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La verbena de la Paloma

Nota de transcripción


Cubierta del libro

p. 1

LA VERBENA DE LA PALOMA

o

El boticario y las chulapas

y celos mal reprimidos



FÉLIX COSTA, IMPRESOR; ASALTO, 45, — BARCELONA


p. 3

LA VERBENA DE LA PALOMA

— o —

EL BOTICARIO Y LAS CHULAPAS

Y CELOS MAL REPRIMIDOS

SAINETE LÍRICO EN UN ACTO Y EN PROSA

original de

DON RICARDO DE LA VEGA

música del maestro

DON TOMÁS BRETÓN


Representado por primera vez en Madrid, en el teatro Apolo,
la noche del 17 de febrero de 1894

Ilustración ornamental

BARCELONA

BIBLIOTECA «TEATRO MUNDIAL»

21 — Calle de San Pablo — 21

1915


p. 4

REPARTO


PERSONAJES ACTORES
Don Hilarión, 70 años Sr. Rodríguez.
Julián, 25 id. » Mesejo (E.).
Susana, 20 id. Srta. Campos.
Casta, 22 id. » Alba (I.).
La tía Antonia, 50 id. Sra. Vidal.
Rita, la tabernera, 42 id. Srta. Alba (L.).
La cantadora, 20 id. » Llanos.
El tabernero, 45 id. Sr. Mesejo (J.).
Don Sebastián, 50 id. » Ramiro.
Doña Severiana, 40 id. Sra. Rodríguez (A.).
Doña Mariquita, 48 id. Srta. Palmer.
Teresa, 18 id. » Salvador.
Candelaria, 19 id. » Pastor.
Una chula, 25 id. Sra. Corona.
Un señor, 60 id. Sr. Nieves.
Mozo 1.º, 30 id. » León.
Mozo 2.º, 35 id. » Soler.
Un vecino, 40 id. » Ródenas.
Vecina 1.ª, 20 id. Srta. Campos (A.).
Vecina 2.ª, 23 id. » Fernández.
Un inspector, 40 id. Sr. Ruesga.
Hortera 1.º, 28 id. » Caba.
Hortera 2.º, 26 id. » Zapater.
Un portero, 45 id. » Nortes.
Una portera, 40 id. Sra. Corona.
Un sereno, 30 id. Sr. Castro.
Un dependiente, 18 id. » Galerón.
Guardia 1.º » Nortes.
Guardia 2.º » Sánchez.

Coro general.


p. 5

Ilustración ornamental

ACTO ÚNICO


Una calle. Frente al público, ocupando casi todo el escenario, la fachada de una casa grande, moderna, de tres pisos. En el centro, el portal. A la izquierda del espectador, una botica en la misma fachada de la casa. A la derecha, primero una buñolería de lujo, y a su lado una taberna o almacén de vinos, también en la misma fachada. El portal y las tres tiendas son practicables. La acción pasa en la noche del 14 de agosto, durante la verbena de la Paloma. Hace gran calor.

ESCENA PRIMERA

DON HILARIÓN y DON SEBASTIÁN aparecen sentados a la puerta de la botica. LOS PORTEROS de la casa también toman el fresco, sentados. La portera tiene en la falda un niño pequeño dormido. La buñolería está llena de gente y hay mucha animación. A la puerta de la taberna juegan al tute en una mesa pequeña, y sentados en banquetas, el TABERNERO y dos amigos suyos, mozos de chapa. La TABERNERA les sirve de cuando en cuando unas medias copas. JULIÁN, sentado en una silla baja y arrimado a la pared de la taberna, suspira y se lamenta.

Música

INTRODUCCIÓN

Hilarión

El aceite de ricino

ya no es malo de tomar.

Se administra en pildoritas

y el efecto es siempre igual.

Sebastián

Hoy las ciencias adelantan

que es una barbaridad.

Hilarión

¡Es una brutalidad!

p. 6Sebastián

¡Es una bestialidad!

Hilarión

La limonada purgante

no la pide nadie ya.

Sebastián

Como que esa limonada

nunca sirve para na.

Es lo mismo que un refresco

de naranja o de cebá.

Hilarión

Pues por eso justamente

ya no es ni chicha

ni limoná.

Sebastián

Pues el agua de Loeches

es un bálsamo eficaz.

Hilarión

Hoy la ciencia lo registra

como muy perjudicial.

Sebastián

Hoy las ciencias adelantan

que es una barbaridad.

Hilarión

¡Es una brutalidad!

Sebastián

¡Es una bestialidad!

El calor que hace esta noche

sí que es una atrocidad.

¡Y yo tengo a todas horas

la cabeza tan sudá!

Hilarión

Eso es bueno y conveniente,

mi señor don Sebastián.

El que suda con frecuencia

vence toda enfermedad.

Sebastián

Pues yo tengo todo el día

la camisa tan pegá

que dirán los que me vean

que no está recién planchá.

Julián

Unos ríen y otros

lloran de verdad.

Rita

¡Julián!

Julián

¡Señá Rita!

Rita

¿Qué tienes?

Julián

¡Yo, na!

Rita

¿Llorando la noche

te vas a pasar?

Julián

¿Qué quiere usted que haga?

Rita

Ser hombre y demás.

Julián

¡Lo soy, señá Rita!

Rita

Pues pruébalo ya.

p. 7Julián

Esta noche misma

lo voy a probar.

(Levantándose. Rita le hace sentar y le ofrece una copa.)

Rita

¡Quieto! Calla y bebe.

Julián

Maldita sea la...

Tabernero

Las cuarenta.

Mozo 1

Bueno.

Mozo 2

Si te fallo el as,

ni acusas cuarenta,

ni veinte, ni na.

Tabernero

A vosotros antes

os tocó ganar.

Mozo 1

A otro juego.

Mozo 2

Vamos.

Tabernero

(Al mozo segundo.)

Eres tú el que da.

Julián

También la gente del pueblo

tiene su corazoncito,

y lágrimas en los ojos

y celos mal reprimidos.

Bigornia del herrador

es este corazón mío.

Cuantos más golpes le dan

más duro está el maldecío.

¡Y por una morena chulapa

me veo perdío,

y a la cara me sale el coraje

que tengo escondío!

Rita

Si a la cara te sale el coraje

que estaba escondío,

deja ya la morena chulapa

y ten más sentío.

Hilarión

Hay bastantes enterocolitis

durante el estío.

Antes yo me reía de todo

y ya no me río.

Sebastián

Yo me privo de fruta y tomates

durante el estío.

Los calores me ponen tan flojo

que estoy aburrío.

p. 8Tabernero y Mozos

Yo fallé con la sota de espadas,

bastos,

copas,

y el juego era mío.

No sabemos ni quién ha ganado

ni quién ha perdío.

Portero

El niño está dormido;

acuéstale, mujer.

Portera

Si hace un calor arriba

que sale fuego

de la pared.

Vamos, hermoso, vamos.

(Se levanta con el niño y entra en el portal. El portero se queda sentado.)

Portero

Yo subiré después.

(Chulos y chulas en la buñolería.)

Todos

¡Ja, ja, ja, ja!

¡Ja, ja, ja, ja!

Ellas

¿Cuántos buñuelos

nos vais a dar?

Ellos

Cuarenta libras.

¡Las que queráis!

Ellas

¡Queremos churros!

Ellos

¡Vengan acá!

Ellas

¡Quiero aguardiente!

¡Yo limoná!

Ellos

¡A ver si luego

sus alegráis!

Por ser la Virgen

de la Paloma,

un mantón de la China-na,

China-na,

te voy a regalar.

