos literarios lo mismo que á los científicos, á los jurídicos y á los artísticos; quien de esto se aparte en lo esencial (no nos referimos á pequeños detalles perfectamente discutibles y opinables), no diga que escribe en valenciano literario; escribirá en valenciano popular si sigue á los primeros, ó escribirá como los segundos en catalán; en catalán atenuado por lo menos, como el de Lérida ó Tortosa.
Sabido es que el bello ideal de toda ortografía consiste en escribir una lengua tal como se habla, empleando en consecuencia un signo para cada sonido y no asignando dos ó más sonidos á un solo signo; pero esto que no le es difícil á un lenguaje artificial, como el moderno esperanto por ejemplo, es de todo punto imposible al tratarse de una lengua natural, formada por aluviones de cien razas, idiomas y literaturas diferentes, en la que es preciso respetar etimologías que la marcan indeleblemente como estigmas atávicos de raza, inflexiones de voz que por uso ininterrumpido de muchas generaciones han llegado casi á modificar fisiológicamente los órganos de la fonación de todo un pueblo, y costumbres impuestas como ley por autoridades respetables y respetadas en el cultivo de su literatura tradicional.
A estos tres principios, por lo tanto, necesita ajustarse la ortografía valenciana clásica, ora escribiendo las voces con arreglo á su origen según se escribió cada una de ellas en la lengua de donde la tomó la nuestra, ora respetando la forma en que la escribieron desde un principio los mejores maestros de nuestra literatura, ya atendiendo á la pronunciación de la mayoría de los valencianos en tiempo antiguo ó en la época actual.
Mas como no existe una regla fija y matemática que indique, con seguridad, á cuál de estos tres principios obedece en el lenguaje escrito cada una de las voces de nuestra lengua, es necesario marcar al detalle las varias reglas particulares que se derivan de dichas fuentes á fin de precisar la manera de emplearse tanto las letras como los signos auxiliares de la escritura.
Empecemos, pues, por estudiar lo que son letras y cuántas de éstas tiene la lengua valenciana.
Es letra en el lenguaje hablado, según la Academia Española, «la menor parte de voz con que se modula ó articula un sonido simple y determinado»; y lo es en el escrito el signo que representa dicho sonido; el conjunto de las letras se llama abecedario ó alfabeto.
El alfabeto valenciano consta de los veintiocho signos siguientes:
a, b, c, ch, d, e, f, g, h, i, j, k, I, II, m, n, ny, o, p, q, r, s, t, u, v, x, y, ç.
Estas letras, lo mismo en nuestro alfabeto que en todos los europeos, se escriben de dos maneras diferentes, fijándose para el uso de unas ú otras determinadas reglas, según el caso y el lugar en que deben emplearse; el nombre con que se conocen estas dos clases de letras es el de minúsculas para las que antes hemos escrito, y mayúsculas para las siguientes:
A, B, C, Ch, D, E, F, G, H, I, J, K, L, Ll, M, N, Ny, O, P, Q, R, S, T, U, V, X, Y, Ç.
Además de esta división en mayúsculas y minúsculas, se dividen también las letras de nuestro alfabeto en sencillas y dobles; estas últimas se representan con dos signos, y son la ch, la ll, la ny, la rr y la ss, á las que tal vez debiera añadirse, alambicando un poca la cosa, la ig en fin de dicción y la ix; nótese, en cambio, que no admitimos las dos letras dobles del alfabeto catalán tj y tx, aunque algunos literatos valencianos contemporáneos las emplean, ni la th y la ph que se encuentran en muchos escritos antiguos; las razones que para ello tenemos las expondremos al tratar de la j, de la x y de la h en su lugar correspondiente á fin de no involucrar cuestiones ni alargar el presente capitulo.
La mayoría de estas letras conservan en nuestra lengua el mismo valor que tuvieron en la latina, siendo su uso uniforme y claramente determinado; hay algunas, sin embargo, que por tener oficio doble ó por haber modificado el que tuvieron antiguamente, ofrecen algunas dudas en el modo de emplearlas; tienen oficio doble entre nosotros la e, la o, la c, la ch, la g, la x y la y; y han modificado el que tenían antiguamente la u, la v y la ch en medio de dicción.
Las letras mayúsculas en la escritura manuscrita, y aun en la impresa, fuera de las portadas y títulos, sólo se emplean como iniciales ó sea en principio de dicción, siendo minúsculas las restantes que completan la palabra; las reglas á que debe sujetarse su uso son las siguientes:
Se escribirán con letra inicial mayúscula:
1.º La palabra en que empiece un escrito, y la primera del párrafo después de punto final.
2.º Los nombres propios; v. gr.: Deu, Jesús, Mahoma, Sócrates, Ciceró, Pere, Vicent, Maria, Catalina, Espanya, Valencia, el Grau, el Maestrat, la Ribera, Juquer, Penyagolosa, Rocinante.
3.º Los atributos divinos, como Pare Etern, Criador; los títulos y nombres de dignidad cuando se habla de persona determinada, como el Rey, el Papa, l’Alcalde, el Retor; los nombres y apodos con que se designa á determinadas personas, como Jaume el Conquistador, Pere el del Punyalet, el Patriarca, el Palleter, la Rulla.
4.º Los tratamientos, y especialmente si están en abreviatura, como Sr. (sinyor), D. (don), V. (vosté), V. S. (vostra senyoría); los antiguos tratamientos valencianos En y Na, equivalentes á los modernos Don y Donya, conviene escribirlos con mayúscula por su brevedad y por evitar confusiones, como En Vicent, Na María; vosté y vostés cuando se escriben con todas sus letras no deben llevar mayúscula.
5.º Ciertos nombres colectivos cuando representan una entidad moral, como en estos casos: la Universitat reclama contra lo acordat per l’Ajuntament.
6.º Los sustantivos y adjetivos que compongan el nombre de una institución, de un cuerpo ó establecimiento: la Cambra de Comers, el Colege del Patriarca, l’Academia de Belles Arts, l’Ateneo Mercantil, el Gremi de Corders.
7.º Los nombres y adjetivos que entren en el título de cualquier obra: Gramática Catalana, Historia de la Marina Valenciana, la Moma; puede, sin embargo, prescindirse de esta regla cuando el título es largo, especialmente en las obras dramáticas, como Tres roses en un pomell, Al sá y al plá, La escaleta del dimoni.
8.º Suele emplearse mayúscula á principio de cada verso, especialmente en los de arte mayor.
9.º Se escribe con letras mayúsculas la numeración romana cuando se emplea para significar el número de orden de papas, reyes y otras personas del mismo nombre, el de los siglos y el de los tomos, libros, capítulos, etc., de una obra; v. gr.: Calixto III, Pere IV, sigle XX, tomo II, capítul IX.
Cuando hubiere de escribirse con mayúscula la letra inicial de una palabra que empiece con Ch, ó con Ll, sólo se formarán de carácter mayúsculo la C y la L que son primera parte de estas letras compuestas ó dobles: se escribirá, pues, Chiva, Chimo, Lliria, Lloréns; y de ningún modo CHiva, CHimo, LLiria y LLoréns. Ninguna palabra valenciana pura y castiza empieza por ny, por rr y ss; si el pueblo emplea alguna como nyirvi y nyaular, son solecismos que no deben admitirse en el lenguaje literario.
La lengua valenciana tiene fonéticamente siete vocales, pero en lo escrito sólo dispone de cinco signos, que son: a, e, i, o, u; las otras dos vocales, la è y la ò abiertas, las distinguimos de las cerradas por medio del acento grave; en cuanto á la y griega no la incluimos en las vocales porque en realidad es consonante aunque en algún caso se emplea como vocal, según veremos al tratar de ella más adelante.
Veamos las leyes que rigen á cada uno de estos signos en particular.
Poco ó nada hay que advertir acerca de esta letra; lo mismo en principio que en medio ó fin de dicción suena siempre en valenciano de manera tan clara y precisa, que no hay sino escribirla allá donde suena para emplearla acertadamente; si los catalanes tienen palabras terminadas en a ó en as empleadas por sus poetas como consonantes de otras en e ó en es, en valenciano no ocurre esto, pues distinguimos perfectamente uno de otro sonido.
Es verdad que en algunas comarcas valencianas ocurre algo parecido, dándose, por ejemplo, en Sueca y Alcoy á muchos finales en a un sonido intermedio entre a y e, y en otras, como Gandía y Játiva, entre a y o; más exagerados aún, algunos pueblos de los distritos de Onteniente y Albaida convierten francamente la a final en ò abierta en las palabras graves cuya penúltima sílaba lleva por vocal esta última; pronunciando, por ejemplo, ròsò, còsò, còrdò, ròdò, en vez de ròsa, còsa, còrda y ròda; pero esto son excepciones cortas en número que no alteran en nada el carácter de nuestra lengua; deben por lo tanto, aun los naturales de estas comarcas, escribir los finales en a como el resto de los valencianos.
Respecto á la a en principio de dicción, viciosamente pronunciada en lugar de e, téngase muy presente lo que vamos á decir al tratar de ésta.
La e tiene entre nosotros dos sonidos; para diferenciarlos en el lenguaje escrito, han adoptado los modernos el acento francés, de modo que la è abierta debe escribirse siempre con acento grave, reservando el agudo para la e cerrada ó castellana cuando carga en ella el acento prosódico; cuando no ocurre esto, se escribe la e cerrada sin acento alguno; v. gr.: dèu (diez), Deu (Dios), mèl, seré, mes.
Nada hay que advertir respecto á esta última. puesto que su pronunciación es clara y su empleo en la escritura no ofrece la menor dificultad; en cuanto á la è abierta sólo debemos indicar que siempre carga en ella el acento prosódico (2), lo cual es una ventaja inmensa para el lenguaje escrito; hasta tal punto se observa esto, que aun los verbos y las palabras derivadas la convierten en e cerrada en las modificaciones en que su raíz pierde el acento de la è; por ejemplo: de sèndre se forma sendré, sendria, sendréu; de tèrra, se deriva terrero y terreta; de mèl, melós: de pèl, pelet.
Tiene además esta vocal, en nuestra lengua, otra particularidad que suele también confundir á los escritores noveles, y es la tendencia que la mayoría de los valencianos tenemos á convertir en a la e inicial, particularmente en las voces que empiezan en es ó en; es tan común decir anteniment, ansendre, andevinar, ansisam, astora, ascoltar, harmosura, etc., etc., que no falta quien se confunde y lo escribe tal como suena; donde más hemos notado que se comete tal error es en la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo haver, pues son muchos los que escriben yò ha, que es como se pronuncia; es muy cierto que casi todos decimos al hablar, No l’ha vist, pero debe escribirse No l’he vist, como se debe escribir también enteniment, ensendre, endevinar, ensisam, estora, escoltar, hermosura, etc.
Ni la i latina es nunca consonante, ni la y griega es nunca vocal, excepto cuando se usa como copulativa; fácil es, por lo tanto, reglamentar su uso. Se escribirá i siempre que cargue en ella el acento prosódico, aunque vaya unida á otras vocales; v. gr.: raim, buit, viuda, veí, creien, dia, Lluís, Sofia.
En los diptongos en que va unida á una vocal fuerte, se escribe también i vocal (aunque en realidad es consonante) por haberlo hecho siempre así nuestros clásicos y porque así lo escriben también las demás lenguas neolatinas; v. gr.: rabia, capia, preciós; y no sólo cuando forma sílaba directa, sino también en las inversas en medio de dicción, como pléit, paisá, aguaitar; hay, sin embargo, algunos que con mejor criterio escriben en este caso pléyt, paysá y aguaytar.
En lo que no cabe la menor duda es en el empleo de la y consonante en las sílabas ya, ye, yo y en sus inversas en fin de dicción; v. gr.: gaya, joyeta, yò, may, rey, ¡oy!
En los diptongos iu, ui, los valencianos ponemos siempre el acento silábico en la i, excepto cuando va seguida de x y en algunas palabras de origen extranjero, como yute, gayuba; así, en viuda, ciutat, marcamos la i como vocal y la u como consonante, al revés de lo que hacen los castellanos; y creemos que está la razón de nuestra parte, puesto que en sus originales latinos vidua y civitas resalta bien el acento de la i.
De aquí se deduce que estos dos diptongos deben escribirse siempre en valenciano con i latina; por ejemplo: viure, níu, ríu, cuít, truíta, buidar, cuidar, huit, hui.
Y á propósito de esta última voz: son muchos los escritores valencianos contemporáneos que escriben el adverbio hui como los catalanes, es decir, vuy, avuy, ó por lo menos huy; esto se debe indudablemente á que conocen mejor el catalán escrito que el hablado; los que hemos vivido algunos años en Cataluña, sabemos que nuestros hermanos del Principado pronuncian el adverbio vuy con sonido algo parecido al castellano hoy, es decir, marcando más la u que la y mientras que los valencianos lo articulamos exactamente igual que los franceses su au-jour-d'-hui; de aquí que catalanes y castellanos hagan bien en emplear la y griega en este caso; pero los valencianos debemos usar la i latina, como los franceses, escribiendo hui.
Una excepción ortográfica al diptongo prosódico ya: los tiempos del verbo haver á quienes se agregó en lo antiguo el adverbio hi hoy en completo desuso entre nosotros, deben escribirse con i latina por razón de origen y por ir ésta precedida de h, por ejemplo: hia, hian, hias, hiajen.
Es aplicable en absoluto á esta letra cuanto hemos dicho antes respecto á la e: la cerrada es igual á la castellana, y la abierta lleva siempre el acento prosódico, convirtiéndose en cerrada al perderlo: p. e., de pòndre se deriva pondrá, pondria, ponguera; de mòro, moret; de sòl, solana; tanto es así, que algunas veces cambian mutuamente dos os su sonido al cambiar el acento de sílaba, como ocurre en mòro, y su aumentativo moròt.
Debe, por lo tanto, escribirse siempre, para marcar bien estas diferencias, la ò abierta con acento grave, reservando el agudo para la cerrada cuando carga en ella el acento prosódico; cuando no ocurre esto, se escribe la o cerrada sin acento alguno, v. gr.: sòl (el astro del día), sol (nota musical), sòrt (suerte), sort (sordo), oració, cansó, poma, corro.
La u en las sílabas que, qui, gue, gui, es siempre muda en valenciano lo mismo que en castellano y en francés; para hacer que suene, es necesario ponerle diéresis, como en llengüeta, agüelo: acerca de las sílabas qua, quo, qüe, qüi, trataremos al hablar de la q.
Una de las cosas más dignas de notarse en nuestra lengua, es la facilidad que la u tiene de transformarse en v; ocurre esto en la mayoría de los verbos terminados en ure, cuya u radical se convierte en v en muchas de sus formas, como en bevem, bevia, bevent, escrivim, escrivia, escrivint, movem, movia, movent, de beure, escriure y moure; y en los adjetivos terminados en u que sufren igual modificación en el femenino y en todos sus derivados; ejemplos: víu, viva, vivor, vivesa, blau, blava, blavet, nou, nòva, novetat.