Toma un churrito,

mi niña, toma,

y no seas endina-na,

dina-na,

que me vas a matar.

Ellas

Por ser la Virgen

de la Paloma,

p. 9un mantón de la China-na,

China-na,

me vas a regalar.

Venga el regalo

si no es de broma,

y llévame en berlina-na,

lina-na,

al Prado a pasear.

Hablado

Jóvenes

¿Qué queréis ahora?

Ellas

¡Verbena, verbena!

Jóvenes

Pues vamos a correrla toda y acabaremos en el matadero.

Ellas

¡Ja, ja, ja, ja!

Una

Pero, ¿somos vacas?

Ellas

¡Ja, ja, ja, ja!

Otra

Como que vamos detrás de los mansos.

Ellas

¡Ja, ja, ja! ¡Olé! ¡Bien!

Jóvenes

¡Lo dicho! ¡Al matadero!

Todos

¡Al matadero!

Música

(Cantando.)

Por ser la Virgen

de la Paloma, etc.

(Van desfilando por parejas y desaparecen.)

Hablado

Julián

¡Para esos es el mundo! (Signe suspirando y haciendo gestos de rabia.)

Rita

¡Julián!

Julián

¡Señá Rita!

Rita

¡Que tienes madre!

Julián

(Sollozando.) Ya lo sé.

Rita

Que si no la tuvieras yo no te lo diría.

Julián

Ya lo sé. (Ídem.)

Rita

¿Qué querías, que yo te dejara hacer lo que ibas a hacer?

Julián

Será lo que usted quiera, pero, ¿por qué me quitó usted la pistola, señá Rita?

Rita

Porque tienes madre, Julián.

Julián

¡Ya lo sé, señá Rita!

Rita

Y si yo no te hubiera quitado la pistola, a estas horas serías fraile en el convento del Abanico.

Julián

Pero, venga usté acá, señá Rita. ¡Si yop. 10 para esa mujer no soy ya nada, nada, nada!... ¡Ni esto!...

Tabernero

(Jugando.) Vengan copas.

Rita

Ahora voy. (Creyendo que pide vino.) Pero, ¿tienes pruebas, maldito de cocer? (Hablando con Julián, sin hacer caso de los otros.)

Julián

¡Pero, no me queme usté la sangre, señá Rita! ¿Pues no sabe usté que la he dicho a esa bribona, hoy, hoy mismito, esta tarde, sin ir más lejos, que la quería llevar a la verbena, y me ha dicho que no, que tenía que hacer? Pero, ¿qué tiene ella que hacer, Dios mío, qué tiene ella que hacer que no sea conmigo, vamos a ver?

Tabernero

(Jugando.) Pero, ¿no vienen esas copas?

Rita

Allá voy, he dicho. (Con mal modo.)

Mozo 1

Veinte en bastos.

Mozo 2

¡Nos ha fastidiao este!...

Julián

Mire usté, señá Rita, no he querido decirle a usté lo que he visto esta mañana, ¿sabe usté? Porque no quisiera haberlo visto, y quisiera no acordarme de ello; ¡por estas! (Haciendo las cruces) Y, en fin, que quisiera no haberlo visto.

Rita

¡Moler! ¿Qué has visto?

Julián

(Suspirando.) ¡Ay, Dios mío! (Pausa.) Venía yo esta mañana de la imprenta por mi camino de siempre, Corredera Alta, Corredera Baja, y me desemboco en la de la Luna para tomar la de Tudescos, y me acuerdo de que no tengo tabaco, y me tiro a la derecha para irme a un estanco que hay cerca de la calle Ancha, y que la estanquera me conoce y me da lo mejor que tiene; cuando yo, distraído, al atravesar la calle, se me viene un simón encima, que en poco me deja de caer. Hago así para contener el caballo, lo cual que el animal se espanta al sentir el meneón que le di para que no me atropellara, y es claro, el coche da un reculón, y el cocherop. 11 me dice: ¡Morral!, y me da con la fusta y sale a escape. Pero no tan a escape que no viera yo quién iba dentro del coche. ¿Sabe usted quién iba dentro del coche, señá Rita? ¡La Susana! ¡Y que no iba sola! ¡Iba también un hombre!

Rita

¿Los viste bien?

Julián

A ella, como la estoy a usted viendo ahora.

Rita

¿Y a él?

Julián

A él no le vi, pero le sentí aquí dentro, aquí. (Señalando el pecho.) Como si lo llevara sentado encima de los pulmones, quitándome el aire para respirar. Sí, señá Rita. ¡Con la Susana iba un hombre! No sé si guapo o feo, joven o viejo, tuerto o derecho, en fin; eso no lo sé. ¡Pero que no iba sola, eso sí que lo sé! Salí corriendo detrás del coche, atropellé una criatura, me ladró un perro, me quiso detener un guardia, hasta que, lleno de sudor y ciego de coraje, tropecé frente a San Martín, y me caí de bruces, que no sé cómo no me rompí las narices. Se ajuntó la gente, llegó el guardia, me preguntó por qué corría, le dije la verdad, toda la verdad, como la dicen los hombres de bien, y el guardia me creyó, y en lugar de llevarme a la prevención, hasta me dio un vaso de agua con aguardiente de la taberna de la esquina. ¡Sí, señá Rita! El guardia tuvo mejor corazón que la chulapa que me ha robado el mío, para llevárselo de paseo en coche y tirarlo por la ventanilla en medio del arroyo. ¡Ahora, dígame usted si tengo razón para quemarme y repudrirme, y para que este año sea soná la verbena de la Paloma! (Dice este final sollozando, y casi rompe a llorar. Después de una pausa, habla Rita.)

Rita

¡Julián!

Julián

¿Qué quiere usted? (Sin mirarla.)

p. 12Rita

Que tienes madre.

Julián

Ya lo sé, señá Rita.

Rita

Oye, ¿y si la persona que iba con ella en el coche era una mujer?

Julián

¿Una mujer? Eso me dijo ella después, cuando la vi en su casa: que iba con su hermana; que se les había hecho tarde para ir al obrador y que habían tomado un coche para ir a entregar. ¡A entregar!... ¡Eso puede que fuera verdad! ¡A entregar! Desde que vive con su hermana y su tía, la Susana, que no es la Susana, la han echado a perder... y a mí también. ¡Ay, si yo hubiera llevado la pistola en la calle de la Luna! ¡Cómo paro yo el coche! (Acción de apuntar al cochero.)

Rita

Que tienes madre, Julián.

Julián

Ya lo sé, señá Rita.

Tabernero

(Jugando.) Ahora es cuando vienen bien las copas.

Rita

¡Ay, qué sobar con las copas! (Entra gruñendo en la taberna y vuelve a salir con tres copas de vino, que pone sobre la mesa, con muy malos modos.)

Julián

(¡Que las dos hermanas tienen un lío, y que la bribona de su tía las tapa, eso, como la luz! ¡Vamos, como la luz!)

Rita

Las copas.

Tabernero

Pero, ¿quién ha pedido vino?

Rita

¡Rediós! Pues no lo has pedido más que treinta veces en menos de cinco minutos; que no parece sino que se van ustedes a beber hasta la cosecha del año que viene.

Tabernero

¡Chist!... (Con mucha calma.) Oye, oye, oye... Para los pies, que las buenas formas me las han enseñado a mí cuando era chico, y yo te las he enseñado a ti cuando eras grande para que las aprendieras. Aquí nadie ha pedido copas de vino; aquí se ha hablado del palo de copas de la baraja, ¿estás? Para que distingas; porque muchas veces no distingues; y aquíp. 13 solo se ha hablado del palo de copas de la baraja, como se podía haber hablado de otro palo cualesquiera; el de la escoba, pongo por caso... eso es... (Distraído y barajando.) Pero hay que distinguir, amiga... ¿Quién da?

Mozo 1

Este.

Mozo 2

Si acabo de dar.

Tabernero

Soy yo; ahora me acuerdo. (Reparte las cartas.) Pues sí, señor, hay que distinguir.

Rita

Vaya, bueno. Ahí se quedan ustedes, que a mí me están esperando la señora Ignacia y su marido para dar una vuelta por la verbena. (Entra en la taberna y sale luego con el mantón puesto. El tabernero habla maquinalmente y juega con mucha calma.)

Tabernero

Esto está en el orden. El divertirse honestamente en una verbena no está reñido con los mandamientos.

Mozo 1

Todas son sotas. (Mirándose las cartas.)

Mozo 2

Ahí va Santiago. (Echando una carta.)

Tabernero

¿Cómo Santiago?

Mozo 2

El caballo de espadas, que se parece a Santiago.

Rita

(Saliendo.) El mozo y la chica se quedan dentro por si quieren ustedes algo.

Tabernero

(Distraído.) ¡Verá usted cómo juegan! ¡Verá usted cómo juegan!

Rita

Conque, hasta luego.

Mozo 1

Abur, mi ama.

Mozo 2

Divertirse.

Tabernero

Luego iremos por allí nosotros.

Rita

Vente, Julián.

Julián

¡Yo, no, señora!

Rita

Que te vengas. ¡Ya sabes lo que te he dicho muchas veces!...

Julián

Ya lo sé, señá Rita.

Rita

(Al tabernero.) ¡Tú... a ver si se te olvida lo que te he dicho!...

Tabernero

No se me olvida, mujer, no se me olvida. Vete sin cuidado.

Rita

(A Julián.) Vamos.

p. 14Julián

(Tengo aquí una cosa que no me deja tragar.)

(Don Hilarión ha entrado un momento en la botica y sale después. Rita y Julián, al marcharse por la izquierda, saludan a don Sebastián, que sigue sentado.)

Rita

Buenas noches.

Sebastián

Buenas noches. Julianillo, ¿dónde vas? ¿A la verbena?

Julián

No lo sé, don Sebastián.

Rita

A correrla conmigo, que, aunque soy vieja, puede que le vaya mejor que con una joven.

Sebastián

No diría yo que no.

Rita

Se agradece. Vaya, buenas noches.

Julián

Abur, don Sebastián.

Sebastián

Divertirse mucho y gastar poco. (Vanse Rita y Julián.)

Hilarión

Pues señor, de buena gana iría a la verbena; pero tengo que pasarme la noche con un enfermo.

Sebastián

¿Con un enfermo o con una enferma?

Hilarión

¡Ja, ja, ja, ja! ¡Qué mal pensado!... ¿Cree usted que yo, a mis años? ¡Ja, ja, ja, ja!

Sebastián

Amigo don Hilarión, no se ofenda usted, pero es sabido que cuanto más viejo, más pellejo.

Hilarión

¡Ja, ja, ja, ja! ¡Eso es verdad! ¡Eso es verdad!

Sebastián

Ea, pues, yo me voy. Ya sabe usted que mi casa está en la calle más céntrica de la verbena, y que tendré abierta la tienda toda la noche, porque mi familia tomará el fresco sentada a la puerta y verá el baile, que es el mejor de los setenta y dos que hay en el distrito.

Hilarión

¿Setenta y dos bailes?

Sebastián

Setenta y dos salones de baile con todos los adelantos modernos. Conque ya lo sabe usted.

Hilarión

Si mi enfermo se mejora, daré una vuelta por allí.

p. 15Sebastián

Pues hasta luego, si nos vemos.

Hilarión

Vaya usted con Dios, mi querido don Sebastián.

(Vase don Sebastián.)

Música

Tiene razón don Sebastián,

tiene muchísima razón.

Mas si me gustan

las hijas de Eva,

¿qué he de hacer yo?

Nada me importa el qué dirán:

dejo la pública opinión.

Y si me encuentro

como un muchacho,

¿qué he de hacer yo?

Una morena y una rubia

hijas del pueblo de Madrid,

me dan el opio con tal gracia

que no las puedo resistir.

Caigo en sus brazos ya dormido,

y cuando llego a despertar,

siento un placer inexplicable

y un delicioso bienestar.

Y es que las dos,

¡ja, ja, ja, ja!

se deshacen por verme contento,

¡ja, ja, ja, ja!

esperando que llegue el momento

en que yo decida

¡ja, ja, ja, ja!

cuál de las dos

me gusta más.

Algo me cuestan mis chulapas,

pero la cosa es natural:

no han de salir a todas horas

con un vestido de percal.

Pero también algunas veces

se me ha ocurrido preguntar:

¿si me querrán estas chiquillas

por mi dinero nada más?

p. 16

Pero, ¡ca!

¡ja, ja, ja, ja!

Es que las dos

¡ja, ja, ja, ja!

se deshacen por verme contento,

¡ja, ja, ja, ja!

esperando que llegue el momento

en que yo decida

¡ja, ja, ja, ja!

cuál de las dos

me gusta más.

Hablado

¡Qué paseíto tan delicioso nos dimos esta mañana, mis niñas y yo, en el coche de punto que me sirve para mis aventuras amorosas! ¡Y que apretaditos íbamos los tres! ¡Y qué caprichosas son, particularmente la Casta!... ¡La Casta es la que me quiere más! La Susana es menos expresiva, pero también me quiere algo! ¡Bah, es igual! ¡Casta, Susana!... ¡Las dos hacen mis delicias, y esta noche me las llevo a la verbena, donde lucirán sus mantones de Manila, que las pobres habían empeñado, y que yo he tenido que sacar, porque me daban lástima!... Lo malo es que querrá ir también la tía Antonia. ¡Vaya una pinta! Lo que ella quisiera es que yo me casara con una de las chicas. Y el caso es que algunas veces... Vaya, me voy a hacer los calomelanos antes de que sea más tarde. (Entra en la botica.)

Tabernero

Ya habéis visto que sois unos chambones. (Levantándose los tres.) Ea, ahora os venís conmigo, que tenemos que hacer un encargo del ama antes de ir a buscarla a la taberna.

Mozo 1

¿Un encargo?

Mozo 2

¿Cuál?

p. 17

Tabernero

Por el camino os lo diré. (Este Julián es un niño que es de oro.) Vamos allá.

Mozos

Andando.

(Vanse los tres. El mozo de la taberna mete las banquetas y la mesa y cierra. La botica, el portal y la buñolería se cierran también. Música en la orquesta mientras la mutación.)

Mutación


Una calle del barrio de la Latina. Dos casas ocupan todo el escenario. La de la izquierda del espectador es pobre y muy antigua, y solo consta de piso bajo y principal. El piso bajo tiene dos rejas muy grandes y salientes, que permiten ver todo el interior de la casa. El portal es largo y estrecho. La casa de la derecha no es tan antigua y tiene tres pisos. La planta baja es un café cuyo rótulo dice: «Café de Melilla». La puerta tiene dos hojas que abren y cierran hacia fuera y hacia dentro, y a la parte de fuera hay un puesto de fósforos y periódicos. Un farol de gas entre las dos casas da muy poca luz a la calle.