Como la casi totalidad de las dificultades que se ofrecen para el uso acertado de estos signos provienen de la igualdad ó parecido de los sonidos que deben representar, se impone la necesidad de agrupar algunos de ellos al tratar de fijar las leyes ortográficas que rigen su uso; así lo hacen la mayoría de los gramáticos, y así lo haremos también nosotros para facilitar el estudio y evitar repeticiones.
Los valencianos de la capital y de algunos otros pueblos no conocen, en lo hablado, la letra v, pues la pronuncian exactamente igual á la b; en la mayoría de las poblaciones de Alicante y Castellón conserva la v su pronunciación latina, siendo, no una letra labial como la b, sino labio-dental; es decir, que se pronuncia apoyando ligeramente los dientes superiores sobre el labio inferior; creemos explicar bien su sonido diciendo que la v es á la f como la b es á la p.
A pesar de que en la capital del reino no se diferencian en el lenguaje hablado la b y la v, es indispensable conservar esta última en el escrito, á fin de que, escribiendo al menos, podamos defendernos de la graciosa broma de un sabio francés que decía: «¡O beati hispani dum BIBERE dicunt VIVERE!»
Vamos, pues, á dar algunas reglas para facilitar su empleo en la escritura, haciendo notar, de paso, que aquí, mejor que en ninguna otra letra, se ve lo imposible que resulta el tomar como modelos los antiguos documentos valencianos, impresos ó manuscritos, para fijar reglas de ortografía en nuestra lengua; es, en efecto, tan grande el desbarajuste que reinaba antiguamente en lo tocante á estas letras, que Ros, al tratar de ellas al final de su Diccionario (pág. 335) acaba por decir: «En cuanto al uso de la b y la v consonante no han podido sentar punto fixo los Orthógraphos más diestros; ni se hallará perito que dé razón segura para el cuando se ha de usar de dichas dos letras, ó de cada una de ellas».
Algo puede hacerse, sin embargo, para poner en orden el empleo de estas letras, atendiendo las reglas siguientes:
Servirá, en general, de guía para distinguir la b de de la v la etimología latina, ó los equivalentes castellanos para los que no conozcan el latín, excepto en algunos casos que luego indicaremos; v. gr.: beure (bibere, beber); batejar (baptizare, bautizar); vore (videre, ver); viure (vivere, vivir); veu (vox, voz).
Son excepciones notables á esta regla, el verbo haver (habere, haber) y los pretéritos imperfectos de indicativo de la primera conjugación, amava, amaves (amaban, amabas; amaba, amabas) que deben escribirse con v, porque los pronuncian así todos los valencianos que distinguen estas letras y así se pronuncian y escriben en catalán (3); en francés se escribe avoir y en italiano avere; en cuanto á los pretéritos, también en Italia se pronuncia y escribe aveva, amava, temeva, sentiva.
Deben escribirse con b en valenciano las voces que en su original latino ó su similar castellano tienen p; como: cabre (capera), saber (sapere), cabás (capazo), sabata (zapato): sin embargo, en las comarcas en que se pronuncia la v se dice pòvre, pòvra, povrea, ovispo, ovispat, á pesar de que estas voces proceden de pauper y episcopus, pobre y obispo; pero nótese que en francés se dice y escribe pauvre y évéque y en italiano povero y vescovo.
Se escribirán con v todas las voces irregulares del verbo anar, como vaig, ves, vagen; los tiempos de los verbos en ure en que la u se transforma en dicha letra, como escrivim, bevèu, movent, y los femeninos de los adjetivos terminados en u, como blava de blau, viva de víu, nova de nou.
Ninguna palabra genuinamente valenciana termina en v ó b; aun las que en su origen ó en sus derivaciones tienen estas letras y suenan de una manera equívoca, adoptan como final la p; v. g.: de saber se forma sap, de cabre, cap; de cap (cabeza) se derivan cabut, cabesó. Es única excepción á esta regla la preposición ab, que conviene conservemos en el lenguaje literario, aunque nadie la emplea ya hoy en el familiar.
Tienen estas tres letras, en determinadas circunstancias, el mismo sonido gutural-palatal, explosivo y fuerte, ó sea el de k; así, por ejemplo: rich, rica y riquesa, palabras que proceden de la misma raíz, se escriben con letras diferentes para expresar el mismo sonido, lo cual prueba que hay circunstancias especiales que marcan cuándo se ha de emplear cada uno de estos signos, circunstancias que dan lugar á reglas fijas y precisas que son las siguientes:
Se escribirán con c las sílabas ca, co, cu, en cualquier lugar de la dicción; v. gr.: camí, còsa, cuadro, cuestió, còr, secar, racó, acueducte; deben, por lo tanto, proscribirse del valenciano actual las formas arcaicas quadro, questió, chòr, charitat, etc., para evitar confusiones, como las ha proscrito en el último siglo el castellano, y como tiende á proscribirlas el catalán.
Se escribirán igualmente con c las sílabas inversas ac, ec, ic, oc, uc, en principio y en medio de dicción; ejemplos: acte, secció, dictar, noctámbul, succió.
Asimismo se escribirá c antes de consonantes líquidas con las que forme ésta una sola sílaba, como en clima, creure, clau.
Se escribirá q únicamente en las sílabas que, qui en las cuales no suena la u, lo mismo que en castellano; v. gr.: quedar, quixal, mosqueta, adquisició; si por alarde de conocimientos etimológicos quiere alguien escribir con q ciertas voces como questió, aqueducte, consequent, debe escribirse la u con diéresis, así: qüestió, aqüeducte, conseqüent.
No se representará nunca con ch el sonido de k en principio ó medio de dicción como se hacía antiguamente; no se escribirá, por lo tanto, chòr, christiá, parròchia, sino còr, cristiá, parroquia.
Seguiremos en cambio añadiendo la h á los finales en ac, ec, ic, oc, uc, hasta que todos los escritores catalanes, mallorquines y valencianos se convenzan de que no hay en ninguna ortografía del mundo una regla con menos sentido común que esta; y para probar la exactitud de tan atrevida afirmación, bastarán las siguientes consideraciones:
No obedece esta regla á imposiciones de la etimología por cuanto las palabras de más clara filiación latina no tienen h en la voz de que proceden; ejemplos: March, Lluch, sach, sech, amich, poch, such, franch, amarch, que proceden de Marcus. Luca, saccus, siccus, amicus, paucus, succus, francus, amarus ó amarescatus.
Tampoco responde á la influencia que en nuestra lengua pudiera ejercer el ejemplo de la lengua madre ó de las hermanas, puesto que ni el latín ni el único idioma del grupo latino que tiene tales terminaciones, ó sea el francés, añaden la h á los finales en c, pues escriben los latinos fac, hœc, dic, hoc, adhuc, y los franceses sac, avec, pic, bloc, suc.
Menos aún puede fundarse en conveniencias de claridad y parentesco dentro de nuestra misma lengua, ya que de verbos como secar y tocar derivamos sech y tòch, de sustantivos como riquesa y flaquesa, sacamos rich y flach; y en cambio borramos la h de todos los adjetivos al pasarlos al femenino y de todos los sustantivos al transformarlos en abundanciales, aumentativos y diminutivos; ejemplos: flach y flaca, sech y seca, rich y rica, fosch y fosca, fresch y fresca; de sach formamos el abundancial sacá y el aumentativo sacòt; de bech, bequet; de banch, bancòt, bancás y banquet.
Y finalmente, tan sin razón añadimos esa h, que la misma sílaba y con idéntica pronunciación se escribe con ella ó sin ella según esté en fin ó en medio de dicción; ejemplos: sach y sacsó, rech y rectitud, dich y dictar, flech y reflectar.
Como se ve, ni la etimología, ni la pronunciación, ni la claridad abonan el empleo de la ch final; pero tiene ésta en su favor el uso continuado durante muchas generaciones; y el uso, ó mejor dicho la rutina, tiene en ortografía, como en otros muchos códigos, mayor autoridad y fuerza que la lógica y el buen sentido; sigamos, pues, escribiendo con h los finales en ac, ec, ic, oc, uc, hasta que por mutuo consentimiento, expreso ó tácito, dejen de hacerlo los más fecundos escritores catalanes y valencianos.
La c antes de e, i, tiene en valenciano el mismo sonido exactamente que la s; debe conservarse, sin embargo, en lo escrito por razón de etimología, escribiendo Barcelona, Vicènt, cera, ciutat, aunque todos leemos: Barselona, Visènt, sera y siutat.
Aquí, sin duda alguna, reside el problema fundamental de la ortografía valenciana; en estas letras estriba la confusión que en el campo de la literatura se observa y que todos deploramos; y, sin embargo, ahondando un poco en el asunto resulta la cosa tan clara que parece imposible que durante años y años hayan embrollado solas tres letras á una porción de escritores de indudable erudición y talento.
Basta, en efecto, para poner en claro el asunto, analizar los varios matices que en el grupo de los idiomas latinos ofrece el sonido de la ch (4) y precisar cuáles y cuántos de ellos posee el valenciano y con qué signos los ha representado en tiempos antiguos y en la actualidad.
Prescindiendo de ciertas rarezas de esta letra, como por ejemplo la ch portuguesa que casi es ll castellana, y la z ó la th en algunas palabras inglesas ó alemanas que casi suenan como ch explosiva, más bien que como tz; prescindiendo asimismo de ciertos defectos de pronunciación en algunas comarcas valencianas, y aun catalanas, en donde los finales en ts se confunden de tal modo con los en ig que resultan consonantes en poesía las voces plats y vaig, gòts y ròig, puede sentarse como base de este estudio que el sonido linguo-palatal que en los idiomas neolatinos se representa según los casos con uno de los signos que encabezan este párrafo, tiene cuatro matices que son: explosivo fuerte, ejemplo: la ch castellana (chico, coche) y la c italiana antes de e, i (civita, cercare); explosivo suave, ejemplo: la g italiana antes de e, i (generale, ragione); continuo ó fricativo fuerte, como la ch francesa (cheval, chiflet) y la x catalana (xocolat, marxa); continuo ó fricativo suave, como la j francesa y catalana (joli, juif, jolivèrt, jueu).
De estos cuatro sonidos, los franceses sólo emplean dos (5); la ch continua fuerte (chifler, chocolat) y la continua suave (Jesus, girafe).
Los italianos, en cambio, sólo tienen las dos explosivas (cittá, cervello, Gesú, giraffa).
Los castellanos sólo tienen una, la explosiva fuerte (chico, chocolate), y sustituyen la explosiva suave con la j árabe que no conocen los demás latinos (Jesús, girafa).
Los catalanes (fíjense en esto los escritores valencianos) sólo emplean las dos continuas, como los franceses, pero con la diferencia ortográfica de que la fuerte, ó sea la ch francesa, la escriben x (xiflar, xocolat), aunque la pronuncian lo mismo que los franceses, y no como la ch castellana ni como la x.
Aunque acabamos de decir que franceses y catalanes no tienen en su fonética la ch explosiva fuerte, no es esto completamente cierto, pues la emplean alguna vez en palabras generalmente importadas de otras lenguas; en este caso, la representan en lo escrito anteponiendo una t á su respectivo signo de la fricativa fuerte, es decir, á la ch los franceses y á la x los catalanes; ejemplos: la palabra francesa caoutchouc, y las catalanas caputxí, cotxe, empatx.
Esto mismo suelen hacer la mayoría de los escritores valencianos contemporáneos, sin fijarse en que tal recurso es inútil en nuestra lengua, puesto que si fonéticamente poseemos tres matices de la ch, también disponemos, desde el siglo XV, de tres signos para representarlos.
Tenemos, en efecto, la ch fuerte explosiva que nuestros clásicos han representado siempre en lo escrito por el signo ch (6); por ejemplo: charnego, chillar, mancha, pòrche, gancho, archíu, punchar; la suave explosiva representada por g ó por j, según su etimología en principio y en medio de dicción; v. gr.: jove, Jaume, Jesús, mònja, marge, angel, Gil, geniva, penjar, menjar, jugar, fugir, y por la sílaba ig en fin de dicción; como: vaig, ròig, puig: y la fuerte continua ó fricativa que representamos con x como los catalanes; ejemplos: tixca, reixa, coixí (7).
Si la cosa, pues, está tan clara y es tan fácil de entender, ¿en qué consiste que los escritores valencianos contemporáneos hayan armado tal lío con estas benditas letras que ni los mestres en gay saber, ni el mismo Rat-Penat, verdadera academia de la lengua valenciana (de hecho, si no de derecho), se han atrevido á desenredarlo?
La contestación es bien sencilla y lo ocurrido es por demás racional y lógico; la casi totalidad de los escritores valencianos, ó son hijos de la capital, ó, por lo menos, residen en ella la mayor parte de su vida; y como precisamente aquí es donde no se pronuncia más que una ch, la explosiva fuerte ó castellana, al intentar reproducir gráficamente la palabra hablada, no pueden distinguir la letra fuerte de la suave y las funden en una sola.
Y ocurre que los escritores populares, como el pueblo es siempre lógico en sus consecuencias (pues aunque se equivoca muchas veces no es por deducir mal, sino por partir de premisas falsas), han adoptado para todos los matices de la ch el signo tradicional de la fuerte que es la que realmente pronuncian en todos los casos, escribiendo chincha y chinchol, muy lógicamente por cierto, puesto que así pronuncian una y otra palabra; pero defectuosamente en la segunda puesto que la pronuncian mal.
En cambio, los escritores eruditos, los mestres en gay saber, llevados honradamente del afán que todo purista siente de corregir abusos, al reaccionar contra aquella invasión de barbarismos, han traspasado las fronteras de lo justo y han caído en el extremo contrario, empleando como único signo el de la letra suave; es decir, la g ó j, escribiendo á su vez ginja y jinjol, con lo cual han logrado pecar tan gravemente como aquéllos, contra la verdadera ortografía valenciana.
Resulta, pues, en definitiva, que no hay hoy entre los escritores valencianos quien emplee correctamente los dos signos que en el lenguaje escrito representan los dos sonidos de la ch explosiva, el fuerte y el suave; y es ya hora de que se restablezca en toda su pureza la disciplina ortográfica tradicional que todos hemos quebrantado en lo relativo á estas letras.
Ya sé que ha de ofrecer esto no pocas dificultades por la razón arriba apuntada, por la imposibilidad de que los valencianos de la capital y su comarca distingan por el oído ambos sonidos; pero si se tiene en cuenta que lo mismo les ocurre con la b y la v, á pesar de lo cual no hay en Valencia ninguna persona medianamente culta que no emplee acertadamente estas letras al escribir, lo mismo en valenciano que en castellano, se comprenderá que la cosa no ha de resultar tan difícil como á primera vista parece.