ESCENA II

CASTA, SUSANA y ANTONIA sentadas a la puerta de su casa. Son dos muchachas muy guapas y muy alegres. Visten de chulas, pero con decencia. La tía Antonia es una mujer de cincuenta años, gorda y ordinaria. Habla con una voz tan ronca y aguardentosa que no se le entiende la mitad de lo que dice. Se ve la luz dentro de la habitación. En la calle están los GUARDIAS 1.º y 2.º, paseándose, y el SERENO, recostado en la pared, debajo del farol, leyendo «La Correspondencia». Óyese en el café a una cantadora flamenca acompañada del piano. La gente que se supone dentro la jalea, palmoteando y dando con las cucharillas en los vasos. Con Casta, Susana y su tía Antonia aparecen sentadas dos VECINAS y un VECINO.

Música

Cantadora

En Chiclana me crié;

que me busquen en Chiclana

si me llegara a perder.

Voces

¡Olé!...

p. 18Cantadora

Los arroyos y las fuentes

no quieren mezclar sus aguas

con mis lágrimas ardientes.

Voces

¡Mi niña!

Guardia 1

No me choca nada

que se la disputen.

¿Qué te paece, Pedro?

Guardia 2

Que canta de buten.

Antonia

¡Olé, olé, olé,

que te aplaudo yo!,

¡porque sí señó!,

¡porque me gustó!

¡Y no habrá ninguno

que diga que no!

¡Bendita sea la madre

que te parió!

¡Y lo digo yo!,

¡y san se acabó!,

¡porque sí señó!,

¡porque sí señó!,

¡porque sí señó!

Casta y Susana

Cállese usted, tía Antonia,

con esa voz,

que la van a llevar los del orden

a la prevención.

Antonia

No me da la gana,

que lo digo yo,

porque tengo lengua

y san se acabó.

Vecinas

Pues dice muy bien.

Vecino

Pues tiene razón.

Cantadora

Si porque no tengo madre,

vienes a buscarme a casa,

anda y búscame en la calle.

Voces

¡Bendita seas!

Cantadora

Que me dijo mi madre

que no me fiara

ni de tus ojos, que miran traidores,

ni de tus palabras.

Voces

Que te vengas conmigo,

morena barbiana,

p. 19y que los chulos y chulas del barrio

te toquen las palmas.

Guardias

Que se alegra la gente

con esta barbiana,

y que los mozos están en Melilla

de broma y jarana.

Casta y Susana

Esta noche, tía Antonia,

se pone usted mala,

y cuando venga el señor boticario

la mete en la cama.

Antonia

Esta noche la paso

de broma y jarana,

porque requiero, requiero y requiero

y me da la gana.

Hablado

Vecina 1

¡Y que lo hace bien la cantadora!

Vecina 2

¡Vaya si lo hace!

Vecino

¿Y ustedes no van de verbena? Porque nosotros nos vamos a dar una vuelta.

Casta

Estamos esperando a don Hilarión, el boticario, que nos ha ofrecido llevarnos.

Vecina 1

Hija, ¡qué ganga tenéis con el tal boticario! ¡No sus falta na!

Antonia

Nos aprecia mucho. Por él están estas en el corte de botinas, que las tiene muy recomendadas. Y si no fueran tontas, alguna sería ya su mujer.

Casta

No es para tanto, pero nos dejamos querer.

Vecina 1

Hacéis bien, chicas.

Vecina 2

¡Mira que casarse con un viejo!

Antonia

¡Sí, que perderían mucho!

Casta

Perderíamos la juventud.

Susana

Y se nos pegaría la vejez con todos sus alifafes.

Vecino

¿Y tu novio, Susana, no va contigo a la verbena?

Susana

Mi novio no va conmigo a ninguna parte, que me tiene ya más repudrida y más achicharrada que San Lorenzo.

p. 20Antonia

Si le hubieras despedido cuando yo te dije...

Vecina 1

¡Qué le ha de despedir!

Vecina 2

¡Sí, buena es esta!

Susana

Ya le he despedido dos veces, y hemos vuelto a las mismas por esta dibilidad que yo tengo.

Vecino

¿Te tira, eh, te tira?

Susana

¡Ojalá que no me tirara!...

Vecina 1

¿Pero no le dará cuidado del boticario?

Casta

¡Anda! Pues si supiera que el boticario nos osequia, ya nos habíamos caído.

Antonia

¿Y qué que nos osequie? Pues hace muy bien, y le da la gana, y le da la gana, y le da la gana. ¡Eso es!

Susana

Pues lo que es Julián me tiene que pagar esta noche los malos ratos que paso desde que hablo con él. (Oyen dentro de la casa una batalla de perros que se muerden, ladran y aúllan.)

Antonia

¡Anda, demonio, anda!

Casta

¡Ya empiezan los malditos perros!...

Antonia

(Levantándose.) ¡Callaisus, condenados!...

Susana

¡Lástima de morcilla!

Antonia

Esto es que se ha metido en casa la perra de la vecina. ¡Allá voy, endinos, allá voy! (Entra en la casa. Los demás se levantan.)

Vecino

Vaya, ustedes se quedan con los perros y nosotros nos vamos a la verbena.

Vecinas

Pues hasta luego, chicas.

Susana

Anda con Dios.

Casta

Por allí nos veremos. (Vanse los vecinos. Entran en la casa y luego se asoman a las rejas.)

Música

Sereno

¡Buena está la política!

Guardias

¡Sí, sí, bonita está!

Sereno

¿Pues y el ayuntamiento?

Voz

¡Francisco! (Dentro.)

Sereno

(Contestando fuerte.) ¡Voy allá!

Consumos por aquí,

consumos por allá,

p. 21

y dale que le dale,

y dale que le das.

Guardias

Son cosas de estos tiempos.

Voces

¡Francisco! (Dentro.)

Sereno

¡Voy allá!

(Como antes. Hace que se va y vuelve.)

Y torna por arriba

y vuelve por abajo.

Voces

¡Francisco!... (Más fuerte.)

Sereno

¡Ay, qué trabajo!

Guardias

¡Contesta!

Sereno

(Fuerte.) ¡Voy allá!

(Echa a andar y vuelve.)

Tres faroles tenía

esta calle no más.

Pues dos han suprimido...

¡Va! (Contestando.) que es bastante, ¡Va!

Y luego habla el gobierno

de la cuestión social.

¡Va! ¡El trueno será gordo!...

¡pero muy gordo!... ¡Va!

(Vase al fin por la izquierda.)

Guardia 1

¿Qué hacemos, tú?

Guardia 2

Lo que te dé la gana.

Guardia 1

Vamos a dar una vuelta a la manzana.

(Vanse los dos con mucha calma.)

ESCENA III

Dichos y don HILARIÓN, que viene por la derecha.

Hilarión

¡Oh, qué noche me espera

con mis lindas chulapas!

Estoy lo mismo que en mi edad primera:

todas las hembras me parecen guapas.

Allí están aguardándome en la reja.

¡Por vida!... ¡También está la vieja!

Casta y Susana

¡Chit, chit, chit!... (Chicheándole.)

Hilarión

Ya me llaman. ¡Qué placer!

Casta y Susana

¡Chit, chit, chit!...

p. 22Hilarión

¡No me puedo contener!

(Se arrima a la verja.)

Casta y Susana

¡Vaya unas horas de venir!

Hilarión

No me riñáis, que son las diez.

Antonia

Muy buenas noches nos dé Dios.

Hilarión

Muy buenas noches tenga usted.

Antes de ir a la verbena,

¿no os parece, niñas mías,

que debemos alegrarnos

con un poco de licor?

Casta

¡Sí, señor!

Susana

¡Sí, señor!

Antonia

La leche merengada

me parece mejor,

a ver si se me aclara

esta picara voz.

Hilarión

¡De todo habrá!

¡De todo habrá!

Casta

¡Como en botica!

Susana

¡Pues claro está!

Las dos

¡Ja, ja, ja, ja!

¡Ja, ja, ja, ja!

Hilarión

¡Ja, ja, ja, ja!

¡Qué picarillas!

Pues esperad,

que del café

nos lo traerán.

(Entra en el café. Óyense dentro el piano y el violín.)

Casta

¿Oyes? ¡Qué bonito es esto!

Susana

Anda, vamos a bailar.

Antonia

Pues a mí la cantadora

me divierte mucho más.

(Se quita de la reja y se las ve bailar dentro.)

No bailéis, arrastrás.

¡Pues vaya un polvo

que levantáis!

(Sale don Hilarión del café, bailando muy alegre, y detrás un camarero con una bandeja de licores y helados. Los dos entran en la casa, y luego sale el camarero. Se ve a don Hilarión dentro bailar y retozar con las chulas.)

p. 23Hilarión

¡Estáis divinas

cuando bailáis!

¡Qué movimientos

y qué compás!

Ellas y Él

¡Ja, ja, ja, ja,

ja, ja, ja, ja!

(Acaban de tocar el piano y el violín y se oye un aplauso en el café. Don Hilarión y las chulas también aplauden.)

ESCENA IV

Dichos, EL TABERNERO y LOS MOZOS 1.º, 2.º y 3.º, que vienen por la derecha.

Hablado

Tabernero

Allí viven. (Señalando la casa.) Estas muchachas, que son honradas, aunque mayormente no lo parecen, por la falta de los principios de su tía, la Antonia, que las ha criado; es un decir, porque quien las ha criado es su madre, como comprenderéis.

Mozos

¡Ya, ya!

Tabernero

Solo que su tía, la Antonia, se ha encargado de ellas desde la falta de su madre, vamos al decir, que no es que su madre faltara ni haiga tenido faltas en su vida que la haigan podido avergonzar, no, señor; hablo desde que faltó su madre por haberse muerto, vamos al decir.

Mozos

¡Ya, ya!

Tabernero

La Susana habla con el Julián hace un año, y el Julián habla con la Susana todo ese tiempo también.

Mozos

¡Ya, ya; es claro!

Tabernero

El Julián es un chico honrado, pero no puede comprimirse.

Mozo 1

Si las mujeres siempre tienen la culpa.

Mozo 2

De todo lo que les pasa a los hombres.

p. 24Tabernero

¡Chist, chist, chist!... ¡No metáis la pata!... ¡Poco a poco!... Tú, cuando hablabas (Al Mozo 1.º) con la Rubia, ¿sabías comprimirte?

Mozo 1

Unas veces sí y otras no, según.

Tabernero

Y tú, (Al Mozo 2.º) cuando hablaste con la Morena, ¿te comprimías?

Mozo 2

Yo, como este, según caían las pesas.

Tabernero

Pues yo, que no me he comprimido nunca, porque la señá Rita, la tabernera, mi mujer, no me ha dado en su vida motivos para comprimirme, os digo que el hombre que no se comprime es una persona irracional, mayormente.

Mozos

Bueno, eso sí...

Tabernero

Ahora, oído. Mi mujer quiere al Julián como si fuera su hijo, porque es su madrina de pila, y la madre de Julián está la pobre imposibilitada. El Julián está empeñado en darle un escándalo a la Susana esta noche en su casa, o en la verbena, o en donde la encuentre. Nosotros estamos aquí, por si el Julián viene, cortar la bronca, por más que mi mujer no le dejará solo.

Mozo 1

Pues en la casa hay gente. (Oyendo el ruido que hacen.)

Tabernero

¡Chist!... Eso no te importa a ti. Nosotros, en el entretanto, vamos a tomar ahí un café y estamos a la mira.

Mozos

Bueno, eso sí.

Tabernero

Conque vamos allá.

Mozo 1

Pero mira que también las mujeres...

Mozo 2

¡Es que hay algunas!...

Mozo 1

¡También debían ellas de comprimirse!

Tabernero

No es lo mismo.

Mozo 1

¡Vaya!...

Mozo 2

¡Sí que lo es!... (Entran los tres hablando en el café.)

Tabernero

No, señor. El hombre es susceptible de comprimirse, máxime si es un hombre que se ha criado en buenos pañales.

p. 25Mozo 1

Pero... ¿y la mujer?

Tabernero

La mujer no se cría en pañales.

ESCENA V

La SEÑÁ RITA y JULIÁN, por la derecha.

Música

Rita

Ya estás frente a la casa.

¿Y ahora qué vas a hacer?

Julián

No lo sé, señá Rita,

se lo aseguro a usted.

¡De un lado la cabeza,

del otro el corazón!

Este dice que sí,

esta dice que no;

¿cuál es el que más habla?

Rita

Ninguno de los dos.

Los hombres que son hombres,

señal de que lo son.

Y el hombre de vergüenza

se calla y se acabó.

Julián

Pues, ea, ya me callo.

(Mordiéndose los labios de rabia.)

Rita

Y escucha, que hablo yo.

Si el cariño a la Susana

se le ha acabao ya,

y te ha dicho que no quiere

contigo ya na,

y la ves que a la verbena

con otro se va,

porque quiere la muchacha

y es su voluntad,

¿a qué quieres, condenado,

¡maldita sea la!...

perseguirla y perseguirla

si ya está arreglá,

y te ha dicho que contigo

no quiere ya na?

Pues te muerdes la lengua

y te vuelves pa atrás,

p. 26y le dices al otro

¡anda y guárdatela!

Julián

Y que un honrado cajista,

¡maldita sea la!...

que gana cuatro pesetas

y no debe na,

que se acerca a una muchacha

que siempre fue honrá

y se quie casar con ella,

como es la verdad,

tenga que tener ahora

la boca cerrá

y no decirla ¡tunanta,

bribona, arrastrá!

Esto hacerlo yo no puedo,

ni nadie lo hará.

¡Yo la quiero de veras,

y es la pura verdad!

¡No le digo yo al otro

anda y guárdatela! (Llorando.)

Rita

¡Vamos!... ¡Ch!... ¡Julianillo!...

¡Luego dirás que no eres un chiquillo.

(Consolándole.)

Julián

No me llame usted niño, señá Rita.

Rita

¡Que tienes madre!

Julián

¡No me lo repita!

(Los guardias por la izquierda.)

Guardias

¿Qué harán aquí estos dos?

Eso sábelo Dios.

Guardia 1

¿Qué hacemos, tú?

Guardia 2

Lo que te dé la gana.

Guardia 1

Daremos otra vuelta a la manzana.

(Vanse muy despacio por la izquierda.)

ESCENA VI

DON HILARIÓN, CASTA, SUSANA y su tía ANTONIA ríen y bromean, asomándose alguna vez a las rejas. RITA y JULIÁN observan a cierta distancia.

Casta

¡Ja, ja, ja, ja!

Susana

¡Muy bien, muy bien!

p. 27Antonia

¡Ja, ja, ja, ja!

Julián

En su casa están las dos

y su tía está también.

¿Oye usted cómo se ríen?

Rita

Ya sabremos de lo que es.

Hilarión

No diréis, hermosas mías,

que no soy fino y galán.

Julián

¿Oye usted? ¡La voz de un hombre!

Rita

No sabemos quién será.

Puede ser algún pariente

que las venga a visitar.

Julián

Si esta noche no me muero,

es que no me muero ya.

Hilarión

Linda Susana,

Casta hechicera,

mucho os espera

que disfrutar,

si con miradas

y con sonrisas

rendís, sumisas,

mi voluntad.

Casta y Susana

Pues sí, señor,

y usted sabrá

cuál de las dos

le quiere más.