Basta para ello fijar la atención (y los alicantinos y castellonenses que me lean verán que esto es cierto) en que la inmensa mayoría de las palabras que en valenciano llevan la ch fuerte, la llevan asimismo en castellano; mientras que las que en Valencia deben pronunciarse con sonido suave, tienen en Castilla j ó g; ejemplos: chapí, chavo, chiquet, chincha, archíu, bachiller, punchar, acacharse, borracho, coche, churro, carchófa, ganchet, chop, picher, suenan fuertes; Jaume, Jesús, Jusèp, Llògica, Fisiologia, jesmil, jipó, jèrra, menjar, borraja (planta), girasol, gemech, tarònja, canònge, regirar, regió y cuantas en igual caso se encuentren, suenan suaves: y lo propio ocurre con las dicciones que no llevando en su equivalente castellano ch ni g ó j, tienen una de estas dos últimas en la voz latina, como llegar, de legere; fugir, de fugere; jitar, de jacere; dejuni, de jejunium; jòu, de jugum; germá, de germanus; sagi, de sagina; ginoll, de genu; son tan pocas las palabras cuya ortografía no puede precisarse á primera vista por su origen latino ó por su parecido castellano, que casi no vale la pena de preocuparse de las excepciones (á veces más aparentes que reales) que hayan de hacerse á las anteriores reglas (8).
Hay, sin embargo, un grupo de palabras valencianas que deben escribirse con g ó j á pesar de que no la tienen en latín ni en castellano, y que son muy dignas de llamar la atención; son estas las que nuestros escritores del siglo XV y del XVI escribían con tg y que proceden de palabras latinas en que entra la combinación tic ó dic, como viatge de viaticus, metge de medicus, jutge y jutjar de judice y judicare; conviene tener muy presente en este caso, á fin de no dejarse arrastrar por prejuicios, que esta t que en aquellos siglos anteponían los valencianos á la g ó á la j, no era para forzar el sonido de éstas transformándolo en explosivo fuerte como lo hacen franceses y catalanes con la tch, la tx y la tj, sino que era simplemente cuestión de etimología; buena prueba es de esto que aunque por semejanza con aquéllos solían también escribir con tg algunas palabras que no la tenían en su origen, como oratge, cequiatge, peatge, mesuratge, las debían pronunciar con sonido suave, como aún se pronuncian actualmente en Alicante y Castellón, mientras que escribían con ch las que pronunciaban fuertes, como: porche y punchar á pesar de proceder de porticus y pungere. De todo esto se deduce que el empleo de la t antes de g en la ortografía valenciana es no sólo inútil sino perjudicial por cuanto expone al lector á forzar el sonido de la g, como franceses y catalanes fuerzan con igual procedimiento el de la j y la ch; debemos, por lo tanto, escribir viage, mege, juge, orage, cequiaje, como se escriben todas las palabras que se pronuncian con sonido suave.
Hemos tratado, hasta ahora, de los dos sonidos de la ch en principio y en medio de dicción. ¿Empleamos asimismo los dos en final de palabra? No; en fin de dicción empleamos únicamente el sonido suave; y á fin de comprobarlo les bastará á los valencianos procedentes de comarcas en que se pronuncian ambos, formar cualquier frase en que una palabra terminada con este sonido vaya seguida de otra que empiece en vocal; por ejemplo: ròig y blau, vaig á casa, fuig en seguida; es indudable que en estas circunstancias siempre el sonido de la letra dudosa resulta suave.
Otra prueba, no menos convincente, en favor de esto, es que todos los derivados de palabras terminados en ig suenan suaves en labios de cuantos distinguen ambos sonidos; ejemplos: de roig, roja, roget, rojor; de lleig, lleja; de puig, pujar, pujá ó pujada; de vaig, vaja, vajen; de veig, veja, vejen; de bateig, batejar; de mig, mija, amijanar; sólo dos excepciones hallo á esta regla, y tal vez no haya otras en el léxico valenciano, que son despaig y empaig, que dan origen á los verbos despachar y empachar que suenan fuertes; pero aun estas dos voces suenan suaves al ir seguidas de vocal, como, por ejemplo, en la siguiente frase: El despaig está tancat.
De todo esto, se deduce que en fin de dicción no hay duda en valenciano entre los dos sonidos, y que, por lo tanto, no puede haber en nuestra ortografía ningún final en ch fuerte; todos deben ser en ig; así únicamente se explica que hayan podido subsistir durante tantos siglos, lo mismo en valenciano que en catalán, la terminación en h de las sílabas ac, ec, ic, oc, uc, que, como ya vimos más arriba, no tiene razón de ser.
Resumen de todo lo dicho acerca de estas letras:
El sonido de la ch fuerte en principio y en medio de dicción se representa en valenciano por ch lo mismo que en castellano; no existe tal sonido en fin de palabra.
El sonido suave se representa en principio y en medio por j antes de a, o, u, y por j ó g, según la etimología, antes de e, i; en fin de dicción se representa por la sílaba ig.
Un problema: dado que las sílabas inversas aig, eig, oig, uig, deban escribirse así, como parece racional, en medio de dicción, ¿qué se hace cuando van seguidas de g, como en lligga, fuigguen? ¿Convendrá separar las dos gg con un guión, llig-ga, fuig-guen?
Otro problema: las voces que desde su origen latino traen la sílaba ig en medio de dicción, como ignorant, dignitat y tantas otras, ¿cómo se pronuncian?
Si como todos lo hacemos, se pronuncian con gue, ¿qué podría hacerse para distinguir, por ejemplo: digne (digno), de lligme (léeme)?
La g antes de a, o, u y de consonantes suena gutural suave como en latín y en las demás lenguas derivadas de ésta; para tener el mismo sonido antes de e, ó de i, hay que interponer una u como en castellano, en francés y en catalán; ejemplos: gall, guèrra, figuera, seguir, agost, gracia, glòria; para que en las sílabas gue, gui suene la u, debe escribirse esta letra con diéresis; v. gr.: ungüent, argüir.
No hay en valenciano ninguna palabra que termine en d, deben escribirse con t final hasta las que llevan aquella letra en su origen ó en sus derivados; por ejemplo: buit de buidar, tart de tardar, nebot y neboda, vèrt y vèrda, bondat y bondades, ciutat y ciutadá, canut y canudet; y todos los participios pasivos regulares, como parat y parada, venut y venuda, vestit y vestida.
En muchas comarcas del reino se suprime al hablar la t final cuando va precedida de otra consonante, diciéndose pòn en vez de pònt, mol en vez de molt, pero reaparece, si no en los plurales, en las voces derivadas y hasta en los femeninos, en los diminutivos y en los aumentativos, como molta, moltisim, pontet, pontarró; debe, por lo tanto, conservarse en el lenguaje escrito.
Mayor tendencia tenemos aún los valencianos á suprimir la d en las terminaciones en ada, ador y adora; en la primera de éstas, frecuentísima en nuestra fonética, pues es propia de los participios pasivos femeninos de los verbos en ar, y de los sustantivos abundanciales y percusivos, no sólo suprimimos la d sino toda la sílaba final, pronunciando animá, consolá, gratificá, en vez de animada, consolada y gratificada, y asimismo, cequiá, cabasá, caragolá, bastoná, patá, martellá y demás sustantivos que, como estos, indican abundancia ó percusión; aparte de estos tres grupos de voces que, como es bien sabido, tienen en valenciano la terminación en ada sin excepción ninguna, son también muchos los sustantivos de otras especies y los adjetivos femeninos con la misma desinencia á quienes suprimimos igualmente la última sílaba; v. gr.; troná, albá, nevá, cantá, teulá, casá, espavilá, descará, Graná, Moncá, Vallá, La entrá de la murta, La vallá de Sant Francés.
No es menos unánime la supresión de la d en los verbales en ador y adora, desinencias no menos frecuentes que las en ada; apenas si queda ya hoy quien diga mocador, llaurador, cantadora, treballadora; y digo apenas queda, porque como todos sabemos, la mismo esta supresión que la anterior se han ido extendiendo progresivamente durante el pasado siglo, y ya hoy todos decimos mocaor, llauraor, cantaora y treballaora, y hasta se reiría la gente de quien dijera caragolades, patades, albades y teulades; que también en los plurales de todas estas voces hacemos la misma supresión.
¿Qué debe hacer, pues, el escritor ante la unánime aceptación de esta reforma prosódica de tan reciente origen? ¿Debemos adoptar tales supresiones en el lenguaje escrito dándoles carta de legitimidad como metaplasmos impuestos por el uso, ó debemos rechazarlas como verdaderos barbarismos?
Los escritores populares, es decir, los poetas dramáticos y los periodistas satíricos, hace ya tiempo que transigieron con esto y escriben todas estas voces lo mismo que las pronuncian; en cambio los de la escuela erudita, ó sean los líricos y arqueólogos de Lo Rat Penat, y con estos algunos sociólogos, pedagogos y místicos sueltos que de vez en cuando surgen espontáneamente en el campo de nuestra literatura como ejemplares aislados de la flora literaria valenciana, sostienen que tales síncopes y apócopes, son frutos bastardos de la ignorancia del vulgo, y que no debe, por lo tanto, aceptarlos en el lenguaje escrito quien pretenda figurar entre los escritores cultos.
Escoja, pues, cada cual la que mejor le parezca entre estas dos opiniones; pero no olvidemos que los italianos hacen frecuente uso del metaplasmo, especialmente en poesía, y que lo mismo escriben citá, ancor y lor que citade, ancora y loro, con lo cual logran que su lengua sea la más eufónica y armoniosa de todas las neolatinas.
Y tal vez no perdiéramos nosotros nada de seguir su ejemplo.
Hace ya catorce años decía yo, al tratar de esta letra en mi Gramática Valenciana Popular, lo siguiente:
«Sucede con esta pobre letra en nuestra lengua lo que con los hombres en sociedad; el más callado y humilde es siempre víctima de los mayores abusos: como no levanta la voz para protestar, pónganla donde la pongan, se despacha cada cual á medida de su gusto.»
Y á pesar del tiempo transcurrido, continúan la mayoría de nuestros jóvenes escritores completamente desorientados en el empleo de la h; no es, sin embargo, el buen uso de esta letra tan difícil como parece á primera vista, y lograremos los más felices resultados ateniéndonos á las siguientes reglas.
Se escriben con h:
1.º Las voces que la tienen en su origen latino, lo mismo en principio que en medio de dicción, como haver, habilitat, ham, hebreo, heretar, herba, hedra, hòme, honest, hui, hòrt, hòspe, hòste, humil, vehemènsia, vehicul, exhalar, cohibir. Deben, por lo tanto, escribirse sin h las voces òrfe, òs y ou, que proceden de orphanus, os y ovum.
Las excepciones á esta regla son pocas: Espanya, asta, aborrir, el adverbio ara (aunque alguna vez hemos visto escrito hara) y muy pocas más.
2.º Varias de las voces que en su origen tuvieron f, como hermós, hongo; éstas, en valenciano, son muy pocas, pues es bien sabido que la mayoría conservan la f de origen; v. gr.: fam, farina, fer, fil, fulla, fum.
3.º Las voces que se pronuncian principiando con los sonidos idr, iper, ipo, como hidráulich, hidrógeno, hipérbole, hipócrita.
4.º Los derivados de todas ellas; v. gr.: desheretar, hermosura, clorhídric.
Donde existe en todo caso alguna dificultad en el empleo de la h, es, indudablemente, en la unión de dos ó tres vocales, cuando alguna de ellas es débil; de una parte, la caprichosa ortografía de los documentos, y de otra, las encontradas reglas que rigen el uso de esta letra en catalán y en castellano, lenguas ambas de indudable y legítima influencia en la nuestra, han producido tal variedad en la manera de escribir una misma palabra que ya no podemos atenernos á los buenos modelos por cuanto se encuentran para todos los gustos; consúltese cualquier escrito, no sólo del valenciano popular, sino del literario, y se verá por todas partes un galimatías de palabras escritas sin sujeción á ninguna regla fija, como las siguientes: creuar, crehuar, creuhar; dihuen, diuhen; ruhido, ruido; creheu, creéu, creihem, crehien; escrivihem, duhen, escriuhen, etc.; porque sería el cuento de nunca acabar.
Pues bien; para evitar esto, basta con tener presente:
1.º Que en el valenciano escrito no existe la sílaba ie; siempre que así suena debe escribirse ye; v. gr.: reyet, joyes, duyen.
2.º Que la i con acento prosódico, aunque vaya seguida de e, nunca forma digtongo con ésta por pertenecer en realidad á una sílaba diferente; bastará, por lo tanto, con acentuarla para evitar confusiones; por ejemplo: eixíeu, caíen, creíem.
3.º Que las sílabas ue y ui han de llevar siempre h vengan de donde vengan; v. gr.: del latino octo se deriva huit, de meua, teua, seua, se forman mehues, tehues, sehues; de creure, caure, moure y viure, crehuen, cahuen, mohuen, vihuen; de creu, crehueta; de Lluís, Huiso; lo mismo hacen castellanos y franceses que han estudiado sus respectivas ortografías mucho mejor que nosotros los valencianos, y obraremos muy prudentemente imitándolos por las grandes ventajas que esta regla ofrece para facilitar la lectura; véase, en prueba de ello, como los castellanos transforman el verbo oler en las voces huelo, hueles; de aldea hacen el diminutivo aldehuela, y derivan las palabras hueso, huevo y huérfano, de las latinas os, ovum y orphanus; asimismo los franceses escriben huile, huit y huitre, aunque estas voces proceden de las latinas oleum, octo y ostrea, que no llevan h.
4.º Y que fuera de estos casos y los antes indicados, es lo más natural suprimir la h— salvo en contadas voces de uso constante, como ahont, ahí (9)—si queremos facilitar en gran manera la escritura y la lectura de nuestra lengua; ya que no podamos suprimirla por completo como los italianos, eliminémosla al menos de todas aquellas voces que nuestros clásicos escribieron caprichosamente en una ú otra forma sin que nadie haya aducido para ello razones de peso; repásense, en efecto, los antiguos escritores como Llull, Eximenis, March, Martorell, Roig ó Tarazona, y se verá que escriben indistintamente rahó y raó, plaher y plaer, ohir y oir, trahició y traició, dihèm y dièm, sarrahí y sarraí, etc., etc.
Algunos gramáticos catalanes sostienen que esta h debe conservarse para significar que del sitio ocupado por ella se ha quitado una letra; como en acrehdor, provehir, creheu, ruido, que proceden de creditor, provedere, credete, rugitus; pero aparte de que castellanos y franceses prescinden de tal consideración y escriben acreedor, proveer, creed y ruido, creancier, pourvoir, croire y bruit; también los mismos catalanes empiezan á transigir con tal modificación, pues en la más reciente de todas sus gramáticas, la de D Juan Bardina, publicada el pasado año de 1907, dice este preceptista (n.° 262) que estas voces pueden escribirse de tres maneras: pintando acento en la vocal que lo lleve, poniendo h entre las dos vocales, ó escribiendo con diéresis una de ellas; y añade á continuación: «Lo mes rápit es posar accent». Y aún no contento con esto, remacha el clavo diciendo, con mucha razón, en el apéndice V: «Si haguessim d’escriure h sempre que ha caigut una consonant, hauríem d'escriure trahició, rehina, y altres mots que ni 'ls classichs ni nosaltres escrivím aixís».
Réstanos únicamente hablar de las dos principales dudas que en nuestra ortografía presenta el uso de la h; son estas las de algunas formas del verbo haver y la del pronombre neutro ho ó hu cuando se afija al verbo.
En las voces del verbo haver que al usarse como impersonales van en el lenguaje hablado precedidas de una i, ¿qué forma debe adoptarse? ¿Debe escribirse hi ha como lo hacen los catalanes, y ha como los franceses (salvo la h que éstos no emplean en el verbo avoir), ó hia como equivalente del hay castellano?
Aunque todas estas tres formas se encuentran en escritos valencianos antiguos y modernos, no cabe la menor duda que debemos emplear únicamente la última, puesto que hace ya siglos que hemos perdido como los castellanos el adverbio hi ó y que conservan todavía catalanes y franceses.
Sin embargo, si bien tales formas al aparecer aisladas en la frase no presentan la menor dificultad, puesto que decimos no hia, encara que hiaja, etc., al unirse á la partícula en ó ne, suenan como partiendo el diptongo ia en dos sílabas; v. gr.: no n’hi-a, encara que n’hi-aja, lo cual parece que sonaría mejor escribiendo no n’hi ha, no n’hi haja. Pero si consideramos que el antiguo adverbio hi no aparece nunca en ninguna forma en el valenciano moderno, y debiendo procurar que la escritura, en los casos dudosos, sea lo más sencilla posible para facilitar su inteligencia, aconsejamos que se escriba no ne hia, como se pronuncia en algunos pueblos, ó bien no n’hia, aunque se parta el diptongo al leer, pues también lo partimos sin el menor tropiezo en otras muchas voces similares, como fiar, triar, criá, riá, etc.
La duda relativa al pronombre neutro ho ó hu es la siguiente: cuando se afija al verbo ¿debe suprimirse la h?
La mayoría de los escritores populares lo hacen así; es decir, escriben dimeu, pòrtau, diso, miraro, creureu, etc., en vez de dimehu, pòrtahu, disho, mirarho, creurehu, etc. (dímelo, llévalo, dilo, mirarlo, creerlo, etc.)
En cuanto á los preceptistas catalanes, el señor Estorch, en su Gramática catalana, al hablar de la sinéresis del pronombre ho suprime la h y escribe deuxau, comprau, no u’ cregas, etc.; pero otros autores posteriores á éste conservan la h al afijar el pronombre neutro al verbo (y con mayor motivo, por lo tanto, al quedar como voz aislada en lo escrito, precedida de otras partes de la oración).
Creo, como estos últimos, que no debe suprimirse nunca la h de este pronombre, no sólo por razón de etimología, puesto que procede del latino hoc, sino para evitar confusiones en la escritura.
Ultima duda: el pronombre indeterminado ó adjetivo numeral ú ¿debe llevar h?
Hay que confesar que en la mayoría de los libros y documentos antiguos de nuestra lengua se escribe efectivamente hu; pero, á pesar de ello, sería muy conveniente que lo escribiéramos sin h, porque no sólo su plural uns y su femenino una, sino él mismo en la forma un, se escribieron siempre sin ella; porque etimológicamente no debe llevarla, puesto que procede del latín unus, y porque se presta á confusiones con el pronombre neutro hu. Indudablemente, el escribir el numeral hu con h ha sido una forma abusiva, propia de aquellos tiempos de anarquía ortográfica en que cada cual escribía como le daba la gana.
No hay en todo el léxico valenciano ninguna palabra que empiece por l, salvo los artículos lo, la, los, les, y el pronombre li; cuantas voces de origen latino llevan esta inicial en la lengua madre y en las derivade ésta, empiezan en valenciano por ll; v. gr.: llabi, lletra, llibre, llop, lluna, llavar, llegir, lliurar, lloar, lluir, etc.
Es verdad que actualmente empleamos á toda hora algunas voces, como loco, limosna y lograr, que empiezan por l; pero si nos fijamos bien, veremos que todas ellas son importadas del castellano en época relativamente reciente; el instinto popular tiende á valencianizarlas, no siendo raro entre las clases bajas el pronunciar llimosna y llograr; en cuanto á la palabra loco es aún sustituida en muchos pueblos por las clásicas foll y bòig, que es lo que deben hacer los escritores cultos.
Aunque antiguamente solía escribirse l en principio de dicción para indicar el sonido de la ll, hace ya muchos años que los escritores valencianos han adoptado esta letra; no debe, pues, escribirse hoy labi, legat, libertad, lop, sino llabi, llegat, llibertad, llop.
Tampoco se dobla nunca la l en valenciano, como se hace en catalán; no lo necesitamos, puesto que nuestra prosodia no tiene eles dobles; no escribiremos, pues, il-lustrar, il-luminat, sino ilustrar, iluminat.
Un problema: cuando los pronombres lo, la, li, les se afijan á un verbo que termina en l ó ll, ¿qué debe hacerse?; ¿debe separarse por medio de un guión, ó debe escribirse separado, faltando á la regla general de los afijos?
Y no se crea que estas combinaciones son raras en nuestra lengua; las vemos todos los días en frases como las siguientes: Cull-li al chic una poma; cull-les totes; eixe caldo bull-lo ben bollit; la farina mòl-la be; resòl-li prònte eixe expedient á mon cosí; á tes germanes vull-les molt, que s' ho mereixen.
Como se vé por los anteriores ejemplos, mi opinión es que en este caso debe emplearse el guión; es, á mi ver, la forma que ofrece más ventajas, tanto para el que escribe como para el que lee.
Se escribirá siempre m antes de b y p, y n antes de f, m y v: emboticar, impresió, unflar, inmoral, enveja, invicte.
Esta letra doble representa en nuestra ortografía á la ñ castellana, la gn italiana y francesa y la nh portuguesa.
¿Convendría sustituirla por la ñ castellana, como pretenden nuestros escritores populares? Aunque esto facilitaría indudablemente la lectura y la escritura á las gentes poco ilustradas (10), debemos conservar la ny, por respeto á la tradición, ya que todos los idiomas latinos, excepto el castellano, representan este sonido con una letra doble.
Como ya se dijo al hablar de la b, terminan en p muchas voces valencianas que parece debían terminar en aquella letra, como cap, llop, etc.
La antigua ph, que sonaba como f, ha sido sustituida ya por este signo en las ortografías castellana, catalana y valenciana desde hace algunos años; algunos de nuestros escritores se empeñan, sin embargo, en conservarla en el nombre propio Joseph; no hay razón alguna que abone este empeño, puesto que todos pronunciamos Josep ó Jusep, y ya lo escribían así muchos en el siglo XVII.
La r tiene dos sonidos; uno suave, como en cara, y otro fuerte, como en carro; el primero se representa con una sola r en todos los casos, fira, mare, carinyo, aro, poruch, carta, ser, firma, còr, burla, abre, cristiá, pruna, etc.; el fuerte se expresa doblando esta letra en medio de dicción cuando va entre vocales, como en parra, carrer, barril, morro, arruixar; pero se escribe con una sola cuando está en principio de dicción ó cuando va precedida de las letras l, n, s, por la sencilla razón de que ninguna palabra valenciana empieza con r suave ni lleva este sonido después de las citadas letras; ejemplos: ram, resar, rich, rosa, rulla, tòlre, honrat, israelita.
Antiguamente solían escribirse con una sola r las voces notoriamente compuestas, cuyo segundo elemento empieza con esta letra; pero convendría doblarla en tales vocablos, como lo hacen los castellanos, ó separar ambos elementos con un guión, á fin de facilitar la lectura; por ejemplo: Vilarreal ó Vila-real, barbarroja ó barba-roja, contrarrèplica ó contra-rèplica.
La s tiene en valenciano dos sonidos, lo mismo que la r, uno suave y otro fuerte; pero es mucho más difícil el reglamentar su uso, y más aún el distinguirla de la c y de la z ó ç, por las siguientes razones que ya expuse en mi Gramática popular:
El sonido castellano de la c antes de e, i y el de la z no existen en valenciano; en la capital del reino las tres letras c, s, ç, se pronuncian como la s de Castilla, desconociéndose en absoluto la s suave; en Castellón y Alicante suenan de aquel modo en principio de dicción y en las sílabas cia, cie, cio, ciu; en los demás casos suenan unas veces fuertes y otros suaves, pero de una manera tan anormal y desordenada, que creemos imposible dar una idea de ello, siquiera aproximada, si no es formando un vocabulario completo de todas las voces en que se emplean; ni siquiera las que hemos tomado del castellano ó tienen un origen común con sus equivalentes de dicho idioma y se escriben en él con z, observan entre nosotros una regla fija, pues raça, plaça, caçar, forçar, etc., son fuertes, mientras se pronuncian suaves reçar, almorçar, baça y algunas otras; lo propio sucede con la c antes de e, i, y la s; acer, entonces, concís, suenan fuertes; quince, once, sencillo, suaves; pensar, fòsa, fuertes; ròsa, còsa, suaves. Esto, y más aún el no pronunciarse sino una sola s en la capital y su comarca hace de todo punto imposible el usar dos signos diferentes para los dos sonidos de esta letra; sin embargo, ya que no por el sonido, por la etimología, creo que puede precisarse en la mayoría de los casos el signo que se debe emplear, atendiendo á las siguientes reglas:
1.ª Se emplearán para representar el sonido fuerte la ss doble ó la c, y para el suave la s sencilla y la ç.
2.ª Como en principio de dicción nunca suena suave esta letra, se escribirá cuando sea inicial una sola s (como se hace con la r) ó la c antes de e, i, por razones etimológicas: sac, sòl, sufrir, y lo mismo Saragossa, selós, sisanya, sodiach y such, aunque en su similar castellano y aun en su origen latino lleven z inicial; pero se atenderá á la etimología en las iniciales s y c antes de e, i; v. gr.: secret de secretum, sis de sex, cel de cœlum, ciutat de civitas (11).
3.ª Se escribirán asimismo con una sola s las sílabas inversas as, es, is, os, us, como en aspre, escriure, permís, còs, custodia, aun en el caso de que en castellano lleven z; ejemplos: cabás, mesclar, mesquita, tramús, almiscle, panís, sobrepellís. Los que dejándose llevar de la influencia castellana escriben estas voces con c, deben considerar que, si bien en algunas de ellas podría legitimarse esto por la etimología, como en capás (de capax, capacis), y en panís (de panicum, panici), en otras muchas, como nas de nasus, mesclar de miscere y almiscle de muscus, no puede admitirse tal legitimidad, y en puntos tan dudosos como éste, la misión de la Ortografía consiste en facilitar la escritura, ensanchando las reglas generales y reduciendo al mínimum las excepciones.
4.ª Se escribirán siempre con c las voces terminadas en encia, como Valencia, ciència, prudència; y con c ó s, según su origen, las demás terminadas en cia ó en cio; ejemplos: iglesia, Asia, gracia, Grecia, concepció de conceptio, passió de passio, acció de actio, dicció de dictio, pressió de pressio.
Fuera de estos casos, es tan difícil dar una norma en el empleo de estas letras para aquellos que no distinguen la fuerte de la suave (que son la mayoría de los que escriben en valenciano), que sería una temeridad el intentarlo; haga, pues, cada cual lo que pueda según su leal saber y entender, dejándose guiar en primer lugar por la etimología, y cuando esto no sea posible, por la voz similar castellana; al fin y al cabo ni aun los catalanes que distinguen los dos sonidos, tienen en ninguna de sus gramáticas reglas claras que puedan servir de guía en el empleo acertado de estas letras.
Respecto á la duda expuesta alguna vez de si en valenciano y en catalán debe emplearse la z ó la ç, nada puede contestarse en un tratado de ortografía; estos dos signos no son en realidad sino dos formas diferentes de una misma letra, y por lo tanto no es la ortografía la que debe resolver cuál de ellos debe emplearse, sino la caligrafía ó la tipografía; las imprentas que no tengan cedillas, pueden en su lugar emplear la z sin ningún inconveniente.
«Altres punts dificultosos hi ha y lo qui per nosaltres ho es mes, es el de la x»; esto dice el ¡lustre profesor de literatura de la Universidad de Barcelona, doctor Milá y Fontanals, en un artículo titulado: Quatre mots sobre ortografia catalana (12), y esto con mayor motivo debemos decir nosotros, ya que ni siquiera tenemos el recurso de seguir á tan sabio maestro en este escabroso punto, puesto que son de muy diferente índole las dificultades que esta letra ofrece en una y otra lengua.
El problema de esta letra en el valenciano moderno es el siguiente: ¿Tiene la x, en la actualidad, dos sonidos diferentes, como los tuvo en otro tiempo y los tiene aún en Cataluña, ó sólo uno como en Castilla?
Para nosotros ha desaparecido— por lo menos en la mayoría de los pueblos— el sonido de ch francesa que esta letra tenía en principio de dicción y en medio ó en final cuando iba precedida de la vocal i; pero algunos sostienen que sigue percibiéndose. En tal supuesto, debemos fijar el uso racional de esta letra, hoy bastante descuidado, y empezar por resolver la siguiente duda: ¿Cuándo después de i, precedida ó no de otra vocal, se ha de escribir x, y cuándo s?
Tres caminos hay para resolver cualquier duda en ortografía; el uso, la pronunciación y la etimología; veamos, pues, cuál de ellos nos resuelve la presente.
El uso no nos sirve en este caso, puesto que desde los orígenes de las lenguas romances se nota cierta indecisión en los escritores al tratarse de esta letra; el Marqués de Villena, en el Arte de trovar ó Gaya ciencia, dice lo siguiente:
«La x muda algunas veces su son; á veces en c, á veces en g... E cuando la i se encuentra con la s suena poco; e por eso la ayudan con la consonante de la x, así como por decir misto se pone mixto... E la x al principio retrae el son de s, mas face el son más lleno; e por eso por decir Setaf, escriben Xetaf (13).»
A fin de no alargar este asunto, y como son además bastante conocidos los cambios que algunas letras han sufrido en siglos anteriores, prescindimos de otros textos que pensábamos transcribir (de Antonio de Nebrija, del Diálogo de las Lenguas y otros) para comprobar la confusión que siempre ha habido de la x y la s, que es lo que á nuestro intento importa.
En la actualidad, todos los idiomas neolatinos han fijado ya el uso de esta letra y convendría que también nosotros lo fijáramos: los italianos la han suprimido en absoluto; los castellanos la han reducido á representar tan sólo su sonido latino; los franceses han hecho lo mismo, pero confiesan que en fin de dicción, si se une á la vocal siguiente, toma el sonido de z al igual de la s, lo cual es otra prueba en favor nuestro (14); en cuanto á los catalanes y portugueses, la conservan como nosotros, pero con reglas claras y precisas que desgraciadamente no sirven para nuestra lengua en todos los casos, ni resuelven en absoluto para nosotros este asunto; marcamos demasiado la i que precede á la x, cosa que ellos no hacen.