Julián

¡Ay, señá Rita!

¿Lo está usté viendo?

¿Soy un chiquillo?

¿Soy un rufián?

¡Busca miradas,

busca sonrisas,

que ya de misas

te lo dirán!

(Queriendo ir a la casa. Rita le detiene.)

Rita

¡Vamos a ver!

¡Quieto, Julián,

y que tengamos

la fiesta en paz!

Julián

¿Los oye usted?

¡No puedo más!

p. 28Rita

¡Vamos a ver!

¡Quieto, Julián!

(Le hace retirar un poco y le consuela.)

Hilarión

Vamos a la verbena.

Casta y Susana

Vamos allá.

(Sale de la casa don Hilarión llevando del brazo a Casta y Susana, que sacan mantones de Manila.)

Rita

Ya están aquí.

Julián

(¡Téngame Dios!)

¡El boticario! (Asombrado.)

Rita

¡Don Hilarión! (Ídem.)

Hilarión

(Contoneándose.)

¡Soy un dandy!

¡Soy un bribón!

Nadie dirá

lo que yo soy.

Rita

Tómalo a risa, (A Julián.)

será mejor.

Julián

Sí, señá Rita, (A Rita.)

tiene razón.

(Cuando don Hilarión y ellas van a echar a andar, se adelanta Julián y los detiene con muy buenos modos. Rita se queda en segundo término.)

Julián

Buenas noches, caballero.

Hilarión

Buenas noches tenga usted.

Casta

(Nos caímos.)

Susana

(Lo esperaba.)

Hilarión

¿Quién es este?

Susana

(Con sorna.) No lo sé.

Julián

Es muy flaca de memoria;

pero, en fin, cómo ha de ser;

yo veré si se recuerda

que me ha visto alguna vez.

Dos palabras, con permiso. (A don Hilarión.)

Susana

Aquí estoy, vamos a ver. (Decidida.)

Casta

Es un chico que la sigue, (A don Hilarión.)

pero no se alarme usted.

(Julián coge a Susana de una mano y se adelanta con ella.)

Julián

¿Dónde vas con mantón de Manila?

¿Dónde vas con vestido chiné?

p. 29Susana

A lucirme y a ver la verbena,

y a meterme en la cama después.

Julián

¿Y por qué no has venido conmigo

cuando tanto te lo supliqué?

Susana

Porque voy a gastarme en botica

lo que me has hecho tú padecer.

Julián

¿Y quién es ese chico tan guapo

con quien luego la vais a correr?

Susana

Un sujeto que tiene vergüenza,

pundonor y lo que hay que tener.

Julián

¿Y si a mí no me diera la gana

de que fueras del brazo con él?

Susana

Pues me iría con él de verbena

y a los toros de Carabanchel.

Julián

Pues eso ahora mismo

lo vamos a ver.

(Se lanza sobre don Hilarión para pegarle, y ellas le sujetan y gritan.)

Hilarión

¿Qué es esto? (Acobardado.)

Susana

¡Julián! (Luchando con él.)

Casta

¡Guardias! (Llamándolos.)

Rita

(Tirándole de un brazo.) ¡Quítate!

Antonia

(Saliendo con los perros.)

¡Canalla, chulapo,

guripa, soez!

¡Si te echo los perros

te arrancan la piel!

(Achucha a los perros sin soltarlos, para que le ladren.)

ESCENA VII

Dichos, los GUARDIAS y el SERENO. Salen del café el TABERNERO, los MOZOS 1.º y 2.º y toda la gente que había dentro. Mucha animación. Julián quiere otra vez pegar a don Hilarión, a quien ellas defienden.

Guardias

¡A ver, caballeros,

modérense ustés!

Tabernero

(En medio de todos.)

¡Alto aquí todo el mundo!

Esto se arremató.

p. 30Y esto se ha arrematao,

porque lo digo yo.

Sereno

Pues si yo toco el pito

se acaba la cuestión.

Tabernero

(A don Hilarión y a ellas.)

Vosotros por allí.

Vosotros por allá. (A Julián y a Rita.)

Ni usté aquí toca el pito (Al sereno.)

ni usté aquí toca na.

Susana

(Cuanto más me sofoca,

le quiero más y más.)

Hilarión

Vámonos, niñas,

que es tarde ya. (Cogiéndolas del brazo.)

Susana

(Por esta noche

le hago rabiar.)

Julián

¡Vete con Dios!

¡Márchate en paz!

¡Luego después

me lo dirás!

¡Ay, señá Rita

no puedo más!

¡Esa chulapa

me va a matar!

Rita

¡Vente conmigo!

¡Déjala ya!

Tabernero y Mozos

Vete y en ella

no pienses ya.

Guardias y Sereno

Ea, señores,

lárguense ya,

que así lo manda

la autoridad.

Casta

(¡Vaya una bronca

fenomenal!)

Antonia

¡Ese pillastre

nos va a matar!

Coro

Como se encuentren

los dos allá,

buena verbena

van a pasar.

(Rita, el tabernero y los mozos se llevan por la derecha a Julián, que sigue amenazando a Susana y a Hilarión. Los guardias y sereno obligan a irse por lap. 31 izquierda a Hilarión con ellas y la tía Antonia. El coro se disuelve, yéndose cada uno por su lado.)

Mutación


Una calle. En el centro, y de arriba abajo, el salón de baile que ahora se pone en las verbenas, adornado con arañas, faroles, guirnaldas, escudos, banderas y demás. En el foro está el piano de manubrio, que toca varias piezas. Las dos aceras de la calle quedan libres para la circulación. Casas de varios aspectos a un lado y a otro. En la primera de la izquierda del espectador hay un comercio de sedas con el rótulo correspondiente. En el salón de baile hay bancos de madera todo alrededor, llenos de gente que presencia el baile.

ESCENA VIII

Parejas de distintas clases aparecen bailando al compás del piano de manubrio. Las aceras están llenas de gente que miran el baile. En las barandillas de madera que forman el salón se ven algunos guardias de orden público. A la puerta del comercio de sedas aparecen sentados en sillas DON SEBASTIÁN, DOÑA SEVERIANA (su mujer) y DOÑA MARIQUITA, amiga de ambos. TERESA (sobrina de aquellos) y CANDELARIA (hija de doña Mariquita) bailan con dos jóvenes horteras. Mucha animación; don Sebastián aplaude y jalea a las parejas, que van pasando muy agarradas, como ahora se estila.

Hablado

Sebastián

¡Eso va bueno! ¡Eso va bueno! ¡Anda con ella, que se derrite en tus brazos! ¡Ahí le tienes, muchacha, ahí le tienes, que ya no es hombre ni na! ¡Bien por la gracia y los movimientos!

Severiana

¡Cállate, Sebastián, que pareces un chiquillo!...

Mariquita

¡Qué buen humor!...

Sebastián

(Sin hacer caso.) Ahí las tenéis, ahí las tenéis. Andad con ellas, que esto ya es la mar salá. (Se acaba el baile y todos aplauden. Teresa yp. 32 Candelaria se separan de los horteras y cogidas del brazo se pasean.)

Severiana

Este, si le dejaran, se pondría a bailar ahí en medio.

Sebastián

¡Y que lo haría mejor que algunos jóvenes, porque con los años tengo más práctica, doña Mariquita!...

Mariquita

¡Qué don Sebastián este!

Severiana

¡Teresa! ¡Teresita! (Llamándola; Teresa y Candelaria se acercan.)

Teresa

¿Tía?

Severiana

Hazme el favor de no bailar con el hojalatero.

Teresa

¿Por qué, tía?