Si nos fijamos en la pronunciación, la duda no sólo continúa, sino que en realidad de aquí es de donde nace; demos por sentado que en algunas comarcas valencianas, y hasta en todo el reino si se quiere, suene como ch francesa la x precedida de i; pero es el caso que cuantos le dan este sonido (perdonen los amigos que han querido convencernos de lo contrario), se lo dan también á la s en igualdad de circunstancias; jamás hemos podido notar diferencia entre la manera de pronunciar una misma persona, no prevenida de antemano, las siguientes palabras, por ejemplo: Peix, feix, lleys y reys; patix, cumplix, permís y consis; faixá (golpe dado con una faja ó abundancial de faja) y faisá (faisán, ave); y hasta en la unión de palabras hablando de prisa y sin fijar la atención, suena lo mismo la s de la frase remeys inútils, que la x de pareix inútil.
Es imposible, por lo tanto, que la sola pronunciación pueda servir de norma para fijar la Ortografía de esta letra en valenciano.
¿Y la etimología? Tampoco puede servirnos en absoluto, pues sería demasiado desbarajuste; habríamos de empezar por escribir con s todos los verbos acabados en áixer y éixer, puesto que todos han convertido en ix el antiguo sc de nascere, cognoscere, etc.
En vista de todo lo expuesto, no hay más remedio que atenernos al uso, pero modificándolo racionalmente atendiendo á la etimología y á los preceptos de la Ortografía catalana, única que en este punto debe servirnos de norma.
Así, pues, creemos que debemos conservar la x de las sílabas aix, eix, oix, uix, hasta en las palabras que tuvieron s en su origen, como peixcar (de piscari), feix (de fascicutum), ó las que la tienen en las lenguas hermanas, como arruixar (rociar en castellano y arroser en francés), exceptuando tan sólo aquellas palabras de formación tan clara que no dejen lugar á la menor duda, v. gr.: paisá, faisá, lleys y reys (plurales de lley y rey).
En cambio debemos convertir en s la x que sólo va precedida de i sin otra vocal anterior, aunque la mayoría de los escritores modernistas siguen empleándola todavía; al tratar del verbo, hemos hecho ya esta innovación convirtiendo en s la x de las terminaciones en ix, ixes, etc., de la tercera conjugación; nos ha movido á hacer esta reforma el haber observado que la sílaba ix no precedida de otra vocal es lo que más confunde en la lectura á nuestros paisanos, y nos hemos creído autorizados para ello, al menos en lo que se refiere á los verbos de la tercera conjugación, porque los mejores preceptistas catalanes escriben agraesch, agrahis, agrahissis; visch; visqui, (Milá y Fontanals); cumplis, cumplises, cumplís; visch, visqui, visca; y hasta isch, isca, isques, de eixir, (Bofarrull y Blanch); feresch, feresca, feris, ferisses; isch, isques, isca, isqui, (Estorch).
Respecto á la x en principio de dicción, hay que confesar con entera franqueza, quieran ó no quieran los partidarios de la catalanización del valenciano, que hace ya muchos años que no existe en nuestro lenguaje hablado; y hay que desterrarla del escrito, por lo tanto, para evitar dificultades y confusiones; todo lo más que puede concederse, es que la conservemos en media docena de nombres geográficos por respeto á la tradición.
Ya Ros en su Diccionario valenciano-castellano, publicado en 1764, decía al tratar de la x (pág. 248): «En esta letra solo en lo inicial se escriven y escrivían en lo antiguo, los nombres propios; por lo que se omiten los exemplares: y las demás dicciones van inclusas en la articulación Ei».
Y tiene razón Ros, pues si en el lenguaje hablado tal vez hayan usado nuestros abuelos la x inicial con sonido de ch francesa como la usan todavía los catalanes, en el valenciano escrito é impreso en Valencia puede afirmarse que no se la encuentra nunca más que en nombres propios.
Es preciso, por lo tanto, prescindir de esta letra en principio de dicción aunque la defiendan los que consciente ó inconscientemente tienden á hacer de la literatura valenciana una hijuela de la catalana; todas las palabras que en valenciano pueden ofrecer alguna duda en este punto, deben escribirse de una de las tres maneras siguientes según sea su pronunciación: con eix, como eixaròp, eixam, eixeringa, con ch, como churro, charòl, chocolate, chica; ó con j, como jerra, jipó, Júquer, Jusèp.
De todo lo dicho se deduce:
1.º Que se escribe x entre vocales para representar el sonido castellano, ó mejor dicho latino, de esta letra; v. gr.: axioma, examen, pròxim; y en las voces que empiezan con la preposición ex, como excelent, excitar, exposar, extranger. Téngase presente, sin embargo, que en valenciano hay muchas palabras cuya pronunciación es casi igual á la de las anteriores y á pesar de ello no tienen x; tales son, por ejemplo: accident, secció, diccionari, cocció, succió.
2.º Que se escribe también dicha letra en las sílabas aix, eix, oix, uix, sea cualquiera el sonido que se les dé según las comarcas, con la sola excepción de algunas voces en que notoriamente la sustituye la s por razón de procedencia gramatical, no de etimología; como paisá derivado de país, lleys plural de lley.
3.º La sílaba is no precedida de vocal se escribirá con s sea la que sea su procedencia y pronunciación, excepto en los casos en que suena francamente como ix castellana: escribiremos, pues, patisc, patises, patís, patisca, llissó, sis, sisanta, sisents, etc.; pero se escribirán con x, fixar, mixtió y en nuestro sentir (como excepción) los tiempos de los verbos en eixir en que se suprime la e, como ixc, ixes, ix, tixca, tixquen, por respeto á las reglas de derivación.
4.º Ninguna palabra valenciana empieza por x; si no se la quiere suprimir en absoluto de ciertos nombres propios como lo han hecho los castellanos, consérvese únicamente en los tres ó cuatro que en el lenguaje hablado suenan como eix (Xátiva, Xixona, y pocos más); pero de ningún modo en los que suenan con ch fuerte (Chèrt, Chirivella, Chòdos, Chulilla) ó con j suave (La Jana, Gilet, Júquer).
Basta con esto por ahora para ponernos en camino de normalizar el uso de esta letra; no se crea, sin embargo, que está todo hecho, pues hay en nuestra lengua una porción de voces de dudosa etimología cuya ortografía será siempre difícil de precisar; ¿debe escribirse, por ejemplo: daxa, saxó, llixó, aixa, guixa, ó dacsa, sacsó, llicsó, aiza, guissa? Sería necesario para decidirlo, entrar en largas disquisiciones etimológicas impropias de este sitio; haga, pues, cada cual en estos casos, según su cultura, lo que su buen criterio le dicte.
Y con esto queda terminado lo relativo al uso de las letras en el lenguaje valenciano escrito, problema más intrincado de lo que creen, ó aparentan creer, muchos que nunca han probado á resolverlo; si la solución que yo le doy es buena ó mala, no lo sé; pero diré con el clásico latino: «Fecí quod potui, faciant meliora potentes.»
El apóstrofo es un signo ó virgulilla que se coloca á la mayor altura del palo de las letras, con el fin de indicar la omisión ó elisión de una vocal.
La primera dificultad relativa á este punto es la siguiente: ¿qué partes de la oración admiten el apóstrofo y cuáles no?
En valenciano debe usarse tan sólo este signo en el artículo, el pronombre, la preposición y la conjunción; pero nunca en las demás partes del discurso; no debe escribirse, por lo tanto, ya 'stá, no 's asò, sí que 'staven; sino ya está, no es asò, sí que estaven ó si qu’ estaven; no se escribe hòm' entes ni hòme 'ntés, cas' alta ni casa 'lta; sino hòme entés y casa alta; nunca se ha de escribir y'aní ó y’ha anat ni darrer' entrarán; sino ya aní, ya ha anat, darrere entrarán.
En cuanto á su uso acertado en aquellas otras partes de la oración, debe observarse lo siguiente:
En el artículo.— El masculino el ó lo pierde la vocal, tomando en su consecuencia el apóstrofo, siempre que va seguido ó precedido de vocal; verbigracia: l' aragonés, l’ ermitá, l’ infinit, l’ òrfe, l’ utilitarisme, contra’l vent, sense´l paper, tú´l tindrás; la h no impide esta regla, y, por lo tanto, se escribe: l' hábito, l' heroisme, l’ hipócrita, l’ honrat, l’ humil.
Su plural els sólo pierde la e cuando le precede vocal, v. gr.: contra 'ls vents, sense 'ls papers, tú 'ls tindrás; pero no cuando le sigue, v. gr.: els aragonesos, els òrfens, etc.
El femenino la pierde la vocal únicamente cuando va seguido de otra a, con h ó sin ella; v. gr.: l' amistad, l’ afecció, l’ habilitat; no debe, por lo tanto, escribirse l' enseñanza, l’ hipocresia ó l' honestitat, sino la enseñanza, la hipocresia, la honestitat.
Su plural les no lleva nunca apóstrofo
Tampoco lo admite en ningún caso el artículo neutro lo ni aun cuando vaya seguido de otra o; debe escribirse siempre lo honest, lo osiós, para evitar confusión con el masculino.
En el pronombre.— Entre los personales admiten apóstrofo me, te, se, el, precedidos ó seguidos de vocal; v. g.: m' han dit, t’ estás, s' apara, l’ esperaré, si 'm tròbes no ‘t miraré, ni 's cuida ni ‘l cuiden, disli que ‘l busque.
El plural els, masculino ó femenino, sólo lo admite cuando le precede vocal; por ejemplo: si 'ls tròbes, no ‘ls mires; si les veus, no ‘ls digues res.
Los demás personales, incluso el femenino la, no deben llevar nunca apóstrofo.
Los pronombres demostrativos este, eixe, esta, eixa, suelen escribirse con apóstrofo cuando van seguidos de e los primeros y de a los segundos; pero creemos que es mejor escribirlos siempre con todas sus letras.
El demostrativo en ó ne admite la elisión de la e siempre que va precedido ó seguido de vocal con h ó sin ella; v. gr.: ya 'n tinc, no 'n vullc, ¿tu 'n vòls?, n’ acaben d' entrar, n' ixqueren dos, n' habiten molts n’ humillarem algú.
En los posesivos ma, ta, sa, también se elide la vocal cuando van seguidos de otra a; hoy puede decirse que ya no ocurre esto sino en la voz agüela; con el sustantivo agüelo, aunque masculino, unimos al parecer el pronombre femenino, pues no hay en todo el reino quien diga mon agüelo, sino m’ agüelo; esta es, indudablemente, una forma defectuosa, pero debemos transigir con ella por lo general y arraigada.
Los plurales nòstre, vòstre, nòstra, vòstra, también suelen escribirse con apóstrofo cuando van seguidos de e los masculinos y de a los femeninos; v. gr.: el nòstr’ enemic, la vòstr' amiga; creemos que puede admitirse la elisión en estos casos; pero no en la unión de otras vocales como algunos suelen hacerlo.
De los relativos sólo el que admite apóstrofo cuando va seguido de vocal; v. gr.: el qu' anirá, la qu' haja cantat, els qu' entrarán, les qu' ixquen, lo qu’ útil siga; sin embargo, antes de i, de o y de u, es muy común pronunciar la e de este relativo, diciendo, por ejemplo: les que ixquen, la que obria, lo que útil siga. En qui y quina nunca debe elidirse la vocal.
En la conjunción. — Las únicas que admiten apóstrofo son que y perque; v. gr.: ¿Còm es qu' estás asi? Perqu' he vingut.
En la preposición.— Admiten apóstrofo al principio las preposiciones en y entre, y al final de, desde, caba, contra, entre, pera y sobre; pero no todas siempre y en las mismas circunstancias; creemos que convendría emplear este signo sólo en las cuatro primeras, en, entre, de y desde; las restantes sería mejor escribirlas siempre completas.
Respecto al orden de preferencia en el apóstrofo entre estas partes de la oración cuando se unen unas con otras, puede decirse que es el mismo en que las acabamos de estudiar; así en la unión del artículo con el pronombre, ó la preposición, se elide la vocal del artículo; v. gr.: ¿Me ‘l dones? Te ‘l donaré demá, perqu' entre 'ls amics y les families dels amics se ´ls han endut tots.
Una observación para terminar lo relativo á este signo; creemos que en el lenguaje escrito convendría no contraer nunca los pronombres personales de plural seguidos de la partícula en cuando no se afijan á un verbo; debe escribirse, por ejemplo: mos en anem, no vos en eixíu, como los franceses escriben, nous en allons, ne vous en allez pas; sin embargo, si alguna vez quiere hacerse aquello, nos parece que no debe escribirse mon anem, von entréu, sino usar el apóstrofo en esta forma: mo'n anem, vo'n entréu, á fin de evitar confusiones.
En la ortografía valenciana empleamos dos clases de acentos; el grave y el agudo.
El acento grave es una rayita oblicua que baja de izquierda á derecha del que escribe (`) y se emplea únicamente poniéndolo sobre las vocales è y ò abiertas á fin de diferenciarlas de las cerradas, según ya dijimos al tratar de estas letras en su lugar correspondiente; debe escribirse, por lo tanto, Jusèp y Pepe, Vicènt y Vicenteta, Tòni y Toneta, dèu (diez) Deu (Dios), mòro y moròt, fe y chè.
El acento agudo se traza en dirección contraria al grave, es decir, de derecha á izquierda del que escribe (´) y se pone, en los casos que se dirán, sobre la vocal de la sílaba donde carga la fuerza en la pronunciación del vocablo.
Para el uso de este acento hay que tener presente que en las voces valencianas puede cargar la pronunciación, ya en la última, ya en la penúltima, ya en la antepenúltima sílaba; como en este ejemplo: animá, anima y ánima. A la primera de estas tres clases llamamos voces agudas; á la segunda, llanas, y á la tercera, esdrújulas. También las hay sobresdrújulas, y son las que llevan el acento hasta tres y aun cuatro sílabas antes de la última, como: dónamela, endúgasemeles.
Debe asimismo recordarse que en valenciano no hay diptongo sino cuando las vocales débiles i u se juntan entre sí (15), ó con cualquiera de las fuertes a e o; v. gr.: viuda, cuina, taula, guano, rabieta, graciosa, cuento, faixa, teixir, cuixa.
Téngase presente, además, que para haber triptongo se han de unir dos débiles á una fuerte, como en aguaitar, ensayéu.
Cuando se juntan dos vocales fuertes no existe diptongo; v. gr.: tea, poeta, lloa.
Con estos antecedentes prosódicos es muy fácil la aplicación de las reglas que siguen, para el buen uso del acento ortográfico agudo:
1.ª Las voces agudas de más de una sílaba terminadas en vocal, se acentúan: germá, rossí, llisó, algú, anirá, vindré, cantí, Polinyá, Novelé, Bechí, Benicarló.
Si acaban en una ó más consonantes, no se acentúan: gemech, caduf, desig, bateig, animal, anell, ensisam, estany, aljup, calor, azut, calaix, pareix, remey, valent, pagant, asserp, Sogorp.
La y griega final y la i latina de las sílabas aix, eix, oix, uix, aunque suenan como vocal, se consideran como consonantes para los efectos de la acentuación.
Exceptúanse las que acaban en n, en s precedida de n ó vocal, y en u precedida de vocal formando diptongo: anirán, vindrán, cabás, entés, precís, graciós, confús, cacáu, bevéu, estíu, remóu, Alacuás, Masalavés, Tarís, Catadáu, San Felíu, dijóus, dillúns.
2.ª Las voces llanas terminadas en vocal no se acentúan: filla, mare, casi, carro, entra, fesme, disli, traulo; llevan, sin embargo, el acento grave la è y la ò abiertas de la penúltima sílaba, como en tèrra, vèla, còssi, pòrche.
Si acaban en consonante, se acentúan: cárrech, tráfich, Cálig, Bárig, dátil, Aníbal, céntim, cánter, Alcácer, ánet, mérit.
Exceptúanse las que acaban en las consonantes n ó s precedidas de vocal: donen, venen, sintaxis, Fòyos, Museros.
3.ª Todos los esdrújulos se acentúan: máquina, música, tórtola, Bárbera, Náquera, Penyíscola.
Nota bene.— Los plurales valencianos deben conservar, por regla general, la acentuación de sus respectivos singulares: germáns, rossíns, llissóns, geméchs, animáls, anélls, estánys, reméys, caláixos, valénts, assérps, cacáus, estíus, filles, mares, carros, cárrechs, dátils, céntims, cánters, mérits; se exceptúan únicamente las voces agudas terminadas en a (sólo las femeninas) ó en s precedida de vocal, que se convierten en llanas al pasar al plural, como tronaes, albaes, cabasos, precisos, graciosos, de troná, albá, cabás, precís, gracias; las agudas en ix y en ig que también hacen lo mismo, no pierden como éstas el acento porque ya no lo llevan en el singular: calaix y calaixos, mateix y mateixos, desig y desijos, bateig y batejos.
Hay casos en que por juntarse á la dicción algunos pronombres como afijos, pasa aquélla de unos á otros grupos de los que estamos estudiando, y hay que fijarse bien en ello para evitar incorrecciones en la acentuación; ejemplos: mira, míral, míralo; portéu, porteula, portéumela; permitís, permitismos, permitísmosho.
Excepciones y explicaciones relativas á las tres reglas anteriores.
En las voces agudas donde haya encuentro de vocal fuerte con una débil acentuada, ésta llevará acento ortográfico; v. g.: país, raíl, pesích, baúl, reúll.
Las voces llanas terminadas en dos vocales se acentuarán si la primera de éstas es débil y sobre ella carga la pronunciación, vayan ó no seguidas de n, de s ó de u final: poesía, tío, cúa, dúo, tenía, volía, teníes, volíen, súa, júa, súes, júen, teníeu, volíeu.
Pero siguen la regla general de no acentuarse los vocablos llanos que finalizan en diptongo ó en dos vocales fuertes, vayan ó no seguidas de s ó n final: patria, iglesia, serio, aigua, llengua, iglesies, serios, llengües, capien, rabien, dihaen, crehuen, albaes, teulaes.
Si hay diptongo en la sílaba de dicciones agudas, llanas, ó esdrújulas que, según lo prescrito, se deba acentuar, el signo ortográfico irá sobre la vocal fuerte ó sobre la i si el diptongo es de esta con la u: capiém, sapiéa, clauá, riuá, estíu, hui, recuit, después, cuídal, ríute, guárdat, tráumela, buídales, chíulali.
Acentúanse ortográficamente ciertos monosílabos que en la cláusula se pronuncian con acento prosódico, para diferenciarlos de otros que en ella no suenan como acentuados; v. gr.: mes, sustantivo, y més, adverbio de comparación; si, conjunción condicional, y sí, adverbio de afirmación; se, pronombre, y sé, persona del verbo saber; te, pronombre, y té, persona del verbo tindre; u, conjunción (16), y ú, pronombre indeterminado ó adjetivo numeral. Ejemplos: Ya fa més d' un mes; si vòls vindre digues que sí; ya sé que se día aixina; te crida perque té pòr; bò u mal; el ú y el dos (17).
La mayor acentuación prosódica que en la cláusula toman determinadas voces, cuando se emplean, ya separadas de aquellas á quienes se refieren, ya con énfasis, ya en tono interrogativo ó afirmativo, pide acento ortográfico también, innecesario por regla general en las mismas palabras; ejemplos: Anaren al mas Vicent y Batiste, éste á cavall y aquéll en bicicleta. ¿Quí es? ¿Qué vòls? ¡Cuán bòna es la mare! De les dos germanes ¿á quina vòls més?
Los tiempos de verbo que llevan acento ortográfico, lo conservan aun cuando acrecienten su terminación tomando un afijo: miréula, dónamen, escríume, conéixerlos, pòrtala, pòsan.
Los dos elementos de las voces compuestas conservan su acentuación prosódica, y deben llevar la ortografía que como simples les corresponda; v. gr: cortésment, ágilment, llícitament, ferrocarril, pòrtallibres.
Los términos latinos ó de otras lenguas usados en la nuestra, y los nombres propios extranjeros, se acentuarán con sujeción á las leyes prosódicas para las dicciones valencianas; v. gr: Còrpus, accèsit, memorándum, París, Tetuán, Amiéns.
Los que se emplean en valenciano, como en castellano, son los siguientes: coma (,), punto y coma (;), dos puntos (:), punto final (.), puntos suspensivos (…..), interrogante (¿?), admiración (¡!), paréntesis ( ), diéresis (¨), guión (-), comillas («»), raya (—) y dos rayas (=).
Hacemos uso de la coma para separar las partes semejantes de una misma proposición, ó las proposiciones que tienen poca extensión, ó cuando se invierte el orden natural de ellas. Ejemplos: Mallòrca, Menòrca, Ibisa, Formentera y Cabrera, son les principals de les isles Balears.
Se usará del punto y coma para separar las proposiciones semejantes de cierta extensión, las que se oponen ó comparan entre sí por medio de las conjunciones adversativas y las partes principales de cualquier período cuyas partes subalternas exijan la coma.
Ejemplos:
«Abaixa á mon capsal fosca la nit;
mes encara tinch l’ ánima despérta
y pie de dorats sòmnis l’ esperit.»
T. LLORENTE.
Se emplearán los dos puntos después de terminada una frase, cuando se sigue otra que la explica ó la aclara, cuando se comienza ó termina una enumeración, y al citar palabras textuales; en este último caso el primer vocablo de la cita que sigue á los puntos se empieza con letra mayúscula. Ejemplos:
«si hia algún ferit ó mórt...,
eixa era la seua sórt:
qui reventa, que revente.»
J. ESPIAU BELLVESER.
Se pone punto final cuando el período forma completo sentido, de modo que pueda pasarse á otro nuevo sin quedar pendiente la comprensión de aquél.
Empleamos los puntos suspensivos cuando nos conviene dejar la cláusula incompleta y el sentido suspenso; cuando se necesita parar un poco la lectura expresando temor ó duda, ó deseamos sorprender al lector con lo inesperado de la salida; también deben emplearse cuando se copia algún texto que no hay necesidad de insertar íntegro, indicando así lo que se omite. Ejemplos:
«En mos sòmnis en forma
te mire d' ángel;
pero... ¡qué més prengueren
ells que semblarte!»
F. BARBER BAS.
Se pone interrogante al principio y al fin de las frases interrogativas. Ejemplos:
«¿Qué tens?— li díu sa mare, mirantla ab ulls plorosos—
¿Per qué has perdut les ròses de tos colors hermosos?
¿Per qué reses y plòres, mirant sempre al espay?»
F. PlZCUETA.
La admiración se emplea antes y después de las interjecciones, de algunos apostrofes, y de todas las frases que expresan algún vivo movimiento del ánimo, como la sorpresa, la extrañeza, el terror, la indignación, la ternura, la piedad, la alegría, etc. Ejemplos:
«¡Oh tèrratremols deis pòbles!
¡Llampegades! ¡Convulsións!
¡Quí sap si en eixes tempèstes
s' afona ó s' aixeca 'l mon!
T. LLORENTE.
El paréntesis sirve para encerrar palabras ó proposiciones que, aunque pueden suprimirse sin alterar el sentido de la frase principal, la hacen, sin embargo, más clara ó más viva. Ejemplos:
«Perque (dit siga en llahor
dels pòbles ahon se fa encara)
allí el tranquil llaurador,
donant pròves de valor,
mira el perill cara á cara.»
J. ESPIAU BELLVESER.
Las comillas se ponen al principio y al final de las frases que se citan.
El guión sirve para indicar que una palabra está partida, ya sea por no caber entera al final de un renglón, ó por otra causa cualquiera.
Se usa la raya para anunciar en los diálogos el cambio de interlocutor y evitar la repetición de dijo, respondió, etc.
Las dos rayas sólo se emplean actualmente en las copias para denotar que en el original se pasa á párrafo distinto.
Aunque haya tenido la suficiente paciencia para estudiar con detención y cariño cuanto hasta aquí llevamos escrito, no crea, sin embargo, el joven que aspire á escribir bien el valenciano, que lo tiene ya todo hecho; no es bastante, en efecto, saber cuándo se ha de emplear una letra y cuándo otra; no basta colocar los acentos en los casos y en los sitios que la ortografía enseña; es necesario, además de todo esto, y aun antes que ello, elegir bien las palabras que sean netamente valencianas y separarlas debidamente no haciendo una de dos, ni dos de una sola.
Porque lo que ocurre actualmente con el valenciano escrito, no ha ocurrido jamás en ninguna lengua literaria del mundo, y estoy seguro de que se han de resistir á creerlo quienes no hayan leído escritos valencianos; que hombres que escriben correctamente en castellano, escriben su lengua propia como pudiera escribirla el soldado ó el labriego menos letrado.
Léase, en comprobación de esto, cualquier publicación valenciana del grupo popular, desde las obras de Escalante, hasta los llibrets de falla, pasando por El cuento del dumenche, El Palleter, La Troná y demás periódicos, comedias y sainetes, y se verá que escritores á quienes les caería la cara de vergüenza si se les probara que habían escrito en castellano: man dicho, ó mean dicho, teas caído, lotro día, y otras incorrecciones por el estilo, escriben á todas horas en valenciano, que es su lengua propia, man dit, tos caigut, latre día; trabucan los pronombres posesivos hasta el punto de emplear indistintamente masculinos y femeninos; y estampan al pie de la letra barbaridades del vulgo, como: pos, sensia, antenimeni, astirar; porque escribiendo en valenciano, no hay en esta tierra quien se avergüence de nada.
Tampoco es motivo de temor para quien estima su reputación literaria, el escribir el valenciano como lo hablan los muchachos aragoneses dependientes de comercio al cabo de unos meses de trato con sus parroquianos de la huerta; es decir, empleando palabras castellanas, más ó menos valencianizadas; abra el lector, en prueba de esto, el último semanario valenciano que haya llegado á sus manos y de seguro que tropieza en seguida con los verbos crusar, redondechar, rellampaguechar, fijar, despejar, y sustantivos, adjetivos y participios, como: cuadro colgat, trache dominguero, envolt, lujo, renombrat, temblores, desalient, bastant, espejisme...
Cuídese, sin embargo, de caer en el extremo contrario al huir de este escollo, pues lo mismo se peca por carta de menos que por carta de más; y si es malo abusar del castellanismo, no es mejor inclinarse al catalanismo, y, sobre todo, al catalanismo afrancesado que está hoy de moda, hasta el punto de saltar por encima del nosaltres, el papalló y el aixecar, para llegar hasta el nombre, el embaumar y el amusant; que á esto se ha llegado también en escritos valencianos.
Es preciso, pues, tener todo esto muy presente y no dar el espectáculo lamentable de que los mismos que pretenden pasar por restauradores y cultivadores de la literatura valenciana, sean los que consciente ó inconscientemente hagan lo posible para convencer á todo el mundo de que los valencianos, no sólo no sabemos escribir nuestra lengua propia, sino que ni siquiera sabemos hablarla.
Abadejo
Abjurar
Abrasar
Abrassar
Acachar
Accident
Acció
Achatar
Achicar
Achispar
Adjudicar
Afegir
Afluixar
Aginollar
Aissa
Aissá
Aixó
Ajocar
Ajudar
Ajuntar
Ajupir
Alcira
Algemesí
Algeps
Alger
Algimia
Alginet
Aljup
Ambició
Ambulant
Amparar
Angel
Archiu
Argila
Arruissar
Assut
Atrevit
Atribut
Au
Aucell
Auxiliar
Avant
Avespa
Avís
Axioma
Bachiller
Badall
Baixar
Bajòca
Baladre
Baldat
Ball
Barcheta
Bárig
Barrejar
Basa (baza)
Bassa (balsa)
Batall
Bateig
Batejar
Batre
Bechi
Bèlgida
Bellea (belleza)
Bena
Beniajar
Beniarjó
Benifaraig
Beure
Bevedor
Bièni
Bisnet
Bochí
Bòig
Boix
Boja
Bolig
Bolquer
Borracho
Borraja (planta)
Bos
Bossa
Bot
Bota
Botar
Boto
Brisa
Bròssa
Bruixa
Brúixula
Buit
Burjasòt
Cabessó
Cabestre
Cabiró
Cabre
Cabut
Cacherulo
Caixa
Cálig
Calis
Calvari
Capsa
Carcaixent
Carchòfa
Cartagena
Casa (habitación)
Casarse
Cassa (caza)
Cassar (cazar)
Cavall
Cavaller
Ceba
Cebollí
Cèl
Celós
Cèndra
Cèndre
Cep
Cera
Cércol
Cèrt
Certamen
Certesa
Cervell
Cervo
Ciència
Científic
Cilici
Cinc
Cincuanta
Ciprer
Cirera
Ciri
Cirujá
Citar
Ciutadá
Ciutat
Civil
Civilisació
Clahuet
Clahueta
Clau
Coche
Combatre
Convéncer
Convindre
Cosí
Còssi
Còva
Covar
Còve
Crehuela
Creixer
Creu
Creuar
Creure
Chafar
Chala
Changlòt
Chansa
Chapa
Chapí
Charrar
Chasco
Chato
Chavo
Chè
Chella
Chelva
Chera
Chèrt
Chest
Chic
China
Chincha
Chincharra
Chirivella
Chispa
Chiular
Chiva
Chocolate
Chòdos
Chop
Chorís
Chorrar
Chufa
Chulilla
Chulla
Chuplar
Dacsa
Davant
Debaes
Dèbil
Debilitat
Deixar
Dejunar
Dejuni
Desbaratar
Desbastar
Desbrossar
Deshonest
Deshonrar
Desig
Desijar
Desllavassar
Desossar
Desullar
Desviar
Desvirtuar
Deu
Déu
Deure
Deute
Devallar
Dicha
Dichós
Digerir
Digitació
Dijous
Diligència
Dimats
Dirigir
Divèndres
Dòl
Dòldre
Dòna
Donació
Donar
Dòt
Dotació
Dotse
Dumenge
Ebaniste
Egipte
¡Eh!