Candelaria

Pues baila muy bien.

Severiana

Porque no me da la gana de que bailes con el hojalatero, que da cada lata que no se le puede aguantar.

Teresa

Pues ya me ha sacado para el primer baile.

Severiana

Pues si él te ha sacado, tú te metes aquí dentro y no bailas con él.

Teresa

Bueno, tía; pero me parece muy feo.

Severiana

Yo no digo que sea feo ni guapo el hojalatero; lo que digo es que no me da la gana.

Teresa

Bueno, tía, bueno.

Candelaria

(A Teresa.) Anda, ya encontraremos otro. (Se cogen otra vez del brazo y se van a pasear por el salón.)

Sebastián

Pero, ¿qué más da el hojalatero, que el vidriero, que el plomero, que el tapicero, que el carpintero, que el cerrajero, que el bastonero, que el confitero...?

Severiana

Calla, y no hables tanto.

Mariquita

Pues parece buen chico.

Severiana

Mire usted, doña Mariquita; cuando yo digo esto, es porque sé cómo las gasta el hojalatero.

Sebastián

(Bromeando.) ¡Anda, morena! ¿Conque tú sabes cómo las gasta el hojalatero? ¡Anda, salero! Mi mujer sabe cómo lasp. 33 gasta el hojalatero. ¿Y de cuándo acá sabes tú cómo las gasta el hojalatero?

Severiana

Sebastián, tienes esta noche una pata, que ya, ya.

Mariquita

(Riendo.) Es usted capaz de resucitar a un muerto.

Sebastián

¿Pero no oye usted que, sin saberlo yo, sabe mi mujer cómo las gasta el hojalatero?...

Mariquita

¡Ja, ja, ja, ja!

Severiana

¡Sí, ríale usted la gracia!

Mariquita

¿Pues no me he de reír?

ESCENA IX

Dichos y DON HILARIÓN, que viene por la acera de la derecha, agitado y convulso. Después de mirar a todas partes, se dirige al comercio de sedas.

Hilarión

¡Mi querido don Sebastián!...

Sebastián

¡Señor don Hilarión!... (Levantándose y abrazándole.)

Hilarión

Buenas noches, señoras.

Mariquita

Buenas noches.

Severiana

¿Qué trae usted, don Hilarión?

Hilarión

¡Nada!... ¡nada!...

Sebastián

¿Se ha puesto usted malo?

Hilarión

¡Creo que sí!... Me he atufado ahí, en casa de mi enfermo... La atmósfera estaba cargada...

Sebastián

Siéntese usted aquí.

Severiana

Sí, siéntese usted a respirar el aire libre.

Hilarión

No, gracias; tengo frío y mejor estaré dentro. (¡Maldito sea el cajista!) Además, tengo así cierta debilidad; he cenado sin gana...

Sebastián

¿Sí? Pues se va usted a tomar una copa de jerez, que es lo mejor del mundo.

Hilarión

Acepto, acepto.

Sebastián

Véngase usted conmigo.

Severiana

¡Sí, sí!... Mira, Sebastián, en el comedorp. 34 hay rosquillas tontas, para que las moje en el jerez.

Hilarión

Muchas gracias. (¡Yo sí que soy un tonto! ¡Maldito sea el cajista!)

Sebastián

Vamos allá, mi buen amigo. (Entrando los dos en el comercio.)

Severiana

Y si quiere algo más que lo diga.

Mariquita

¿Quién es este señor?

Severiana

Un boticario; el mejor que tenemos en el distrito. Un hombre muy formal y muy amigo de mi marido.

Mariquita

¡Sí, tiene muy buena facha!

(Empieza otro baile al compás del piano de manubrio. Muchas parejas. En primer término baila una chula parecida a la Susana, y lleva un mantón de Manila exactamente igual. Está bailando con un señor de alguna edad que también se da un aire a don Hilarión.)

ESCENA X

Dichos y JULIÁN, que viene por la derecha, deteniéndose y mirando a todos lados, pálido y descompuesto. Sigue el baile. Luego DON SEBASTIÁN y un chico, dependiente del comercio.

Julián

Se me han escabullido, pero yo los encontraré. Al boticario le salto un ojo esta noche, y a la vieja, que tiene la culpa de todo, le aprieto la nuez hasta dejarla esánime y sin respiración. ¿Pero no es esa la Susana bailando con el viejo? (Fijándose en la pareja.) ¡Ah, sinvergüenza! ¡Ahora verás! (Se acerca bruscamente a la pareja y trata de separarlos, cuando reconoce su error.)

Chula

¡Ave María!

Viejo

¿Qué es esto?

Julián

Perdone usted, niña; la he confundido a usted con otra.

Chula

Pues tenga usted ojos en la cara.

Julián

Como está usted bailando con un viejo...

Viejo

Oiga usted.

Chula

Anda, Bonifacio. (Al viejo.) ¡Vaya usted a freír manteca! (A Julián.)

p. 35Julián

Todas son ustedes lo mismo. (Se separa, y ellos siguen bailando.) ¡Yo los encontraré! ¡Ay, Dios mío, qué verbena de la Paloma!...

(Vase por la izquierda fijándose en todos, Teresa y Candelaria bailan en primer término con los dos horteras y hablan sin dejar de bailar.)

Hortera 1

Me gusta mucho como baila usted.

Teresa

Y a mí también me gusta como baila usted.

Hortera 1

¿Se marea usted de la cabeza?

Teresa

No, señor: ni de la cabeza ni de los pies.

Hortera 1

¿Verdad que da mucho gusto bailar así?

Teresa

Ya lo creo que da. (Siguen bailando.)

Hortera 2

¿Se pone usted mala? (Parándose.)

Candelaria

No, señor; no.

Hortera 2

¿Ha sentido usted algo?...

Candelaria

Así... un no sé qué...

Hortera 2

¡Está usted sudando! ¿Quiere usted descansar?

Candelaria

No: me enfriaría y sería peor. Seguiremos.

Hortera 2

Como usted quiera. (Siguen bailando.)

Sebastián

(Al dependiente.) Anda, tráete un coche de punto de ahí, de la parada, y que espere en la esquina.

Dependiente

En seguida. (Vase por la Izquierda.)

Severiana

¿Qué hace don Hilarión?

Sebastián

Tomando jerez con pastas. Dice que se siente muy débil, que se quiere ir a su casa. He mandado que le traigan un coche.

Severiana

A su edad ya tiene que andarse con cuidado.

Mariquita

Debe ser muy viejo.

Sebastián

Pero muy alegre. Voy a ver si quiere algo. (Entra en el comercio.)

p. 36ESCENA XI

Dichos, la SEÑÁ RITA, que viene por la derecha, luego un INSPECTOR, de uniforme, y dos GUARDIAS conduciendo a JULIÁN, CASTA, SUSANA y la tía ANTONIA; esta viene desgreñada y aquellas con el vestido en desorden. Julián saca el pantalón roto de haberle mordido los perros de la tía Antonia. Detrás de ellos sale mucha gente silbándolos. Se suspende el baile.

Rita

Me ha cogido las vueltas y se me ha escapado. Ese indino va a matar a disgustos a su madre y a mí también. Si tropieza con ellas, nos da la noche. ¡Maldita sea hasta la!... (Grito general.) ¡Ay!

Sebastián

¿Qué es eso? (Levantándose.)

Mariquita

¿Qué sucede?

Rita

¿No lo dije? (Yendo hacia el foro.)

Teresa

¡Que se están pegando!

Candelaria

Es un ratero. Ya le han cogido.

Sebastián

¡Niñas, aquí! (Teresa y Candelaria se ponen a la puerta. Salen los demás. Gresca y silbidos.)

Antonia

Este pillo, más que pillo. ¡Más que pillo, más que pillo!

Casta

¡Tía!... (Regañándola.)

Susana

¿Se calla usted... o no? (Furiosa.)

Antonia

¡No me da la gana! ¡No me da la gana, y no me da la gana!

Julián

Solo pido a ustedes que me lleven donde sea, pero sin la vieja, porque la mato.

Guardias

¡Silencio!

Susana

(¡Y harías muy bien, que por ella nos vemos así!)

Rita

(Con energía.) ¡Te has salido con la tuya!

Antonia

¿Qué has de matar tú?... ¡Canalla, guripa, chulapo! (Movimiento de Julián. Los guardias se interponen. Sensación en todos.)

Guardias

¡Eh!...

Inspector

(Saliendo.) A ver, quietos. Estoy enterado de todo.

Antonia

Señor inspector, ese bribón me ha faltado al respeto, levantándome la mano, yp. 37 yo le he soltado estos veinte céntimos.

Inspector

¿Qué dice usted?

Antonia

Que le he soltado dos perros grandes para que le muerdan.

Inspector

Con esa voz no se le entiende a usted una palabra de lo que dice.

Antonia

Peor para usted.

Inspector

¡A mí no me conteste usted!

Antonia

Pues no me pregunte usted y verá como no le contesto.

Inspector

¡Basta! ¿Cómo se llama usted?

Antonia

Antonia.

Inspector

Antonia, Antonia... ¿y qué más?...

Antonia

Cuervo.

Inspector

¿Cómo cuerno? ¡A mí no me eche usted cuernos!

Antonia

Cuervo, Cuervo, Cuervo.

Inspector

¡Ah! Cuervo. ¡Ya!

Rita

(A Susana.) (¡No tienes corazón!)

Susana

Más que él y más que usted cincuenta mil veces. (Casi llorando.)

Inspector

¿Y ustedes, cómo se llaman? Usted. (A Casta.)

Casta

Casta Ruiz.

Inspector

¿Y usted? (A Susana.)

Susana

Susana.

Inspector

Casta, Susana. ¡Mentira! ¿Y usted, qué es de estas dos jóvenes? (A Antonia.)

Antonia

Madre y tía, todo junto.

Inspector

¡Qué barbaridad! (Risa general.)

Antonia

¡Qué barbaridad! ¡Qué barbaridad! ¡Qué barbaridad! (Remedándole.) Como que mi marido estuvo primero casado con una hermana mía, y tuvo estas dos niñas, ¡qué barbaridad!, ¡qué barbaridad!, ¡qué barbaridad!

Inspector

¡Cállese usted, señora!

Antonia

¡No me da la gana!

Guardias

¡Que se calle usted!

Inspector

Bueno, ahora nos veremos.

Antonia

Ya nos estamos viendo.

Casta

¡No calla usted aunque la maten!

p. 38Inspector

(A Julián.) Usted, joven, ¿qué oficio tiene usted?

Julián

Cajista de imprenta.

Antonia

Rata de imprenta. (Julián quiere lanzarse sobre ella y le detienen.)

Inspector

¡Ea, se acabó! A la prevención con ella. (A los guardias. Estos la sujetan.)

Guardias

¡Ande usted, señora!

Antonia

¡Yo sola a la prevención! ¿Y ese pillo?

Inspector

Eso no es cuenta de usted.

Antonia

(Furiosa.) ¡Tío bribón! ¡Tío guindilla! ¡Cara de fuelle! ¡Mala persona!

Inspector

¡Largo!

Guardias

¡Vamos pronto! ¡Caramba!

Antonia

¡Morralón! ¡morralón! ¡morralón! (Se la llevan a empujones con los perros, que salen ladrando. El público se ríe y la silba.)

Rita

¡Anda, y que la maten!

Susana

¡Nos ha perdido a todos!

Casta

¿Y nosotras, señor inspector?

Inspector

Ustedes conmigo.

ESCENA XII

DON SEBASTIÁN, que sale del comercio.

Sebastián

¿Qué es esto? ¿Qué ha pasado aquí, señor don Andrés? (Al inspector.)

Inspector

¡Hola, don Sebastián! Lo de siempre en esta clase de fiestas. Una bronca entre este chico y una vieja que acabo de enviar a la prevención.

Sebastián

Julianillo, ¿pero eres tú?

Julián

(Sumiso.) Yo soy, don Sebastián.

Sebastián

¿Qué has hecho, muchacho?

Julián

Cosas del querer, don Sebastián. Lléveme usted a la cárcel, señor inspector. (Con aire resuelto.)

Susana

(Ídem.) Y a mí con él, señor inspector.

Inspector y Sebastián

¿Cómo?

p. 39Julián

(A Susana.) ¿Tú conmigo? No te creo; ea, no te creo. (Casi llorando.)

Susana

(Ídem.) ¡Pues me tienes que creer, ea, me tienes que creer!...

Sebastián

¡Vamos, ya estoy al cabo de la calle! Don Andrés, este chico es bueno y honrado. Yo soy su fiador.

Inspector

Me basta su palabra de usted, don Sebastián.

Casta

¿Y a nosotras, quién nos fía?

Inspector

Ustedes, a su casa, que la vieja ya las pagará todas juntas.

Rita

Julián, vamos a ver a tu madre.

Susana

Que nos espera tu madre, Julián.

Julián

¡Pero para estarte siempre con ella! (Emocionado.)

Susana

¿Y contigo, no? (Ídem.)

Sebastián

Pero, muchacho, ¿vas a ir así a ver a tu madre? (Mirando el pantalón rasgado.) Tú, Paco, (Al dependiente.) dale un pantalón de los tuyos, que le estará bien.

Julián

Déjelo usted, don Sebastián.

Sebastián

Anda, hombre, anda.

Julián

Como usted quiera. (Entra con el dependiente en el comercio.)

Inspector

Vamos, señores, esto ya se acabó. ¿Qué hacen ustedes aquí? (Al público, que está allí aglomerado.) A bailar. A ver, que toquen.

Mariquita

Pero, ¿ha visto usted?

Severiana

¡Calle usted, por Dios, doña Mariquita! Mi marido es el paño de lágrimas de todo el mundo.

(Empieza otro baile. Óyese dentro de la tienda de comercio un gran ruido y los gritos de don Hilarión, que sale en seguida dando trompicones, perseguido por Julián. Nueva confusión, gritos y silbidos.)

Hilarión

¡Socorro, que me mata!

Julián

¡Viejo canalla!

Sebastián

¿Qué es esto?

Inspector

¿Qué hace usted?

Susana y Casta

¡Julián! (Deteniéndole.)

Rita

¡Ven aquí, maldito!

p. 40Sebastián

¿Estás loco, muchacho? (Don Hilarión desaparece entre la multitud dando gritos, y a Julián lo sujetan.)

Julián

Perdone usted, don Sebastián. Ese tío cantárida me quería quitar lo que más quiero en el mundo.

Sebastián

¿De veras? No me sorprende. Le conozco. Anda, entra en casa y refréscate, que estás muy acalorado esta noche.

Inspector

¡Y a ver si acabamos de una vez!...

Tabernero

(A Julián.) ¡Y a ver si aprendes a comprimirte!

Inspector

(Al público.) Señores, háganme ustedes el favor de no armar otro escándalo en la verbena de la Paloma.

FINAL

Música

Coro

Por ser la Virgen

de la Paloma,

un mantón de la China-na

te voy a regalar, etc.

CAE EL TELÓN



*** END OF THE PROJECT GUTENBERG EBOOK 67408 ***