Eix
Eixaròp
Eixe
Eixecutar
Eixèrcit
Eixeringa
Eixir
Eixugar
Elecció
Elegir
Embaixador
Embalar
Embarcar
Embargar
Embassar
Embastar
Embeure
Embolicar
Emborrachar
Embruixar
Embrutar
Embut
Empèlt
Empeltar
Encaixar
Encendre
Encharcar
Encisam
Endevinar
Endivia
Endurse
Enfit
Engendrar
Enjorn
Entendre
Enteniment
Entusiasmar
Envasar
Enveja
Envellir
Enviar
Enviscar
Escarbar
Escarramar
Esclafar
Esclafit
Esclavitut
Esclavó
Escoltar
Escombrar
Escrivá
Escrivent
Eslida
Esperar
Espigar
Esplugar
Espònja
Est
Este
Esteva
Esteve
Estimar
Estíu
Estival
Estivar
Estivella
Estora
Estovar
Estrambòtich
Estrenar
Estudiar
Esvarar
Evangèli
Evidència
Evolució
Examen
Excelent
Excepció
Excés
Exigir
Existencia
Èxit
Explicar
Extracte
Extranger
Extraure
Extrem
Facha
Faig
Faissá (ave)
Faixa
Faixar
Faròl
Farolejar
Fava
Favor
Fecha
Fege
Feix
Fèl
Ferrija
Ficha
Fillòla
Fingir
Fisiologia
Fixar
Fluix
Fluixejar
Fòja
Forjar
Formage
Fòrsa
Forsejar
Fòssa
Fossar
Fregir
Fugir
Fullejar
Fussar
Ganivet
Garba
Garbejar
Garbell
Gassa
Gavina
Gèl
Gelar
Gemecar
Gèndre
Generació
General
Gènero
Generós
Gènit
Genital
Geniva
Gènova
Genovés
Genoveva
Gens
Gent
Gentil
Gentilla
Gepa
Germá
Gèrra
Gertrudis
Gervasi
Gesmil
Gestalgar
Gil
Gilet
Gimnasia
Ginebra
Ginebre
Giner
Ginesta
Ginet
Ginjol
Ginoll
Gipó
Girar
Girasòl
Girona
Gitano
Gitar
Gòig
Gojar
Gosar
Gracia
Grassa
Grava
Gròc
Gròs
Habit
Habitació
Haca
Hacha
Hacienda
Haja (de haver)
Ham
Haver
Hebreu
Hedra
Herba
Herbolari
Herència
Heretat
Heréu
Héroe
Hidrógeno
Higiene
Himne
Història
Hivèrn
Hòme
Homicidi
Honest
Honor
Honra
Hòra
Horchata
Horó
Horror
Hòrt
Hortolá
Hòspe
Hospici
Hostal
Hòste
Hòstia
Hui
Huit
Huitanta
Humanitat
Humil
Humor
Huracá
Image
Imaginació
Imaginar
Impúber
Indici
Indigent
Indigest
Indulgència
Ingenuitat
Inteligència
Invalit
Invenció
Inventari
Invicte
Jacinto
Jamay
Jáquera
Jaqueta
Jaume
Javalí
Javia
Jehová
Jeremies
Jeresa
Jeròni
Jesús
Jòch
Jolivert
Jònech
Jopetí
Jòrdi
Jornal
Jòta
Jove
Jòya
Juán
Juár
Jubilèu
Judaísme
Judío
Juge
Juí
Juliá
Juliòl
Junch
Junt
Junta
Juny
Jupa
Júquer
Jurament
Jurar
Jurat
Jusèp
Jusgat
Just
Justicia
Juventut
Llabi
Llamp
Llanja
Llansar
Llantia
Llauger
Llaurador
Llavar
Llavor
Llegir
Llegislar
Llegiste
Llegítim
Lleig
Lleja
Lletra
Lletuga
Llevant
Lley
Lliberal
Llibertat
Llicsó
Llissó
Lliteratura
Lliurar
Llòca
Llòca
Llògica
Llònja
Llop
Llorejar
Lloréns
Llucena
Lluciá
Llúcia
Lluír
Lluís
Macer
Machá
Macho
Maciá
Magestat
Magia
Mágich
Magisteri
Magistral
Mahometá
Maig
Major
Majoría
Malva
Malvat
Malví
Mancha
Manchar
Manossejar
Marbre
Marejar
Martirisar
Masover
Massejar
Máxima
Mege
Mehues
Mèl
Melós
Menjar
Meua
Mig
Migdia
Mijá
Minèrva
Minvar
Miserable
Misèria
Missa
Missal
Missericòrdia
Mòble
Mochilla
Moixent
Moixeta
Mòla
Mòldre
Mòll
Mòlla
Mòlt (Molido)
Molt (Mucho)
Mon
Mònja
Mont
Morería
Mòro
Morrejar
Mòrt
Mòs
Mossegar
Moure
Mòvil
Moviment
Mussòl
Nau
Naufragi
Navaixa
Navegar
Nebot
Nèrvi
Nerviós
Netejar
Neu
Nevar
Nicho
Nihuet
Niu
Niuá
Nivell
Nòm
Nòsa
Nou
Nòva
Nuet
Nugar
Òca
Occident
Òci
Ociós
Òdi
Ohuet
Oír
Oliva
Oliva
Òlla
Om
Òr
Òrfe
Òrgue
Oriòla
Orseta
Òs
Òsca
Ou
Ovella
Ovispo
Oxígeno
Oyent
Page
Pagés
Página
Paissá
Palis
Pancha
Panís
Passejar
Passió
Pateig
Patejar
Patèrna
Pechina
Pedrís
Pege
Péndula
Penjar
Penjoll
Perdició
Perfecció
Perjuí
Permís
Picher
Pijor
Pilòta
Plaja
Plancha
Pluja
Pòrche
Posar
Precís
Previssió
Professió
Pròssa
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Pròxim
Pujar
Punchar
Pussòl
Quéixa
Quince
Quixal
Rafèlbunyòl
Rajá
Rajòla
Rajoleta
Ras
Rasa
Rassa
Rave
Rebotar
Rebre
Recalsar
Regent
Règimen
Regiment
Regió
Regir
Regirar
Reixa
Relijó
Rellám
Rellampegar
Relónje
Resar
Reso
Resòldre
Revisar
Reviure
Revolar
Revòlta
Revolució
Revólver
Ribarròja
Ribás
Ribera
Riberenc
Ribesalbes
Rissa
Rissar
Ròba
Ròca
Rocafòrt
Rocam
Rógle
Ròig
Ròja
Rojura
Romans
Ròsa
Rosari
Rosegar
Roser
Rossar
Rossí
Ròtul
Rovell
Sabater
Sabi
Sabó
Sacsar
Sacsó
Sagí
Sagunt
Salvage
Salvia
Saó
Sargento
Savia
Secció
Sedaví
Sèrra
Servici
Sessió
Sèt
Set
Setse
Sexo
Sèxt
Sexual
Sija
Silogisme
Sis
Sissanta
Só
Sòca
Sofre
Sogorb
Sògra
Sòl
Sòli
Sòlt
Soltar
Son (de ser)
Són (sueño)
Sort (sordo)
Sòrt (suerte)
Sòt de Chera
Succió
Sugerir
Sugestió
Suja
Sujecció
Sujècte
Tabac
Tabal
Tacha
Tangent
Tánger
Tarònja
Taronjer
Tarrons
Tarròs
Teixir
Tenalles
Terbol
Teròl
Terrateig
Text
Tirig
Tisores
Torbar
Tossal
Tovalles
Traducció
Trage
Tragèdia
Trágich
Traginar
Tramús
Transacció
Transigir
Travessar
Treballar
Trescents
Trespòl
Tretse
Trò
Trobar
Tronar
Tròs
Trossejar
Tròt
Trotar
Trotejar
Trovar
Truja
Tutejar
Tutèla
U
Ull
Ullejar
Ultraje
Un
Una
Unció
Ungla
Univers
Universitat
Urgell
Urgència
Urgent
Usage
Useres
Vacá
Vacacions
Vagar
Valdre
Valencia
Valent
Vall
Vallá
Vara
Varal
Vas
Vast
Vat
Vedell
Vegá
Vegetal
Vehueta
Vèla
Vell
Vellea
Vellut
Velluter
Vena
Véncer
Vensut
Vent
Ventre
Vèrb
Veremar
Verger
Veritat
Vèrs
Vèrt
Veta
Veu
Vi
Viajar
Viaje
Vicènt
Vicenteta
Vici
Viciós
Vidre
Vigilant
Vilahermosa
Vilajoyosa
Vilanòva
Vilarreal
Vilavella
Vint
Violencia
Visc
Vissió
Vistabella
Vitòria
Viure
Viver
Vocació
Vocal
Vòl
Volar
Volcá
Volcar
Voler
Vòlta
Voltejar
Vòra
Voretar
Vosté
Vòstre
Vòt
Votar
Ya
Yò
Si bien es verdad qne ninguna de las lenguas literarias ha logrado realizar todavía el bello ideal de todas ellas, que es el de tener un signo para cada sonido y un solo sonido para cada signo, no cabe la menor duda de que siendo hoy fonética la escritura en todos los pueblos civilizados, conviene estudiar con la mayor atención las leyes prosódicas de un idioma, si se quieren resolver con verdadero conocimiento de causa los problemas que puedan surgir al fijarlo gráficamente.
Pero este estudio, que para ser completo debe ser retrospectivo, es decir, comparativo entre la fonética de una lengua en el pasado y en el presente, es dificilísimo, porque hasta el reciente descubrimiento del fonógrafo no ha sido posible fijar de manera precisa é indudable los sonidos para transmitirlos á la posteridad.
Sin embargo, con un poco de atención y de paciencia para investigar, no es completamente imposible allegar datos en los documentos escritos de pasadas edades para dilucidar los problemas relativos á la prosodia.
De entre los documentos escritos, son los más útiles para este estudio las obras en verso, pues la harmonía de éste y la rima son factores importantes que en todo tiempo pueden servir de piedra de toque para comprobar la manera como un poeta habla su lengua; siempre, naturalmente, que de buenos poetas se trate.
Son asimismo preferibles, á mi ver, los documentos impresos á los manuscritos, porque éstos son generalmente debidos á escribientes ó copistas de escasa ilustración, mientras que en lo impreso, fácil de corregir en las pruebas, es más común la intervención del autor (19); puede haber en éstos más errores pequeños que en aquéllos (erratas de imprenta), pero no tantos prejuicios por falta de ilustración.
Estudiando, pues, los libros valencianos de los siglos XV y XVI, se puede adelantar mucho en el conocimiento de nuestra lengua; y como es este, desgraciadamente, un estudio que todos hemos hecho poco, á pesar de su indudable importancia, me atreví hace poco á llamar hacia él la atención de los escritores valencianos en una de las conferencias en la sociedad Lo Rat Penat, sacando varias notas de algunos antiguos libros valencianos, las cuales me sirven hoy para confeccionar el presente articulillo, que no tiene otro objeto que el que acabo de indicar; el de llamar la atención de los escritores de Valencia acerca de estos asuntos, á fin de que se ponga pronta remedio al desbarajuste actual de la gramática de nuestra lengua; desbarajuste que todos lamentamos, pero que nadie se atreve á corregir.
Como este es un asunto de autoridad, he procurado que los libros de que proceden las notas comprobantes, sean precisamente los más antiguos impresos en Valencia y escritos por poetas de indiscutible valer, por clásicos, por verdaderas autoridades en nuestra lengua; estos libros son los siguientes:
Les òbres ó tròbes en lahors de la Vèrge Maria.— Colección de poesías valencianas de los mejores poetas de aquella época, impresa en Valencia en 1874; primer libro impreso en España (20).
Lo procés de les olives e disputa dels jovens y dels vells.— Disputa en que intervienen los poetas Fenollar, Moreno, Vinyolas, Gagull, Portell y un anónimo que se firma Lo síndich.— Impresa en Valencia por Lope de la Roca, en 1497.
Lo sòmpni de Johan Johan, per Mosen Jaume Gaçull Cavaller.— Impreso en Valencia, por Lope de la Roca, en 1497.
Libre de concells, fet per lo magnífic mestre Jaume Roig.— Impreso en Valencia, por Francisco Díaz Romano, en 1531.
Y vamos á ver lo que estos libros nos dicen sobre fonología.
Del sonido de las vocales, poco hay que decir; eran éstas en el siglo XV las mismas siete que hoy tenemos.
Respecto á si los valencianos de entonces tenían el diptongo prosódico de ae como los catalanes y como lo tienen hoy algunos pueblos valencianos (Alcoy, Sueca y muy pocos más), me decido por la negativa, pues no he podido encontrar, ni una sola vez entre nuestros poetas de entonces quien haga consonantes la a y la e, y en cambio, el catalán Vallmanya, en su poesía inserta en Les Tròbes, escribe:
Alt es lo cors, quis consagra sus lara
Lar bell e net es per vos dedeu mare.
(Llamo hacia esto la atención de los que creen que ya entonces el catalán y el valenciano eran dos lenguas diferentes y que deben seguir siéndolo.)
Pero, si no había diferencia entre antiguos y modernos valencianos en el sonido de las vocales, la había, al parecer, y grande, en la manera de pronunciarlas al estar unidas en una misma palabra: así, por ejemplo, hoy decimos rei-na, o-ra-ció; mientras nuestros antepasados separaban estas vocales y decían re-i-na, o-ra-ci-ó; cosa que puede comprobarse fácilmente hojeando cualquier libro de aquella época.
Para no abusar de las citas, véanse tan sólo estas dos:
Coronada molt contenta
En la saluació (sa-lu-a-ci-ó)
Quant humil feta serventa
Fuí del fill concepció (con-cep-ci-ó).
(Les Tròbes. Respòsta de la gloriosa Verge María.)
Compasció me fa esser vehina
Y entrar en part hon may tingui posada
Ques tan gran cort molt excellent reyna
Hon res de meu siy sopa no si dina
Hi per çom par quey estich manleuada.
(Lo Sòmpni.— Signatura e.)
Y pasemos á las consonantes: la mayoría de estas no han variado; pero hay, en cambio, tres que son hoy completamente desconocidas en esta ciudad, aunque se conservan en gran parte del reino: son estas la V, la S suave y la Ch suave.
Para convencerse de que estas letras se pronunciaban antiguamente, basta mirar con alguna atención los escritos de los poetas de entonces.
B y V.— Poco hay que decir de estas dos letras; no recordamos haber visto nunca que los poetas antiguos las consonantarán entre sí, como lo hacen algunos modernos valencianos de la capital, y muchos castellanos que también las confunden.
S fuerte y S suave.— También marcan la diferencia entre estas dos letras los poetas antiguos y no las confunden en la rima: la fuerte la escriben doble, como la rr, cuando no es ç ó c antes de e i.
En Les Tròbes abundan los ejemplos: Jordi Centelles rima rosa, esposa y closa; Bernat Fenollar, avança y França, Muntesa y saviesa; Bernat Despuig, rigorosa y victoriosa, cobeiança y semblança; Arcis Vinyoles, precioses y luminoses; etc., etc.
También en Lo Sòmpni se lee: gloses, coses (b ij) caça, gaça, goços, moços (d iiij vuelto); causa, pausa, pressa, deessa (d viij vuelto); atiesa, ofesa (f vuelto); falssa, salssa, nosa, glosa (f v); y otros mil.
Cualquier habitante de las comarcas valencianas en que se pronuncian las dos eses, puede comprobar que aun hoy son consonantes las voces que hemos puesto como ejemplo.
Ch y G.— En las lenguas neolatinas tenemos cuatro sonidos de ch: la continua ó fricativa fuerte (ch francesa ó x catalana); la continua ó fricativa suave (j francesa y catalana) la explosiva fuerte (ch castellana ó c italiana antes de e i, ce ci); y la explosiva suave (g italiana antes de e i, ge gi).
De estos cuatro sonidos, los franceses sólo emplean dos (21): la continua fuerte (chifler, chocolat) y la continua suave (Jesús, girafe.)
Los italianos, en cambio, sólo tienen las dos explosivas (cittá, cioccolata, Gesu, giraffa.)
Los castellanos sólo tienen una, la explosiva fuerte (chico, chocolate), y substituyen la explosiva suave con la j árabe que no conocen los demás latinos (Jesús, girafa.)
Los catalanes (fíjense en esto los escritores valencianos) sólo emplean las dos continuas como los franceses; pero con la diferencia ortográfica de que la fuerte, ó sea la ch francesa, la escriben x (xiflar, xocolat), aunque la pronuncian lo mismo que los franceses, y no como la ch castellana, ni como la x.
En cuanto á los valencianos, hay que distinguir entre los del centro y los de las comarcas extremas del reino: los de la capital y su provincia tienen hoy las dos fuertes y ninguna débil, y escriben la fuerte continua ó ch francesa con x, como los catalanes (Xátiva, coixí), y la fuerte explosiva ó ch castellana de varias maneras que luego indicaremos. Los de las comarcas extremas, ó sean alicantinos y castellonenses, usan las dos explosivas, como los italianos, y tal vez en algunos pueblos la continua fuerte; aunque creemos que, al menos en la Plana, ésta la convierten en s fuerte, reissa, coissí.
Tenemos, pues, que ninguno de los pueblos neolatinos emplea los cuatro sonidos, y que cada uno de éstos se representa en los distintos pueblos por diferentes signos: la ch continua fuerte es, en la ortografía francesa ch y en la catalana x; la continua suave es según los casos (por etimología) j ó g para unos y otros; la explosiva fuerte es ch en la gramática castellana y ce ci en la italiana; la explosiva débil, ge gi entre los italianos.
* *
Y los valencianos ¿qué hacemos de estos sonidos? En lo hablado ya hemos marcado las diferencias que hay entre las diversas comarcas; en lo escrito... hacemos un batiburrillo, una merienda de negros; hay quien escribe con ch todos los matices, fuertes ó suaves, y hay quien los escribe todos con g ó j; y ni una cosa ni otra tienen legitimación posible. Lo legítimo, lo clásico, lo castizo en ortografía valenciana, es escribir la ch francesa, ó sea la continua fuerte con x, como los catalanes (xarop, coixi); la explosiva suave, con g ó j según la etimología (Jesus, geniva); y la explosiva fuerte con ch como los castellanos (chala, chiquet, porche, dicha.)
Y como serían ociosos cuantos argumentos expusiéramos en favor de esto por nuestra cuenta, puesta que se trata pura y simplemente de un criterio de autoridad, ahí van en montón una porción de citas de los clásicos valencianos antes nombrados; y quien desee mayor caudal de ellas, que las busque en sus fuentes.
Les Tròbes (22).— Berenguer Cardona: Sagrat vaxell archiu sobreycellent. — Joan de Nágera: E donchs qui pot áir en tal sement tacha (23).— Miqualot Pereç: En res en vos de tacha no volia: Vos son larchiu de gracies cumplida.— ]aume Gaçull: E bell palau y archíu doració: A grans e chichs y á tots en general. — Genis Fira: Archiu sagrat hon reposa nou mesos.
Lo procés de les olives (24).— Ni com de la closca lo chich caragol (a ij): puig que sia destre deffer bon choquer (c vj vuelto): y á voltes li tira lo macho gran coç (c vij): per que ja no punchen los seus esperóns (c vij vuelto): roman en la percha estés y penjat (c viij): soltaull donchs vos lo vostre charnego (d vuelto): donchs á Joachim donaull Sentana (d vij): del chich fins al rey (e x).
Lo sòmpni de Johan Johan.— Que sils sou prop sols lo chiu chiu bastaxordarvos (a v): com aja yo bolcat lo chich (b jv): en eix ganchet sol se aferra (e v): ab prou ganchets (f iij): essent molt prest nostra justicia desempachada (f v vuelto).
Libre de concells (25).-Qu¡ com oçells passen chillant (5 vuelto): chiques, menors, jovens é velles, leges é belles (26) (7 vuelto): tendrá la pancha ab plechs com mancha (13 vuelto): á hun marchant fon empachant (15 v.): unan penjaren viva scorcharen (18 v.): bossa, aguller, pinta, crencher (22): tant empachades ni agreujades (26 v.): qui visten capes, dels temps de chapes son é dantany (26 v.): é tret del corro hon mescorchava emgarrochava la carnicera (30 v.): una cantant alt endechava é coblejava (32); ab una gulla totes punchava (37): criats de chichs (41): lo chich mamava (34): quera chiqueta quant fon mongeta (45):(27)dix spachem que á fer havem (53): algún cuquet chich del forment (54 v.) ab una gulla te pots punchar (54 v.): lo chich respós (l 33): com no scorchá en Assuer á sa muller (136).
No hemos podido consultar ninguna edición valenciana de las obras de Ausias March; pero en la de Barcelona del año 1563 leemos fleches (fol. 76): empachada (46) y empachar (94 v.).
En el libro titulado Institucions dels Furs, per Micer Pere Tarazona, impreso en Valencia por Pedro de Huete en 1580 (que es indudablemente uno de los más correctos en lo relativo á ortografía entre los impresos valencianos), se encuentran las palabras porche (pág. 7), despachar {45), archiu, archiver {41), tachar, chirurgia (161), chichs, lachen (162), xixanta, nauxer (169), vexells (170).
Y basta de citas, que harían interminable este articulillo.
* *
Podemos, pues, decir, resumiendo, que en lo antiguo se pronunciaban en Valencia la ch fuerte explosiva, la fuerte continua, y la débil explosiva, y que lo clásico, lo castizo en ortografía valenciana (que debe ser racionalmente más semejante á la catalana y á la castellana que á la francesa é italiana), es el escribir la primera (fuerte, explosiva) con ch, la segunda (fuerte, continua), con x, y la tercera (suave explosiva), con j ó g.
Y los valencianos modernos del centro de la región, que pronuncian de la misma manera chincha y ginjol, chiquet y gipó, coche y mege ¿qué han de hacer al escribir estas palabras?
En nuestro concepto, lo más lógico que pueden hacer, y al mismo tiempo lo más prudente para evitar tropiezos (nos referimos por supuesto á los no eruditos), es escribir todos esos nombres indistintamente con ch, puesto que indistintamente los pronuncian con ch fuerte explosiva.
Al fin y al cabo, así lo hicieron Bernat Baldoví, Bonilla, Escalante, Liern, Balader, Palanca y otros modernos escritores valencianos; y ni son por esto menos famosos, ni menos leídos y apreciados por los eruditos y por el pueblo.
(1) Siendo la Gramática de la Academia Española el texto que han estudiado en la infancia cuantos han aprendido á leer y escribir en las escuelas del reino de Valencia, he creído lo más práctico y sencillo adaptar á ella la presente ortografía, en cuanto á método y exposición; sería ridículo, por otra parte, pretender inventar algo nuevo, cuando podemos disponer, como patrón, de una obra en la que han colaborado los más eminentes literatos españoles de los siglos XVIII y XIX.
(2) No es esto decir que siempre que lo lleva sea abierta la e.
(3) El Sr. Estorch, en su Gramática de la Lengua Catalana, dice que deben escribirse con b los pretéritos imperfectos y el verbo haver, pero añade en una nota que «los antiguos los escribían constantemente con v»; esta nota deja su precepto reducido á una simple opinión personal muy discutible al oponerse á reglas consagradas por el uso. Gramáticas más modernas que la de Estorch escriben haver y amava, sin discutir siquiera el uso de la v. (Véase la Gramática de los Sres. Bofarull y Blanch y los Estudios de Lengua Catalana del Dr. Milá y Fontanals.)
(4) No se escandalicen los inteligentes en filología al oírnos decir, así tan á la pata la llana, el sonido de la ch, en vez de hablar de sonidos prepalatales ó linguopalatales con sus aditamentos de fricativos y africados, sordos y sonoros, etc., etc.; escribimos para principiantes, somos meros vulgarizadores de una especie de gramática comparada entre nuestra lengua y sus similares, y nuestra primera obligación, y nuestra mayor aspiración consiste en hacernos entender hasta de los más humildes; por eso también en los siguientes párrafos en que nos vemos precisados á emplear algún tecnicismo por la índole de la materia tratada, hemos procurado escoger los adjetivos que nos han parecido más sencillos y comprensibles entre los varios empleados por los diferentes maestros en estas materias.
(5) Es inútil advertir que aquí solo nos referimos á lo que podría llamarse pronunciación oficial, y que prescindimos de las diferencias que puede haber entre las distintas comarcas, tanto de Francia como de Italia y España.
(6) A fin de no alargar con comprobantes el presente capítulo, copio al final, como apéndice, un trabajo que con el título de Algo sobre fonología valenciana publiqué en el Almanaque de Las Provincias de 1899; fíjese bien en él el lector que desee convencerse.
(7) De esta letra volveremos á tratar más adelante.
(8) Jupa y jopetí, por ejemplo, que á primera vista parecen equivalentes á las voces castellanas chupa y chopetin, las pronunciamos con sonido suave muy lógicamente, porque, en realidad, equivalen á jubón y justillo; lo mismo ocurre con la voz jaqueta, que procede, en realidad, del francés jaquette.
(9) Damos estos adverbios como derivados de unde, ibi; no debemos entrar aquí en disquisiciones etimológicas.
(10) Aunque esto parezca una paradoja, no lo es; pues es bien sabido que en las escuelas valencianas no se enseña á leer en valenciano, sino en castellano.
(11) A los que no conozcan el latín, puede servirles muy bien de guía en este caso el equivalente castellano.
(12) Obras completas del Dr. D. Manuel Milá y Fontanals, coleccionadas por el Dr. D. Marcelino Menéndez y Pelayo.— Tomo III.
(13) Nótese que esto mismo ocurre en la transformación de Setabis en Xátiva, syrupus en xaròp, syringa en xeringa.
(14) Los numerales six, dix, se pronuncian sis, dis.
(15) No debe olvidarse que en los diptongos valencianos iu y ui, carga siempre el acento prosódico en la i; sólo la sílaba uix, en que la i casi forma parte de la x, es excepción de esta regla.
(16) Las conjuciones é, ó, y la preposición á, pueden acentuarse, aunque no hay ninguna razón prosódica que abone esta costumbre.
(17) Los pronombres personales mi, tu, ell, no deben acentuarse en valenciano, puesto que no pueden confundirse con los posesivos y el artículo, que es lo que obliga á acentuarlos en castellano.
(18) Publicado en el Almanaque de «Las Provincias» del año 1899.
(19) Prueba esto uno de los libros que citaremos más adelante, Lo procés de les olives, en el cual se nota muy bien la diferencia de ortografía entre los poetas que intervienen.
(20) Hoy es ya popular este precioso incunable, gracias á la esmerada reimpresión hecha recientemente por el editor Sr. Aguilar, que ayudado por el erudito tipógrafo D. Andrés Ferrer, ha conseguido hacer un verdadero facsímil de la primera edición.
(21) Es inútil advertir que aquí sólo nos referimos á lo que podría llamarse pronunciación oficial y que prescindimos de las diferencias que puede haber entre las distintas comarcas tanto de Francia como de Italia y de España.
(22) Como este libro no tiene foliación ni signatura, citamos los autores para facilitar la busca.
(23) Creemos que esta palabra debe leerse tacha y no taca, no sólo por el sentido de la frase, sino porque el mismo poeta escribe pocos versos antes: E tenint lenguent que munde les taques.
(24) En este libro y el siguiente indicamos la signatura porque carecen de foliación.
(25) Este libro va foliado con números romanos.
(26) Llamamos la atención hacia la diferencia de velles y belles.
(27) En este mismo folio se leen las palabras vergoña y roña.
o Les compañíes: Drama valensiá en dos actes y en vers. —Premiado en los Juegos Florales del año 1885.— Valencia, 1887.— Folleto en 8.º de 38 páginas
o Apuntes para una Gramática valenciana popular.— Valencia, 1894. --Un volumen en 8.º de 204 páginas
o Plantas medicinales cuyo cultivo conviene adoptar en el reino de Valencia.— Memoria premiada por el Instituto Médico Valenciano en el curso de 1896.— Valencia, 1897. - Folleto en 4.º de 48 páginas
o Apología del Doctor Jerónimo Virués: Discurso leído en la apertura del curso de 1897-98 del Instituto Médico Valenciano, Colegio oficial.— Valencia, 1897.— Folleto en 4.º de 48 páginas
o Catálogo de los libros que componen la Biblioteca de la Facultad de Medicina de Valencia.— Valencia, 1898.— Un volumen en 4.º de 437 páginas
o Cándido García: Historia novelesca.— Valencia, 1900. — Un volumen en 8.º de 400 páginas
o Historietas novelescas: Colección de cuentos.— Valencia, 1900.— Un volumen en 8.º de 120 páginas
AUNQUE TITULADA APUNTES, ESTA OBRA ES UNA
GRAMÁTICA COMPLETA DE LA LENGUA VALENCIANA
MODERNA, Y POR ESTAR ESCRITA EN CASTELLANO ES
DE GRAN UTILIDAD Á LOS FORASTEROS QUE RESIDAN
TEMPORALMENTE EN ESTA REGIÓN, COMO EMPLEADOS,
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FORMA UN VOLUMEN EN 4.º DE 204 PÁGINAS Y SE HALLA
DE VENTA AL PRECIO DE DOS PESETAS EN LA LIBRERÍA
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It exists because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from people in all walks of life. Volunteers and financial support to provide volunteers with the assistance they need are critical to reaching Project Gutenberg-tm's goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will remain freely available for generations to come. In 2001, the Project Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations. To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4 and the Foundation information page at www.gutenberg.org Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit 501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification number is 64-6221541. Contributions to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent permitted by U.S. federal laws and your state's laws. The Foundation's principal office is in Fairbanks, Alaska, with the mailing address: PO Box 750175, Fairbanks, AK 99775, but its volunteers and employees are scattered throughout numerous locations. Its business office is located at 809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887. Email contact links and up to date contact information can be found at the Foundation's web site and official page at www.gutenberg.org/contact For additional contact information: Dr. Gregory B. Newby Chief Executive and Director gbnewby@pglaf.org Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide spread public support and donations to carry out its mission of increasing the number of public domain and licensed works that can be freely distributed in machine readable form accessible by the widest array of equipment including outdated equipment. Many small donations ($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt status with the IRS. The Foundation is committed to complying with the laws regulating charities and charitable donations in all 50 states of the United States. 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